Armaduras que brillan como el sol (Santos Dorados)

Recuerdo del primer mensaje :

El clima en Asgard era como siempre, un intenso frio acompañado de ventiscas que arrastraban tal cantidad de nieve que eran capaces de sepultar grandes edificaciones en cuestion de dias. El patriarca le habia mencionado a Saga que los santos de Piscis y Cancer ya habian regresado de su mision, sin embargo no le habia contado nada sobre los resultados, en vez de eso le habia mencionado que el dia de hoy todos los santos dorados presentes debian reunirse en el Palacia Valhala ya que antes de ir a una guerra debian por lo menos conocerse.

Saga se encontraba en el centro de la sala principal del palacio, portaba con orgullo su cloth de geminis con la ya comun capa blanca que era señal de formalidad, con los brazos cruzados a la altura del pecho, daba pasos irregulares por todo el lugar, si bien habia llegado un poco mas temprano de la hora de la reunion, Saga era una persona que se desesperaba con facilidad.
Al no sentir un cosmos conocido, el geminiano se distrajo apreciando el palacio y su arquitectura nordica, no habia duda de que era muy diferente a la griega pero muy hermosa, ademas el clima ahi adentro era bastante mas calido que afuera, eran como mundos diferentes, tal vez el cosmos de Odin protegia ese recinto del frio.

Al parecer, los doce dorados ya estábamos en el lugar, siendo Albafica el último en aparecer, quien opinaba sobre la discusión entre Dégel y Dáskalos, la cuál me parecía burda y sin sentido, la hora de hacerme presente había llegado, y me dispuse a dar el primer paso, sin embargo, escuchar la voz, del santo de virgo, me hizo mantenerme en el lugar, no sabía quién tenía razón y quién no, pero todos los discursos me estaban cansando, razón por la que salí de atrás de ese pilar, portando mi cloth dorada, mientras caminaba lentamente hacia la puerta, ignorándolos a todos como si no estuviesen ahí.

- Si tienen problemas, pueden arreglarlos afuera, y ver cuál de los dos muere, el que sobreviva, no necesariamente tendrá razón, pero al menos hará callar al otro -

Dije mientras una sonrisa diabólica se dibujaba en mi rostro, la misma de siempre, cuando tenía sed de sangre, mi cabeza de medio lado y los orbes morados de mis ojos, miraban directamente a Dégel y a Dáskalos, esperando notar su reacción.

- No confío en ustedes, ni espero que ustedes lo hagan con migo, sin embargo me hice presente, porque creo necesario, saber los rostros de quienes están a tu lado y quienes no, o bueno la mayoría de rostros -

Dije esto último mirando a la santa de tauro, pues portaba la máscara que caracterizaba a las mujeres guerreras, seguido de una leve risa, para continuar con su diálogo.

- Después de todo, aunque muchos de ustedes parezcan unos inútiles, otros por lo menos, aparentan tener con que defender a Atenea, que creo es lo importante aquí, pero si los veo muriendo, no esperen que los salve, y si se meten en mi camino, no esperen que no los ataque, pueden llamare "Muerte Lenta" y piensen lo que gusten de mí, pero veo acierto en muchas palabras de Dáskalos, después de todo, aquí ninguno está por el otro-

Concluí mi palabrería y mi discurso, sin intentar llamar la atención, pero hacer lo que otros hacían y mostrar mi punto en el tema, que no sabía en realidad, en que iba a parar, pero que estaba seguro, podría ponerse algo serio y conflictivo el asunto, quizá más de lo que ya estaba...

Ver la reacción del caballero de Leo le hace sonreír porque parece que las cosas se van a calmar, pero no tarada nada en que otro caballero encandila el fuego que ya hay en el lugar, no podía esperar menos de él, rueda los ojos en lo que las armas vuelven a su armadura, la actitud del caballero de cáncer es tan igual o peor que el de sagitario al que ya le cayeron suficientes pestes para seguir en su cuenta, pero si permiten que un caballero más se ponga en ese plan es posible que se arme una discusión o pelea que no solo los dañara sino que quedaran como unos idiotas que no saben servir a su diosa – no hay razón para pelear entre nosotros a menos que haya traición – alza la voz para Muerte Lenta que al parecer también los quiere abandonar – nadie confía en nadie, no podemos hacerlo, nos estamos conociendo y aun así nos faltara por conocernos aun después de diez batallas o una a gran escala que demuestre nuestra fidelidad a las armaduras y en especial a nuestra diosa.

Camina hasta Cancer quedando de frente a el – aquí nadie es inútil, todos fuimos preparados por grandes maestros y nos ganamos nuestras armaduras, ser un caballero dorado no es para tontos ni para patéticos cobardes, y si Muerte Lenta, es muy cierto, nadie aquí está por el otro, estamos por Athena y es lo único que importa, tengámoslo presente todos – se aparta de aquel tipo que de seguro dirá otro discurso que haga dudar a algunos – todos somos caballeros de Athena y como cualquier humano tenemos nuestros defectos y virtudes, si somos tan diferentes ya sea en un mal sentido o uno bueno es porque somos el complemento el uno del otro, no somos líderes ni mandaremos al otro, estamos para servir a la humanidad y en especial a nuestra diosa, es lo único que nos debe importar y dejar de lado nuestros temores y odios, el que no esté de acuerdo con los deseos de la diosa ni pelear por ella que se vaya, no estamos obligados, pero todo el que salga por esa puerta será siempre un cobarde y traidor a Athena, y en ese caso que los dioses se apiade de ustedes – se aparta para sentarse como antes en el piso viendo serio sus compañeros porque ya era demasiada actitud infantil la que tenía discutiendo como simples civiles y no como caballeros.

Las palabras de la santa enmascarada de Tauro, le hicieron gracia al joven caballero que en un jesto de relajación y tranquilidad, luego de ese sin igual mal entendido, reposa su espalda junto a la baranda de aquel balcón que dejaba ver las bellas montañas que adornaban la vista del palacio de Odin.

- Te tomo la palabra Señorita de Tauro, si no les molesta a mis compañeros ni mucho menos a usted, procederé a mostrarles la técnica por la que estoy tan orgulloso. menciono el caballero aun recostado en la baranda, mientras veía el tronco de un gran árbol sin hojas opacando la bella visa del lugar, este se encontraba a unos cuarenta metros del lugar, y su tamaño era tal que permitía verlo desde allí.

Saruhiko acomodo sus lentes, hizo tronar los huesos de su mano derecha y se despego del balcón, tomo unos centímetros de distancia de aquel barandal, y agitando su mano derecha con tal fuerza de derecha a izquierda, una gran honda de cosmos de dirigió hacia el árbol, que pocos segundos después termino cortado a la mitad, justo cuando -saruhiko se giro y dijo - Este es el poder de Excalivur -

Albafica... -Respondió al rubio de largos cabellos que se posó a su lado y a quien dirigió su mirada por un momento notando aquella peculiaridad extraña que poseía su camarada al mantener sus ojos cerrados, le causó curiosidad pero al ser propio de el prefirió no mencionar nada. Volvió a escuchar a los demás hablar entre si lo que hizo que su mirada fuera hacia estos ahora, algunos aun comportándose como niños rebeldes, entre estos estaba el santo de Cancer quien hasta ahora conocía su nombre o al menos como se hacía llamar, "Muerte Lenta". Así como lo habían hecho otros, Dohko volvió a retomar el punto que el había dado a mostrar al llegar, la union que necesitaban si querían salir victoriosos y poder recuperar el santuario, a pesar del esfuerzo que hicieran unos pocos por unificarlos parecía que la otra parte aun insistía en hacer las cosas por su propia cuenta.

Al escuchar la voz fémina de la Amazona de Tauro pudo distinguir como esta marcó algo de humor en la tensa situación, aunque no demostrara el mas mínimo gesto de gracia en su rostro aquello le había causado algo de gracia, después de todo fue exitoso pues el santo de Capricornio retomó la palabra esta vez para demostrar su habilidad, se mantuvo mirándolo con curiosidad hasta que este desplegó aquel poder único que lo destacaba, aquel poder había cortado un árbol en 2 y lo hacía llamar Excalibur, como la antigua y legendaria espada, un nombre muy propio tratándose de aquello que acababa de hacer- Interesante... -Murmuró en un tono bajo el cual solo podría ser escuchado por el caballero de Piscis que estaba a su lado-

Saga solo se limitaba a mirar con atencion cada movimiento que hacian sus compañeros, el era de las personas que creian que mirando se aprende mejor que hablando. Con un movimiento de la mano desaparecio la ilusion del techo del palacio mientras veia el ataque del santo de capricornio -Asi que ese es el poder de la famosa excalibur no? aun no esta perfeccionada la tecnica pero tiene un buen nivel- murmuro para si mismo el geminiano.
El santo de oro se encamino hacia la puerta que conducia a la salida, dando la espalda a todos sus compañeros y recargo su mano derecha sobre esta y sin voltear a verlos hablo -Parece que el Patriarca ya ha visto suficiente de esta reunion asi como yo. Como pensaba aun no estamos listos para pelear, tal vez ganariamos pero la mayoria de ustedes moriria en esa batalla, asi que les recomiendo dejar esa actitud de niños y tomen las cosas enserio, nuestra diosa fue capturada y ustedes solo se limitan a venir aqui a decir cosas sin sentido. Parece que al final los unicos en quien se puede confiar para esta guerra es en los asgardianos y los santos de bronce y plata. Ja que decepcion- dicho esto empujaria la puerta con la mano que ya tenia recargada y con paso lento salio de la habitacion, desapareciendo poco a poco en la lejania.

Escuchaba como me contradecían, como la discusión y los puntos de vista tan diferentes continuaban, y al parecer la discución iba en camino a ser eterna, hasta que la única dorada en el lugar intervino, y paró la discución, luego solicitó a los presentes mostrar sus habilidades, para conocernos un poco más, en ese momento un esbozo de sonrisa se dibujo en mi cara, miré como poco a poco algunos mostraban sus habilidades, la de capricornio era inesperada ciertamente, el hecho de que alguien con ese físico pudiese crear un ataque tan poderoso era impensable, sin embargo, había miles de maneras de detenerlo o defenderse, por lo que no me desvelaba, la dorada de tauro mostró su fuerza física destrozando una gran roca al parecer a nadie más le interesaba mostrar sus habilidades, simplemente dirigían algunas palabras unos a otros, dí un paso al frente, y elevé mi cosmos.

- Mi turno, esto sucede, cuando intentan discutir con migo -

Decía entre risas, levantando mi dedo índice, y liberando un cosmos oscuro y siniestro de mi cuerpo, unas espirales salieron de mi mano, mientras rodeaban a Dohko.

- Ondas del inframundo -

El alma de Dohko comenzaba a dejar su cuerpo, mientras mi cuerpo se trasladaba de lugar también, ambos terminamos en el yomotsu donde conseguía ver a Dohko al frente mío.

- Este es el hades, bienvenido al inframundo, veremos que tan hábil eres, y si tienes la capacidad de salir de aquí, o mueres en el intento, ya veremos, hasta luego Dohko, o hasta nunca... -

Terminé esa frase, saliendo del Yomotsu, volviendo al punto del que me había marchado, el palacio donde se encontraban los otros dorados.

- Despidanse de Dohko y no se metan con migo, nos vemos...-

Dije mientras con una mirada absolutamente siniestra y malvada y con una sonrisa escalofriante, salía del lugar lentamente.