Aquel que aguarda en soledad (LIBRE)

Otro día más transcurría en el santuario desde aquella decisiva batalla que se disputó entre los caballeros de Atena contra los generales de Poseidón. ¿Cuanto tiempo había ya pasado? ¿meses? ¿habría pasado ya más de un año? Era dificil estar consciente del tiempo cuando uno permanece confinado sin hablarle a alguien más, tal era el caso de Gardna de Escudo, un caballero de plata que hasta ahora había logrado evitar el contacto con la mayoría de los caballeros de bronce, plata e inclusive los mismos marinos.

Pensamiento de Gardna escribió:Creo... Creo que puedo elevarlo más... sí... solo debo concentrarme... olvidar lo que los demás pueden pensar. Digo... ¿Enserio hace diferencia en mi vida lo que los demás piensen si sus acciones no repercuten en mi en lo absoluto?  

A pesar de que desde la conclusión de aquel combate Gardna estaba convencido de ser otra persona, realmente sentía desagrado de tener que explicárselo a alguien más. ¿Para qué? ¿Para que lo juzguen y critiquen por ser un traidor? No necesitaba de palabras vacías en esos momentos, bien podía usar ese tiempo en algo provechoso. Como por ejemplo, lo que hacía en ese momento, que era parte de un entrenamiento diario donde buscaba alcanzar un grado de concentración mayor que le permitiera elevar su cosmos a niveles cada vez más y más altos.
Cada día lograba elevarlo un poco más, además de mantenerlo con esa intensidad unos segundos extra que el día anterior. Un avance muy diminuto entre día a día pero si se comparaba con su yo de hace varias semanas, se podía notar una fuerza completamente diferente, mas nada de lo que se sintiera realmente satisfecho.

Pensamiento de Gardna escribió:Mantenlo... MANTENLO

Una fulminante aura roja comenzó a proyectarse de su cuerpo, abarcando una gran parte del interior de la casa de libra, lugar donde le gustaba permanecer dado que era la correspondiente a su signo zodiacal. Aquella manifestación de energía incrementaba en tamaño e intensidad. La concentración y determinación del caballero de escudo la fortalecía. Sentía que podía liberar todo ese poder en un fulminante golpe, pero desistió de aquellas intensiones. No era su intención dañar aquel recinto sin necesidad. Tras comprobar que había logrado durar un tiempo considerable con su cosmo encendido al máximo, dio un largo respiro y aquella violenta aura comenzó a desvanecerse, señal que estaba reposando su poder una vez más.

Pensamiento de Gardna escribió:Pero... no podré entrenar solo por mucho tiempo... Tarde o temprano tendré que probar mi fuerza con alguien más... Aunque dudo poder encontrar a algún interesado.

Pensó luego de reconocer que no podía determinar el grado de su fuerza si no había nadie con quien compararla. La idea lo deprimió un poco y decidió permanecer allí en silencio una vez más, aislado de la mayoría de las personas, inmerso en su conflicto de quien era antes y quien es ahora. Tanto que no se daría cuenta que un evento fuera de la rutina sucedería y tendría la oportunidad de interactuar con alguien más.

Un día mas, un día menos, cualquier cosa podría ser mejor para el caballero de Lira cuando se trataba de esperar a que el ejercito de Poseidon tomara cartas en el asunto de nuevo, si bien solo se regocijaban ante su gloria nadie podía decir que esto duraría por mucho tiempo mas, una batalla mas grande de la que podía lidiar Poseidon, Atena u otros dioses se acercaba, nadie parecía entenderlo, los caballeros de plata estaban ahora dispersos al igual que los de bronce, esa unidad que los mantenía juntos esa fuerza, el objetivo a servir y dar la vida habían desaparecido por completo

Las disputas se hacían presentes, quien seguía con la esperanza en Athena y quien guiaba sus ojos ahora a la magnificencia del dios de los mares, pero Orfeo siempre tan calmo, cauto y de aquellos que prefieren meditar la situación antes de actuar, tenia una idea, una hipótesis que su mente había creado ya hace tiempo que solo guardaba para si al notar la poca participación de sus compañeros, una idea que quizá diera esperanza a aquellos que la habían perdido sin embargo solo se negarían a tomarla y florecer con ella

Un cosmos elevandose en casa de libra llamo particularmente la atención del portador de la armadura de Lira, era algo inusual pues parecía algo familiar, sin embargo no había en el idea de que se tratase de algún dorado a proclamar de nuevo su casa, esto se trataba de alguien mas a quien probablemente conocía por lo menos solo de vista, alguien que según el debería haber caído en batalla al intentar defender los 12 templos y a la diosa Athena

Al llegar a la septima casa de los ahora dominios de Poseidon dio cuenta de quien trataba, uno de los mas callados y recerbados caballeros de plata, nunca se habia tomado la molestia de conocerlo, de saludarlo y saber un poco de el, pero sin embargo no estaba en estos momentos para ser ilarante o soberbio como lo habia sido con Sorrento quien parecia tener una confianza descomunal de su posicion

-Este no es lugar para un caballero de plata como tu Garna, este lugar solo le pertenece a un general marino - respondió con tranquilidad aferrando a su diestra su lira

-Siguiendo esa lógica, tu tampoco deberías estar aquí.

Respondió sereno el guardián de la cloth de escudo al escuchar la acusante introducción del recién llegado, el santo de Lira. Posiblemente había sonado un tanto amenazante, pero  su intención realmente era solo señalar la ironía de que un santo de plata le llamara atención a otro. Después de todo, estaban en la misma jerarquía, peones al servicio del Dios Poseidón. Si alguien iba a decirle que hacer, serían los generales marinos.

Pensamiento de Gardna escribió: -Aunque no niego que de entre nosotros, el santo de Lira es de los que más da de que hablar. Una de las cosas que más me fue dificil aceptar fue verlo caer junto con nosotros... Supongo que no tiene sentido ocultarle nada.

El caballero de rojiza armadura hasta ahora había permanecido sentado sobre el suelo con las piernas dobladas, en una pose de meditación que no solo le permitía concentrarse más, sino que lo hacía lucir menos grande e intimidante de lo que realmente era. Era una estancia a la que se había acostumbrado en sus días en el santuario como caballero de Atena, pues era más fácil mantener conversación de esa forma sin hacer sentir intranquilidad a la otra persona; o al menos eso había notado.

- En más de una ocasión los generales marinos han permitido la presencia de santos de plata en las 12 casas y mi caso no es la excepción. Pero si consideras que este es un mal momento, con gusto puedo retirarme hasta nuevo aviso.  

Apoyando sus colosales manos sobre el suelo, Gardna comenzó a levantarse, un acto que podía compararse al levantar de una muralla. Conforme se erguía su enorme sombra comenzaba a abarcar más y más terreno de la casa de Libra, al grado de cubrir al joven de cabellos azulados bajo la penumbra que la sombra que proyectaba. La diferencia de tamaños era ridiculamente notoria; y si bien entre los caballeros no se cometería un error tan tonto como juzgar la fuerza de alguien por su apariencia, era algo dificil de ignorar en el caso del portador de la armadura de escudo.

- Lo cierto es... que me resulta más sencillo entrenar en un lugar donde no haya nadie. Tantos puntos de vista... tantas formas de pensar diferentes... tanto conflicto entre quienes somos y quienes solíamos ser... Es más fácil apartarse de todo eso.  

Con largos pasos que para cualquier otro serían zancadas, el santo de escudo comenzó a aproximarse a la entrada de la casa de libra, abandonando aquel recinto únicamente para no iniciar una disputa con su compañero respecto a algo tan tribial. En cualquier momento volvería luego de pedir autorización una vez más a otro general marino (Ya que tampoco quería arriesgarse a descubrir por las malas que su permiso había acabado o algo así). Al llegar al portón de la entrada, la cálida luz del sol acarició su rostro y dio un largo suspiro de alivio y harmonía al escuchar el débil cantar de las aves.

- Por cierto ¿Subiste hasta aquí solo por que elevé mi cosmo o tenías otro propósito originalmente?  

Preguntó curioso el hombre del antifaz, inclinando su cabeza un poco hacia abajo para poder ver adecuadamente a su compañero. Pero más que nada, fijaba su atención a su lira; ese bello instrumento que podía convertir los pensamientos y las preocupaciones en hermosas melodías. Un talento sumamente increíble desde su perspectiva.

Quien se imaginaria que detrás de ese gran cuerpo que parecía cobarde hubiera algo mas allá de lo que el mismo Orfeo pudo imaginar, al llegar a la séptima casa se había topado con el caballero más robusto, callado y calmo que se hubiera conocido en la historia de los caballeros, incluso parecía resultar ser más grande que el antiguo caballero de Tauro, el saludo del joven de cabellos azules no pareció ser de lo más cordial posible, siendo respondido con la misma sutileza con la que había lanzado en las primeras palabras

-En más de una ocasión un general marino doblega a un santo de Plata o bronce, dudo que pueda permitir aquel acto de insubordinación, aunque es posible permanecer en estas casas no es del todo correcto y lo sabes Gardna, sigue siendo tierra santa y no se supone que debamos estar en este lugar por respeto – respondió un tanto indignado sin embargo no estaba molesto y mostro en todo momento la calma que le caracterizaba

Aun cuando el caballero de plata portador de la armadura de escudo se levanto dejando asi ver su colosal tamaño en comparación del joven de la lira, Orfeo no se inmuto aunque la diferencia de tamaño y posiblemente fuerza era evidente, el joven de lira tuvo que levantar el rostro para encontrarse con su gran compañero

-Si bien respeto tu decisión y la de los demás caballeros que prácticamente están a la espera de respuesta de parte de los caballeros dorados y se encuentran en incertidumbre de donde es que se encontraban en el momento de acabar en esta situación, parece que tengo algo que compartir contigo- respiro el joven y sus grandes ojos azules se clavaron en el rostro de su colosal compañero, debo saber de qué bando eres?- pregunto al caballero Gardna, su mano se poso en las cuerdas de su lira por mera precaución pues lo que acababa de soltar sin ningún tipo de atisbo podría resultar en dos opciones, positiva o negativa y siendo Orfeo él nunca dejaba de estar preparado

-¿De que bando soy preguntas?

Aunque al caballero de escudo no le gustaba mucho que el santo de Lira le dijera donde debía y donde no estar, no iba a empezar una disputa por algo como eso. Seguiría el consejo de su compañero y más adelante evaluaría el contexto si le convenía volver o no a aquel recinto que lo hacía sentir sereno y lejos de las turbadas mentes de sus compañeros, quienes aparentemente les costaba aceptar la realidad de las cosas.

-Soy un caballero al servicio de Poseidón, así como tú.  

La respuesta del coloso de armadura rojiza provino con la mayor naturalidad posible, casi como si le hubieran preguntado acerca del clima o la hora. Para Gardna esos días como caballero de Atenea habían acabado. Aún si vestía una de sus 88 armaduras, el trato era que ahora sirvan al dios de los Mares y eso es lo que pretendía hacer. Y como ya había respondido la pregunta de su compañero, continuó su camino bajando los escalones del santuario, cada pisada haciendo un fuerte sonido.

Pensamiento de Gardna escribió: -Aunque tal vez fue buena idea salir un momento... parece que está haciendo un buen clima.