Game Threads → Garuda.

[Minos de Grifo]

—Sabandijas...escorias, tch, esto está tan despreciable.— Bastaba ver el ceño fruncido del peli blanco para notar el completo disgusto de lo que sus orbes ambarinos estaban visualizando, el tribunal era un asco, demasiado para el supuesto orden que debería tener, tal vez el hecho de la ausencia de Balrog y claro la ausencia propia, es que tenía aquella pinta tan descuidada. Posó su diestra sobre su cara, el tener que ejercer trabajo justo a su regreso al Inframundo inquiría una total ocupación de su tiempo que bien podría emplear en otra cosa, destrucción, enfrentar a algún digno rival, o simplemente hacer cualquier otra cosa mejor que el solo darle un ‘merecido’ juicio a cada alma pútrida que aguardaba por ser enviada a algún círculo del Inframundo.

—Bien, bien, tendrán la honra y dicha de ser juzgados por el gran Minos, sean bendecidos por nuestro señor Hades, diría que mueran pero ya lo están así que, sufran y tengan una despreciable estancia.— Desvío la vista hacia aquel enorme libro que poseía los nombres de cada condenado y así como el pecado cometido, conforme a estos, es que Minos decidiría que circuló seria mejor condena para cada alma perturbada, aunque no podía negar que ello le causaba diversión; después de todo, ¿por eso había sido elegido, no es así? Por esa forma tan característica suya de hacer las cosas, sin muestra alguna de piedad o misericordia; siempre disfrutando del dolor y sufrimiento de los demás, como un buen plato que se sirve en el momento justo, ansiado, así es como Minos podía disfrutar de su lugar como juez.  —Tch, ya me están aburriendo, son demasiados. Puedo divertirme haciendo otras cosas, hm.— Una sonrisa poco divertida se formó en sus labios, de las yemas de sus dedos salieron aquellos hilos característicos de una de sus mejores técnicas; ignorando por un momento las almas que aun aguardaban a su condena, tomando entre aquellos hilos algunos cuerpos que yacían allí, ¿el como? No le interesaba, simplemente era un modo de entretenerse a un grado tal vez infantil, mas ver el como las almas huían de aquellos cuerpos sin vida que iban tras ellos movidos gracias a los hilos de Minos, era suficiente entretenimiento; claro no iba a durar demasiado, bastó sentir aquel cosmos, para que un gesto de desquicio se formara en su rostro. —Algo me dice que no vienes solo a saludar, Garuda.—

[Suikyo de Garuda]

Garuda está en las puertas del tribunal del silencio, de alguna manera odiaba aquella estancia y en su rostro se le notaba tan claro como el agua. Miraba a los desdichados juzgados a su derredor con arrogancia y orgullo amontonándose y atormentándose por su futuro castigo. Sin embargo, todo se volvía tan pesado físicamente al estar cerca de él de algún modo extraño. Miraba con desprecio los desquiciados juegos de aquel Juez, la manera poco ortodoxa en la que se entretenía, hasta la risa cínica con que disfrutaba todo aquello. Su mirada seca y su boca que parecía apenas una línea caída a los extremos, unos ojos apagados, precedían mostrar a un hombre de pocos amigos.

Spoiler:

La recia noche eterna del exterior dibujaban la silueta de Suikyo, la cual llegaba hasta el mismo estrado del Juez Minos. Comenzó a caminar hacia Grifo con su entrecejo fruncido, acrecentando su silueta cornada, apartado todo lo cercano a él sin que moviese una de sus manos, un extraño campo de fuerza parecía hacer aquello sin violencia alguna. Engendros, condenados y muertos si estaban lo suficiente cerca eran simplemente empujados.  Sin más al estar cerca se quitó el casco, sus cabellos cayeron revoltosos a sus hombros y miro fijamente a Grifo con sus ojos azules. Algo era incomodo en aquel espectro. No era del todo maligno y eso llevaba a dudar al que sea de su fidelidad a Hades.

¿Disfrutando de pausas activas Minos? Dijo el juez bajo una pequeña voz sisenate en una boca que parecía no moverse. No, no he venido a saludar, pero sería descortés no hacerlo. Sin embargo vengo a consultarte algo y después dejare que te diviertas mientras otros trabajan.

[Minos de Grifo]

—¿Que te puedo decir? Son pocos los placeres que uno puede darse bajo toda esta basura.— Formó un gesto lleno de sorna y a la misma vez de diversión, para ese tipo y clase de momentos, Minos era todo un sarcástico, aun cuando de la visita en cuestión tratara de una de los Kyoto al cual no le tenía demasiada confianza, había recibido ciertos rumores que deambulaban en el Inframundo sobre los que habían quedado vivos, la fidelidad de la que no todos se fiaban.

—Relajate un poco, Suikyo, no todo es trabajo. Tch, me agotas de solo decirlo, y eso que se supone debería sentirme ofendido por darme a entender que no hago mi trabajo.— Se alzó de hombros en un claro ademán de restarle importancia, para ese tipo de cosas Minos las tomaba con demasiada tranquilidad, no es que no pusiera empeño en ello, pero para eso estaba el espectro de Balrog, ¿no? Aunque ante el repentino vacío, debía hacer como se mandaba su trabajo como uno de los tres Kyotos, aunque eso no le gustara demasiado.
—Venga, dime que es eso que vienes a consultarme, que parece ser importante.— Se postró frente al ajeno, dejando marcado el gesto de curiosidad que se formaba en su rostro, habiendo enarcado una de sus cejas que era clara ceña a que poseía su total atención, mientras no fuese algo aburrido y que terminará por darse media vuelta y dejar al otro con la palabra en la boca, pero vamos, Minos podía ser cortes de vez en cuando, mas cuando de un supuesto compañeros de armas se trataba; y eso ya era mucho, si de Grifo es de quien hablamos.

[Suikyo de Garuda]

El Juez camino hacia delante mientras miraba con su indiferente a los muertos que le rodeaban, luego al estar ante la presencia de Minos vio como le saludaba. Y en símbolo de respeto también hizo lo mismo. Posteriormente se quito el casco. Su cabello no era tan largo, era más bien imposible, el todo azulado y violeta de aquellas hebras hacia resaltar las orbes azuladas de sus ojos. Solo unos pequeños círculos negros reposaban en el centro de cada pupila.

Saludos Minos de Grifo, Juez del infierno. Dijo Suikyo en una retaila solemne. Estrella celeste del Valor, de la nobleza.

Cerro sus ojos lentamente confiando de que el Juez colocaría atención a sus palabras.

Perdona mi descortesía. Rió de medio lado. Todos tenemos derecho a divertirnos y desestresarnos en pausas activas. Abrió los ojos y abandono su sonrisa a una delgada línea apretada en su rostro.

Me dirijo a la tierra, al exterior, hay una misión que debo hacer. La cual me adjudicado para poder levantarnos en gloria nuevamente. Iré a buscar a los traidores y desertores que abandonaron nuestras líneas en la rebelión de la estrella terrestre Atavaka y juzgare a aquellos con la muerte. Traeré las Sapuris a su sitio, delante de Pandora y así estarán listas para soldados más dignos de ellas. Pues necesitamos seguidores devotos, no cobardes que se alinean al bando supuestamente mas poderoso.

Suspiro por un instante y cerro sus ojos nuevamente. Dime Minos. Abrió sus ojos mientras decía bajo su voz fácilmente audible en unos labios que poco se movían. Dentro de tus líneas ¿hubo desertores? Y si existen ¿qué quieres que haga con ellos? Los traigo vivos, muertos… o ¿no quieres que haga nada?

Se dio la espalda camino unos pasos entre los que veía, hablaba y los miraba con fiereza. Luego miro sobre su hombrera y después devolvió la mirada a Minos. Las luces que iluminaban el recinto palidecieron ante una pequeña ráfaga de viento, pero volvieron a su luz.

No hay vínculo de más peso entre hombres... Dijo Suikyo alzando la voz esta vez como si se dirigiera no solo a Minos si no a los espectros presentes que venían junto con él y los que estaban bajo el tutelaje del juez de Grifo. Que el forjado en la guerra.  Ni la más grande honra que morir en defensa de nuestro señor Hades y su visión, la señorita y sacerdotisa Pandora y sus Jueces. Cada ser que porta una sapuris juro por ello.

Garuda señalaba el suelo con fuerza, hablaba y los miraba bajo su ceño fruncido a todos mientras sostenía su casco en su otro brazo. Para obedecer las órdenes dadas, para abstenerse de romper las leyes comunes, para proteger el estándar de respeto por el ejercito de su señor y jamás romper filas ni huir del enemigo, a esos que renunciaron al campo de batalla, se retirarón y apoyaron al rebelde Atavaka y su bandada de esclavos, temiéndole a uno más que a su propio Juez, a esos quiero corregir, un error que esta noche, sera justificado. Y en la lección dejar miedo con el propio nombre de la estrella celeste de la superioridad, yo Suikyo de Garuda.

Todos los espectros que vinieron con Suikyo alzaron la voz en un grito ensordecedor de guerra eran pocos, pero se escuchó en todo el recinto, aquellos se podían contar con los dedos de las manos. Levanto las manos para apaciguar a su horda.
Dime, compañero... Miro a Minos con una sonrisa. Y haré lo que me diga tu corazón.

[Minos de Grifo]

El rostro del peli plata comenzó a notar ese aburrimiento, desinterés, y cualquier otro adjetivo que pudiese añadirse a lo profundamente poco importante que todo aquello le parecía, la realidad es que a Minos le interesaba en absoluto lo que sucediera con los desertores, si habían muerto, bien, y si no, tampoco le interesaba; como bien era un pensamiento global, solo los cobardes son los que traicionan, y ya les tocaría el momento de ser juzgados, y claro, por nadie mas y nadie menos que el mismo Juez de Grifo en cuestión, por ello es que le parecía demasiada habladuría de parte del peli azul, pero una vez más, tuvo la decencia de ser cortés y escuchar cada una de sus palabras.
La sapuri de Grifo destelló al momento que este se movió del lugar donde se encontraba, cruzando ambos brazos por sobre su pecho, como si realmente pensara al respecto; si, tal vez había algo que si deseaba que el juez Garuda hiciese a toda aquella petición y habladuría acerca de la fidelidad.

—Tengo que admitir que desconfiaba de ti Suikyo, pero vamos a suponer que te tengo confianza, algo para al menos creerme ese tan maravilloso y bien ensayado sermón.— Ya había aguantado mucho el no decir algo en burla; su clara sonrisa ladeada lo decía todo. Paseo sus orbes ambarinos por todo el recinto, hasta posarlos un momento en el juez en cuestión para a los segundos observar al grupo de espectros bajo el mando de este y de él mismo; si había que admitir que las filas del Dios del Inframundo habían descendido mayoritariamente, y aunque no lo aceptara a voz alta; eso implicaba una desventaja en el campo de batalla; pese a sus pensamientos narcisistas de que con los jueces era mas que suficiente; pero la realidad era otra. —Vaya, has traído a tus fans.— Dejo escapar sin más, echando a reír brevemente.

Movió sus pies parsimoniosamente, a cada paso dado, resonaba el metal sobre aquel suelo mullido y lleno de escombros, entre de la prisión casi en caída como de los cadáveres con los cuales se había entretenido. Un largo suspiro se escapo de sus labios, dejando apoyar entonces su espalda sobre uno de los pilares del tribunal; la burla abandonó su rostro, siendo sustituida por esa seriedad conocida, aquella que solo Grifo podía usar cuando el tema en cuestión, trataba de poner toda su concentración y claro, cuando realmente algo le jodia los cojones. —Traémelos, Suikyo, con vida; yo mismo he de juzgarlos y darles el merecido que requieren; después de todo fueron mis subordinados, ¿quién mejor que yo para darles su castigo.— Sus labios se plisaron en una sonrisa llena de sadismo; lo que había pasado por la mente del peli plata, debía quedarse allí, únicamente en sus pensamientos, y oh pobres de aquellos que les esperaba un encuentro que por la tortura eternidad del Inframundo, jamás olvidarían. Es más, si necesitas una mano, puedo dejar mis ocupaciones un rato. ¿Tierra, espectros cobardes que asesinar? Que mejor diversión que esa.— Lamió su labio inferior, de la excitación que le causaba el tan solo imaginar desmembrar aquellos cuerpos traicioneros; escucharles el gritar y no precisamente de placer; era una fascinación para el juez que podría considerarse, el menos piadoso.

[Suikyo de Garuda]

No soportaba estar en aquel lugar, Suikyo había perdido su tiempo tratando de relacionarse con su homólogo. Caso perdido. Este tenía algo que el solía odiar con todas sus fuerzas, el sarcasmo. Pero de todas formas por diplomacia conservo la calma y trato de no inmutarse por las muecas y bajas de las opiniones y puyas lanzadas por Minos. De ante mano le habían dicho que era así, más sin embargo se arrojó a la lava en venir a visitarle para limar asperezas y buscar una supuesta unión.

Al terminar de burlarse por el sermón de Garuda y demás, Minos respondió que el mismo ultimaría a sus traidores, aun Suikyo conservaba su entrecejo fruncido, algo no extraño en él, los demás subordinados les sorprendía mirándose unos a otros, como alguien como Minos se expresaba así, mas sin embargo guardaron silencio sabiendo cuál era su debido lugar.

Sin duda agradas a tu visitante si le acompañas en su empresa. Agrego Suikyo. Posteriormente  nos veremos delante el trono de Pandora. Por ahora abordare otro asunto contigo
Camino unos cuantos pasos adelante para acercarse más a Minos. Por último se perfilo mirando a los suyos y con un ademan les hizo seña de que se retiraran. Los espectros desaparecieron rápidamente de su vista. Fue allí donde Minos se percató de que Violate de Behemoth, la mano derecha de Garuda no venía con él.

Muy amablemente sin dar descanso a su rostro de pocos amigos, mostro el camino a la afueras de aquella fortaleza.

Necesito consultarte algo. Camino mientras hablaba mientras miraba el piso como midiendo sus pasos al andar. El Santuario y los demás dioses reciben con creces el ataque inmisericorde de los titanes. ¿Crees que es prudente aguardar entre sombras?

[Minos de Grifo]

El peli plata aunque pareciese que no daba importancia a lo que ocurría a su alrededor, ciertamente no era así, pero sabía lo que le convenía, y que el mantenerse callado era lo mejor hasta que encontrara el punto muerto donde podría exponer todo aquello de lo que se percataba, sin tapujo de vergüenza o algo parecido, porque simplemente eso miramientos no iban en el Juez. Este arqueo su ceja, ante las miradas escudriñadoras de los que eran fieles sirvientes del Garuda, a lo que simplemente Minos restó importancia, él no tenía un interés por agradarle a los demás, inclusive no lo tenía por sus iguales; dígase el juez peli azul en cuestión, o el de Wyvern; si habían de luchar juntos bien, y si no, tampoco es que el peli plata diera mucha importancia a ello.

—Encanto natural, mi estimado Garuda.— Ladeo una sonrisa socarrona, volviendo al cruce de sus brazos por encima de su pecho. —Mh, vaya que hoy tienes ganas de hablar; que suerte esté de buen ánimo para escucharte.— Mantuvo su postura estoica al momento que el contrario se acercó a él ¿fin de intimidarlo; tal vez contarle algún oscuro secreto, algo de intimidad? No pudo evitar el echarse a reír, porque aunque ciertamente no lo había dicho en voz alta, la burla hacia el contrario era algo que el juez de Grifo no podía evitar, era como un deleite personal.

Optó por seguirle los pasos, llevándole hasta las afueras del tribunal, habiéndose detenido cuando fue prudente. Con atención escuchó las palabras del peli azul, quedándose por un momento en silencio, como si estudiase lo que el juez había dicho. —Ciertamente sería ventajoso para nosotros atacarlos ahora que están débiles.— Soltó un suspiro, en lo que su ceño se frunció con molestia. —Pero dudo que la señorita Pandora de una orden directa de ir a atacar. ¿No has venido a decirme de las bajas en nuestras filas? Esa es nuestra debilidad en este momento, por tanto aunque estemos los tres jueces; no sería una batalla fácil de librar si hay el doble de caballeros Athenienses; pese a las catástrofes que están pasando con los titanes.— Hizo una breve pausa antes de retomar el habla, llevando su vista hacia el frente, el cual dejaba un paisaje tétrico, lo cual era el mismísimo Inframundo. —Son nuestros enemigos, si, pero considero y respeto sus habilidades. Y no es que no me muestre seguro, al contrario, sería el primero en decir que los matáramos a todos y así nuestro señor Hades podría reinar este mundo; sin embargo, como guerrero, mi análisis de guerra me dice que no es el momento, no aún.— Desvió su mirada ambarina para dejarla sobre su compañero. —¿Qué piensas al respecto?— De esas pocas veces que Minos podía dejar su eterno sacarsmo y burla, para ser alguien completamente serio, en cuanto a esa clase de temas se refiere.

[Suikyo de Garuda]

Llegaron al pie de aquella fortaleza, dominaba todo en aquel paisaje lóbrego con la infraestructura que llenaba de pavores el pecho zozobrante de aquel que la veía, el cielo mostraba la espesura de la eterna noche del inframundo, un cielo negro con nubes negras o violetas y estrellas que a la distancia mantenían su luz desde lejos, ya que el poder carente de esperanza del lugar mantenía fuera todo indicio que pudiese recuperar aquel sentimiento. Sin embargo el viento cálido que traía más anhídrido que oxígeno puro de fétidos cuerpos que llegaban sin retraso para ser juzgados al estrado de Minos, ese olor llenaba el ambiente, mas sin embargo aquellos seres de armadura negra con el paso del tiempo se habían acostumbrados al hecho de soportar toda aquellas inclemencias a tal punto de que para algunos de ellos aquello era un paisaje de hermosura incomprendida.

La seriedad del Juez de Garuda que en aquel momento conversaba con el Juez Grifo había llegado a un punto donde Minos había salido de su faceta burlona y había dado paso al rostro de los cuales los suyos respetaban con algo más allá que el miedo y el temor de enfrentar algún castigo que de sus manos viniese. Suikyo por su parte aprecio eso, sus pupilas no se inmutaba, demasiado formal, demasiado encasillado en su delirante perfil de Juez, era aburrido hablar con personas como Suikyo, era el típico aguafiestas, el padre que castiga, el docente que quiebra la mano con castigos antiguos, el verdadero personaje de porte militar sin la más mínima migaja de sentimiento alguno. Sin embargo su cabello largo y algo desordenado le daba un toque de aprecio a su rostro cuadrado. Se movía parsimoniosamente, lento en sus gestos, como la miel derramada, pero su rostro mostraba un ceño fruncido que no daba tregua a un descanso de aquel rostro palido.

En efecto. Dijo el Juez de Garuda. Las bajas de nuestra fuerza son nuestra debilidad. Creo sin lugar a duda alguna que por el momento este hecho no pueda mejorar. Es por ello que he planeado observar a los atenienses y buscar un hueco en su debilidad y aprovecharme de ello. No con el fin de atacarlos. Si no con el fin de iros debilitando, aunque presiento que el destino tiene velas en este funeral. Un Joker bajo la manga.

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