Si no digo "hola" es porque no es tan debido ¿cierto? [Priv/Saga]

Caminaba con un poco más de prisa de lo normal. La euforia no lograba esconderse en las blancas facciones del albino.

¡Hay un pueblo cerca! ¡Un pueblo! No es que le emocione la idea de relacionarse con la gente o verse entre el bullicio mismo sino que podría preguntar finalmente si va por el camino correcto. -¡Por favor Atenea, que así sea!- Quiere verle, en realidad es lo que más añora ¿cómo sería ella? ¿Cómo serían los caballeros que la protegen? Credo le platicaba historias acerca de ellos pero jamás se hizo una idea al respecto, además, parecía ser que los conocimientos de su hermano acerca del santuario no eran muchos en realidad.

¿Habría pasado tiempo ahí? ¿Pero entonces que hacía con su familia adoptiva antes de ser muertos por dichos espectros? Negó.

Tampoco ha de hacerse muchas esperanzas, intuye que la información con respecto al santuario era poca y valiosa como  para divulgarse así sin más...  Ante tal pensamiento disminuyó la marcha, hasta que se detuvo.

Apretó la correa de la caja de pandora donde yacía su armadura.

-Tsk - No había pensado en ello...  

¿Cómo podría investigar sobre el santuario sin levantar sospecha? Claro, no quiere verse en peleas innecesarias. No es que fuese un completo idiota en batalla, más tiene miedo de cometer otro error similar al que hizo cuando la armadura le eligió como nuevo dueño, y que, algún inocente resultase lastimado por su culpa.

-"Cuestión de más práctica supongo"- Se dijo a sí mismo, lo cierto es que elevó su cosmos más de un par de veces en el bosque, a manera de entrenamiento... Lo que no sabía el albino es que con aquel "inocente acto" podría atraer algún enemigo. -En fin... Veamos que pasa- Sonrió de manera ladina, retomando la marcha aunque ya no tan eufóricamente.

Conforme caminaba rumbo al pueblo cuyo nombre desconocía el joven albino. Se trazaba (o al menos eso intentaba) un plan para lograr recaudar aunque sea un poco de información con respecto al santuario.  O al menos una ruta. Ya sea inventando excusa de ser un viaje turístico, o algo de la índole. Total literalmente era un viajero. Uno con muy mala suerte... O al menos aprovecharía para comprar una venda limpia, teme que se complique la herida de su brazo.... ¡En fin ya sabría mejor que hacer cuando llegase! ¿Para qué se complicaba las cosas?

Más algo le hizo prestar atención, sacándole de sus cavilaciones. Afiló la mirada e inconscientemente subió la guardia. Algo no estaba bien, se percató de una presencia...

No era como aquellas que mataron a su hermano mayor.

Era peor era Tan fuerte e intimidante...

Mas no por eso se echaría atrás y se dirigió con rapidez hasta donde se encontraba el poseedor de semejante presencia.  Y finalmente, hele ahí frente a él... Se detuvo en seco, a una distancia considerable.  -Tu...- Fue lo único que mencionó. Lo cierto era que la diferencia entre armaduras era abismal.

El problema era ¿sería acaso aquel hombre un enemigo? Cerró los ojos e hizo un poco de memoria. Definitivamente la armadura de aquel hombre de cabello celeste no era como las que vio aquel día.  Se irguió levantando un poco el mentón, como si con ello pudiese ver mejor al alto hombre  -¿Tienes algo que ver con el santuario de Atenea?- ¡Ah! Ahí iba su filosa lengua a hacer de las suyas ¿Cuándo aprendería que aquello puede meterle en un problema sumamente enorme?

Giró la mirada antes de negar con un ademan de cabeza ¿en serio? sabía que se metía en un asunto para nada agradable. Más no la magnitud del mismo. Para prueba de ello el cabestrillo donde hacia su brazo diestro, o mejor, la muerte de su hermano y que el por error haya asesinado a su propia hermana al atacar a un espectro.

–Debes estar de joda...- Sonrió de manera ladina antes de dejar la caja de pandora a sus pies como si la mostrara al mayor, aunque claro, es más que obvio que el otro sabe que hay en ella.

Aquella aura dorada sorprendió ligeramente al albino. Era similar a lo que él hacía... No, no había punto de comparación. Lo peor de todo es que sabe que aquello puede aumentar gradualmente, no era ni una mínima parte del potencial de aquel hombre de armadura dorada. –Carajo- Tensó la quijada y de nuevo, afiló el mirar mientras fruncía el cejo. Separó ligeramente las piernas.

–Bien, responderé toda pregunta que quieras. Siempre y cuando tu respondas las mías- Su cosmos se elevó siendo la energía celeste la que rodeaba su físico, las ramas de los arboles comenzaban a mecerse... No temía al de enfrente, aunque claro cualquiera que tuviese un poco de juicio sabría que hay que temerle al santo que yace frente suyo.

Lanzó un golpe al contrario con su puño envuelto en energía celeste, lo hizo con todas su fuerzas, aunque lo más probable es que tuviese pocos resultados.

–Me dirijo al santuario de Atenea porque quiero respuestas. Unos idiotas con armaduras purpuras y energía oscura mataron a mi hermano mayor quien al parecer era un caballero de Atenea- Vaya manera de responder al santo de géminis ¿cierto?

-¿¡He!?- La sorpresa no busco escondite en las blancas facciones del joven, quien observo como su golpe atravesaba al ajeno. ¡Pensó que tomaría su puño o que inclusive lo esquivaría! o algo de la índole.

No obstante lo que paso fue sin duda mucho más de lo que hubiese llegado a imaginar que fuese posible. Observo como la armadura de oro caía frente suyo, lo que hizo que retomase la postura anterior atento a lo que pudiese pasar.

La gruesa voz del hombre atrajo nuevamente su atención. E inmediatamente el santo de plata giro en dirección de la misma. La energía celeste que envolvía su físico desapareció al instante, comprendiendo que ni siquiera estaría cerca de proporcionar un rasguño a aquel santo. –Hades...- Musitó como si desease aprender aquel nombre, mientras bajaba la mirada. Se pasó la izquierda por el cabello. Si, como el mayor decía, no tenía ni la más mínima idea de en lo que se estaba metiendo...

Ante la mención de Athena el joven le miró fijamente, con decisión, no va a vacilar en su respuesta... debe ser digno, Credo debe estar orgulloso de su persona, no ha de defraudarle. –...Yo... Quiero verle. Deseo estar bajo su servicio, y protegerle... Aprender a utilizar todo mi potencial sin dañar a alguien en el proceso... quiero proteger a aquellos quienes no pueden hacerlo. Si esto es solo el comienzo, si esos realmente eran los de bajo rango comprendo que todo lo que seguirá será mucho peor...- Señaló su caja de pandora, con la mano sana -Quiero ser digno de llevarla, prometo no defraudar a nadie...-

Escuchó atentamente las palabras del más grande. Comprendía bien. Es cierto que es volátil, y no tiende a pensar las cosas, más en el momento sintió que lo mejor era tragarse sus palabras y prestar atención a las sabias palabras de aquel santo de Athena.

Finalmente, las repuestas que tanto ha añorado le habían sido otorgadas. Aunque de nuevo la sorpresa así como curiosidad se mostraron en su rostro.  -"joder-" pensó la situación era mucho más crítica de lo que pensaba. Entonces... No solo estaba Pallas Atenea, sino también Hades, y Poseidón, y a lo que pudo saber, la situación no era nada agradable.

Pese a todo sonrió. Era bueno el no permanecer tanto en la ignorancia.

-O-oye ¡espera!- Extendió la izquierda como si pretendiese detener al santo de géminis, sin embargo el mismo desapareció sumiéndose entre las dimensiones dejándole ahí sin siquiera despedirse.

Suspiró con pesadez. -Con que santos rebeldes ¿he?- Debe ser cauteloso, las decisiones que tome de ahora en adelante podrían repercudirle gravemente en un futuro cercano.

Cerró los ojos y sonrió. No, no tiene mucho que pensar, sabe a quién sirve, cuál es su lugar. Miró el infinito cielo azul. –Bien...- Tomó nuevamente la caja de pandora, dispuesto a continuar su marcha -A Asgard entonces-

Ahora habría que averiguar cómo llegar hacia ese lugar... Mientras tanto, se encaminaria al pueblo, comeria algo, conseguiria una venda, y despues emprenderia el viaje nuevamente.