La luz tiene un sonido[Hilda y Dioses Guerreros/Privado]

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Otro llamado a resonado en el viento de Asgard; alguien que parecia extinto a resurguido nuevamente. A pesar de la ardua batalla; el resultado no fue el esperado; logre conservar mi estrella guardiana, mi zafiro Odin, pero la bestia Fenrir no fue derrotada de forma definitiva, unicamente con la ayuda de Astryd, Dubhe de Alfa solo logramos repelerla; que esta terminara por huir solamente dejandonos a ambas con algunas heridas y rasgaduras evidentes en las armaduras de ambas. Este solo habia sido quizas el primer asalto de una gran batalla que recien habia comenzado, ya habia cobrado en un principio a una primera victima, pero no estoy segura si es que en avance de la misma habran mas; pero de lo que si se es que los dioses guerreros no daran su brazo a torser por esto, tampoco se quedaran sentados esperando el siguiente ataque enemigo y menos se dejaran vencer.

A pesar que me veo algo maltrecha, aun conservo energias suficientes para poder moverme; pero mi armadura y mi cuerpo muestran las marcas evidentes de una gran batalla. Fue entonces que se escucho la melodia del arpa de uno de los dioses guerreros; Benetnash Eta finalmente habia aparecido, su arpa es reconocible por su sonido y, al entrar en el salon del trono, me percate que no es el unico rostro nuevo alli; otros dos mas le acompañan, otro dios guerrero mas y un guerrero con una armadura que jamas habia visto. Habia leido algo acerca de otros guerreros asgardianos ademas de los 7 legendarios; probablemente sea uno de esos. - Señorita Hilda; al igual que Astryd enfrente a la bestia Fenrir, presenciando el gran poder que esta posee; la cual no debe ser subestimada por nada.- Acote a los dichos de Astryd; arrodillandome mostrando mis respetos a la representante de Odin en la tierra; ubicandome a la diestra de la primera mencionada.

Otro mas tambien hace su presencia; la cosmoenergia es similar a la mia; la sombra de Mizar Zeta; dios guerrero de Alcor que ha vigilado desde siempre en las sombras. Despues tomo la palabra Hilda; reprochando algunas palabras del dios guerrero de Eta; seguramente conocera a su enemigo, pero sus fuerzas pueden ser superiores a las que tuvo antaño, algo que claramente no se debe tomar a la ligera y mucho menos subestimar. Las instrucciones son mas que claras; cada uno tiene un deber que cumplir; quizas yo por ser la ultima en llegar no tengo una tarea aun clara; pero es seguro que si no se me ha dicho nada, es porque debia mantener mi presencia aqui en el castillo junto a Hilda; protegida a la vez desde la oscuridad por mi propia sombra.

Una gran ola de calor inundo todo su cuerpo, su pecho ardía y se inflaba sobremanera, de sus ojos brotaban lágrimas de pura emoción, ¿Qué era esa sensación tan grandiosa?, se sentía glorificado por completo, “Maestro, al fin lo he logrado”, el sentimiento que lo envolvía era tan grande que tranquilamente podría salir corriendo y empezar a dar saltos de alegría, sin embargo, nada más se encontraba de pie, viendo sus manos incrédulo, ataviado de pies a cabeza con su nuevo manto de dios, era de un brillante color naranja, casi dorado, y sus facciones eran cubiertas por una máscara que impedían dilucidar las intensas emociones del nuevo Dios Guerrero.

Harald era consciente que no se trataba de una armadura corriente, la suya correspondía a los legendarios Guerreros del Ragnarok, de repente, se irguió y una gran seriedad reemplazó la radiante alegría que le había invadido instantes antes, se concentró profundamente y empezó a buscar por algo mientras pensaba, sus temores se habían confirmado, era verdad que se había preparado toda su vida para tomar un manto de dios, pero no estaba consciente de que tendría que luchar en aquel legendario conflicto, “Te encontré”, una gran concentración de cosmos más allá del bosque fue captada por sus sentidos, si su memoria no le fallaba seguirla le llevaría directamente al palacio de Valhalla.

En nada de tiempo el Dios Guerrero se encontró caminando en el interior de la vetusta edificación, los guerreros de Asgard se postraban ante su paso, de algún modo parecía que estaban listos para su llegada, Harald tenía un leve presentimiento del porqué, pronto el sonido de conversación llegó a sus oídos a medida que avanzaba por el pasillo, un gran portón de madera le separaba del salón de dónde provenía el ruido, del otro lado escuchaba a una mujer hablar del Ragnarok, bestias que ya habían atacado, guerreros caídos y la preparación de una segunda batalla, de repente, le urgió entrar en el recinto.

-Está en lo cierto, Hilda de Polaris-, no sabía bien porqué había dicho aquellas palabras con tanta seguridad, ni del porqué había abierto el portón de par en par con fuerza revelando su figura, iluminada por completo por el aura dorada de su cosmos, -Más creo que caes en un error si pretendes encerrarte y esperar el asedio-, definitivamente eran sus palabras las que salían de su boca, pero de cierto modo no se sentía como él mismo, era como si la armadura le estuviera guiando en lo que tenía que decir, una vez dentro pudo notar un gran numero de Dioses Guerreros reunidos, a pesar de que era la primera vez que los veía, parecía que los conocía de toda la vida.

-Las bestias han despertado y con ellas los Guerreros del Ragnarok hemos despertado y acudido en tu llamado-, ahora creía estar más seguro, aquella súbita inspiración provenía de su manto, y entre los Dioses Guerreros ahí reunidos podía sentir al menos un par que desprendían un cosmos similar al suyo, -Ahora que estamos reunidos en mayoría es momento de llevar la pelea a ellos, aprovechar su tranquilidad al pensar que han derrotado a las huestes de Odín y aplastarlas en su nombre-, de repente el aura se difuminó hasta desaparecer y el nórdico se sintió en control una vez más, su caminata lo había llevado al frente de la sacerdotisa.

El guerrero hincó su rodilla inmediatamente, agachando su cabeza ante la representante de su Dios ante los mortales, -Yo Harald de Jormungand me entrego a tus órdenes mi señora-, dijo con menos altivez que en su anterior intervención, -Si me permite, puedo sanar las heridas que mi terrible némesis le ha causado-, finalizó, a la vez que extendía su mano con humildad, nuevamente no estaba completamente seguro de lo que hacía, pero de algún modo, en cuanto se había puesto la armadura de la gran serpiente muchas cosas nuevas habían entrado en su mente, o más bien, habían sido reveladas…

Sumido en aquella profunda reverencia el guerrero de Jormungandr escuchaba todo en cuanto la representante de su Dios tenía que decirle, si había alguien a quien le debía un profundo respeto era a ella, su cercanía con su líder, su más grande admiración era suficiente como para que él se agachara sumiso, era consciente de que las palabras que había dicho con anterioridad habían sido involuntaria, pero en lo más profundo de su ser ardía en deseos de ir a lucha, quizás su manto solo le había ayudado a exteriorizar esos sentimientos, sin embargo, Hilda tenía razón, Asgard estaba bajo ataque y su más grande misión era la de mantener la seguridad de sus habitantes en nombre del gran Odín, las bestias aparecerían tarde o temprano.

-Como usted desee señorita-, fue lo primero que salió de su boca tras escuchar la respuesta de la sacerdotisa, había escuchado también las palabras provenientes desde las sombras, el cosmos le revelaba, más si no hubiese hablado no hubiera conocido su existencia, divertidas le resultaron las acusaciones de aquel que prefería mantenerse oculto, el tacto con la mano de la señorita Hilda era reconfortante, el guerrero del Ragnarok apretó con gentileza y sutilidad la misma buscando transmitirle sus disculpas y agradecimiento por lo impertinente de su aparición, más solo le debía disculpas a ella y nadie más, puesto que aún se mantenía firme en su convicción, -Me parece divertido que lo menciones, puesto que fue la aparición de mi armadura lo que salvó tu vida-, sentenció al guerrero de las sombras luego de incorporarse y soltar la mano que le habían ofrecido en cortesía.

-Pero no te preocupes, las palabras de la señorita Hilda han sido claras, les ayudaré a proteger al pueblo de Asgard-, continuó mientras se alejaba un par de pasos en dirección a las guerreras heridas que le habían ordenado restaurar, -En cuanto al veneno del Jormungandr, deja que yo me encargue de eso-, finalizó mientras apoyó una rodilla en el suelo y extendió su mano hacia la figura de la guerrera pelirroja que sería la primera a quien asistiría, asintiendo con la cabeza transmitiendo un insonoro “descuida, sé lo que hago”, -Idunn…-, susurró, inmediatamente su cosmos empezó a brillar una vez más, esta vez de una manera mucho más gentil que cuando había aparecido.

Era curioso, en un principio había pensado en convertirse en sacerdote a las órdenes de Odín y de Hilda de Polaris, sus años en Asgard los había pasado sanando a los habitantes del lugar aprovechando la extraña cualidad de su energía, un regalo de Odín sin duda, más cuando se le presento el manto sagrado de la serpiente sabía que tendría ayudar como el polo opuesto de la serpiente de la destrucción y la muerte, su rol era dar equilibrio con vida y tranquilidad, demostrándolo con la energía que bañaba a la Diosa guerrera de Dubhe Alpha, esperando curar sus heridas causadas durante la batalla, tan pronto como hubiera terminado seguiría con la guerrera de Mizar Zeta del mismo modo…

Vergil solamente afiló la mirada ante las palabras del dios guerrero representante de la serpiente. ¿Sobrevivir gracias a su armadura? Por favor... fue gracias a su habilidad y el hecho de haberse podido mover aunque sea un poco en el ultimo momento que aquella joven había lanzado su ataque, de lo contrario, seguramente le hubiese perforado el corazón.

No mencionó palabra alguna, ya ha hecho bastante con darse a notar en el lugar por medio de sus palabras, no es sensato que el hable, o se muestre, menos ante los nuevos. Se llevo la mano diestra hasta el pecho ahi donde su armadura platina mostraba unas cuantas grietas.

Suspiró con pesadez y cerro los ojos. Esperaría a estar a solas con la señorita Hilda para recibir sus ordenes y acatarlas siempre oculto tras su técnica o las sombras.

Miró en dirección a la pelirroja, realmente le alivia... no, mejor dicho, alegra, el hecho de saber que se encuentra bien.

Sonrió ligeramente ¿Compañerismo quizá?


O quizá era algo más. Pero, así como su presencia frente a otros, aquello era algo que permanecería en secreto o al menos, seria guardado tan solo para si mismo.

El guerrero de Jormungandr se encontraba sanando a la última de sus compañeras que había luchado contra las bestias cuando de pronto una alarma interna se encendió, fue como una punzada directo al cerebro, su piel se erizó de pies a cabeza y el corazón se aceleró al instante, la adrenalina comenzó a recorrer todo su cuerpo, su respiración se hizo más rápida, su cosmos dejó de fluir al instante e inclusive comenzó a temblar ligeramente, ¿Qué era aquella sensación que lo invadía?, no estaba completamente seguro, pero de lo que si lo estaba era de que había llegado el momento de entrar en acción, el enemigo se había hecho presente mucho más rápido de lo que se había esperado.

Hilda se sobresaltó también, Harald se reincorporó inmediatamente con los puños apretados, su mirada en dirección hacia la súbita explosión de cosmos, era una energía maligna que solo podría tener un dueño, “Finalmente…”, tras escuchar las palabras de la sacerdotisa el dios guerrero nada más ladeo la cabeza para poder mirarla de reojo a través de la máscara, asintiendo rápidamente, buscando transmitir con aquel simple gesto un insonoro “Así será, confíe en mí”, ¿estaría listo para combatir contra una bestia legendaria?, esta sería su primera misión como Dios Guerrero y ya estaba en juego la integridad de toda Asgard, sin perder más tiempo emprendió la carrera hacia las puertas del salón y del palacio, no podía permitirse fallar…