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No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
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No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
Nieve aquí... nieve por allá
Era lo único que se percibía de los agiles movimientos que ejercía el dios guerrero de alcor zeta. Su orgullo le impulsaba a combatir y a no darse por vencido, ha de demostrar que aun oculto tras las sombras es digno de ser llamado un guerrero.
No tiene por qué demostrarle nada a nadie, es más, hasta hace poco que conocen de su existencia, sin embargo el saber que sus golpes no fueron efectivos contra la serpiente fue lo que le llevó a obsesionarse para darle cacería a la misma. Sabe que puede ser la última de sus tareas, pero, si pretende caer, lo hará junto con su enemigo.
Estuvo cerca... muy cerca...
Su cuerpo cayó con pesadez en la nieve, la voz de aquella mujer representante de la serpiente Jormundgander sonó bastante distante... Estira una mano intentando darle alcance, en balde, ha fracasado. -Guh- Respiraba con pesadez, casi a jadeos, el aire le falta, le pesa respirar. Como puede gira para quedar boca arriba. Con temblorosa mano y a ciegas tienta la herida que aquella mujer le proporcionó, no es profunda, no le preocupa desangrarse, el problema es el veneno que le está carcomiendo las entrañas. Con dificultad enorme se colocó de pie dio unos cuantos pasos amenazante con ir a dar al suelo
Cerró los ojos unos breves instantes –Quizá no vuelva a abrirlos
Musita para sí mismo en un ligero susurro…
¿Cuánto tiempo permaneció de dicha manera? No habría manera de saberlo a ciencia cierta. Motivado solamente por el orgullo el dios guerrero de alcor zeta se puso de pie. La cabeza le daba vueltas, respiraba a jadeos, tenía los labios amoratados y la boca seca. Se pasó la lengua por los labios antes de escupir... Sentía un desagradable sabor en la garganta, demasiado amargo, estaba desorientado. Se llevó la mano hasta donde sintió la sangre manar de su herida, revolvió la misma sin evitar proferir un quejido de dolor al adentrar sus pocas falanges. -agh... - Justo en medio del esternón... un poco más a la izquierda y sin duda le da en el corazón, quizá la serpiente no pudo dar en el blanco correctamente debido a la velocidad con la que Vergil había ejecutado su técnica. Cerró con fuerza el puño diestro llevándolo a su pecho... Se tragó lo mejor que pudo el coraje y la impotencia, pero sobre todo, el dolor. Debe llegar hasta el castillo, la maldita serpiente se dirigía rumbo al mismo, sabe que probablemente estén combatiendo... No, tal vez la batalla ya haya terminado, no sabe cuánto tiempo duro tirado ahí en la fría nieve. La verdadera pregunta aquí era ¿De verdad sería capaz de llegar hasta allá?
¿Quién sabe? Quizá el veneno le derivaría primeramente y era probable que en esa ocasión no volviese a levantarse jamás.
Era lo único que se percibía de los agiles movimientos que ejercía el dios guerrero de alcor zeta. Su orgullo le impulsaba a combatir y a no darse por vencido, ha de demostrar que aun oculto tras las sombras es digno de ser llamado un guerrero.
No tiene por qué demostrarle nada a nadie, es más, hasta hace poco que conocen de su existencia, sin embargo el saber que sus golpes no fueron efectivos contra la serpiente fue lo que le llevó a obsesionarse para darle cacería a la misma. Sabe que puede ser la última de sus tareas, pero, si pretende caer, lo hará junto con su enemigo.
Estuvo cerca... muy cerca...
Su cuerpo cayó con pesadez en la nieve, la voz de aquella mujer representante de la serpiente Jormundgander sonó bastante distante... Estira una mano intentando darle alcance, en balde, ha fracasado. -Guh- Respiraba con pesadez, casi a jadeos, el aire le falta, le pesa respirar. Como puede gira para quedar boca arriba. Con temblorosa mano y a ciegas tienta la herida que aquella mujer le proporcionó, no es profunda, no le preocupa desangrarse, el problema es el veneno que le está carcomiendo las entrañas. Con dificultad enorme se colocó de pie dio unos cuantos pasos amenazante con ir a dar al suelo
Cerró los ojos unos breves instantes –Quizá no vuelva a abrirlos
Musita para sí mismo en un ligero susurro…
¿Cuánto tiempo permaneció de dicha manera? No habría manera de saberlo a ciencia cierta. Motivado solamente por el orgullo el dios guerrero de alcor zeta se puso de pie. La cabeza le daba vueltas, respiraba a jadeos, tenía los labios amoratados y la boca seca. Se pasó la lengua por los labios antes de escupir... Sentía un desagradable sabor en la garganta, demasiado amargo, estaba desorientado. Se llevó la mano hasta donde sintió la sangre manar de su herida, revolvió la misma sin evitar proferir un quejido de dolor al adentrar sus pocas falanges. -agh... - Justo en medio del esternón... un poco más a la izquierda y sin duda le da en el corazón, quizá la serpiente no pudo dar en el blanco correctamente debido a la velocidad con la que Vergil había ejecutado su técnica. Cerró con fuerza el puño diestro llevándolo a su pecho... Se tragó lo mejor que pudo el coraje y la impotencia, pero sobre todo, el dolor. Debe llegar hasta el castillo, la maldita serpiente se dirigía rumbo al mismo, sabe que probablemente estén combatiendo... No, tal vez la batalla ya haya terminado, no sabe cuánto tiempo duro tirado ahí en la fría nieve. La verdadera pregunta aquí era ¿De verdad sería capaz de llegar hasta allá?
¿Quién sabe? Quizá el veneno le derivaría primeramente y era probable que en esa ocasión no volviese a levantarse jamás.
blablabla~- Dios Guerrero
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 10/12/2014
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
Existían múltiples dichos y frases hechas que hacían hincapié en que todos los caminos llevaban al mismo sitio, sin embargo, su situación actual le marcaba una realidad totalmente contraria, la cual le parecía patética, y más aun si tenía en cuenta que no había viajado sola. En un insignificante descuido había perdido de vista a su acompañante en la expedición y debido a su tan novata posición no tenía medios activos para localizarle.
Su mente se sentía confusa entre nieve, no podía hacer más que suspirar y seguir caminando sobre sus propios pasos. Le parecía todo igual: Blanco y frío. Salvo por unas pisadas bastante singulares. Las observó con detenimiento, pues al principio pensó que serían las de su compañero, pero se equivocaba. Las pisadas eran pesadas, pero quien fuera el que las dejara, estaba arrastrando los pies. Se sorprendió al ver unas manchas que teñían la nieve de un color carmín, lo más probable es que fuera sangre. Ahora lo comprendía, había alguien malherido que había estado caminando, gastando quizá demasiadas fuerzas en avanzar. No dudó en seguirlas con su propio caminar, con un paso acelerado.
No sabía exactamente con quién o qué se encontraría, desconocía por completo la situación de aquel que estuviera en aquellas supuestas malas condiciones o si de estaría muerto, mas solo encontró lo que parecía un hombre, no.. quizá un muchacho. No estaba realmente segura de la edad que podía tener, pero el reguero de sangre que estaba dejando era demasiado preocupante para desviar la atención de un detalle tan insignificante como aquel.- Oye, detente. ¿Éstas bien?- Podía transmitir su preocupación con aquellas míseras y simples palabras. Tenía que tener cuidado, porque no sabía a ciencia cierta lo que podía ocurrir a partir de aquel momento.
Su mente se sentía confusa entre nieve, no podía hacer más que suspirar y seguir caminando sobre sus propios pasos. Le parecía todo igual: Blanco y frío. Salvo por unas pisadas bastante singulares. Las observó con detenimiento, pues al principio pensó que serían las de su compañero, pero se equivocaba. Las pisadas eran pesadas, pero quien fuera el que las dejara, estaba arrastrando los pies. Se sorprendió al ver unas manchas que teñían la nieve de un color carmín, lo más probable es que fuera sangre. Ahora lo comprendía, había alguien malherido que había estado caminando, gastando quizá demasiadas fuerzas en avanzar. No dudó en seguirlas con su propio caminar, con un paso acelerado.
No sabía exactamente con quién o qué se encontraría, desconocía por completo la situación de aquel que estuviera en aquellas supuestas malas condiciones o si de estaría muerto, mas solo encontró lo que parecía un hombre, no.. quizá un muchacho. No estaba realmente segura de la edad que podía tener, pero el reguero de sangre que estaba dejando era demasiado preocupante para desviar la atención de un detalle tan insignificante como aquel.- Oye, detente. ¿Éstas bien?- Podía transmitir su preocupación con aquellas míseras y simples palabras. Tenía que tener cuidado, porque no sabía a ciencia cierta lo que podía ocurrir a partir de aquel momento.
Aine de Hydra- Santo de Bronce
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 27/03/2015
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
Algo le hizo que detuviese su pesado andar. Miro al a mujer sobre su hombro ¿Podía verle, a él, la sombra de Mizar zeta? Vergil siempre fue alguien que se hacía de sus técnicas para mantenerse oculto al ojo ajeno, inclusive no hacía mucho que se había rebelado ante sus compañeros que ni siquiera ellos mismos sabían de su existencia.
Y ahora, hele ahí frente a la joven. Que descuidado ha sido, o quizá se encontraba tan cansado que inconscientemente olvido levantar su técnica para ocultarse.
Giró sobre sus talones, encarando así a la jovencita, su mano no dejaba de presionar aquella herida, como si intentase que la sangre dejase de emanar de la misma, no era en si la hemorragia que le preocupaba, sino el veneno que Jormungand le ha aplicado.
-¿Que hace un santo de Athena en estas tierras? Creí que habían vuelto al santuario a encarar su propia guerra- Hábil con la palabra, lo cual era extraño siendo que no entabla conversación con las personas -Vete de aquí, chiquilla, regresa al santuario el Fimbulvetr ha comenzado, esta es nuestra propia guerra, nuestra batalla los santos de Pallas Athena deben mantenerse ajenos a ella-
Era irónico que pese su plateada armadura estuviese manchada de carmín debido a su sangre, el dios guerrero de Alcor Zeta profiriese esas palabras.
Y ahora, hele ahí frente a la joven. Que descuidado ha sido, o quizá se encontraba tan cansado que inconscientemente olvido levantar su técnica para ocultarse.
Giró sobre sus talones, encarando así a la jovencita, su mano no dejaba de presionar aquella herida, como si intentase que la sangre dejase de emanar de la misma, no era en si la hemorragia que le preocupaba, sino el veneno que Jormungand le ha aplicado.
-¿Que hace un santo de Athena en estas tierras? Creí que habían vuelto al santuario a encarar su propia guerra- Hábil con la palabra, lo cual era extraño siendo que no entabla conversación con las personas -Vete de aquí, chiquilla, regresa al santuario el Fimbulvetr ha comenzado, esta es nuestra propia guerra, nuestra batalla los santos de Pallas Athena deben mantenerse ajenos a ella-
Era irónico que pese su plateada armadura estuviese manchada de carmín debido a su sangre, el dios guerrero de Alcor Zeta profiriese esas palabras.
blablabla~- Dios Guerrero
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 10/12/2014
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
Fueron unos segundos que sintió como si hubieran sido minutos, eternos como el mismo paso del tiempo. Ese fue el tiempo que tardó aquel guerrero en dejar de darle la espalda y en él, pudo ver aquella herida presionada, sangrar. Las gotas de sangre parecían surfear a través de aquel metal plateado, cayendo por influencia de la gravedad hasta llegar al helado y frío suelo, tiñéndolo de carmín.
-Déjame ayudarte.- No ignoró sus palabras en absoluto, las apreciaba. Las guardaría como consejo y retornaría a ellas cuando alguna hiciera falta, pero mientras tanto, no podía dejarle así. No le había atacado, lo cual quería decir que o bien estaba demasiado malherido como para hacerlo o como él mismo decía, la alianza seguía ampliamente anudada.- No pienso dejar morir a un ser vivo si está herido, sea o no sea mi guerra.- El ego que parecía emanar de sus palabras no la convencían en absoluto. No le conocía, pero ya estaba demasiado segura de que sería demasiado terco y cabezota como para no dejarse tratar aquella herida, de la cual desconocía la gravedad. La muchacha caminó hasta él, con pasos cortos pero rápidos, quedando a escasos centímetros de él.- El orgullo no te curará. Y dudo mucho que a vuestro señor le sirva de algo un guerrero muerto.
Sentía que sus palabras eran rudas, tajantes y secas, pero ante un individuo que no quería dejarse ayudar, no tenía más opción que emplearlas. Dirigió su mirada hacia aquella mano que taponaba la herida, la cual no dudó en apartar para poder ver qué era con lo que se encontraría.
-Déjame ayudarte.- No ignoró sus palabras en absoluto, las apreciaba. Las guardaría como consejo y retornaría a ellas cuando alguna hiciera falta, pero mientras tanto, no podía dejarle así. No le había atacado, lo cual quería decir que o bien estaba demasiado malherido como para hacerlo o como él mismo decía, la alianza seguía ampliamente anudada.- No pienso dejar morir a un ser vivo si está herido, sea o no sea mi guerra.- El ego que parecía emanar de sus palabras no la convencían en absoluto. No le conocía, pero ya estaba demasiado segura de que sería demasiado terco y cabezota como para no dejarse tratar aquella herida, de la cual desconocía la gravedad. La muchacha caminó hasta él, con pasos cortos pero rápidos, quedando a escasos centímetros de él.- El orgullo no te curará. Y dudo mucho que a vuestro señor le sirva de algo un guerrero muerto.
Sentía que sus palabras eran rudas, tajantes y secas, pero ante un individuo que no quería dejarse ayudar, no tenía más opción que emplearlas. Dirigió su mirada hacia aquella mano que taponaba la herida, la cual no dudó en apartar para poder ver qué era con lo que se encontraría.
Aine de Hydra- Santo de Bronce
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 27/03/2015
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
¿Dejarse ayudar?
Ese hombre de cabellera albina siempre ha sido altivo, orgulloso... no, mejor dicho, soberbio.
Discretamente se pasó la punta de la lengua por los labios esa desagradable sensación aun no desaparecía de su boca- ¿Aun pese si ese ser vivo se tratase de un potencial enemigo?- Separó la mano de aquella herida, para abrir los dedos y observar el carmín liquido en la misma, como si cavilase cuál sería su siguiente movimiento o las palabras que diría.
Frunció el cejo y cerró los ojos, alcanzo a esbozar una sonrisa apenas perceptible...
-¿La señora Hilda? Técnicamente, soy un guerrero que no existe, solo ella sabe de mi existencia... Necesito regresar allá- No tiene tiempo que perder atendiendo sus heridas o charlando vanamente, sabe que la serpiente se dirige en dirección de Hilda y eso que aún no ha sabido de la aparición del lobo Fenrir... Dio un par de pasos para alejarse de la mujer aunque no tardo en trastabillar. Solo dejo escapar un gruñido por lo bajo, maldiciendo su suerte y su jodida debilidad.
Es más fuerte que ese veneno, es solo cuestión de tiempo para poder estar bien y completamente enfocado en la batalla, aunque el dolor de su pecho le indicase lo contrario, aunque luchase contra el mareo... No avanzó más que unos cuantos pasos cuando sucumbio a la debilidad de su cuerpo, cayendo nuevamente en la nieve...
Ese hombre de cabellera albina siempre ha sido altivo, orgulloso... no, mejor dicho, soberbio.
Discretamente se pasó la punta de la lengua por los labios esa desagradable sensación aun no desaparecía de su boca- ¿Aun pese si ese ser vivo se tratase de un potencial enemigo?- Separó la mano de aquella herida, para abrir los dedos y observar el carmín liquido en la misma, como si cavilase cuál sería su siguiente movimiento o las palabras que diría.
Frunció el cejo y cerró los ojos, alcanzo a esbozar una sonrisa apenas perceptible...
-¿La señora Hilda? Técnicamente, soy un guerrero que no existe, solo ella sabe de mi existencia... Necesito regresar allá- No tiene tiempo que perder atendiendo sus heridas o charlando vanamente, sabe que la serpiente se dirige en dirección de Hilda y eso que aún no ha sabido de la aparición del lobo Fenrir... Dio un par de pasos para alejarse de la mujer aunque no tardo en trastabillar. Solo dejo escapar un gruñido por lo bajo, maldiciendo su suerte y su jodida debilidad.
Es más fuerte que ese veneno, es solo cuestión de tiempo para poder estar bien y completamente enfocado en la batalla, aunque el dolor de su pecho le indicase lo contrario, aunque luchase contra el mareo... No avanzó más que unos cuantos pasos cuando sucumbio a la debilidad de su cuerpo, cayendo nuevamente en la nieve...
blablabla~- Dios Guerrero
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 10/12/2014
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
La mujer lo observaba y, a decir verdad, no sabía cómo calificar su intento de actuación. Se veía a la legua que aquel guerrero prefería morir orgulloso de fuera lo que fuera lo que hubiese hecho. Y sobre todo, solo.-No comprendo el por qué de tus palabras. Sinceramente, no soy capaz de comprenderlas.- Admitió con sinceridad. Sentía que él mismo se contradecía ¿es que a caso era ella la que tenía falta de empatía...?- En ese estado, es probable que ni si quiera logres sobrevivir un par de horas más si no eres tratado.- Estaba siendo demasiado dura, sus palabras eran demasiado serias y poco comprensivas, pero ella no tenía otra forma de sobrellevar a las personas tercas y soberbias.
El tiempo no tardó en darle la razón con respecto a su estado. Se acercó a él con rapidez y lo mantuvo en pié. No estaba realmente segura del estado en el que se encontraba, ni a qué se debía la herida. No sabía si había sido un golpe penetrante, un corte profundo o cualquier otro motivo que hubiera dentro del abanico de posibilidades.-Necesito que te sientes y te quites la armadura.- Jamás fue una mujer de palabras, tampoco de actos, ni gestos. Por mucho que aquel individuo se empeñara en decirle que él mismo podía ser un peligro, a ella esa faceta no se la había mostrado desde el primer contacto, por lo cual, no había por qué preocuparse de momento. Incluso, en aquel maltrecho estado en el que se supone que estaba, no lograría hacer demasiado. Movimientos lentos y quizá dolorosos para él, no había nada beneficioso, al menos, desde el punto de vista de la fémina.- Debo imaginar que eres un guerrero nórdico.- Trató de sacar un tema de conversación, amenizar un poco toda aquella tensión que se había causado sin necesidad ninguna. Tenía aquel hombre prácticamente en sus brazos, no dudó mucho en dejarlo caer sobre el frío suelo, con amplias intenciones de sentarlo. No esperaba ni mucho menos que después de las señales que le estaba dando su cuerpo sobre su estado, tuviera el santo orgullo de levantarse y seguir negando que lo ayudaran...
El tiempo no tardó en darle la razón con respecto a su estado. Se acercó a él con rapidez y lo mantuvo en pié. No estaba realmente segura del estado en el que se encontraba, ni a qué se debía la herida. No sabía si había sido un golpe penetrante, un corte profundo o cualquier otro motivo que hubiera dentro del abanico de posibilidades.-Necesito que te sientes y te quites la armadura.- Jamás fue una mujer de palabras, tampoco de actos, ni gestos. Por mucho que aquel individuo se empeñara en decirle que él mismo podía ser un peligro, a ella esa faceta no se la había mostrado desde el primer contacto, por lo cual, no había por qué preocuparse de momento. Incluso, en aquel maltrecho estado en el que se supone que estaba, no lograría hacer demasiado. Movimientos lentos y quizá dolorosos para él, no había nada beneficioso, al menos, desde el punto de vista de la fémina.- Debo imaginar que eres un guerrero nórdico.- Trató de sacar un tema de conversación, amenizar un poco toda aquella tensión que se había causado sin necesidad ninguna. Tenía aquel hombre prácticamente en sus brazos, no dudó mucho en dejarlo caer sobre el frío suelo, con amplias intenciones de sentarlo. No esperaba ni mucho menos que después de las señales que le estaba dando su cuerpo sobre su estado, tuviera el santo orgullo de levantarse y seguir negando que lo ayudaran...
Aine de Hydra- Santo de Bronce
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 27/03/2015
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
-¿N?- Espera... ¿Realmente estaba decidida a brindarle ayuda? De reojo el dios guerrero de Alcor Zeta observo a la joven representante de la Hydra...
Con la ayuda de la joven, se sentó en la nieve, sonrió de manera ladina aunque de forma cansada, por mas que se esforzara en mostrar lo contrario... -Así es- Se lleva la siniestra hasta la frente, siente como todo al rededor le da vueltas y el amargo sabor aun no abandona su boca -Nuevamente ¿Como haz llegado hasta aquí?- Cuestiona a manera de distracción, si lo hace puede olvidarse un breve instante del dolor que le embarga.
Cerró los ojos y un poco de su cosmos emano, tal como Aine ha pedido, se despojó de su armadura, un poco mas... un poco mas y la serpiente realmente le elimina...
-¿Que haces tan lejos del santuario? Los caballeros de Athena no están actualmente en este sitio, han partido ya rumbo al santuario, hace bastante tiempo- Quizá la joven seria nueva y no conocería esa información ¿Verdad? No pretende involucrar a los santos de Athena en el conflicto de Ragnarok es una guerra que solamente les corresponde a ellos.
Con la ayuda de la joven, se sentó en la nieve, sonrió de manera ladina aunque de forma cansada, por mas que se esforzara en mostrar lo contrario... -Así es- Se lleva la siniestra hasta la frente, siente como todo al rededor le da vueltas y el amargo sabor aun no abandona su boca -Nuevamente ¿Como haz llegado hasta aquí?- Cuestiona a manera de distracción, si lo hace puede olvidarse un breve instante del dolor que le embarga.
Cerró los ojos y un poco de su cosmos emano, tal como Aine ha pedido, se despojó de su armadura, un poco mas... un poco mas y la serpiente realmente le elimina...
-¿Que haces tan lejos del santuario? Los caballeros de Athena no están actualmente en este sitio, han partido ya rumbo al santuario, hace bastante tiempo- Quizá la joven seria nueva y no conocería esa información ¿Verdad? No pretende involucrar a los santos de Athena en el conflicto de Ragnarok es una guerra que solamente les corresponde a ellos.
blablabla~- Dios Guerrero
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 10/12/2014
Re: No hay peor veneno que la soberbia misma -Libre-
-Un grupo de santos vinimos de forma voluntaria para asegurarnos de que ningún hermano se quedaba atrás durante el regreso a nuestra tierra.- Explicó mientras observaba expectante a que el muchacho hiciera lo que le había pedido. Parecía que sus ruegos habían hecho efecto y al fin, se dejaba ayudar. Apenas había conversado con él y ya sabía que era obstinado, terco y testarudo, muy probablemente eso fue lo que en la batalla anterior a su encuentro, le hiciera quedar en ese estado, aunque a decir verdad, no conocía a nadie que no fuer así. Es como si fuera la personalidad por defecto de un portador, un elegido del destino y del dios al que sirviera.- Pretendíamos volver, puesto que tras una minuciosa búsqueda, no encontramos a nadie, todos habían marchado ya. Pero nos asaltó una tormenta y yo acabé separada del grupo.-
Observó la herida y a simple vista no parecía ser gran cosa pero al examinarla con más detenimiento, aunque en esta ocasión no en un plano tan físico, encontró en ella algo que no le resultaba familiar, algo completamente desconocido. Una esencia afilada e intimidante, muy débil, pero lo suficientemente fuerte como para haber marcado a aquel pobre diablo. Desconocía completamente el origen de aquella energía y el causante de aquel dolor que su ahora acompañante estaba padeciendo, quizá por la juventud y la inexperiencia de la joven.- Aunque tengo que admitir que mi pésimo sentido de la orientación a ayudado a que me pierda. Para mí aquí todo es igual de blanco.- Bromeó, tratando de distraerlo, haciendo algo de conversación. Por mucho que le gustara el silencio, sabía que no era agradable en ciertas ocasiones, y si así era para él, se lo haría saber con la ausencia de palabras. Tomó aire y acercó ambas manos a la zona afectada, necesitaba indagar un poco más para poder saber con certeza el estado en el que realmente se encontraba aquel muchacho antes de continuar. Podría decirse que buscaba hacer un chequeo y así lo hizo, lo escaneó de arriba a abajo. No era experta en lo que estaba haciendo, sólo esperaba no equivocarse.-Sea lo que sea que te ha mordido, no lo hizo para matarte.- Hizo una leve pausa.- Sino más bien para dejarte fuera de combate.- Después de todo, no era tan grabe como a simple vista parecía. Aquellos restos de cosmos no eran más que eso, restos. Desperdicios que causaban dolor y muy probablemente malestar en el cuerpo del guerrero. Concentró una cantidad considerable de su propio cosmos en sus manos, que continuaban cerca de la herida, y lo único que hizo con él fue liberar hacia el exterior aquella carga que estaba retenida en cuerpo ajeno, de forma lenta, no sin antes llevarse un potente calambrazo en uno de sus brazos. Quisiera o no, aun era realmente inexperta en muchos campos y ámbitos y aquello que acababa de hacer probablemente le pasara factura poco después.- ¿Cómo te sientes?- Sacudió su propia mano, tratando de relajar un poco sus propios músculos, casi sin éxito. Desató de sus cabellos ese pañuelo de media embergadura que los mantenían sujetos y lo dejó caer sobre la herida, haciendo presión sobre ésta, tratando así de detener la hemorragia.
Observó la herida y a simple vista no parecía ser gran cosa pero al examinarla con más detenimiento, aunque en esta ocasión no en un plano tan físico, encontró en ella algo que no le resultaba familiar, algo completamente desconocido. Una esencia afilada e intimidante, muy débil, pero lo suficientemente fuerte como para haber marcado a aquel pobre diablo. Desconocía completamente el origen de aquella energía y el causante de aquel dolor que su ahora acompañante estaba padeciendo, quizá por la juventud y la inexperiencia de la joven.- Aunque tengo que admitir que mi pésimo sentido de la orientación a ayudado a que me pierda. Para mí aquí todo es igual de blanco.- Bromeó, tratando de distraerlo, haciendo algo de conversación. Por mucho que le gustara el silencio, sabía que no era agradable en ciertas ocasiones, y si así era para él, se lo haría saber con la ausencia de palabras. Tomó aire y acercó ambas manos a la zona afectada, necesitaba indagar un poco más para poder saber con certeza el estado en el que realmente se encontraba aquel muchacho antes de continuar. Podría decirse que buscaba hacer un chequeo y así lo hizo, lo escaneó de arriba a abajo. No era experta en lo que estaba haciendo, sólo esperaba no equivocarse.-Sea lo que sea que te ha mordido, no lo hizo para matarte.- Hizo una leve pausa.- Sino más bien para dejarte fuera de combate.- Después de todo, no era tan grabe como a simple vista parecía. Aquellos restos de cosmos no eran más que eso, restos. Desperdicios que causaban dolor y muy probablemente malestar en el cuerpo del guerrero. Concentró una cantidad considerable de su propio cosmos en sus manos, que continuaban cerca de la herida, y lo único que hizo con él fue liberar hacia el exterior aquella carga que estaba retenida en cuerpo ajeno, de forma lenta, no sin antes llevarse un potente calambrazo en uno de sus brazos. Quisiera o no, aun era realmente inexperta en muchos campos y ámbitos y aquello que acababa de hacer probablemente le pasara factura poco después.- ¿Cómo te sientes?- Sacudió su propia mano, tratando de relajar un poco sus propios músculos, casi sin éxito. Desató de sus cabellos ese pañuelo de media embergadura que los mantenían sujetos y lo dejó caer sobre la herida, haciendo presión sobre ésta, tratando así de detener la hemorragia.
Aine de Hydra- Santo de Bronce
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Fecha de inscripción : 27/03/2015
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