En busca de la verdad (Saga de Geminis)

La tarde caía por sobre los templos de los regentes de los 12 signos zodiacales, los tenues rayos de sol rosaban delicadamente los pilares de una casa que la amazona de cuervo buscaba en ese momento, ligero aire podía sentirse en aquel lugar, era un lugar con ligera brisa siempre a pesar de estar rodeado por un valle que fácilmente podría fungir como rompe-vientos pese a eso seguía llegando la brisa refrescante del atardecer.

La amazona de hebras negras tenia bastantes preguntas y sabia de un solo caballero que podría dárselas, a las buenas o a las malas pero ella buscaría respuestas, estaba consciente de que no seria tan fácil, pero ella era aun mas testaruda de lo que parecía, no se detendría ante nada para conseguir lo que ella creía necesario para llevarlo acabo, subio sin problema por la casa de Aries y la de Tauro llegando al tercer templo el cual era de su interés, antes de entrar a lo que posiblemente seria su mas grande enfrentamiento giro su rostro hacia atrás, se podía observar parte de la ciudad aledaña y el pueblo mas cercano al templo, las farolas comenzaban a iluminar el lugar, solo dio un suspiro antes de girarse de nuevo y entrar a la casa, sus pasos se hicieron sonoros, portaba su armadura plateada que al tocar su endosado de piedra reproducía los sonidos metálicos a causados por el movimiento de esta.

-Santo dorado, necesito respuestas, manifiestate- solto la joven con un tono seco y serio

Estaba lista para cualquier altimaña del regente de géminis, conocía si fama algo que realmente no le intimidaba, protegida con su ego y descaro sentia ser capas de encarar a un sujeto de esa índole, la joven adopto su habitual pose, recargando su peso sobre su pierna izquierda y cruzandose de brazos en espera de una respuesta

La casa de Géminis una vez más era visitada. El templo de los gemelos, una edificación más  pequeña que las dos precedentes era escudriñado por la Santa de Cuervo, Hikari.
El templo de los gemelos era tal cual como se lo habían descrito. Una estructurada compuesta por tres alas, la central, donde se encuentra la entrada, está retrasada con respecto a las otras dos. Las dos alas laterales se sostienen sobre columnas dóricas  enlazadas con paredes de mármol sobre las cuales están esculpidas las figuras de dos querubines gemelos provistos de alas, el del lado derecho lleva una lira en la mano, mientras que el del lado izquierdo lleva una serpiente alrededor de su brazo.
Justo en la entrada una extraña corriente de aire soplo desde el exterior a la oscuridad del interior del templo, una corriente de aire que duro alrededor de diez segundos, dicha corriente levanto el polvo de lugar y formo pequeños remolinillos de viento. Esto produjo que por accidente los cabellos de la santa se moviesen tapándole el rostro suavemente. Pequeños jirones de cabello molestaban en sus ojos.
El aire se calmó y con ello el silencio reino. En el fondo la silueta oscura de un hombre con un manto a su espalada comenzó a surgir, se observó mirando de frente a la Santa a lo lejos en contraposición a la luz que emanaba de un cosmos soberbio, extraño y abrazador.  El extraño cosmos hacia jirones de luz alrededor de aquel hombre.
Aquel hombre en el fondo no se movía se mantenía estático como esperando que ella entrase aquel lugar. La sombra que poseía aquel cosmos, el cosmos abrazador, se dio vuelta y con él su capa cavilo por el viento junto con sus cabellos largos que caían a su espalda, una vez de envés, camino unos cuantos pasos al interior, se pauso y miro hacia atrás por encima de su hombrera dorada mirando a Hikari y dando la espalda nuevamente, se internó a las profundidades del templo entre pilares blanquecinos que se extendían a lo largo y ancho de aquel pasillo.  
Una vez más el aire entro violento, recio y más fuerte que antes al interior del templo, esta vez haciendo mover un poco a la dama.

Spoiler:

-oh no, no voy a entrar santo de geminis, si lo hago es claro que si entro estaré perdida- respondió la joven de baja estatura, quien fuera tan torpe para entrar a esa casa seguro seria presa de una de las ya conocidas ilusiones del caballero regente de la tercera casa.

-Eh venido por respuestas, pero a menos que usted sea tan amable de venir hacia mi yo no me moveré de donde estoy- respondió creciéndose de brazos nuevamente- sea cortés y sea buen anfitrión- exigió Hikari

La joven santa de plata no tenia respeto por nadie al parecer, le hablaba a uno de los mas grandes caballeros de oro como si le conociera de tiempo y sin mas mínimo respeto, ni por ser ella la que se hubo acercado a la casa, el aire seguía soplando , alborotaba el cabello de la negra cabellera, una figura negra grazno desde las alturas, su compañero alado había llegado para posarse en su hombro, quizá la única criatura a la que le mostraba algo de cariño


off: siento lo corto , solo que no habia de donde agarrar

El caballero la miro desde lejos una vez más por encima de su hombrera dorada. Perfilandose para escuchar a la Joven Santa.
¡Si no quieres, no entres! Dijo el caballero déspota con el rugir de su voz gutural desde lejos, aunque su voz se escuchaba como si estuviese de frente a la chica ¡Si quieres respuestas entra, sino, muy bien puedes lárgate! El enfermo busca al médico. Lamentablemente no soy médico y mucho menos alguien sabio. Pregúntale a otros Santos. No creo que hayas venido tan lejos para amedrentarte por una insignificante construcción. Devuélvete insolente y ve a tu casa, allí estarás a salvo.
La situación era precaria, Saga sabía que los Titanes se valdrían de cualquier artimaña. El caballero desconfiaba de todos y el único método de pasar por aquel lugar era atravesar el templo de los Gemelos o devolverse, se internó nuevamente en la lozana oscuridad, la penumbra lo absorbió y  lo devoro como animal hambriento.
La noche arropo con su manto el cielo nocturno y las estrellas salieron a relucir, pasaron algunas horas, mas Saga no volvió a salir sin embargo su comos se sentía en todo el lugar. En lo alto la edificación de los Titanes resplandecían ante la luna clara amenazando la vida de todos los que en el Santuario estaban.

Bien parecía un duelo de egos, ninguno de los dos estaba dando su brazo a torcer, ella con a negativa de no sobrepasar los limites de aquella casa famosa por sus juegos e ilusiones y el santo dorado con una actitud cortante, la joven pelinegra enozo una sonrisa antes de hablar

-Con que el gran santo dorado de Geminis parece meterle a una simple santa de plata, tanto que no pretende salir de sus aposentos, escudándose solo en su frió y cortante carácter- básicamente había descrito actitud que ella misma estaba tomando en cierto momento, no obstante serviría para llamar la atención del santo dorado.

El tiempo transcurrio, la temperatura decendio y dio paso a la noche, cielo adornado con una bóveda celeste adornando el cielo nocturno, la santa de plata no se había movido de ese lugar, no esperaría mas de 20 minutos a obtener respuesta , si bien ella es la que había llegado en busca de una respuesta, tampoco era para que el anfitrión le respondiera de esa manera

La silueta de una sombra se proyectó en el suelo, todo parecía indicar que alguien estaba de tras de la santa plateada. Una silueta silenciosa y de cosmos apagado.
Allí no hay nadie. Dijo Saga con voz amable y pausada. Estaba sin su armadura hablando a las espaldas de Hikari. La casa de géminis no posee trampa alguna, no es un laberinto como algunos creen. Es solo una ilusión. No hace falta entrar, ya que el portador de las mismas no es la casa. Es el guerrero.
Callado, sigiloso como el viento, simplemente estaba allí mucho antes quizás, de pronto observando todo aquello. El Santo quizás meditaba en otro lado mientras una barrera de ilusión, un pensamiento residual de cosmos o una armadura vacía había quedado custodiando la extraña fortificación de Géminis para infundir miedo o desorientar a cualquiera visitante y Hikari no parecía ser cualquiera, de eso estaba seguro.
Al estar a contra luz solo se podía desdibujarse la forma de Saga. El caballero vestido de ropas de entrenamiento contemplo por un instante analizante y en silencio el rostro de la joven con sus inmensos ojos azules de entrecejo fruncido.
Dime guerrera. Dijo nuevamente con su voz gutural ¿Cuáles son tus preguntas?