El Primer Día En El Santuario - (Libre)

La mañana llega en un día frió y nublado, el joven caballero de plata Byron comienza su entrenamiento en su primer día en el santuario procedente de la isla del centauro, le gusta estar en forma y mantener el poder de su cosmos por lo que no le sera extraño hacer esto todos los días aquí. Empieza corriendo unos kilómetros mientras en su camino observa detalladamente cada espacio del santuario por donde pasa,las grandes montañas y algunas columnas es lo que ve a simple vista, también a algunos caballeros que empiezan a entrenar y algunos aspirantes. Finalmente llega a su zona de entrenamiento donde lo primero que observa es una columna destrozada.. "parece que alguien tuvo un mal día", puesto que la columna tenia marcas de haber sido golpeada duramente, sin darle mas importancia comienza con ejercitar sus piernas, el lugar donde se encuentra es poco transitado aunque ve uno que otro caballero y mas que nadie soldados, todos lo miran como algo nuevo, el no le presta mucha atención y solo se concentra en su entrenamiento mientras que por su mente sabe bien de la tensión que se vive en el santuario y solo espera estar en optimas condiciones para recibir su primera orden y no fallar ya que una de sus virtudes es ser muy decidido en lo que se propone.

Hoy era uno de esos días que consideraba perfectos para entrenar, por eso había abandonado su templo antes de que amaneciera. Y no lo decía porque estuviese nublado no, sino por que era un día frío. Por fin podría entrenar sin ese calor griego agobiandole a cada segundo. Era un hecho que tendría que acostumbrarse a él pero siempre que pudiese librarse lo agradecería.
Estuvo entrenando por un par de horas antes de que viese aparecer a Robi, que como de costumbre, venia a visitarle en su zona de entrenamiento. Aprovechó para acariciar al gato y sacarle algo de comida antes de seguir entrenando.

Deberías moverte más... andar un poco... - Le dijo al gato en tono serio mientras le veía comer. Hacia días que había pensado en adoptarlo y no sabia si llevarlo a su templo ya que el gato solía seguirle por todos lados. Viendo que quizás el día podría empeorar para el minino decidió regresar a su templo con él.

Durante el camino de regreso se sentó en el saliente de una pequeña elevación del terreno. Sacó un bocadillo de su mochila, una botella de agua y se puso a comer. Robi aprovechó para tumbarse a su lado y mirar distraídamente a su alrededor.

En esa zona no parecía haber mucho movimiento, o eso es lo que pensaba cuando de repente vio aparecer un caballero, posiblemente un santo de plata, que había decidido entrenarse en ese lugar.

En silencio continuó comiendo mientras acariciaba la cabeza del gato. Observando como el recién llegado entrenaba, seguramente seria cuestión de tiempo que se diese cuenta que él estaba ahí. Al ir ataviado con camiseta y pantalones negros no es que sobresaliese demasiado en el entorno.

Al terminar con el entrenamiento de piernas y antes de comenzar con los brazos sintió una sensación muy extraña y fue en ese momento que como por instinto abrió de lleno los ojos como si hubiese visto algo malo, giro la cabeza y vio a un caballero alimentando a un gato, después de unos cortos segundos mientras lo veía impactado dijo...En que momento pudo haber llegado... con una voz poco temblorosa...sabe controlar la esencia del cosmos... solo atino a dejar lo que se disponía hacer y se acerco a el, de manera muy cortés lo saludo y se presento... Hola soy Byron el santo de plata de Centauro... mientras no podía dejar de estar sorprendido. Luego se acerco al pequeño minino y mientras lo acariciaba le pregunto para despejar alguna duda si era un santo de oro...

El santo no tardó en darse cuenta de su presencia, por su rostro parecía sorprendido de verle, seguramente por no haberse dado cuenta hasta ese momento de que estuviese allí. Vio que dejaba su entrenamiento para acercarse hasta donde él se encontraba sentado y saludarle cortésmente. Desde luego era un alivio ver que al contrario de la amazona del Cuervo, este santo de plata si actuaba de manera respetuosa hacia los demás. Y no sólo eso, si no que se puso a acariciar a Robi, otro punto a favor, el santo era amigable con los animales. Ni siquiera sabia por que de repente comparaba a ambos santos, seguramente seria por la fuerte impresión que se llevó de Hikari. Y todo por culpa de Gusaar y su peculiar manera de chincharte.



Saludos Byron... - Dijo inclinando respetuosamente la cabeza a modo de saludo. - Mi nombre es Sheigram y si... soy un santo dorado, el custodio del templo de Capricornio. Lamento haber interrumpido tu entrenamiento, no era mi intención distraerte. - Guardó el bocadillo en la mochila y desvío su mirada hacia el campo de entrenamiento antes de volver a fijarla sobre Byron. Su rostro permanecía serio sin mostrar ningún signo que pudiese reflejar lo que pasaba por su mente. - En el poco tiempo que llevo aquí he podido ver que te tomas tu entrenamiento en serio, es admirable.