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Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
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El ultimo cosmos :: :: Otros sitios :: Europa
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Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
"¿Cuál es su nombre, mademoiselle?"
Le pregunte, en ingles, lengua que por costumbre sabia que todo caballero -o gran parte- entendian en al menos cuatro frases.
"Y dígame... ¿Cuánto daría usted por Athena?
Pregunte yo, lo que para cualquier santo hace ya largos años debió ser un chiste. Y ahora para las nuevas generaciones, tal vez, una decisión que tomar antes de poder llorar. No sé, tal vez fue un mal comentario que hacer tras estos dos años en donde nada a de ser fácil para la casa de Athena. La dama después de todo quedo por un momento inmutada, callada, desconcertada entre lo que empecé a suponer como un agobio provocado por el aburrimiento. Pero tras subestimarle tanto, me lleve una sorpresa. Tenia boca, y no dude luego de eso que sabia bien como tenia que usarla.
"...¿Yo?" no pude evitar dar una tenue risa, la cual no había sido provocada por gracia sino más bien un respeto entre lo imprevisto. Esa pregunta que la joven había hecho, era sencillamente perfecta. Lamentablemente haría de nuestro viaje pesado, y oscuro como la mala hierva. Solo por eso decidí divagar, acortar camino, evitar historias sin sentido. Era lo ideal. Además, Jonathan de por sí era incapaz de ser tan grosero como para callar. Resumió, luego de mirar de lado a lado con un nervio obvio, hacer mueca de duda tanto en ceño como boca, y dar el aplauso que merecía la pequeña que estaba a su compañía. Fue ahí, cuando se inundaron del silencio que su pesada -y dulce- voz les explico.
-Me pregunto, Athena. ¿Qué calse de aventura nos deparas?-
Me dije a mi mismo buscando un tema del cual no entrometerme, tratando de recordar en parte como había llegado a esta situación. Comenzó con un santo dorado, un caballero de bronce en busca de algo. Esa cruzada curiosa, y esta misión tan poco valerosa. No había remedio, y de ser necesario yo mismo le haría apreciar a tal criatura lo que era guerra. Pero por ahora mis pasos se dirigían a los dominios de Odín, quien fue al rescate de nuestra diosa.
Lo único que tenia en claro era que el atardecer estaba a punto de terminar, un manto helado cubría hasta el ultimo de los arboles y ninguna criatura del bosque parecía ni despierta ni dormida. Ocultas, tal vez. Muertas, ni yo sabia bien. Pero supuse ninguna bestia u hombre estaría en su sano juicio como para retar al que portaba la armadura dorada de Aries.
Despreocupado, cese el paso. Puse mi robusto brazo sobre el camino de la dama, y le dije que aguardara. Buscaría leña, y ella que preparase su cama. O tomase de los alimentos que había traído en mi pequeño bolso, yo no necesita nada de eso. Nunca había traído ese bolso para mi, normalmente lo cargaba para aguardar al herido que me encontrara. Lo que si, era mío y solo mío, era aquel Laúd que empecé a tocar tras adentrarme en el casi verde prado.
Le pregunte, en ingles, lengua que por costumbre sabia que todo caballero -o gran parte- entendian en al menos cuatro frases.
"Y dígame... ¿Cuánto daría usted por Athena?
Pregunte yo, lo que para cualquier santo hace ya largos años debió ser un chiste. Y ahora para las nuevas generaciones, tal vez, una decisión que tomar antes de poder llorar. No sé, tal vez fue un mal comentario que hacer tras estos dos años en donde nada a de ser fácil para la casa de Athena. La dama después de todo quedo por un momento inmutada, callada, desconcertada entre lo que empecé a suponer como un agobio provocado por el aburrimiento. Pero tras subestimarle tanto, me lleve una sorpresa. Tenia boca, y no dude luego de eso que sabia bien como tenia que usarla.
"...¿Yo?" no pude evitar dar una tenue risa, la cual no había sido provocada por gracia sino más bien un respeto entre lo imprevisto. Esa pregunta que la joven había hecho, era sencillamente perfecta. Lamentablemente haría de nuestro viaje pesado, y oscuro como la mala hierva. Solo por eso decidí divagar, acortar camino, evitar historias sin sentido. Era lo ideal. Además, Jonathan de por sí era incapaz de ser tan grosero como para callar. Resumió, luego de mirar de lado a lado con un nervio obvio, hacer mueca de duda tanto en ceño como boca, y dar el aplauso que merecía la pequeña que estaba a su compañía. Fue ahí, cuando se inundaron del silencio que su pesada -y dulce- voz les explico.
"Habrá un día en el cual lo perderás todo, ven conmigo ese día. Ahí entenderás. Pero por ahora, creerme. Mi vida por Athena."
Resalte la ultima parte con el puño casi en el aire, dando una mirada valerosa a quien se molestaba en escuchar tan vaga palabra. Pero luego de notar la actitud de la petisa, suspire desanimado. Ella parecía tener todo en su cabeza bien claro. Supuse eso era lo mejor, aunque temía por la imprudencia que le había dado su poco tiempo. -Me pregunto, Athena. ¿Qué calse de aventura nos deparas?-
Me dije a mi mismo buscando un tema del cual no entrometerme, tratando de recordar en parte como había llegado a esta situación. Comenzó con un santo dorado, un caballero de bronce en busca de algo. Esa cruzada curiosa, y esta misión tan poco valerosa. No había remedio, y de ser necesario yo mismo le haría apreciar a tal criatura lo que era guerra. Pero por ahora mis pasos se dirigían a los dominios de Odín, quien fue al rescate de nuestra diosa.
"¿Cuántos países hemos recorrido ya, caballero de Hidra?"
Cuestione, había perdido la cuenta gracias a mi viaje por España. Y este lugar en donde bien nos encontrábamos, podría ser el primero u el ultimo. No lo sabia, y aunque ciertamente era un viajero frecuente. No solía aventurarme a tierras nórdicas como cualquiera que siguiese a la diosa griega. Esperaba, inocente, quien acompañaba tuviese una mejor respuesta que la de mi consiente. Lo único que tenia en claro era que el atardecer estaba a punto de terminar, un manto helado cubría hasta el ultimo de los arboles y ninguna criatura del bosque parecía ni despierta ni dormida. Ocultas, tal vez. Muertas, ni yo sabia bien. Pero supuse ninguna bestia u hombre estaría en su sano juicio como para retar al que portaba la armadura dorada de Aries.
Despreocupado, cese el paso. Puse mi robusto brazo sobre el camino de la dama, y le dije que aguardara. Buscaría leña, y ella que preparase su cama. O tomase de los alimentos que había traído en mi pequeño bolso, yo no necesita nada de eso. Nunca había traído ese bolso para mi, normalmente lo cargaba para aguardar al herido que me encontrara. Lo que si, era mío y solo mío, era aquel Laúd que empecé a tocar tras adentrarme en el casi verde prado.
Jonathan de Aries- Santo de Oro
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 24/03/2015
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
-Aine.- Respondió con rapidez y un leve toque de seriedad en su voz. Aun no era capaz de adaptarse al idioma, pero lograba escapar con lo poco que le habían enseñado. Sentía pesadez, y es que aquel muchacho que tenía por acompañante lo exasperaba en cierta manera. Sentía que sus preguntas no veían nada a cuento y parecía incluso desesperado por tratar de mantener una conversación fluida, pero para su enorme desgracia, había intentado hacerlo con la persona menos apropiada.
Lo cierto es que la muchacha no estaba realmente segura de querer responderle. ¿Cuánto sería capaz de hacer por ella? Lo cierto es que jamás lo había pensado. Nunca se había parado a pensar durante aquel raro recorrido que había hecho desde Alejandría hasta la humilde morada de su señora...- Si ahora estoy aquí, es porque estoy dispuesta a dar mi vida, ¿no cree?- A pesar de saber que tan sólo había una diferencia de unos años, no le gustaba tratar con confianza a aquellos que no conociera y con mucho más motivo, teniendo un rango bastante superior a ella, seguramente con una amplia trayectoria en el campo de batalla.- ¿Puedo preguntarle por qué me pregunta eso?- Preguntó con curiosidad. Las distintas reacciones que tenía su compañero le resultaban extrañas a la par que curiosas. Eran reacciones extrañas a preguntas que ella consideraba demasiado obvias... Eso le llevó a pensar en que aquello también dependía enormemente de la cultura que cada uno tuviese o la vida anterior que hubiera llevado, su forma de ser...- ¿Cómo dice?- Estaba confusa, no por su devoción hacia aquella mujer, sino todo lo anterior. Debía admitir que se sentía perdida, pero a veces, era mejor así. Simplemente le dejó hablar y explicar un poco aquello por lo que le había preguntado.- Lo cierto es que...- Hizo una breve pausa para contarlos.- Alrededor de unos seis.- Había dado una cifra aproximada, porque a decir verdad, el camino había sido algo largo y tedioso, pero había algo más, puesto que estaba exageradamente tranquilo.
Un extraño choque la hizo salir de sus pensamientos, y es que el caballero dorado había interpuesto su brazo en su camino, alegando que se detuviera.- De acuerdo.- Aceptó sin rechistar. Le pareció correcto acampar en aquel momento y en aquel lugar, ahora que aun había luz solar con la que poder ver. No tardó demasiado en acomodar el equipaje, aprovechó la ausencia del mayor para quitarse aquella máscara que ocultaba por completo su rostro, masajeándose las sienes con la mano que le quedaba libre. Suspiró de forma profunda y lenta, estaba exhausta y cansada del mismo viaje.
Lo cierto es que la muchacha no estaba realmente segura de querer responderle. ¿Cuánto sería capaz de hacer por ella? Lo cierto es que jamás lo había pensado. Nunca se había parado a pensar durante aquel raro recorrido que había hecho desde Alejandría hasta la humilde morada de su señora...- Si ahora estoy aquí, es porque estoy dispuesta a dar mi vida, ¿no cree?- A pesar de saber que tan sólo había una diferencia de unos años, no le gustaba tratar con confianza a aquellos que no conociera y con mucho más motivo, teniendo un rango bastante superior a ella, seguramente con una amplia trayectoria en el campo de batalla.- ¿Puedo preguntarle por qué me pregunta eso?- Preguntó con curiosidad. Las distintas reacciones que tenía su compañero le resultaban extrañas a la par que curiosas. Eran reacciones extrañas a preguntas que ella consideraba demasiado obvias... Eso le llevó a pensar en que aquello también dependía enormemente de la cultura que cada uno tuviese o la vida anterior que hubiera llevado, su forma de ser...- ¿Cómo dice?- Estaba confusa, no por su devoción hacia aquella mujer, sino todo lo anterior. Debía admitir que se sentía perdida, pero a veces, era mejor así. Simplemente le dejó hablar y explicar un poco aquello por lo que le había preguntado.- Lo cierto es que...- Hizo una breve pausa para contarlos.- Alrededor de unos seis.- Había dado una cifra aproximada, porque a decir verdad, el camino había sido algo largo y tedioso, pero había algo más, puesto que estaba exageradamente tranquilo.
Un extraño choque la hizo salir de sus pensamientos, y es que el caballero dorado había interpuesto su brazo en su camino, alegando que se detuviera.- De acuerdo.- Aceptó sin rechistar. Le pareció correcto acampar en aquel momento y en aquel lugar, ahora que aun había luz solar con la que poder ver. No tardó demasiado en acomodar el equipaje, aprovechó la ausencia del mayor para quitarse aquella máscara que ocultaba por completo su rostro, masajeándose las sienes con la mano que le quedaba libre. Suspiró de forma profunda y lenta, estaba exhausta y cansada del mismo viaje.
Aine de Hydra- Santo de Bronce
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 27/03/2015
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
Lo que fuera que hiciera en este lugar no era mayormente relevante, habían sido ordenes de Poseidon explorar los diversos sitios donde las amenazas estaban a la orden del día, tomando su puesto como dominante de la tierra ( hasta donde se cree) era su deber vigilar junto con sus generales marinos que todo se encontrara en orden y así fue como la general de Sirena emprendió una magnifica y novedosa expedición fuera de los dominios de su dios regente.
Una musica tenue y melodiosa se hizo presente en el lugar, era consecuencia de Saren que se encontraba tocando tranquilamente posada en un árbol muy cercano a los jóvenes, al sentir su cosmos se acerco para investigar y dar fe de lo que estaba viendo, la peliviolacea seguía tocando su flauta, las notas harían ver a los dos guerreros de atena a varias mariposas con un brillo singular revoloteando al rededor de ellos, como luciérnagas a orillas del rio
-Que hace un dorado y un bronce merodeando por aqui, a sabiendas que han avido diversas desapariciones y muertes por este lugar- respondio con ese tenue acento italiano en sus palabras
Apenas hubo encontrado a los dos jóvenes que al parecer se disponian a pasar la noche cerca del lugar donde se supone no podian pasar, o al menos eso es lo que ella había catalogado por si misma, dada los peligros que se encontraban en ese lugar, tenia entendido que muchos de los santos dorados se estaban resguardando en Asgard, su compañero Kevin se lo había informado, no tenia intenciones de agredirlos pero tampoco tenia intenciones de dejarlos continuar su camino, estas parecian ser ordenes directas de su dios
-Pero tengo curiosidad, cual es su destino caballeros?- pregunto con tranquilidad
Una musica tenue y melodiosa se hizo presente en el lugar, era consecuencia de Saren que se encontraba tocando tranquilamente posada en un árbol muy cercano a los jóvenes, al sentir su cosmos se acerco para investigar y dar fe de lo que estaba viendo, la peliviolacea seguía tocando su flauta, las notas harían ver a los dos guerreros de atena a varias mariposas con un brillo singular revoloteando al rededor de ellos, como luciérnagas a orillas del rio
-Que hace un dorado y un bronce merodeando por aqui, a sabiendas que han avido diversas desapariciones y muertes por este lugar- respondio con ese tenue acento italiano en sus palabras
Apenas hubo encontrado a los dos jóvenes que al parecer se disponian a pasar la noche cerca del lugar donde se supone no podian pasar, o al menos eso es lo que ella había catalogado por si misma, dada los peligros que se encontraban en ese lugar, tenia entendido que muchos de los santos dorados se estaban resguardando en Asgard, su compañero Kevin se lo había informado, no tenia intenciones de agredirlos pero tampoco tenia intenciones de dejarlos continuar su camino, estas parecian ser ordenes directas de su dios
-Pero tengo curiosidad, cual es su destino caballeros?- pregunto con tranquilidad
Saren de Sirena- General Marino
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 10/12/2014
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
Suspiró nuevamente, recolocándose la máscara al escuchar aquella hermosa música emanar de un instrumento traído por su acompañante de dorada armadura, aunque no tuviera un fino oído, podía distinguir algo más que las cuerdas de aquel laúd. ''¿Una flauta?'' Se preguntó a sí misma, tratando de buscarle explicación a aquella mezcla de sonidos, pero no encontró otra más que una tercera persona. Fue entonces cuando pudo oír su voz. Una voz femenina que se dirigía a ellos.
-¿Puedo preguntar quién es aquella que pregunta por nuestros fines?.- La desconfianza era palpable, puesto que no tenía intención de revelar información a cambio de nada. Aquella mujer se había presentado ante ellos con unas palabras poco apropiadas, al menos así lo consideraba la italiana. En vista de la situación, no tardó mucho más en ponerse en pié para vislumbrar con la mirada cubierta por una máscara a aquella total desconocida. Su aspecto no le decía demasiado, podría ser un espectro o uno de aquellos guerreros de los que tanto había oído hablar en el santuario.- Siento comunicarle que nuestro fin aquí no es algo que deba compartirse con un simple curioso. ¿Qué es lo que busca?.- La muchacha, por sus palabras, dudaba enormemente que tuviera sólo curiosidad por saber el origen de su desplazamiento hasta las tierras altas, sin embargo, por parte de aquella desconocida, no sabía si querría responder a las preguntas que la hidra lanzaba. No estaba segura de cuánto tardaría su acompañante en volver, aun así, debía estar preparada para cualquier cosa.
- Siento mucho ser tan descortés, pero no estoy autorizada a informar de nuestra situación u otros a desconocidos ni curiosos. Así que si no le es molestia, debo pedirle que continúe su camino.
-¿Puedo preguntar quién es aquella que pregunta por nuestros fines?.- La desconfianza era palpable, puesto que no tenía intención de revelar información a cambio de nada. Aquella mujer se había presentado ante ellos con unas palabras poco apropiadas, al menos así lo consideraba la italiana. En vista de la situación, no tardó mucho más en ponerse en pié para vislumbrar con la mirada cubierta por una máscara a aquella total desconocida. Su aspecto no le decía demasiado, podría ser un espectro o uno de aquellos guerreros de los que tanto había oído hablar en el santuario.- Siento comunicarle que nuestro fin aquí no es algo que deba compartirse con un simple curioso. ¿Qué es lo que busca?.- La muchacha, por sus palabras, dudaba enormemente que tuviera sólo curiosidad por saber el origen de su desplazamiento hasta las tierras altas, sin embargo, por parte de aquella desconocida, no sabía si querría responder a las preguntas que la hidra lanzaba. No estaba segura de cuánto tardaría su acompañante en volver, aun así, debía estar preparada para cualquier cosa.
- Siento mucho ser tan descortés, pero no estoy autorizada a informar de nuestra situación u otros a desconocidos ni curiosos. Así que si no le es molestia, debo pedirle que continúe su camino.
Aine de Hydra- Santo de Bronce
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 27/03/2015
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
Sus piernas bailaban en el aire,desde donde ella estaba sentada tocando tranquilamente la flauta, era evidente que había hecho aparecer una ilusión de mariposas frente a la joven de plata, esperaba haber sido escuchada por el santo dorados pero parecía mas inmerso en la música de su laúd mientras se adentraba en el bosque, que en lo que sucedía con la joven de plata
- en particular nada, pero las cosas han cambiado, no deberian estar aqui, criaturas monstruosas han aparecido por estos lugares dejando solo muerte a su paso, su camino es errado joven guerrera, deberian ir al santuarios, es ahi donde los necesitan- respondio esta vez tranquila, mas no bajo del arbol de donde se encontraba
La escama de sirena, conocida como la mensajera estaba haciendo lo que mejor sabia hacer, la guerra entre marinos y atenienses había acabado, eso lo sabia bien pero aquellos parecían no haberse enterado, los sucesos de dichos eventos habían sucedido muy rápido por lo que era normal que algunos aun estuvieran en viajes a donde quiera que fuera su punto de reunión, sabia muy poco, no había estado realmente presente en las reuniones pero si se mantenía informada.
-Permiteme presentarme, mi nombre es Saren portadora de la escama de sirena, mensajera de Poseidon, si bien puedo parecer ostil mas me lo parecen ustedes sobre todo yendo en una direccion equivocada a su verdadero destino, aya donde van no encontraran nada, las fuerzas atenienses ya no estan en ese lugar, si no al contrario estan ahora en el santuario - explico con voz clara y tranquila
La joven de pelo violeta no era muy conversadora regularmente, no era incluso la mas sociable y sobre todo aquella joven solo hablaba en cuestiones de necesidad como lo era ahora, explicarles a aquellos jóvenes lo que sucedía en realidad, aunque su misión encomendada fuera diferente en este momento
- en particular nada, pero las cosas han cambiado, no deberian estar aqui, criaturas monstruosas han aparecido por estos lugares dejando solo muerte a su paso, su camino es errado joven guerrera, deberian ir al santuarios, es ahi donde los necesitan- respondio esta vez tranquila, mas no bajo del arbol de donde se encontraba
La escama de sirena, conocida como la mensajera estaba haciendo lo que mejor sabia hacer, la guerra entre marinos y atenienses había acabado, eso lo sabia bien pero aquellos parecían no haberse enterado, los sucesos de dichos eventos habían sucedido muy rápido por lo que era normal que algunos aun estuvieran en viajes a donde quiera que fuera su punto de reunión, sabia muy poco, no había estado realmente presente en las reuniones pero si se mantenía informada.
-Permiteme presentarme, mi nombre es Saren portadora de la escama de sirena, mensajera de Poseidon, si bien puedo parecer ostil mas me lo parecen ustedes sobre todo yendo en una direccion equivocada a su verdadero destino, aya donde van no encontraran nada, las fuerzas atenienses ya no estan en ese lugar, si no al contrario estan ahora en el santuario - explico con voz clara y tranquila
La joven de pelo violeta no era muy conversadora regularmente, no era incluso la mas sociable y sobre todo aquella joven solo hablaba en cuestiones de necesidad como lo era ahora, explicarles a aquellos jóvenes lo que sucedía en realidad, aunque su misión encomendada fuera diferente en este momento
Saren de Sirena- General Marino
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 10/12/2014
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
Mi robusto cuerpo seguía su paso hacia la leña, mis oídos se percataban de la compañía que jugaba al lado de su laúd, más el dócil cosmos no me preocupo en lo absoluto. Podría ser un rebelde, podría ser no más que problemas. Aunque lo dude enormemente, ni gritos o un cambio del cosmos de la pequeña caballera de hidra había, o habría. Por lo que no sentí necesidades, ni apuro, solamente había un camino que debía seguir entre aquellas cuerdas que sacudir.
“Es hermosa.” admití, su música era prodiga. O al menos tan diestra como un ser cuya vida se había dedicado más al instrumento que a su propia diosa… ¿o dios?, aquel cosmos no parecía similar a ninguno que estuviese en las filas de la piadosa. No. Aquel cosmos era demasiado grande para pertenecer al de un caballero de plata, y desconocido para cualquiera que fuese dorado, además de atrayente una cualidad que no había notado en ningún caballero Atheniense. Ni en el puro sagitario, o el valeroso hércules. Más claro Jonathan no era el experto de cualquier armadura existente, no aun. Solamente era un Muviano incompleto.
Entonces las cuerdas cesaron, el Laúd bajo su gran manto termino guardado, un árbol al golpe fue derribado, cuatro troncos con una palma limpia fueron desgarrados y la única música que había quedado era aquella flauta que el joven Jonathan termino apreciando. Sonriente, nuestro noble caballero cargo cada par sobre sus hombros musculosos. La poco vista figura del caballero se resaltaba, su figura tan rígida y bien parecida, y por extraño que fuese su mirada verdosa entre la nieve desaparecida.
Él era un caso sin remedio, un espíritu más libre que el propio viento. Eso era algo que no podía debatirse, ni negarse, fuese tan devoto a las peticiones de su diosa como para cometer actos imaginables. ¿Era tan obvio que entre sus manos había sangre?
>”Debo protegerles, y ni dios o sus plagas podrán contra eso. Athena… oh, dulce monarca… tu voluntad, tu culpa, habrán de ser estos puños y mi armadura.
Sonreí, les di esa mueca débil a ambas. Apareciendo de la nada. Sin caminar, ni correr, solo al gran poder socorrer.
-Se está haciendo de noche. Pónganse cómodas, de lo que tengan que hablar, ahora tiempo les sobrara.- mencione sin tacto, tras posar en el suelo cada uno de los troncos que había cortado. Incendiando el cuarto con un golpe lo suficientemente suave, creando algo, una ilusión. Pues ni yo, tal vez ni ella(el caballero de sirena), necesitábamos de aquella madera. ¿Era demasiado considerado con la pequeña? ¿o le hacía sufrir por tan largo viaje?
“Es hermosa.” admití, su música era prodiga. O al menos tan diestra como un ser cuya vida se había dedicado más al instrumento que a su propia diosa… ¿o dios?, aquel cosmos no parecía similar a ninguno que estuviese en las filas de la piadosa. No. Aquel cosmos era demasiado grande para pertenecer al de un caballero de plata, y desconocido para cualquiera que fuese dorado, además de atrayente una cualidad que no había notado en ningún caballero Atheniense. Ni en el puro sagitario, o el valeroso hércules. Más claro Jonathan no era el experto de cualquier armadura existente, no aun. Solamente era un Muviano incompleto.
Entonces las cuerdas cesaron, el Laúd bajo su gran manto termino guardado, un árbol al golpe fue derribado, cuatro troncos con una palma limpia fueron desgarrados y la única música que había quedado era aquella flauta que el joven Jonathan termino apreciando. Sonriente, nuestro noble caballero cargo cada par sobre sus hombros musculosos. La poco vista figura del caballero se resaltaba, su figura tan rígida y bien parecida, y por extraño que fuese su mirada verdosa entre la nieve desaparecida.
Él era un caso sin remedio, un espíritu más libre que el propio viento. Eso era algo que no podía debatirse, ni negarse, fuese tan devoto a las peticiones de su diosa como para cometer actos imaginables. ¿Era tan obvio que entre sus manos había sangre?
>”Debo protegerles, y ni dios o sus plagas podrán contra eso. Athena… oh, dulce monarca… tu voluntad, tu culpa, habrán de ser estos puños y mi armadura.
Sonreí, les di esa mueca débil a ambas. Apareciendo de la nada. Sin caminar, ni correr, solo al gran poder socorrer.
-Se está haciendo de noche. Pónganse cómodas, de lo que tengan que hablar, ahora tiempo les sobrara.- mencione sin tacto, tras posar en el suelo cada uno de los troncos que había cortado. Incendiando el cuarto con un golpe lo suficientemente suave, creando algo, una ilusión. Pues ni yo, tal vez ni ella(el caballero de sirena), necesitábamos de aquella madera. ¿Era demasiado considerado con la pequeña? ¿o le hacía sufrir por tan largo viaje?
Jonathan de Aries- Santo de Oro
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 24/03/2015
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
A la mestiza no le sorprendió en absoluto aquella vaga ilusión que apareció frente a ella y su mirada. Ambas melodías sonaban a la par: el laúd de su compañero y la flauta de aquella mujer desconocida. Alzó la vista hasta la zona en la que se encontraba aquella voz que decía ser curiosa, en lo alto de un árbol cercano al campamento que habían asentado. ¿Criaturas monstruosas? Ahora encajaba todo. Las sospechas eran ciertas, si es que aquella mujer no mentía. La pareja de santos atenienses estaba allí con el fin de desmentir una clase de rumores acerca de las atrocidades y desapariciones que estaban ocurriendo en la zona. La conversación sentía que estaba tornándose diferente.
Aquella fémina se había presentado como una servidora de Poseidón. La joven de Hydra ahora estaba algo más confusa que antes. ¿Es que acaso los había seguido desde los dominios de su señora hasta aquellas tierras para advertirles de la dirección equivocada?- Espera... ¿desde hace cuánto tiempo exactamente sabías que estábamos...?- Su pregunta fue interrumpida por la repentina aparición de su compañero dorado, de la nada debería añadir. Una sorpresa que no podría considerar como agradable por el todo que aquel caballero había empleado en sus palabras, aunque...Ahora que se fijaba, ¿cuántos troncos traía a sus espaldas?-¿Cuándo... has vuelto...? No te he oído volver- Eso era otro dato algo extraño.
Aquella fémina se había presentado como una servidora de Poseidón. La joven de Hydra ahora estaba algo más confusa que antes. ¿Es que acaso los había seguido desde los dominios de su señora hasta aquellas tierras para advertirles de la dirección equivocada?- Espera... ¿desde hace cuánto tiempo exactamente sabías que estábamos...?- Su pregunta fue interrumpida por la repentina aparición de su compañero dorado, de la nada debería añadir. Una sorpresa que no podría considerar como agradable por el todo que aquel caballero había empleado en sus palabras, aunque...Ahora que se fijaba, ¿cuántos troncos traía a sus espaldas?-¿Cuándo... has vuelto...? No te he oído volver- Eso era otro dato algo extraño.
Aine de Hydra- Santo de Bronce
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 27/03/2015
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
-Nuestra misión no es nada de eso, es solamente reconocer el estado de Asgard. Aún faltan santos que representen las armaduras doradas, y no sabemos con seguridad si en este transcurso en donde el dominio del santuario de Athena-Poseidon y nuevamente Athena. Haya significado una llegada, eso es todo, revisaremos y luego nos iremos.- afirmo, seguro de sí mismo y esperando que la noche terminase de una vez. Aunque era tentador, ver la flauta de aquella dama. No le pregunto su nombre, no le interesaba. Aun así, sonriente, quería escuchar más de esa flauta.
-¿podrías continuar con aquella melodía? me tranquiliza.- confeso, entre un tono dulce que le agregaba cierta belleza al haber ignorado tantas preguntas. Pues Jonathan era de pocas palabras, y aún más cortas respuestas. El proponerle aquello, fue en cierta manera una aventura de las que no solía tal viejo.
-¿podrías continuar con aquella melodía? me tranquiliza.- confeso, entre un tono dulce que le agregaba cierta belleza al haber ignorado tantas preguntas. Pues Jonathan era de pocas palabras, y aún más cortas respuestas. El proponerle aquello, fue en cierta manera una aventura de las que no solía tal viejo.
- OFF:
- es mi turno otra vez, no?
Jonathan de Aries- Santo de Oro
- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 24/03/2015
Re: Erase una vez... en suecia [Privado, Saren y Aine]
-Mera coincidencia - respondió la escama marina, una sencilla palabra pero la adecuada solo para explicar todas aquellas preguntas que la santa de Hydra se había hecho, muestra de que la portadora de la sirena no hablaba mucho o solo lo estrictamente necesario para con la gente.
La general marino seguía sentada en aquella rama del árbol, sus observando no solo a la joven de cabello lila si no al pendiente de todo su alrededor, el caballero dorado había dejado de tocar por lo que estaba segura de que en algún momento llegaría, mas no sintió la llegada de este como era de esperarse lo que le sorprendió, llego a pensar si su guardia estaba muy baja como para no percatarse de ello, pero otra idea había llegado justo detrás de esta, era un caballero de Aries lo que le dio una idea de que es lo que había surgido mas no era algo que podía aclarar hasta no tener pruebas contundentes, por lo que se reservo su hipótesis.
Sus ojos lilaceos se posaron sobre el joven de armadura dorada quien no parecia inmutarse por la presencia de la general marino a diferencia de su compañera quien parecia tener bastante desconfianza hacia ella, su semblante no cambiaba en lo mas minimo pese a las sorpresas que le obsequiban aquellos dos santos de Atenea, somo entre sus dedos nuevamente su flauta y sin mas comenzo a tocarla con suma delicadeza y firmeza , la melodia comenzaba a invadir el lugar, como era de esperarse las ilusiones comenzaron a visualizarse, luciernagas creadas por la tonada de la flauta comenzaron a revolotear al rededor, la oscuridad de la noche permitia que su brillo adornara con maravilla el lugar, mientras la general marino seguia tocando
La general marino seguía sentada en aquella rama del árbol, sus observando no solo a la joven de cabello lila si no al pendiente de todo su alrededor, el caballero dorado había dejado de tocar por lo que estaba segura de que en algún momento llegaría, mas no sintió la llegada de este como era de esperarse lo que le sorprendió, llego a pensar si su guardia estaba muy baja como para no percatarse de ello, pero otra idea había llegado justo detrás de esta, era un caballero de Aries lo que le dio una idea de que es lo que había surgido mas no era algo que podía aclarar hasta no tener pruebas contundentes, por lo que se reservo su hipótesis.
Sus ojos lilaceos se posaron sobre el joven de armadura dorada quien no parecia inmutarse por la presencia de la general marino a diferencia de su compañera quien parecia tener bastante desconfianza hacia ella, su semblante no cambiaba en lo mas minimo pese a las sorpresas que le obsequiban aquellos dos santos de Atenea, somo entre sus dedos nuevamente su flauta y sin mas comenzo a tocarla con suma delicadeza y firmeza , la melodia comenzaba a invadir el lugar, como era de esperarse las ilusiones comenzaron a visualizarse, luciernagas creadas por la tonada de la flauta comenzaron a revolotear al rededor, la oscuridad de la noche permitia que su brillo adornara con maravilla el lugar, mientras la general marino seguia tocando
- Spoiler:
Saren de Sirena- General Marino
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