El nuevo enemigo revela su rostro (privado)

Despues de los acontecimientos en el olimpo, aparentemente la calma habia vuelto al santuario o a la tierra pero no era del todo asi. Ahora el trono griego estaba vacio y el sentimiento de que algo no estaba bien recorria su cabeza.

El dorado se encontraba en su templo, un lugar oscuro y cuya escencia era la de la muerte. Manigoldo caminaba intranquilo por todo su dominio asi que decidio que debia despejarse de aquellos pensamientos que le invadian.
Levanto su dedo indice por encima de su cabeza apuntando al cielo mientras unas ondas caian bañandolo.

-Ondas infernales-

Murmuro el joven mientras desaparecia de aquel plano y se transportaba a su nuevo destino.
Manigoldo aparecio en aquella colina por donde las almas se encaminaban a su morada final, el inframundo. Manigoldo acostumbraba ir a aquel lugar en busqueda de paz mientras salvaba y reclutaba algunas almas en pena. El resonar metalico de la armadura dorada del joven resonaba cortando aquel silencio morbido mientras Manigoldo ascendia a la colina.

Manigoldo miraba a aquellas almas mientras trataba de reconocer a una, en el fondo Manigoldo aun esperaba encontrar el alma de su maestro.

El joven se mantenia a las orillas del pozo por donde las almas caian mirando al horizonte. Llevaba poco mas de media hora perdido en sus pensamientos cuando pudo sentir una presencia. Manigoldo se puso de pie mirando hacia el lugar donde habia sentido aquella presencia.

-Este es un sitio para los muertos, muestrate o esta sera tu ultima morada!!-

El santo lo decia en tono amenazante, no sabia de que se trataba peo aquella presencia le daba mala espina.

De las sombras de aquel lugar lleno de sombras, de filas de almas encaminadas a su perdición. La luz de una armadura dorada mostraba su destello. Aquel hombre “el traidor del Santuario” buscaba la manera de penetrar por aquella región al mismísimo territorio enemigo, donde una vez se entrenó al lado de grandes candidatos a caballeros, maestro de algunos y ahora es simplemente uno de los Jefes del mundo de las tinieblas del rey de la muerte. Pero esto nadie lo sabe, solo Pandora, muchos lo daban por muerto.

Aquella presencia le sorprendió, nadie bajaba aquí. Excepto alguien a quien conoció hace mucho. Pero era imposible. Los susurros le habían hecho saber que aquel hombre estaba muerto por los acontecimientos de la sublevación de Atavaka. Pero miro el rostro del joven y comprendió que quizás aquel ser que ahora portaba la armadura de Cancer, fuese aquel muchacho que caminaba bajo las faldas del antiguo pontífice. Con pesar contemplo aquel muchacho, lo miraba desesperado buscando entre las filas de los condenados, pues aunque parezca mentira en aquel espectro aún existía el honor, el valor, solo que el viejo sentimiento de la amistad se había escapado dejando a un frio ser carente de humanidad, pues Garuda era de aquellos que levantaba la espada del enemigo del suelo y entregársela con que el fin de que la batalla fuera justa.

Era raro encontrar alguien en los ejércitos de Hades con aquellas dotes, pero su legado de miedo y gobierno eran temidos, tan temidos como el maestro de Santo de Cancer, por ello se mantuvo en las sombras hasta averiguar que quería aquel dorado. Pero la percepción de este último le gano. Suikiyo no se hizo esperar y saliendo dentro de las sombras se mostró portando ahora la armadura que le había obsequiado el Señor Hades. Su cabellera caía libre a sus hombros y sus ojos azules miraban sin sentimiento alguno a aquel que lo reclamaba.
Aun lado mantenía su casco cornamentado, sostenido por su brazo derecho.

¿Por qué buscas en el infierno lo que quizás puede estar en los elíseos? Dijo el espectro con su entrecejo fruncido. Solo los condenados viajan al inframundo y créeme tu maestro no me pareció en vida una alma carente de bien o de justicia. Lo que quizás encuentres aquí, caballero es a un espectro y eso sería una batalla asegurada.

Un poderoso cosmos se acercaba a paso lento, todo a su alrededor temía su precencía,los cadaveres de los alrededores se escondían como si algo les aterrara,una gran sombra se acercaba era la sombra de lo que parecia un dragon,aquella sombra aterrizo en una de las rocas cercanas,de donde se encontraba un caballero dorado y otro juez.

-Parece que tenemos un intruso-

Dijo en tono chulesco mirando hacia el dorado y luego al otro juez mientras aplastaba el craneo de uno de los cadaveres del lugar,mientras se apoyaba en una de sus rodillas,al parecer aquel dorado tenia valor ya era dificil enfrentar a un juez con dos de ellos le seria casi imposible

-Parece que buscas a alguien caballerito-

Extendió su palma de la cual aparecieron las ondas infrenales pero a diferencia de los caballeros de oro de cancer sus ondas infernales estaban a un nivel superior además el color de estas eran negras como la oscuridad de su corazon,mas simplemente le ofrecio al caballero de cancer una vista de Cocytos mas detalladamente una de las prisiones en las que el estaba al mando Octava Prisión,donde yacian los caballeros que se revelaron contra los dioses o que murieron en las guerras santas un lugar helado donde una fuerte tormenta de hielo azotaba los cuerpos de cada uno de aquellos caballeros,mas en el lugar se encontraban enterrados hasta el cuello dejando sobresalir las cabezas del suelo,seguramente la persona que buscaba se encontraba alli,mas dejo aquella imagen por unos segundos y finalmente disipo aquellas ondas,mientras sonreia de forma chulesca de lado