Por algo se debe comenzar ¿no? -Libre-

Desconocía qué día era, o la hora, o... ¿Dónde estaba?

Recordaba haberse puesto a descansar un par de lunas atrás, quizá no demasiadas; al principio había estado corriendo pero eso no parecía acortar el camino hacia su destino así que decidió ahorrar energías aunque caminaba todo lo que podía durante el día y descansaba por las noches. Pero era muy aburrido ir caminando en soledad. Sí, era relajante no tener a alguien parloteando todo el rato a su lado pero estaba empezando a creer que él era aburrido. ¡Ja! Por supuesto que no; sólo no estaba de tan buen humor como para rememorar alguna anécdota.

En algún momento había dejado de pensar en cuántos pasos había dado ya. Las reservas de agua no tardarían en acabarse y no había prestado suficiente atención en los últimos kilómetros por si encontraba un lugar dónde rellenar las cantimploras; por más que en ocasiones lo considerara como un peso extra, sabía que no debía de desaprovechar la oportunidad de transportar agua sólo por si era necesario.

Creía que había encontrado un tipo de atajo desde el último lugar con civilización al que se había parado pero luego sintió que empezaba a dar vueltas en círculos así que perdió algo de tiempo. No tendría porque haberle pasado eso si se hubiera ceñido al sendero. Pero no, ahí estaba él queriendo acelerar su llegada. Era consciente de que no podía intentar caminar sin detenerse a descansar por más tentador que resultara la idea pero su paciencia parecía estarse sometiendo a prueba.

Decidió hacer una parada en un par de metros más adelante donde los árboles daban más sombra. Fue cuando escuchó las palabras de alguien y detectó el cansancio en éstas. Caminó un poco más hasta toparse con la figura de aquél individuo sentado contra uno de los árboles. Sonrió para sí mismo y se sentó a su lado con bastante confianza. Pero después de tanto tiempo en silencio consigo mismo no le importaría escuchar a alguien más. —Más nefasto es quedarse en la ignorancia y no buscar las respuestas a tus preguntas, ¿No lo crees? —Lo había escuchado hablar y le había parecido curioso.

Notó el estado en el que el otro individuo se encontraba. Cansancio reflejado en todo su cuerpo y Saiph frunció ligeramente el entrecejo mientras se quedaba preguntándose qué tantas desgracias le habían ocurrido o si era su estado natural. En su viaje había conocido a tantas personas así como en su vida general por lo que bien podría ser cualquier cosa posible y él, por más que se sorprendiera al principio puesto que no había perdido la capacidad de sorprenderse y responder acorde a esto, se acostumbraba con facilidad a algunas cosas raras y otras donde averiguaba que el raro era él.

Sensato de su parte hubiera sido no ser tan confianzudo e ir directamente a su lado pero se veía atraído por el chico que tenía los cabellos blancos, casi como los suyos. Curiosidad en parte, algún tipo de atracción por otro lado. Por ahí traía un par de manzanas que quizá le vendrían mejor al otro, no le importaría compartir. Pasó por alto el hecho de que él se apartara un poco, claro que lo había notado pero Saiph era consciente de que algún otro podía haberle lanzado un golpe por acercarse de ésa forma. No que él no lo pudiera detener pero igual. Había personas violentas y otras desconfiadas, todas quienes habían tenido encuentros desagradables en el pasado y cosas así. El desconocido se paró y Saiph evitó hacer puchero o sonreír con amabilidad. Si el chico estaba en alerta entonces más desconfianza le daría.

Se lo pensó bastante bien porque él igual no era de tomar confianza sino hasta cierto tiempo después. Hasta que lo escuchó así que sólo lo vio fijamente, sus ojos pasando por todo el cuerpo tratando de determinar de dónde provenía el dolor. Porque por algo había reaccionado así. El chico no lo miraba, era cierto, no le importaba ya que su inspección ocular no iba a detenerse. —Lo dices como si supieras exactamente a quién preguntarle.

Metió su mano en su bolso y sacó una manzana. Se la tendió, estiró la mano para ver si la tomaba. Eso le daría una mejor idea acerca de la persona a la que trataba. —Saiph —Dijo sonriendo ligeramente, de lado. Lo mínimo que podía hacer era presentarse ¿No? Aunque eso debió haber hecho en primer lugar, lo sabía. Eso no quería decir que su interlocutor fuera a bajar las defensas.

Sonaba a que había matado a alguien, escondido el cuerpo y quería saber si su procedimiento había sido el correcto. Pero no era así, estaba seguro de eso. Lo que ocurría realmente era que estaba dejando que su imaginación volara. Negó internamente pues tenía que centrarse y no dejarse llevar tan rápido. Escuchar al chico iba a serle más útil que sacar conclusiones erróneas por seguir líneas de pensamiento que quizá eran rebuscadas o estuvieran muy lejos de la realidad.

La sensación de triunfo lo inundó aunque no dio muestra alguna de ello. El que aceptare la manzana había sido algo que deseaba aunque no se ilusionaba tanto porque ocurriese pero el simple gesto le daba la seguridad, a Saiph, de que podía ganarse la confianza del individuo. Al menos para que no rechazara tanto su presencia en ése lugar. Así que los primeros pasos se habían dado. Esperaba con paciencia a ver qué otra cosa hacía o decía su interlocutor.

—Eso parece ¿Verdad? —Miró a su alrededor. Era cierto, no había muchas personas por ahí, ¿Sería la hora? ¿La temporada? No podía saberlo. Frunció el entrecejo ligeramente. Había almacenado el nombre del chico y se aseguró de no olvidarse de su rostro ni de su nombre. —Sí, bueno. Yo... creo que creí que ésta ruta era como un atajo pero no puedo estar seguro de eso. —Nero tenía razón, había cosas que no podían estarse gritando a los cuatro vientos.

Nero observó la manzana en su mano, no es que desconfiase era simplemente un gesto de curiosidad ante el tono de la misma. Sonrió ligeramente antes de darle un mordisco ¡Genial! no había comido nada ese día, y el fruto estaba bastante jugoso. Por el rabillo del ojo miró al otro albino.

-umm, atajo- Frunció ligeramente el cejo como si estuviese pensando en la respuesta para el menor. Se relamió los labios -Si quieres ir al pueblo que está aquí cerca, vas por buen camino. Acabo de llegar de allá  - Señaló el camino con la manzana en mano. De todas maneras era la única manera que tenia de señalar hasta que su brazo diestro sanase.

-De ahí a mas no conozco algún otro camino ¿es allí a donde te diriges?- Sonrió de manera ladina dándole otra mordida a la manzana...

Sabía mucho mejor de lo que hubiese imaginado a primera impresión. Eso o quizá si tenía bastante hambre. No pudo evitar el hecho de “echarle un ojo” al menor. Había algo en el que realmente le intrigaba, probablemente su porte tan… ¿misterioso? Es decir, nadie es tan calmado ¿o sí? Quizá el precipitado fuese él, tal como lo dijo aquel de armadura dorada en su cuento. Bajó la mirada ¿podría preguntarle respecto a Asgard? Suspiró con pesadez, antes de morder el fruto nuevamente. Masticó con lentitud, si seguía así era probable que se terminase rápidamente la manzana y era algo que en parte no deseaba.

Pegó más la espalda al tronco del árbol… nada perdía con preguntar. Si aquel realmente desconocía la existencia de los santos de Athena, entonces todo estaba bien y el quedaría como un chico raro o un viajero con un destino algo extraño. Igual tampoco tenía un “aura” oscura como aquellos que atacaron su pueblo y dieron muerte a su hermano mayor. -–Saiph…- Le llamó como si quisiese tener la atención del joven –He… sonara rara mi pregunta pero ¿qué sabes con respecto a Asgard?-  

Se identificaba con Nero en algunas de las veces (muchas) en las que se había encontrado con hambre. Estaba seguro que él estaba así. —Tengo más fruta si quieres —Fue lo primero que dijo cuando volvió a hablar.

Estuvo escuchando lo que el chico decía. Pues no iba rumbo al pueblo, en realidad planeaba no detenerse aún porque luego la tentación de quedarse podría instaurarse en él y no lo iba a permitir. Más que nada por curiosidad. Aunque en mayor medida sabía que su deseo por llegar a donde tenía que estar era mayor.

—No planeaba detenerme en el pueblo. Aún falta un buen camino por recorrer porque el lugar al que voy está más lejos —No perdía la esperanza de estarse acercando en vez de caminar en círculos; de todas maneras sabía que iba por buen camino, aunque la mayor parte del tiempo sólo fuera algo instintivo lo que le indicaba que era así.

En algún momento su mirada había quedado clavada en el cielo. Quizá era cuando pensó en su instinto y su camino a seguir. —¿Hum? —Fue lo que dijo para mostrar que le prestaba atención, pero recordó que había gente que prefería que le observaran mientas hablaban así que volvió a mirar al rostro de Nero. Enarcó una ceja al escuchar la pregunta. ¿Era por eso que se había sentido atraído de él? —¿Además de algunas leyendas? —Se le hacía difícil soltar algo más claro y preciso. Como identificarse. No por temer al riesgo de que fuera tildado de loco... De hecho, ¿Por qué no hacerlo?

Ah, sí, porque si hablaba y decía algo extraño para su compañero de plática entonces volvería estar solo. Suspiró. —Siendo sincero... Es justo hacia dónde me dirijo. —Se levantó y se sacudió antes de dar un par de pasos hacia el frente.

Off:

Notó la expresión de sorpresa en su rostro. ¿Y eso por qué era? Tenía algunas teorías pero no podía determinar cuál de ellas era la correcta. La verdad era que el chico le estaba causando más curiosidad. Nero. Él también se puso de pie y Saiph sólo caminaba de un lado a otro mientras pensaba en lo insensato que podía parecer el haber revelado hacia dónde se dirigía. Pero seguía su instinto, y analizaba el hecho de que si su interlocutor lo mencionaba quería decir que algo sabía acerca de ello. Era más que un presentimiento, sólo estaba poniendo atención a los detalles y las pocas pistas que le daba Nero.

Luego se acordó de ir por su armadura. La había dejado unos metros más atrás mientras buscaba ubicarse; ciertamente tendría que volver por ella pero no tenía prisa. Lo bueno de todo el asunto era que había encontrado a alguien con quién platicar, para evadir su soledad, y al mismo tiempo parecía que tenían algo en común. Su mente se arrugó unos momentos tras la pregunta. Abrió los ojos con cierta sorpresa y emoción ante la mención de la armadura dorada aunque su mente se quedó fija en la imagen de algún individuo con aura oscura. Definitivamente él no era oscuro.

Y sí, había tenido razón con lo de la herida, ¿Sería capaz de revisarlo y ver si podía ayudarle con algo? No estaba seguro de poder ser de ayuda pero primero tendría que convencer al joven de que le dejara observar la herida. ¿Sería difícil? Luego escuchó lo del Santuario y Asgard. Llevaba pues mucho tiempo en silencio así que decidió que no podía ser tan descortés y debía responder algo. —Hum.. Armadura dorada y no sé ¿Qué tanto sabes tú? Entiendo eso de no poder estar hablando con cualquiera acerca del tema, son contadas las ocasiones con las que en el viaje podría toparme a alguien más no imposible ¿No? —Sino que se vieran ellos dos.

Tomó aire. —¿Me permites revisarte? —Se refería al brazo pero si él le decía que no, no se lo tomaría a mal.