Una lección de vida[Maina]

—Ruin, Vil, Perverso... — Pronunció con parsimonia la amazona de Virgo, en lo que su atención estaba completamente atraída en la escena que su compañero le estaba brindando, bien podía pensar que Len no tendría complicaciones en acabar con aquellas criaturas, así como a ella le había sido de suma sencillez, sin embargo parecía que él disfrutaba de esa clase de juegos, para darle un toque mas entretenido a la lucha, le parecía algo agradable, aunque en lo personal para ella, no se vería haciendo uso de ese tipo de métodos, por el simple hecho de que no era alguien muy ocurrente.

Como eso clásico que suele suceder en las caricaturas animadas, una pequeña gota de sudor cayó por la frente de Maina ante tal acto de Len, ¿es que siempre era así? Tuvo que reprimir una risilla, pues esa infalible seriedad no podía perderla en ese momento, aunque por dentro estuviese más que divertida con la situación, solo por el hecho de querer dar por terminado todo ese asunto, se había extendido mas de lo que creyó y el tiempo avanzaba rápido, parecía que la oscuridad estaba en su contra, pues lo que parecía ser un agradable atardecer comenzaba a esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. —Tu no te preocupes por mí, te sigo. — Dicho esto, se emprendió el camino a seguir a la criatura moribunda, era cierto que Maina era una total inexperta en eso de ir con cautela y casi pecho tierra, sin embargo para todo se aprendía, y teniendo en cuenta de la inteligencia de la amazona portaba, no era algo complejo para ella.
Bastaron unos largos minutos para alcanzar a ver una cueva, donde aquel animalejo había entrado. Allí seria el fin de aquella tan larga misión y un poco excéntrica, o demasiado si es que tenía que decirlo, habiendo sucedido de todo, incluso habiéndole cambiado una perspectiva que ella creyó jamás tomar en importancia. Y nuevamente la voz de Len la sacó de su ensimismamiento, haciéndole ladear una sonrisa, no pudiendo evitar comentar al respecto. —Que lamentable, no me gustan las manzanas. — Se pudo escuchar una risita, al menos el sonido bajo de esta pues intento que no sonara demasiado para que sus palabras no perdieran la supuesta seriedad con las que bromeando, intento decirlas.

Una vez más el cosmos dorado la rodeo, movió su cuello de un lado a otro haciendo que este tronase, ante un rugido más, que probablemente a cualquier otra persona la hubiese asustado o hasta hecho trastabillar, para Maina solo le hizo dejar salir un largo suspiro, centrando sus orbes aguamarina en aquella bestia; no era la usual mirada pacifica de Virgo; estaba molesta, irritada si se podía decir, ya habían sido muchos los problemas que esas criaturas les habían causado como el tener que aguantar más. Aquella que se conocía como la guardiana del sexto templo, la más calmada y centrada de los doce caballeros de oro, había perdido la paciencia, al menos había algo bueno de ello, quien iba a ser objetivo de descarga de ese enojo, sería la bestia.

—Vamos a terminar con esto de una vez. —

Los destellos rojos que indicaban eran las agujas escarlatas de su compañero fueron la luz de que era turno de ella para proseguir, agradeciendo mediante la comunicación de cosmos energía por el camino que él abría para ella, así sería mucho más ventajoso para Virgo, aunque probablemente lo que tenía en mente diera por finalizado no solo con la criatura mayor, que bien se podría decir era la madre de todos los otros pequeños.

—Len, deberás perdonarme por acabarte la diversión tan pronto, viendo que tan bien la estas pasando. —

Aquello lo hubo dicho con la total sinceridad; quizo darle más tiempo, y a ello, se limitó atacar a la bestia con descargas de su cosmos energía mediante la palma de su mano, solo causando el daño físico que ella deseaba, haciendo y deshaciendo a su antojo. Más no tardo en dar el siguiente movimiento. De su mano diestra, desenredó aquel Rosario de ciento ocho cuentas, el cual en un solo ondeo, se quedo en el aire, como si este levitara por si mismo. El cosmos dorado de Maina brillo un poco más de lo usual, emprendería tan solo una parte de su fuerza, no era necesario usarla en totalidad puesto que el enemigo, no lo requería así.

—Comando celestial sobre los espíritus Maléficos de Ríos y Montañas. —

Tras esa técnica, del Rosario comenzaron a salir dispersados espíritus-fantasmas de montañas y ríos cerca de la zona, acudiendo al llamado de invocación de Virgo, atacando a así a los enemigos de ambos santos dorados, traspasando estos y llevándose o más bien en detalle, tragándoles el alma, dejándolos en un cuerpo/cadáver vacío. Bastó un movimiento más donde el rosario volvió a enredarse en su mano diestra para dar por finalizada la técnica. Dejando salir tan solo un suspiro, después de tanto rato, dejó caer sus párpados, volviendo a su estado de pacifismo.  —Así no tardaremos en volver al Palacio e informar de esto. — Dio media vuelta sobre sus talones, dispuesta a salir de la cueva, aquel olor fétido le calaba hasta los huesos. —¿Vamos? — Ladeó su rostro en dirección a su compañero, mostrándole una cálida sonrisa, así esperar por él y retirarse juntos de allí.