Labores de reconstrucción (Libre)

Varios días habían transcurrido desde aquel evento en el que los santos dorados, acompañados de los dioses guerreros de Asgard, regresaran de vuelta al santuario con la intención de reclamarlo en el nombre de Athena y liberarlo del mandato del Dios Poseidón. Sin embargo, con el desempeño de los generales marinos y algunos santos de plata leales al nuevo régimen, como lo era el caso de Gardna de Escudo, dichos invasores habían sido repelidos en una gran y cruenta batalla en el que el bando de la Diosa tuvo el mayor número de bajas.

Mente de Gardna escribió: -Es una verdadera pena... debieron aceptar la realidad como yo decidí hacerlo.

En esta ocasión, aquel enorme caballero de plata proveniente de las tierras del norte subía la larga escalinata del santuario que lo conducía a través de las 12 casas. Con sus brazos empujaba una enorme carretilla repleta de enormes bloques de mármol, aparentando una labor demasiado pesada para inclusive una docena de personas. Pero aquel hombre no solo tenía un tamaño y una fuerza sobrehumana, sino además había sido partícipe en distintos entrenamientos que habían incrementando sumamente su ya tan poderosa fuerza. Y un uso práctico para la misma era ayudar con las reparaciones de los daños que dejó la batalla anterior.

Mente de Gardna escribió: -Me pregunto que general habrá causado esto... ¿Habrá sido Lady Azula? ¿O acaso Lord Kanon? La verdad se me ocurren pocas personas que puedan destruir toda una casa del santuario.

Una vez que llegó a su destino, la casa de Capricornio, el santo de escudo comenzó a levantar los escombros que plagaban el piso del reciento y los colocaba en una pila de la cual se desharía después. Conforme limpiaba aquellos restos de un titánico combate, una sensación muy incómoda fue percibida por su olfato. Era un aroma putrefacto y nauseabundo que lo hacía sentirse sumamente asqueado, casi disuadiéndolo de continuar con su labor, mas no suficiente. No obstante, se detendría brevemente cuando escuchara que se acercaban pasos a su locación. Ya fuera algún caballero que le ayudara con aquellas labores o un general marino que quisiera evaluar su desempeño, el continuaría con su labor y se aseguraría de hacer su mejor esfuerzo. Después de todo, el hecho que siguiera con vida luego de la batalla contra un santo dorado era otra cosa que podía agradecer.

Hoy no me habian asignado alguna mision, parecia que los santos de bronce y plata que aun estaban con nosotros se encargarian de las labores de construccion mientras nosotros teniamos la labor de vigilar por si sucedia algun percance u otro intento de ataque. Corria a gran velocidad por las doce casa, apreciando el daño que habia en cada una, la mayoria estaba muy dañana a excepcion de la de geminis, donde yo habia peleado, una muestra de lo sencilla que le habia resultado esa pelea al santo de geminis -Saga- dije al aire mientras apretaba el puño.

Continue mi recorrido hasta llegar a la entrada donde vi a un gran santo llevando una carga pesada, era de los pocos que veia tan concentrado en las labores, asi que decidi pasar a saludarlo. Como no portaba mi armadura me fue facil pasar desapercibida y di un gran salto hasta quedarme sobre la unica columna que quedaba en pie, ya ahi me sente cruzando las piernas y salude a mi compañero.

-no me digas que tu solo hiciste todo esto, eres un santo muy fuerte para provocar un daño asi, pero hoy es tu dia de suerte por que te ayudare un poco.-

Salte desde el pilar al suelo y me disponia a caminar cuando me llego un fuerte olor, hice un ademan con las manos para mostrar que el lugar apestaba.

-Vaya ue llevas un rato trabajando mira nadamas como apestas-

le guiñe un ojo al santo mostrando que era broma

-De donde crees que venga ese olor? y mas importante, que diablos es!!-

Fue de sorpresa la reacción de Gardna al ver que la persona que había arribado era una jovencita de cabellos azules, la cual miraba entre curiosa y satisfecha el desempeño del santo en su labor reconstruir los templos dañados en el combate. A pesar de su aspecto tierno e inocente, el caballero de Escudo sabía de quien se trataba aún cuando no portaba su armadura. Se trataba de Tatenashi de Scylla, una de las 7 generales marinos, a quien reconocía por haberla visto combatir en el primer ataque al santuario, donde con facilidad, al igual que sus compañeros, derrotó a una gran cantidad de santos de bronce y plata.

-No fui yo quien causó estos derrumbes... aunque me hago responsable de los daños ocurridos en la casa de Libra. Y no tiene por que molestarse Lady Tatenashi, una labor como esta es más apropiada para alguien como yo y no para un general. Aún así, le agradezco mucho sus noble intención.

Posteriormente, el santo de escudo notó como la joven empezó a hacer un ademán con las manos y quejarse del desagradable olor que él había percibido hace algunos momentos, aunque su forma de referirse a la situación fue atribuyéndole tal aroma al santo de escudo para posteriormente guiñar su ojo demostrando que todo era una broma... cosa a la cual Gardna no estaba acostumbrado a recibir.

Pensamiento de Gardna escribió:-¿Entonces fue una broma? y yo que me estaba empezando a sentir apenado. Supongo que no todos los generales marinos son sumamente serios... de hecho, si no fuera porque ya la he visto pelear, ni siquiera pasaría por mi mente que pertenece a la élite del Dios de los Mares... Aunque supongo me relaja un poco que actúe de esa forma.

-Creo que viene de allí. - Respondió a la pregunta de Tatenashi señalando a una pila de escombros cercana.- Permítame ir a investigar

Música escribió:

Adentrándose más en la casa, Gardna se acercaba con lentos pero fuertes pasos hacia aquel montón de restos del templo de Capricornio que había señalado antes. El olor era terriblemente más intenso allí. Era una fragancia que el reconocía por que la había respirado antes aunque con menor fuerza. Era el indistinguible aroma de la muerte... y quien sea a quien perteneciera, ya debía llevar muerto algunos días. Movió los escombros con dificultad (Más que nada por la incomodidad del hedor y no por su peso) y cuando retiró los suficientes, retrocedió rápidamente algo asustado.

- ¡Santa madre de...! Quien...¿Quien haría algo como esto...? Uuugggh.

Como caballero, estaba acostumbrado a ver a varios santos caídos de cualquier bando, desde rivales hasta amigos suyos, pero era la primera vez que encontraba el cadáver de una víctima sometida a tal grado de crueldad. No portaba su armadura y se podía ver su cuerpo sumamente moreteado, con sangre seca recorriendo casi todo su cuerpo. Pero sobre todo, era la ausencia de su cabeza lo que lo hacía sentirse más impactado.

- C-creo que debo ir a sepultar a este hombre... bueno... lo que quedó de él...

En cuanto el santo se encamino a quitar los escombros de aquel lugar yo tambien me acerque, con cada piedra que quitaba el olor iba aumentando, como pude contuve la respiracion y quite un par de pedazos de columna y entonces se revelo el dueño de aquel fetido olor.

No pude ocultar mi asombro al ver aquel cuerpo decapitado y con tantos golpes, en algun momento senti una profunda pena por aquel chico sin embargo estas eran las consecuencias de la guerra esas de las que nadie habla.

-Supongo que simplemente por respeto deberiamos cremarlo o enterrarlo-

Mientras decia eso pensaba que teniamos suerte al estar vivos y no compartiendo el mismo destino que ese cuerpo, habia sido muy afortunada ya qu aquel santo me habia perdonafo la vida, no, el dijo qe ya no tenia sentido seguir peleando. Aprete mi puño derecho con fuerza pensando en eso pero el olor me devolvio a la realidad y recorde la situacion.

-Entonces podrias cargarlo? O mejor dicho, quieres hacerlo? Bien podriamos hacer un agujero y sepultarlo aqui mismo, bajo el templo-

Mire al santo, esta vez no tan feliz.

- Mmm... n-no lo se... Hay un cementerio para caballeros a la entrada del santuario... m-me parece que es más adecuado llevarlo hasta allá... Es solo que... m-me parece un poco siniestro el reconstruir este templo con el cadáver de otro santo bajo sus cimientos...


Tras escuchar las ideas de Tatenashi, ciertamente Gardna pensó que harían mucho más sencillo el olvidarse del asunto y seguir con su labor original. Pero el hecho de que la base de aquella casa estuviera compuesta por el cuerpo de una pobre víctima de aquella batalla le parecía algo incomodo, sin mencionar que es posible que el aroma a muerte no se fuera del todo si lo enterraban allí mismo. Por otro lado, no quería discutir realmente con una general marino, lo que provocó que, como a veces era frecuente en él, comenzara a tartamudear.

- Puedo usar la carretilla de los bloques para trasladarlo hasta el cementerio de santos... c-claro que si no le parece puedo enterrarlo aquí mismo... incluso estoy de acuerdo con la idea de cremarlo mas no poseo conmigo las herramientas para hacer eso aquí.

Lleve mi mano derecha a mi menton poniendome pensativa, tal vez cremarlo no era la mejor opcion y como ya habia un lugar destinado a los cuerpos de los santos caidos en batalla, supuse que lo mejor era llevarlo en la carretilla.
-Muy bien, entonces sera el cementerio-
Con algunos pequeños saltos me dirigi a la carretilla y retire algunos de los pesados bloques para dejarla libre para nuestro amigo sin cabeza, trataba de actuar normal a pesar de el asco que me provocaba aquel cuerpo, comenzaba a descomponerse y el pequeño detalle de que no tenia cabeza, sin embargo esas deberian ser cosas que cualquier marino debia soportar asi que trate de actuar de la forma mas normal, asi que en cuanto quite los bloques le hable al santo.
-Vamos grandote, trae el cuepo para aca o acaso quieres que una linda chica como yo tenga que cargar el cuerpo??-
Cruce los brazos e hice un falso gesto de enojo esperando que el santo trajera el cuerpo para llevarlo al cementerio pero rapidamente cambie mi rostro por una sonrisa e invite a mi compañero a que trajera el cuerpo con un ademan.

A medida que la General Marino de Scylla se retiraba de forma un tanto infantil con pequeños saltos que la llevaron hasta donde se encontraba la carretilla, el Santo de escudo seguía mirando con pesar e incertidumbre el decapitado cuerpo de aquel desafortunado santo. ¿Que desalmado habría impuesto tan cruel castigo a ese pobre sujeto? ¿Habría hecho algo para merecerlo? Pero más importante ¿El asesino pertenecía a su bando o acaso sería un futuro enemigo al que tendría que encarar? Se hubiera seguido preguntando de no ser por que Tatenashi insistió la ayuda inmediata de Gardna para que recogiera el cuerpo.

-S-si... y-ya voy. Discúlpeme Lady Tatenahsi.

Valiéndose únicamente de sus enormes manos, el hombre tomó con ellas el cuerpo del torso y lo llevó hasta la carretilla como si fuera un muñeco de trapo y lo dejó sobre la carretilla sin sumo cuidado. Después de todo, no es como si el cadaver pudiera quejarse de recibir un trato poco delicado... especialmente sin cabeza.

-Y-yo puedo llevarlo hasta el cementerio Lady Tatenashi. Usted no debe ensuciarse las manos con este tipo de labores.   - Comentó el santo plateado mientras se acercaba a la carretilla para trasladarla hasta el cementerio.