La efímera luz de la destrucción *Visto*(Privado: Saga)

Cuando las personas mienten, o bien te miran deliberadamente a los ojos o se aseguran de que su mirada se centre en cualquier punto, excepto en tu cara. Siempre sucede así. Han sido muchos que han caído durante todo este tiempo. Guerreros, protectores de sus propios sueños y héroes que solo la interminable carrera del tiempo se ha llevado. Mas sin embargo todos poseían un lado negro y oscuro en su interior, de alguna forma estaba allí, solo que apelaron por su derecho de escoger el bien antes que el mal.

Pero los peores son los que se hacen llamar pacifistas… aquellos que deberían aprender en que en dejar vivo a los malvados es el pecado negro y espeso que se castiga en el alma de este dorado con culpa y miserablesa. Prefiere morir… antes que vivir así. Prefiere morir antes que sucumbir a su lado ennegrecido y siniestro. Saga, nunca se encontró con aquel hombre, nunca le pidió perdón, siempre espero que apelara a su lado bueno.

Con frecuencia, siempre que llegaba alguien ante él, siempre existía como respuesta su mirada sombría, un parpadeo atento… Puede que, a continuación, una breve pausa exista mientras reflexionaba. Con frecuencia escuchaba, pero nada más. Tarde o temprano, alguien saca de un tirón la alfombra que estas pisando. Sin embargo a él, no le importa quién es quién tira del mantel… si es un dios… un titán… todo lo que este en medio para hacer valer lo que es justo merece ser destruido.

En ocasiones, durante el camino, alguien muere. Algo se desploma. Nos llamamos nosotros mismos los elegidos; decimos que somos afortunados por contar con toda esta fuerza, velocidad espíritus aliados y demás. Incluso decimos que tuvimos suerte de nacer en medio de esta condenada guerra. Si realmente es así, ¿entonces porque nadie hace el cambio apaciblemente? ¿Por qué motivo no ha habido nunca ningún Cambio en el que no hubiera sangre?

De todos los recuerdos que tiene que conservar es el único que lo mantenía despierto por las noches. El que hace vomitar las entrañas por la mañana; «¿En dónde estás Kanon? Solo quiero pedirte una cosa, tu perdón y que vuelvas para proteger a Athena»

El intenso cosmos del dorado producía el imposible advenimiento del temor que tenía un dios para un mortal, teniendo como opción tomada el hecho de posar su mano directa sobre el inmenso Sol que se abrazaba sobre él. El titán quería detener la inmensa vorágine de energía que arremetía contra él, sintió intimidarse al sentir que sus pies escarbaban sin par las zangas que ocasionaban sus botas, la inercia de la estrella de Saga no cedía, al verse hundido en aquella violenta técnica utilizo utilizó ambos brazos para ayudarse, entre gritos de fuerza y palabras Phebe no lograba nada.

Saga sintió a lo lejos el cosmos de alguien que trascendía el tiempo y el espacio, un cosmos frio y a la vez apacible, un amigo regresaba del más allá para ayudarle. Un Dios Guerrero de Odín.
Saga. Dijo el espíritu que le rodeaba No estás solo, solo yo puedo dejarme ver, pero de tras de mi esta Muerte Lenta, Degel y muchos otros que dieron su vida a favor de Athena. ¡Saga! ¡Vamos!

Edzard… hermanos... Balbuceo saga por efecto de reacción. No dejare que sus vidas hayan sido entregadas en vanó. ¡Arde Cosmos!

Las fuerzas de los mismos, hacia que toda aquella zona temblase, el cielo nublado lleno de centellas y relámpagos que caían cerca de los combatientes contemplaban como testigos como el gran Sol de energía cósmica de Saga caía encima del titán devorándole y difuminando su siluete ante la explosión. El polvo se extendió con la onda expansiva, pero al disiparse la silueta de Phebe volvió a surgir con la protección su brazo derecho destrozada y sin su casco.

Por primera vez, el titán se levantaba del suelo después del ataque de un humano, se despreció así mismo porque su rostro había sido expuesto. No había sido derrotado pero su vergüenza había crecido con ello. Phebe lleno de rabia levanto uno de sus brazos, el de su protector destrozado, y concentro nuevamente todos los fotones del espacio, de la realidad y del ambiente llenándolo todo de una penumbra absoluta.

Saga ya sabes que hacer Dijo una voz burlona susurrándole al odio parecida a la de Muerte Lenta. Estamos contigo y con Athena.

Saga con una de sus rodillas declinada en tierra miraba a Phebe hasta que la oscuridad se lo trago, gritaba con desdén que su misericordia había terminado y que sería su fin. A Saga no le importó aquello, se levantó y en aquel momento la escena inimaginada ocurrió.

Antes de acabar contigo debo dejar que esta armadura se dirija hacia otro lugar. Dijo el dorado mientras gritaba con fuerza. La armadura se desprendió de su cuerpo brillando y uniéndose en pedazos en el aire, para luego formar la grafía primaria de la armadura de géminis, un ser de cuatro brazos y dos rostros, uno alegre y otro triste. Aquella armadura se elevó al cielo mientras brillaba hasta convertirse solo en punto en el firmamento, pero a pesar del poder del titán, su luz no era robada. Hay un asunto que debe abordarse antes, esta armadura ira con mi hermano. ¡Ahora llego el momento!

Y mientras miraba al firmamento donde la armadura de géminis se perdía en la bóveda celeste, Saga la miraba mientras una de sus lágrimas surcaba con bravuconería por su mejilla. «Hermano, esta armadura la envió a ti como símbolo de que me perdones, arrepiéntete y protege a Athena, tu eres mejor hombre que yo, ahora tengo un asunto que atender»

Bien, es hora de finalizar esto. Pero el cosmos de Phebe no se percibía, y mucho menos su ubicación en el campo de batalla, todo estaba oscuro, solo veía la gran orbe de luz del ataque del titán. Sin más el también escondió su cosmosenergía pero que tanto tarde o temprano Phebe lo encontraría gracias a su grande habilidad de percibir el futuro.

De inmediato como se temía la inmensa energía se movía sin inequívoco a la vida de Saga. Phebe conocía la ubicación del dorado quien ya no tenía protección alguna para sobrevivir al impacto de aquella energía. El orbe se transformó en un rayo desbocado de energía, torrencial, soberbio y brillante, cegando el mirar de quienes lo observaban. Saga cerro sus ojos, era tarde para esquivarlo, la llegada de la luz al cuerpo de Saga ilumino su ubicación, una sonrisa de medio lado se vio en el rostro de Saga con los ojos cerrados mientras la destructora luz se lo tragaba por completo.

Sin más, la luz volvió de nuevo al ambiente ya destruido. Todo era erosionado en aquel acantilado, un inmenso cráter adornaba el lugar. Phebe había finalizado con geminiano. Su cosmos no se sentía. Nada, ni una pisca. Fue una imprudencia recibir aquello sin armadura alguna. Todo había terminado. Eso parecía.

No necesito la armadura dorada para derrotarte Phebe. Saga salía desde atrás herido hasta los huesos mientras un vórtice que lo traía de otra dimensión lo dejaba justo de tras del titán. El geminiano votaba sangre por la boca, con su ropa roída y los pies descalzos. Saga agarró los brazos de Phebe con los de él y aplicándole una llave mientras se encontraba a su espalda comenzó a incrementar su cosmos. Recuerdas que te dije que te llevaría junto conmigo a la misma muerte. Si he de morir será contigo Phebe. Mi misión ya está cumplida. ¡Después de la explosión Galáctica no seremos más que polvo de estrellas!

El cosmos incandescente quemaba los cuerpos, ambos comenzaron a ascender al espacio mientras el cosmos del geminiano y toda su fuerza se aferraba a Phebe. Juntos eran arrastrados por aquella fuerza que no podía dar marcha atrás, hasta querer superar la atmosfera. Miles de descargas eléctricas se difuminaban repartiéndose entre los dos cuerpos.

Toma esto. Y siendo el cuerpo de Saga el instrumento de concentración de su cosmos grito sin más ascendiendo con fuerza mientras la potencia implícita intentaba desintegrar los cuerpos. ¡¡¡¡Explosión Galáctica!!!!