Primer Contacto (Mision)

Una orden, del hombre más cercano a Athenea, debía dirigirme a Grecia, y los alrededores de lo que solía ser su santuario, iba gustoso, pues era mi primer aporte para devolver a mi diosa, un poco de todo lo que me había dado, y de cuanto me había protegido, sabía que no me encomendarían solo a la misión, pues era algo arriesgada, aunque yo podía con todo, pero al parecer no inspiraba esa confianza en el Patriarca, se suponía debía esperar a mi o mis, compañeros, en un lugar determinado, sin embargo no quise hacerlo, y me dirigí sólo a el lugar predestinado.

Lo único que tenía en conocimiento, era que ya otros caballeros habían estado por el lugar, y al parecer trajeron con sigo información importante, ahora era mi turno de mostrarme, y de enseñar lo que podía hacer, y demostrar a mi diosa la fidelidad y el compromiso que sentía con ella, además sabía que alguien me acompañaría, aunque personalmente prefería que no se acercase, y en caso de hacerlo que no fuese un estorbo, pues no era seguro que existiera peligro, y en caso de mostrarse el peligro, aún podía sin ayuda.

"Este lugar, se ve muy diferente a como pensé que sería" miraba al rededor, observando la infraestructura, el cielo, y el estado en el que estaba el lugar, en el que daba mis pasos, me acercaba al santuario, estaba cerca de un sector montañoso, o eso parecía, sin embargo era un paisaje, que carecía de vida, iba con mi vestimenta normal, y la caja de pandora, en la que guardaba mi armadura dorada, a mis espaldas, me postré en frente del santuario, mirando aquella hermosa estructura, y buscando ver, aunque fuese un fragmento, de lo que era la casa de cáncer.

"Esperaré unos minutos a mi aliado, si no aparece, avanzaré solo" mi mirada se perdía en el enamoramiento, a las doce casas, que yacían en aquel lugar, pensando en que tan diferente sería, si Poseidón no se hubiese apoderado del santuario, y si hubiésemos estado los 12 caballeros, para defender la tierra en aquella situación...

En vista de que Albafica no ha aparecido, continuaremos nosotros hasta que alguien se una a la mision.

El santo de Cancer ya se encontraba en los alrededores del santuario y observaba hacias los doce templos y tal vez fueron sus pensamientos o se habia distraido pero cinco soldados del santuario lo rodearon -No te muevas!! en nombre de nuestro dios Poseidon si te mueves mas te atacaremos!!!!- decian los soldados mientras apuntaban al santo con sus lanzas puntiagudas.
Pocos segundos despues se escucho una voz -tengan cuidado chicos, ese a quien apuntan es ni mas ni menos que el portardor del manto dorado de cancer- se trataba de el santo de plata de cerbero, quien venia acompañado de los santos de bronce de cisne y de unicornio. -Que trae aqui a un traidor como tu? dejame decirte que tal vez yo no pueda vencerte, pero ten por seguro que los generales marinos acabaran con tu vida- La mirada del santo de cerbero demostraba que la presencia del santo le provocaba una gran molestia

-Sabía que iba retrasado, al tener que solucionar un asunto antes de partir hacia el santuario, el caballero de Piscis no logró reunirse con quien sería su compañero en esta expedición, aún así confiaba en sus camaradas y sabía que al tratarse de un santo dorado no obtendría dificultad alguna estando solo mientras el lograba alcanzarle. Llevaba su armadura sobre su cuerpo, no porque sintiese necesidad, pero sabía que se dirigían a un terreno hostil en el cual no podrían dar el mas mínimo chance así que lo mejor era estar preparados para lo que fuese.

Albafica logró llegar cerca al santuario, buscaba con su mirada a quien fuese su compañero, debía identificarlo por su armadura mas sin embargo no lograba percibirlo de no ser por aquel bullicio que logró escuchar un poco cerca, definitivamente debía tratarse de el.
Avanzó rápidamente hacia aquel lugar mas sin embargo al mismo tiempo guardando distancia queriendo no ser notado al instante, quería observar antes de presentarse ya que podría tratarse de otra cosa y no se su camarada. Finalmente llegó al lugar logrando ver a una distancia a las personas que discutían, allí se encontraba, era su compañero, lo pudo reconocer por la caja dorada que cargaba en su espalda, los otros parecían ser soldados del santuario pero 2 sobresalían entre estos gracias a sus armaduras que portaban las cuales evidentemente eran uno de plata y dos de bronce. Frunció un tanto el ceño al escuchar a uno de los caballeros mencionar a los generales marinos, eso significaba que estaban allí en el santuario también o al menos aquello había parecido haber tratado de decir el santo de plata. Quien era su compañero fue reconocido al instante, no podría olvidar aquel rostro, era el arrogante caballero de cáncer, grandioso, ahora Albafica no solo debía lidiar con aquellos soldados y caballeros sino también con un aliado nada fácil de llevar-

Bien, veamos que tan bueno es realmente... -Murmuró para si mismo prefiriendo quedar por fuera en ese momento solo para ver como el caballero de cáncer resolvía ese asunto, después de todo era un santo dorado, así que no debía ser difícil para el.

Ya llevaba un tiempo, esperando a mi compañero, sin embargo, este no se asomaba, a lo mejor y tenía miedo de llegar, el cielo mostraba, como las nubes eran movidas lentamente por el viento, sus formas, y la paz que estas transmitían, siempre era algo de admirar para muchos, a pesar, de ser algo irrelevante para este servidor, de repente sentí uno o más entes acercándose, no estaba del todo seguro por su baja esencia de cosmos, bajé la caja de mi espalda y la puse al lado de mi pie derecho, la suave brisa jugaba con mi cabello, el cuál se movía levemente por la intensidad del viento, sabía que se acercaban, sin embargo no tomé otras medidas, pues quería ver de que eran capaces.

De repente cinco soldados simples, y sin la capacidad de hacerme frente, se colocaron a mi alrededor, me amenazaron en nombre de poseidón, lo que sólo aumentaría mis ganas de destrozarles, y acabar con ellos, pero la presencia que sentía, aún no llegaba, sabía que no eran esos soldados, pues su cosmo era perceptible, y no el de una simple cucaracha, o simples moscas como ellos, era más como una rata.

Se presentó, con algunas palabras, sabía que yo era el santo de cáncer, aunque me seguía preguntando cómo, mis orbes oculares, se movían en dirección al interlocutor, quién venía acompañado de un par de sanguijuelas, con armaduras de papel, no pude evitar, soltar una leve risa, al escuchar las palabras "amenazantes" del santo de plata que me hacía frente, debía ahuyentar los estorbos, como lo eran los soldados en ese momento, razón por la que decidí elevar un poco mi cosmos, y mostrar a los soldados, enfrente de quién estaban, di un par de pasos al frente, esperando ver la reacción de los lacayos, y que huyeran al sentir mi capacidad.

- Sólo me haces reír, aceptas que no puedes con migo, y aún así vienes a hacerme frente, trae a los generales que quieras, me haré cargo de todos y luego de poseidón, devolveré la gloria a mi diosa, y ella estará en el lugar que se merece, al igual que ustedes, los verdaderos traidores -

La sonrisa en mi rostro era imborrable, mis cejas se arqueaban un poco, mientras llevaba mis manos a lo interno de las bolsas de mi pantalón, esperaba ver el siguiente movimiento de los rivales, preparado para acabar con todos y hacer de la entrada al santuario un cementerio de traidores a Athenea.

El cosmos de un santo de oro es un cosmos que inspira poder, así como terror a sus enemigos y es por esto que los soldados del santuario darían un paso para atrás pero incluso ellos tenían orgullo y retomarían su posición amenazando al santo de cáncer con sus lanzas.
El santo de cerbero parecía no mostrarle ningún interés a las palabras de Muerte lenta hasta que lo llamo traidor fu entonces que el rostro de este se volvió colérico y sin intención de ocultarlo alzo la voz –Te atreves a llamarme traidor? TU? Uno de los santos que abandono a Atenea cuando Poseidón decidió atacarnos? Pues si bien, en condiciones normales no podría vencerte, dudo que algún dios te ampare en estos momentos… así que muere!!!- El santo de plata levanto su brazo con violencia a la vez que este jalo de una cadena en cuya punta se encontraba uno de los dos grilletes, las armas características de la armadura de cerbero, el cual salió volando en dirección al santo de oro, mientras el grillete se dirigía a su objetivo el santo líder ordeno a los soldados –Que esperan acaben con este intruso!!!!- los soldados en apretaron sus lanzas y con un rugido asestaron el ataque contra el acorralado.

-Finalmente sintió la necesidad de irrumpir en aquella escena, sabía que su compañero podía defenderse bien mas sin embargo el hecho de que fuera un santo de plata acompañado por dos de bronce no significaba que entre estos 3 no pudiesen formarle algún impedimento al contrario. Una rosa negra impactó contra aquella cadena que se dirigía rumbo al santo dorado de cáncer, si bien se conocía la rosa negra como la rosa piraña la cual destruía todo lo que se atravezara a su paso sin importar la densidad del material que se cruce en frente de aquella aparente delicada flor logrando evitar que esta impactara a su camarada y siendo destruida aquella punta de el arma del caballero de plata. Albafica finamente salió de donde se ocultaba caminando a paso lento portando su armadura de piscis la cual protegía su cuerpo. Las corrientes de aire hacían que su largo cabello fuera deslizado al ritmo de estas lo cual ocultaba un poco su rostro. -Que palabras tan vacías acabo de escuchar... Traidor? Miren en que lado se encuentran ustedes caballeros, ahora pregúntense nuevamente, quien es el traidor? -Sonrió ladino deteniendo su paso al lado derecho del otro caballero- Tienen razón para estar molestos con nosotros quienes no estuvimos allí cuando mas se necesitaba, pero...Que han hecho ustedes? simplemente doblegarse ante un dios que no los ve mas que como simple carne de cañón... Si hay una manera de lastimar a nuestra diosa es enviando a sus propios santos a combatir unos a otros... A Poseidón no le importa nadie mas que sus propios generales, ustedes solo son fichas descartables para el -Respiró profundamente haciendo una pequeña pausa para lograr detallar a cada uno de los caballeros y soldados que se interponían a su paso-

Entonces? Quienes son los traicioneros aquí? Aquellos que no pudieron acudir? O aquellos que simplemente dejaron de luchar y se doblegaron a un Dios y no lucharon por su Diosa? -Una pequeña carcajada escapó de los labios de Albafica- Tan debiles son los santos de Bronce y Plata que necesitaban de nosotros? Así se hacen llamar santos? Cuando no confían en su propio poder?.

-Albafica tomó una rosa negra con su diestra apuntando a aquellos opositores- Apartense de aquí traicioneros, o me veré obligado a acabar con sus vidas en el nombre de mi Diosa Athena!

Los soldados no se retiraban, preferían mantener su postura en el lugar, a pesar de estar frente a un santo dorado, lo que era de reconocer su valor, o su estupidez, plantándose así ante la muerte, la cuál yo no dudaría en mostrarles, aunque como era normal en mi, prefería torturarles lentamente, y escuchar suplicas de perdón, por haber fallado a la dios Athenea, era lo que se merecían.

Un ataque venia en dirección a herirme, y estaba listo para combatirlo, sin embargo, mi plan se vería interrumpido, el grillete, había sido interceptado y se vería afectado por el golpe, de lo que parecía ser una rosa negra, sentí de inmediato el cosmos de quien había lanzado aquello, era impresionante, ni en este lugar me podía alejar de las rosas, y de la presencia de aquel dorado.

"Maldición, lo que me faltaba, de tantos en la lista, tuvo que ser él mi compañero"

Se movía mi cabello, en son con mis pensamientos, mientras el caballero de piscis parecía tirar un sermón a los presentes, entre tantas palabras me perdía, era inevitable, no sabía lo que quería decir, aunque al parecer les estaba llamando traidores, la risa de muerte se manifestó entre tanto parloteó  interrumpió en media conversación de Albafica.

- Vamos, ni yo te estoy prestando atención, ¿crees que ellos lo harán? antes de hablar tanto, deberías actuar-

Con la velocidad que puede alcanzar un santo dorado, me ubiqué detrás de un soldado, y con mi mano, vertical, golpee por la nuca a este, haciéndole caer, mientras miraba a los restantes cuatro, con la mirada sombría y la sonrisa malévola que se dibujaban en mi rostro.

- Para ti santo de plata, traicionero de Athenea, solo te diré, a veces es necesario perder una batalla, para ganar la guerra -

Dije mientras me postraba nuevamente al lado de la caja de pandora, caminando lentamente hasta ella, mostrando algo de prepotencia, y actitud arrogante, mientras dirigía una mirada a Albafica como si quisiese decir "Así se debe hacer" cerrando mis ojos, enseñándole al que se convertía en mi compañero en la misión, como se debía actuar ante sujetos así, mostrando a que deben temer, antes de gastar tanto tiempo en un discurso, al que nadie prestaría atención.

- Sólo espero, que no estorbes en mi camino, o no dudaré en acabar con tigo también -

De cara al caballero de plata, colocando un pie sobre la caja, en la que portaba su armadura, y poniendo su brazo derecho sobre su pie, mirando de manera dura y amenazante a los otros santos, enfocándose en el de plata, quién era el único que hablaba en ese momento.

- ¿Y donde están tus guardianes marinos ahora? -

la sonrisa recorría desde mi oreja izquierda hasta la derecha, sentía que habría acción en el lugar, la lucha era inevitable y estaba preparado, aunque, esperaba realmente que se apareciera algún General Marino, para acabar con él en nombre de mi diosa Athenea, y comenzar a devolverle un poco de tanto que ella me ha otorgado...

El guardia cayo al suelo sin ofrecer resistencia, la diferencia de habilidades era notoria, sin embargo los oros guardias ahora apuntaban con sus lanzas a la nueva pocision del santo de cancer.

Por otra parte el santo de cerbero parecia bastante sorprendido por la presencia del santo de piscis sin embargo rapido su furia se reflejo en el rostro del santo de plata y esta fue aun mas cuando escucho las palabras -Debiles? Traidores? sin duda son palabras que yo usaria, sin embargo se nota que nunca has peleado contra un dios y no sabes de lo temible de su poder- el santo de cerbero movio su otro brazo para presentar el segundo grillete de la armadura de cerbero mientras su cosmos se encendia, la energia que emanba era digna de un santo de plata e incluso un poco mayor a la estandar -Veamos si tu eres apto para enfrentar a un dios- el santo plateado movio su otro brazo para lanzar el grillete en contra del santo de Piscis y mientras este salia volando contra su enemigo, el santo solto la cadena y el mismo corrio a maxima velocidad hasta aparecer frente a Albafica lanzandole un puñetazo -Demuestrame tus ganas se salvar a tu diosa- esta accion alento a los soldados quienes se lanzaron conra el santo de cancer en un fiero rugido

-No podía negarlo, las palabras del santo de plata eran ciertas hasta cierto punto, puede que el poder de un Dios sea superior y por una gran diferencia, aun así no era excusa, si se es un santo de Athena se debe morir como uno y eso era lo que al parecer aquellos caballeros no lograban entender. Estaba molesto, podía notarse claramente lo cual hacía de su cosmos encenderse demostrando el poder del santo de Cerbero el cual se destacaba por encima de muchos otros caballeros de plata, a ver el ataque dirigido hacia el, reaccionó dando un pequeño salto a un lado para esquivar aquel grillete que se venía contra el, mas sin embargo eso no fue todo ya que el caballero de Cerbero atacó directamente con un puñetazo hacia el, aquel golpe llegó directamente a su rostro el cual marcó una pequeña marca en una de sus mejillas apenas haciendo que retrocediera un paso a causa del impacto. El cosmos dorado empezó a rodear su cuerpo en ese instante creciendo cada vez mas alargando la brecha de su poder con el de su rival el cual le había alcanzado un poco cuando este se molestó. A pesar del golpe, Albafica sonrió de forma ladina mirando al contrario.-

Puede que nunca haya peleado contra un Dios, pero prefiero mil veces morir como un santo de Athena antes de arrodillarme frente a otro que nos tome como simple carnada. Esa es la diferencia entre mi supuesta traición y la tuya, ahora lo entiendes? -Aprovechó su cercanía al caballero de plata para arrojar un puñetazo de vuelta al contrario directo a su rostro lanzandolo como una especie de gancho hacia abajo queriendo de esta forma tirar su rostro directo al concreto que pisaban. Sabía que era un movimiento fácil de eludir por lo que luego de aquel puñetazo lanzó un rodillazo contra el mismo directo a su estomago el cual en caso de lograr acertar el primer golpe haría que su rodillazo fuera directo a su cara antes que al concreto-

La situación se tornaba aburrida, para mi, el parloteo, entre el plateado, y el dorado, me tenían con dolor de cabeza, deseaba callar a ambos, de una vez y por siempre, pero debía prestar atención a los movimientos de Albafica, pues, no sabía cuando nos podríamos enfrentar él y yo, dado los acontecimientos previos, ese enfrentamiento podría estar más cerca de lo que parecía.

El santo de plata, parecía tomar más interés en Albafica ahora, lo que sería interesante, así podría ver lo que tenían ambos para dar, los de bronce, aún no hacían movimiento, lo que llamaba mi atención, pues no hablaban ni atacaban, parece como si esperasen algo más, o si no quisieran atacar en realidad, mientras que los soldados no dudaban en hacerlo, al ver como el caballero de Cerbero atacaba con agilidad a mi compañero, estos se abalanzaron sobre mí, buscando herirme, aunque sería difícil, y humillante que seres tan pobres de cosmos, consiguieran hacer daño, a un santo dorado como yo.

Con sus lanzas vinieron hacia mi, sus movimientos eran lentos y débiles, esquivarlos sería sencillo, aunque sería divertido también darles falsa esperanza, y ver su reacción al decepcionarlos, y acabar con ellos, uno a uno, así que debía pensar bien mis movimientos, y parecer lento y débil, esto podría desconcentrar también a Cerbero, y a Piscis llamando su atención el ver a un caballero tan débil, lo que podría darme ventaja en un futuro, cuando toque demostrar mi verdadero potencial.

Gran dilema, engañar a mi compañero y mis enemigos, o acabar con ellos fácilmente, debía pensarlo, rápido, pues los soldados ya estaban encima mío, y venían con furia al ataque, la decisión estaba tomada por mi parte, era simple cuestión de ponerla en práctica.

Quedaban cuatro de ellos, uno venía por la derecha, dos por el frente y uno por atrás, todos con sus lanzas, buscando dañarme y hasta asesinarme, debía tener cuidado, antes de ser herido, tenía presente que no andaba la armadura en mi cuerpo, y eso me hacía más vulnerable a una herida, el soldado que venía a mi espalda lanzó su estocada, doblé de manera extraña mi cuerpo, curvando mi espalda hacia adelante, evitando por unos centímetros ser herido por la punta de esa lanza, uno de los soldado que venían por delante brincó, bajando la punta hacia mi rostro, moví mi cabeza hacia la izquierda, lo suficiente para ver pasar la punta al lado de mi mejilla, y adelantando mi hombro para que tampoco me lastimase en ese punto, el otro que venía por delante, vino con su lanza totalmente de frente, buscando atravesarme con esta, estiré mi mano izquierda, y agarré su lanza, mientras levantaba mi mano derecha, haciendo un puño, buscando golpear el estómago del soldado que había saltado y mandarlo a volar, mientras desviaba el ataque del que venía por mi frente, al que tenía tomado con la izquierda, jalando su lanza hacia mi, al mover mi cuerpo hacia mi derecha, en un giro de 45 grados, recibiendo a este con un rodillazo, directo a su estómago.

El arma de quién venía por mi derecha, se movió de arriba abajo, desgarrando mi vestimenta, y raspandome levemente con la lanza, consiguiendo causar una herida en mi cuerpo, quedando dos soldados en pie, demostrando mi deficiencia en pelea cuerpo a cuerpo, lo que me hizo voltearme hasta tener a ambos a mi vista.

"Todo funcionó como esperaba, estoy seguro de que pensaran que soy más débil de lo que debería ser un santo de oro"

Pensé, mientras preparaba mi estrategia para el siguiente movimiento, atento a lo que sucedía con Albafica y Cerbero, y la reacción que tendría el santo de piscis, ante el golpe recibido.

La satisfaccion se pudo notar en el rostro del santo de plata cuando atino el golpe sin embargo esta cambio al notar que el daño que le habia hecho era casi nulo y en un par de golpes el santo de cerbero ya se encontraba de cara al suelo. Por otro lado los soldados habian sido abatidos a excepcion de dos quienes al ver la demostracion de habilidad por parte del dorado dieron un paso atras.

El santo de cerbero con algo de dificultad se levanto mientras encendia su cosmos -No dejare que me derrotes tan facil como sea aun tengo algo de orgullo sabes- le dio la espalda al santo dorado dirigiendose a tomar el arma que yacia unos pasos atras -debo admitir que tu poder esta por encima del mio, sin embargo no por eso te dejare pasar Y USTEDES, SOLDADOS INUTILES DEJEN DE TEMBLAR Y ATAQUEN!!!- Los soldados tomaron fuerza de las palabras del santo y nuevamente se lanzaron en un ataque suicida hacia el santo de cancer, de nuevo con sus lanzas por delante.

El santo de cerbero regreso la mirada hacia su rival, con una gran sonrisa una mirada seria. El cosmos del santo comenzo a incrementar asi como el aura que lo rodeaba -esto se acaba aqui- dijo con una serenidad impropia de la situacion y se lanzo de nuevo, esta vez su velocidad era mas rapida tan rapida que casi podria lacanzar la de un santo dorado y su cosmos aumento aun mas superando el de un santo de plata, y con esa misma velocidad lanzaria su grillete hacia el rival -Veamos que puedes hacer con esto-

-El rostro de Albafica se tornó serio luego de que el caballero de Cerbero se colocara en pie nuevamente tomando su arma, podía sentir el cosmos de este elevarse realmente a grandes escalas muy por encima de un caballero de plata promedio, debía admitirlo, era un caballero fuerte mas sin embargo el hecho de que esa fuerza ahora era empleada a favor de otro Dios hacía que Albafica no lo viera como un caballero aliado, en esos momentos era un enemigo mas y aunque portara una de las armaduras de Athena debía acabar con el. No prestaba atención a su compañero, este solo luchaba con soldados por lo que sabía que no necesitaba la mas mínima ayuda, en esos momentos solo tenía algo en que pensar y ese era Cerbero quien no dejaría de luchar con todas sus fuerzas por vencerlo. El cosmos de Albafica creció un poco mas preparándose para el ataque de su contrincante, si seguía atacando débilmente solo incitaría al contrario a enfurecerse mas hasta encender su cosmos hasta limites no marcados por lo que no podía darse el lujo de tratar de persuadirlo para que luchara en su contra.-
Athena, lo siento.. -Murmuró para si mismo pues lucharía contra el caballero de Cerbero hasta acabar con su vida si era necesario. Divisó el ataque del contrario a gran velocidad dirigirse hacia el, Albafica tomó una de sus rosas negras preparado para contraatacar- Piranhian Roses! -Atacó con una de las técnicas mortales que poseía, la rosa que destruía todo a su paso, esta fue directa contra el caballero de cerbero para chocar contra su grillete y por ende seguiría su camino como una piraña destrozando en linea recta todo a su paso deteriorando el grillete, la cadena que lo ataba y por consecuencia también la armadura que cubría el brazo y hombro del contrario-

Observaba detenidamente como los soldados, retrocedieron al ver mis movimientos, aunque eran algo sencillos, al parecer se impresionaban, quizá no estaban acostumbrado a nada similar, lo que me daba a entender que los caballeros de bronce y plata no tendrían la capacidad de divertirme ni un poco, similar a lo que hacían los soldados, mis ojos miraban a Albafica y el caballero de Cerbero, quienes al parecer no prestaron atención a la herida que me habían ocasionado los soldados, quizá me había humillado sólo y en vano, eso me dio que pensar, lo que me hizo lentamente darme cuenta de que no actuaba como alguien que no teme a la muerte, y que le gusta asesinar, si no que me comportaba como un completo niño, era hora de cambiar mi actitud y mostrar quién era el verdadero santo dorado de cáncer...

Me acerqué a la caja de pandora, donde se mantenía mi manto dorado, la abrí y la armadura comenzó a colocarse en mi cuerpo, brazos, piernas, y tórax, evitando el casco dejando el mismo a un lado, pues normalmente me estorbaba, la sonrisa malévola se dibujó en mi rostro, y mi cosmos empezó a arder un poco, aún no quería elevarlo al máximo, pues no podía darle a Albafica tanta información acerca de mis capacidades.

- ¿Están listos para morir, o les dará tiempo de escapar? -

Mis ojos morados, intentaban atemorizar a los soldados, la sonrisa y la mirada que emanaban de mi rostro eran diferentes, el "inmaduro" había desaparecido, y le dio paso a un nuevo ser en mi, un ser sin miedo, de usar su oscuridad interna, para herir a quienes habían traicionado a Athenea, pues quién halla sido capaz de cometer un acto tan impuro, debe pagar, ya se con su vida o simplemente con su sangre, pero no puede evadir su pecado.

La ráfaga de cosmos que emanó mi cuerpo, fue suficiente para atemorizar a los soldados, extendí mis manos y el ken característico de los dorados, salió de mis palmas y se dirigió a ellos, derribándolos, acabando así con los últimos dos rivales que tenía yo en ese momento, mi cabeza se volteo en una forma diabólica mirando a los santos de bronce que se encontraban en el lugar.

"Los asesinaré después, de momento, debo ocuparme de algo más"

Pensé, mientras sus cuerpos caían al suelo, haciendoles perder así, su esperanza de seguir, y con el propósito, de que entendieran, que Poseidón no los protegería, pues ellos no eran importantes para él, ni lo serían, con la noción de que en cualquier momento, podrían aparecer Generales Marinos, al sentir nuestra presencia.

- No interferiré en tu batalla, Piscis, pero no te metas en mi camino tampoco -

Pensando en destrozar por completo a los santos de bronce, mi cosmo no disminuía y caminaba lentamente hacia ellos, la sonrisa no me abandonaba, y el siniestro color, y la tenebrosa mirada que podía mostrar, se dirigían a ambos santos de bronce, la sed y las ganas de destrozarlos aumentaban y era inevitable sentir lo que sentía, me detuve a una distancia prudente de ellos, torcí levemente mi posición a la derecha, y extendí mi brazo y mano, apuntando a ambos santos.

- ¿Y ustedes, morirán o escaparán? -

Dije amenazante, ante la presencia de los santos, no sabía cuál sería su reacción, y su poca participación en el acto, me daban que pensar, Athenea nunca apremiaría mi actitud si los mataba, pero en mi ser estaba el sentimiento de odio, hacia aquellos traicioneros, y este sentimiento, no era algo que podía evitar, pues era parte de mí, esperé, la reacción del Cisne y el Unicornio, atento a cualquier movimiento posible por parte de estos.

Para cuando el santo de plata noto el ataque de Albafica ya era demasiado tarde, la rosa ya habia perforado el grillete y ahora iba a devorar su brazo, el santo lanzo una risa "Parece que aqui termina esto" penso quien recibiria el toque de la rosa en la mano y despues en el pecho.
Cerbero seria lanzado hacia atras unos centimetros para desplomarse en el suelo.

Por otra parte los santos de Unicornio y Cisne se sorprenderian al ver al santo de cancer frente a ellos sin embargo solo atinaron a decir -Ha terminado- con una voz fria y se encaminarian hacia donde el santo de plata.

Cerbero yacia en el suelo encima de un charco de sangre parecia que por fin habia llegado a su limite sin embargo, aunque tembloroso, lograria levantar la cabeza y medio torso del suelo para mirara a su rival -Vaya si son temibles los santos dorados, con su ayuda hubieramos evitado la invasion de Poseidon pero ya esa tarde pero...- El discurso seria interrumpido por la llegada de los santos de bronce quienes se arrodillarian a un lado del santo de cerbero quien con voz entrecortada hablo -Les dije que valdria la pena... - sonrio antes de toser un poco de sangre y continuo -Lo pude sentir.... su cosmos es puro.... aun buscan servir a Athena... buscan salvarla..... estan de nuestro lado-  Los santos de bronce miraron a Albafica mientras Cerbero hablaba fuerte para que el santo de cancer lo escuchara - A veces hay que perder una batalla para ganar la guerra no? y ahora les puedo decir algo.... nosotros jamas abandonariamos a Athena, si bien no pudimos evitar la invasion..... cuando todo paso, decidimos quedarnos aqui para esperar la llegada de los miticos santos dorados... quienes superarian nuestro patetico poder y serian de ayuda- toseria un poco mas de sangre - Han demostrado ser fieles a Athena ahora los santos de plata y bronce estamos a su servicio para recuperar este templo y a nuestra diosa- Los santos de bronce hicieron un gesto afirmativo -Lamento los insultos, pero si ibamos a hacer esto tenia que ser bien.... fui.... el unico santo que pudo mantener una pelea de iguales con un general marino, asi que seguramente ustedes los acabaran, haganlo por mi.... dejo a los santos de bronce, plata y a Athena.... en sus manos......- el santo cerraria los ojos y caeria de bruces al suelo de donde no se levantaria, los santos de bronce mostrarian la intencion de querer moverse a donde su compañero, pero inmediatamente retomaron su pocision mientras que el caballero de Unicornio hablaria -... y bien?-

-Tal y como lo esperaba aquella rosa había acertado a su contrincante destruyendo una gran parte de su armadura y arrojandolo a un lado demostrando así el final de aquella pelea. Albafica llevó su mirada al santo de Cáncer por un momento tornándose serio pues aquello que había dicho el contrario no le había agradado, a pesar de todo Albafica poseía un corazón noble aunque demostrara frialdad y poco interés por el mutuo, mas sin embargo luchar contra sus "camaradas" no era algo que deseaba y mucho menos acabar con la vida de uno de estos tal y como el caballero dorado de Cáncer pensaba hacerlo al parecer por sus palabras.
La batalla había terminado, los caballeros de bronce decidieron no hacer ningún movimiento en contra de ellos para así ir con Cerbero. Albafica avanzó lentamente a paso lento mientras escuchaba lo que decía el santo de plata, todo había sido una prueba para ellos lo cual sembró cierta amargura en Albafica, incluso sus compañeros de menor rango eran capaces de enseñarle una lección a ellos, los caballeros dorados.
Albafica se acercó al moribundo santo de plata arrodillándose a un lado de este y posando su mano en un hombro de este quien ya descansaba bajo el lecho de la muerte-
Athena sabe lo que hiciste y está orgullosa de ustedes... Luchaste siempre creyendo en tus ideales, fiel a estos y fiel a Athena... -Dicho esto juntó las manos de cerbero sobre su propio cuerpo dejando entre sus dedos una rosa roja para luego así colocarse de pie llevando su mirada a los caballeros de Bronce- Recuperaremos el Santuario de Athena, de eso no cabe la menor duda... Ustedes han sido colocados en este lugar con algún propósito el cual deben descubrir...Preparen a los demás pero sean cautelosos y no dejen que los descubran, es hora de demostrar quienes somos los Santos de Athena.. -Llevó su mirada al caballero de Cáncer tornando su expresión seria- Te divertiste? -Suspiró muy suave apartando la mirada de nuevo llevándola al santuario en ruinas-

El caballero de plata empezaba a retroceder, y cayó cerca del lugar donde me encontraba, los santos de bronce reaccionaron de inmediato, y bajé la mano que les apuntaba, no estaba seguro de lo que pasaba, pero al parecer Albafica había acabado con él.

"Estos santos, son más débiles de lo que aparentan"

Pensé al ver que el duelo entre ellos había terminado, y que sin mucho problema, Piscis había acabado con él, supuse que la situación estaba controlada, y que todo había terminado, sin embargo, puse atención a las palabras del caído quién hablaba de un cosmo puro, y que buscaba servir a Athenea, algo que me extrañaba, si se refería a mi, pues la pureza había abandonado este cuerpo desde hace mucho tiempo, aunque mi intención siempre era servir a la diosa, que más de una vez me salvó.

Escuché todo lo que decía Cerbero, y la risa efusiva se apoderó de mi, no podía evitarlo, el ver su situación, y saber que fue alguien como Albafica, el que lo había puesto en ese estado, era divertido, mi risa era en un tono duro, y miraba al cielo mientras reía, disfrutaba del paisaje, y los acontecimientos que se habían dado, pero al parecer ya todo había terminado, y mi gana de acabar con los de bronce, quedó ahí, y me dí media vuelta, mirando el camino, por el que había llegado.

Luego escuché de nuevo el sermón de Piscis, al parecer le gustaba hablar, y decir cosas así, supongo que las rosas habían afectado su cerebro, al parecer el veneno también actuaba en él, pero de otra manera, escuché que lanzó una pregunta, y le miré, al parecer esas palabras iban dirigidas a mi.

- Repito, no te metas en mi camino, y no me meteré en el tuyo -

Dije, volteandome y dirigiendo mis pasos para irme, no sin antes recoger el casco, que había dejado en el suelo anteriormente, salté sobre unas rocas, alejándome del paisaje, dirigiendo mi rumbo hacía Asgard donde supuse, debía ver al patriarca.

- ¿Hay algo más, o todo terminó? -

Pregunté antes de irme por completo, nunca se sabe, si hay alguna información importante, que se deba saber, y uno pueda perderse la misma por no preguntar, aunque me iba con la tristeza de no poder matar a nadie, por lo menos observé a alguien morir, lo que llenaba mi cuerpo por el momento, no obstante, aún nadie se había marchado, lo que podía suponer otro enfrentamiento, donde seguro iría con todo, e intentaría matar a alguien.

Los santos de bronce miraron con enojo al santo de cancer y con molestia le contesto el santo de cisne -Ya pueden irse, hemos tenido ya bastante espectaculo no?- miro a su compañero quien se colocaba en posicion para cargar el cuerpo del fallecido. El santo de cisne se acerco y tomo los tobillos del fallecido mientras que el  santo de unicornio tomaba los brazos -Nosotros nos encargaremos de hablar con los otros santos de plata y bronce, tal vez en un par de semanas podrian volver y les tendremos noticias, mientras tanto les pediremos que se alejen del santuario ya que esta baja no se tomara a la ligera por parte de los generales marinos- Levantaron el cuerpo y se dispusieron a partir -Es bueno que esten de vuelta, los necesitamos para lo que se acerca y estamos seguros que el santo de cerbero sentiria lo mismo- lo miraron un par de segundos -Por cierto su nombre era Quiron y fue uno de los santos mas valientes que hemos conocidos-