Lo que una vez fue un jardín (LIBRE)

-Luego de un largo tiempo ausente, Albafica finalmente volvía a unirse a los caballeros dorados. Desde el primer ataque al santuario se vio desaparecido, algo que intencionalmente sucedió pues su objetivo principal era otro. Aún recordaba lo ocurrido en ese entonces, todos los santos de Athena corriendo dentro de las 12 casas esperando llegar al punto mas alto, sin embargo el doceavo caballero se desvió en la sexta casa, la casa de Virgo. Razón? Acceder a aquellos jardines ocultos de la casa, se suponía que en aquel sitio encontraría el rosario de las 108 cuencas el cual había sido elaborado por un santo dorado de Virgo hace mucho tiempo atrás durante la guerra santa contra Hades en ese tiempo entonces. Albafica había tomado aquella misión gracias al patriarca quien le confió dicha labor. Los espectros comenzaban a formar sus lineas, una guerra mayor a la de Poseidón estaba por iniciar, un tercer bando se uniría a esta guerra cuyo fin era incierto.

Actualmente se encontraba en Rodorio, aquel pequeño pueblo donde tan bien recibido era, a pesar de ser una persona solitaria, Albafica siempre se preocupaba por los demás aunque aparentara frialdad y poco interés por quienes le rodeaban, aquel pueblo ahora estaba desprotegido pues estando los caballeros dorados fuera de las tierras de Athena, Rodorio se había quedado sin aquel muro de rosas creado por Albafica el cual mantenía seguro dicho lugar, esta era la razón por la cual había estado oculto durante tanto tiempo. Todos en el pueblo le ocultaron el tiempo necesario, aquel tiempo que había terminado pues finalmente sería encontrado, la pregunta ahora era, sería un aliado? o un enemigo?

Aquella tarde mientras Albafica se encontraba en la posada observando en silencio por la ventana a todas las personas que transitaban por allí, notó cierto cambio cósmico provenir de las doce casas, un cosmos realmente grande y algo familiar estaba formándose allí- Saga? No... Pero a que se debe tal similitud? -Se preguntó el caballero mientras observaba en dirección al santuario, aquel cosmos era demasiado similar a el de Saga, pero definitivamente no era el, después de todo no era un cosmos aliado. Aquella distracción le costó su escondite pues alguien se aproximaba entrando a rodorio, su única reacción fue apartarse rápidamente de la ventana ocultándose tras esta esperando que quien fuese no lo detectara- Rayos...

Albafica solo tenía la aprobación del patriarca para proteger Rodorio, solo este sabía de su paradero, ni siquiera sus compañeros sabían de el, la única información obtenida era que había desaparecido en el ataque a las doce casas.

No existía una razón previa a su llegada en territorio enemigo, su guía una prueba del irrealismo existencia que la joven tercamente creía en un ser divino que constantemente le hablaba: “Busca al caballero escondido”. Le susurro su sobre cerebral como un frio soplido al oído.
Seguía a la deidad invisible sea cual sea la orden, era el camino para el cual nació y la llevaría a un destino  con la gloria deseada, mas, aun con una ideal previo.

En tiempo previo a la el ataque de Atavaka hacia Pandora. La piel de leche hija bajo los rayos del sol  egipcias. Desobedeció las órdenes de su compañero al salir del reino de los muertos. Ella advirtió de un presentimiento donde era el peligro era la división de poderes.  No obstante la reputación incoherente es arrastrada como su capa obscura que portaba en aquel momento donde se dio en un tranquilo escapa. Todo tenía un porque y un motivo, se lo repetía constante mente recordando a los demás aquellas palabras.

La población de Rodoria no tomo encuentra su llegada. Apareció con la multitud andando donde los mercaderes se encontraban vendiendo y regateando sus productos era fácilmente tomada como una más de los comerciantes ya que aunque ocultas estaban el brillo de sus joyas la delataban. Camino por las calles donde los llamados a la compra y venta estaban en todo su apogeo. Ignoraba los llamados, al frente. Siendo una apariencia misteriosa se descartaba un peligro debido al clima calorífico.
El caminar culmino en las puertas de una posada, alzo la mirada unos segundo encontrándose con un cuerpo en retirada de la ventana del segundo piso. Sus acciones y el cosmos lo delato el cuerpo. Un cosmos alto con cierta influencia a los demás. Acertó en la ubicación, el dueño de aquel como no pondérese custodió lo que podía delatar, pero el mismo caso sucedía con ella.

Entro al lugar de resguardamiento para el caballero. El dueño del lugar desconfiaba de la paraciencia sumando la alerta cuando la joven pregunto por el sujeto en cierta habitación. Sugieren su retirada al intentar tocarla. Pero su repulsión por el tacto debido a los antecedentes la llevaron al mecanismo de defensa automático. Tomo su brazo rompiendo la muñeca del sujeto.
-No me toques, no me gusta que lo hagan- Dijo soltando su mano al instante de los grito del hombre fornido. Reconocía los puntos de quiebre en los huesos aquellos que se podrían llamar los huecos de calcio, no era necesario gran fuerza presuntuosa. Ante el dolor ajeno no idolatro o lamento. Observo al hombre en sus rodillas y la esposa estar al lado de temiendo más daño.
- La aplicación de ungüentos y reposo lo sanara- Agrego sin mucho interés, aires de frialdad. Desviando su mirada hacia las escaleras. -¿Dónde alojan al caballero?- Coloco el dedo índice en la frente de la mujer cambiando la expresión de la misma en pánico. Como con la muñeca del hombre se quebró con más sencillez el cráneo femenino atravesaría. –Entonces ¿Ya tienen una respuesta?-

-Mantenerse escondido mientras los aldeanos de Rodorio eran atacados no era algo que Albafica tolearara, si ya había sido descubierto lo mejor era salir de una vez y detener a aquel espectro que había detectado su presencia antes de aquel alguna de las personas de aquel sitio sufriera mas de lo que ya estaban siendo lastimados. Aquel hombre no dudaría en morir con tal de guardar silencio respecto a su ubicación, entre los doce caballeros dorados, Albafica era el mas cercano a las humildes personas de Rodorio, algo extraño y hasta contradictorio, despues de todo era alguien que siempre buscaba alejarse de los demás, sin embargo aquel pueblo lo veía de otra manera, alguien quien se sentía obligado a mantenerse distante aunque sintiera la necesidad de sentir afecto por alguien. Ese era Albafica, alguien maldito por su sangre, incapaz de acercarse a los demás por temor a lastimarlos, por eso su actuar extraño, aquella necesidad de proteger aunque pareciese lo contrario.-

Aléjate de ellos... -Se escuchó su voz mientras bajaba aquellas escaleras de la posada portando su armadura dorada, aquel tono sereno y tranquilo, algo frío quizás a causa de la molestia que sentía por haber salido lastimado aquel hombre por su culpa. Sin decir nada por un momento continuó su paso tranquilo hasta bajar las escaleras, luego de esto caminó pasando al lado de el espectro que allí se encontraba dirigiéndose así hacia la salida- Este no es un buen sitio, si es a mi a quien buscas, entonces deja a estas personas y sígueme afuera.. -Sin siquiera mirar a la femina caminó afuera del establecimiento, una vez en la calle pudo notar a todas las personas escondidas aunque asomándose un poco temerosas por lo que estuviese a punto de ocurrir en aquel lugar, una batalla en Rodorio era algo que Albafica querría evitar, pero como sacar a aquel espectro de allí? Esa era la pregunta.

Durante ese tiempo se había encontrado protegiendo el pueblo, ahora todo se había venido abajo, debía salir de ese sitio, pero no antes sin asegurarse que los aldeanos estarían bien, aunque le molestaba la idea, necesitaba que los servidores de Poseidón se encargaran de el lugar, un espectro no dudaría en asesinar a todos, pero si tan misericordioso era el Dios de los mares, se encargaría de proteger a aquellas personas, despues de todo tenía a su servicio a algunos santos de Plata y Bronce.-

Era susceptible a la idea al genocidio masivo, o eso es lo que tomo en cuenta con respecto al caballero dorado. La primera vez que veía a uno de su clase. Los rumores del su presencia dominante y personalidad noble no era algo de dudarse. Después de todo ¿Qué caballero de Athena rechaza el amor a los humanos?
Sin embargo la joven tenía la habilidad, la incoherente razón y el poder de provocar al caballero asesinando a cuanto la ira de su cosmos llegara. Más desde un comienzo del relato lo habría hecho, solo que la estupidez no es parte de ella. Recurrir a una estrategia de ese extremo seria la sentencia de muerte absoluta, un hombre con el corazón lleno de ira es un hombre capaz sin límite propio. Semejante a la decisión de aniquilación a la de un dios.

Ella dio el primer mandato de revelación. El siguiente paso constaba al hombre de cabellera azul. Sin una objeción alguna siguió el camino marcado bajando su amenazante dedo índice de la mujer. Abandono el sitio cerrando la puerta.
De lo que era en un comienzo una zona de comercio en llamados de compra y venta se vacío. Los rumores de la presencia hostil de un espectro llegaron rápido a los oídos del pueblo. Era cuestión de tiempo que llegaran los refuerzos.

-¿Tienes mucha voluntad? Lástima que yo no la tenga – Murmuro la joven cubriendo su rostro con la túnica purpura. Sus labios sellados por un velo de seda de igual color. –Te preguntaras la razón de mi venida. A decir verdad desconozco la razón. Ya que como te dije no tengo voluntad propia. Cierta vocecita me dijo que podías ayudarme- Unos de sus ojos se mostró con un brillo, tratando de comunicar una tercera presencia en la zona, no en un alrededor. Se trataba de ella misma. Acaso… ¿La joven estaba poseída? No se podría afirmar, simplemente se convertiría en una suposición.
Posteriormente en un sano juicio se tomaría en cuenta la opinión ante la petición de ayuda por lo que teniendo en cuenta el amor que él tenía por este pueblo lo usaría en su contra. -¿Cuántos aldeanos puedo matar antes que me detengas?- Con aquella suposición daba a conocer lo capaz que era hacer. Él no la materia, no se arriesgaría a las perdidas por detenerla agregando que era muy astuta para escapar. –Busquemos un lugar más privado.- Camino frente a sin razón de segunda amenaza siendo así buscar el lugar adecuado para continuar la negociación.

Una persona sin voluntad propia no es mas que un simple títere, descartable en el momento en que deja de ser útil... -Fue su único comentario respecto a lo primero que mencionó aquella mujer que lo seguía fuera del establecimiento. Al escuchar lo siguiente desvió su mirada en dirección a esta mas sin embargo no pudo verle ya que se encontraba algunos pasos atrás. Ayuda? Se encontraba con la persona equivocada, sea cual sea la razón por la cual necesitase su ayuda, no se la brindaría, un santo dorado no ayudaría a un ser espectral sin importar el lado positivo que pudiese traer consigo.

Sus pasos se mantuvieron dirigiéndose a las afueras de Rodorio, la idea era alejarla lo mas posible de aquel sitio, lejos de las personas, lejos de la vida que indiscutible mente ella podría acabar, se mantuvo en silencio solo escuchando con atención a la fémina quien fue capaz de ponerlo a prueba con su pregunta- Solo uno, es cuestión de que acabes con la vida de uno de los aldeanos, para que yo te detenga, te enviaría de vuelta a asqueroso infierno al que perteneces.. -Fue su respuesta respecto a la aparente amenaza hecha por el espectro que lo acompañaba. Al estar ya afuera de los muros de Rodorio, se vio rodeado por pastos verdes, praderas extensas y bosques profundos que rodeaban la edificación, aún estaban cerca pero no podría llevarle mas lejos de donde estaba, por esta razón detuvo sus pasos y giró un poco su cuerpo para ver de frente a su acompañante-

Que haces aquí? Que es lo que buscas? -Preguntó en un tono serio mirándola secamente sin demostrar acción alguna. Albafica no toleraba a los espectros, por mas que sus enemigos en ese momento fuesen los Generales Marinos, los espectros seguían siendo de disgusto total para el, incluso mas que los anteriormente mencionados, después de todo los actos de ambos bandos dejaban muy en claro de lo que eran capaces.

Tal vez solo... tal vez,existía una tercera razón. La inocente razón de una menor buscando el auxilio. En alguna parte de la línea del tiempo existió una niña de cabellos azabaches sin madre o padre. Su compañía era la de un ruiseñor cantador de los mejores sonetos en el jardín de los lotos azules, soñando en ser alguien libre sin la carga de un dios en sus hombros, aunque la compartiera con tres niñas mas, no alivianaba el peso.
Los niños son los portadores de la luz, la única esperanza de este planeta. Pero ¿Qué pasa cuando matas esta luz? Jamás podrá morir algo tan puro simplemente se oculta de la oscuridad que es rodeada temerosa de combatir por ser débil ante las demás voces que constantemente manipulan el alma que por derecho le pertenece. Cansada de combatir el pequeño ente debió aguardar por una salvación. Pero hoy se abrió una puerta y las sombras se apartaron para darle paso a un destello existente en la mente de lo que alguna vez era una niña ahora se volvió una mujer.

Las vestimentas encubridoras cayeron al encontrarse en un lugar alejado y privado. La mujer se descubre sin portar una armadura para pelear, todo con el fin de un dominio propio en sí misma. El destello que anteriormente mencionado en su ojo, aquel brillo era la muestra misma de lo que se a continuación se revelara.

Una lagrima rodo por la mejilla de la misma donde sus ojos se inundaron en obscuridad. Era notorio el cambio en su cosmos iluminandose una chispa de pureza alrededor de la oscuridad.

-¡Sacame de este cuerpo! ¡Esta maldito, muero… me esta matando!- Sollozó la joven con desesperación. La voz que alguna vez madura se mostraba aguda y fina semejante a la de una menor de edad. Extrema era la situación del cambio repentino de personalidad, hasta cierto punto sin un sentido para explicarse. Imposible de creer a una espectro, era de juzgarse ¿Quien confiaría en un ser como ella? Alguna vez no lo fue, tuvo felicidad y su corazón no existía el odio. Sin embargo la tragedia la enseñó a odiar y el inframundo se ocupó de incubar aquel sentimiento. -Yo… quiero ser libre, quiero salir. Yo… tengo tanto miedo- Bajo su mirada ocultando sus manos sobre los labios de la misma ocultando su voz temerosa, tanto por el mal que la rodeaba a como al mismo caballero. -Lo siento… realmente no soy yo-

Constantemente los sollozos lamentos de la joven pedían auxilio, el cosmos oscuros absorbe a la indefensa chispa debilitando su fuerza. Su locura ganaría ante la cordura perdiendo una importante lucha de control y dominación. -Destruyo todo… lo volvera hacer… deten-la… deten- Sostenía su cabeza arrojando las lagrimas al suelo la voz se distorsiona  tanto como su cosmos se podía sentir. -Catt-ttle-ya… Ca….- Agitada su respiración la mujer no podía contener su trastorno Pero dejó de respirar de golpe, en aumento y señal una risa tétrica lo que le dio victoria al ente maligno del control del cuerpo cada vez esta se hizo más poderosa.
Recupero la compostura corporal observando al caballera con su carcajada acompañada. -¿Que harás al respecto? ¡Tanta nobleza tienes para dar fin a la niña que sufre?.-

Afilo la mirada  desafiante cesando el sonido burlante -Quiero ver cuanto puedes creer-

-La sorpresa para el santo dorado fue tal que le miró casi sin entender lo que sucedía, acaso estaba jugando con el? Que tramaba aquel espectro que le acompañaba? Mientras mas escuchaba podía sentir como si un ser con bondad se encontrase dentro de aquel guerrero oscuro quien ahora pedía su ayuda, pero.. como confiar en lo que decía? Y si se trataba de una trampa? No era momento para titubear, Albafica debía tener en claro una sola cosa, sin importar si dentro de aquel ser oscuro se encontrase un alma buena debía ser destruido, era la mejor ayuda que podía ofrecerle, liberar su alma destruyendo el mal en su interior aunque esto significase el final para la buena persona que ahora rogaba por su ayuda.

Finalmente tomaba el control el espectro maligno que allí habitaba, definitivamente ese era su enemigo, debía ponerle fin a este por lo cual Albafica manteniendo la distancia estuvo listo para la pelea que estaba por comenzar, su mirada se tornó fría y muy afilada, cualquier movimiento en contra de su rival podría dar inicio al primer golpe.-

Acabaré contigo, si aquella chica que habita en el interior de ese cuerpo pide ser liberada, pienso ayudarle poniendo fin a su sufrimiento....Yo, Albafica de Piscis, doceavo caballero de Athena, acabaré contigo, espectro... -Una rosa roja apareció en la mano del santo dorado quien se colocaba en guardia esperando el momento adecuado para atacar, no podía confiarse, no conocía a su enemigo y este a el tampoco, todo factor en la pelea sería sorpresivo para ambos así que el resultado de esta pelea era incierto, aún así el santo dorado daría todo de el para salir victorioso- Bien.. aquí voy.. -Murmuró preparado para atacar a aquel enemigo-

Royal Demon Roses!! -Albafica extiende su diestra contra su enemigo arrojando aquella rosa roja de su mano la cual rápidamente fue seguida por cientos mas que por medio de su cosmos aparecían desde su espalda siendo lanzadas en forma de proyectiles contra el enemigo-

Off:Dado que por reglamento no a pasado el mes de inactividad, se dará por mal herido el pj de modo que pueda continuar el tema si así lo desean o ser cerrado

A pesar de que la joven Tharja intento defenderse ante el ataque de Albafica una rosa logro rosarle la mejilla, solo eso basto para comenzar a hacer efecto en ella, el espectro de Arpia intento lanzar su tecnica "Sweet Chocolate" elevando su cosmos que le rodea en un aura violasea intenta invocar a los espíritus pero el veneno es tan eficiente que no logra elevar al maximo su cosmos, cayendo de rodillas al no dejarse vercer todavía, intenta nuevamente elevar su cosmos para usar su tecnica nuevamente pero su aura no es completamente fuerte lo que provoca que pierda el conocimiento en un delirio provocado por el veneno de Albafica

Es inutil resistirse a las rosas reales demoníacas.... En este momento su veneno corre por todo tu cuerpo bloqueando tu cosmos y tus sentidos...A este paso solo te espera la muerte, pero claro... Estoy tratando con un espectro así que... Supongo que morir no es nada para ti -Mencionó el caballero dorado mientras observaba con cierta frialdad y poco interés a la fémina que intentaba soportar aquel ataque lo cual le resultaba imposible.-

Podrás volver una y otra vez a la vida, aquí seguiré esperándote -Mencionó al verle como se derrumbaba quedando inconsciente por lo cual Albafica tomó una rosa roja y la dejó caer sobre el cuerpo caído, aquello que normalmente tomaba como firma a todas sus victimas, dejarles una rosa. Pronto escuchó la voz de alguien mas que se acercaba, al parecer anunciaba el final de la corta pelea lo cual hizo que por un momento el santo dorado desviara su mirada hacia esta, una chica, muy familiar para ser mas exacto pues aquel tono de voz ya lo había escuchado antes, en aquel instante una muy diminuta sonrisa ladina se marcó en los labios de Albafica, al parecer aquella chica no le había reconocido y claro, era de esperarse pues esta no lo conocía como santo dorado de Piscis sino como un alumno mas hace años, en los tiempo de Lugonis-

Y entonces ese fuego interior fue dominado por la armadura del Fenix... -Tomó un pequeño respiro- Mucho tiempo sin vernos, Naori...

FLASHBACK: Años atrás
-Aquella tarde reposaban entre las ruinas del santuario luego de un largo y arduo día de entrenamiento, esos dos niños reunidos se despedía el uno del otro pues pronto uno de ellos partiría a la isla de la reina muerte- Se que superaremos esta prueba, debemos ser fuertes Naori, ya verás como el tiempo pasará en un pestañear de ojos y ya como caballeros de Athena combatiremos juntos, mano a mano -Dijo el joven Albafica dedicándole una sincera sonrisa a aquella niña mucho menor que el, quería brindarle un momento de tranquilidad, la isla de la reina muerte no era considerado un sitio agradable y los temores de los posibles candidatos a la armadura del fenix temían de aquel sitio, lastimosa o afortunadamente Naori fue la seleccionada para fijar su entrenamiento en aquel lugar. Albafica sentado a su lado pasó su brazo por los hombros de la pequeña niña algunos años menor que el abrazándole un poco mientras observaba la amplia pradera verde que se extendía rumbo a Rodorio. Los niños de 8 y 12 años observaban aquel ultimo atardecer que compartirían- Mi maestro Lugonis me ha encargado llenar todo este sitio de muchas rosas, creo que es muy duro conmigo, dice que si logro hacerlas crecer me enseñará nuevas habilidades para convertirme en un fuerte caballero, así que.. No me rendiré y tu tampoco lo harás, bueno?-Observó a la niña a su lado- Naori... Te prometo que cuando volvamos a vernos, todo este prado, será un hermoso jardín para ti, será la muestra de mi amistad y bienvenida...


FIN DEL FLASHBACK

-En aquel recuerdo el pequeño niño Albafica de tan solo 12 años mostraba una personalidad mas abierta a las personas, aquel niño sonriente, amable, cálido, parecía haber desaparecido luego de aquellos largos 10 años, sin embargo aunque imperceptible seguía vivo en el, tener aquel recuerdo había hecho de su fría aura ganar un pequeño toque cálido desde lo mas profundo de su corazón-