Hasta la rosa mas delicada florece en el mas frío invierno [Abierto]

-La entrada al reino de Asgard era un camino helado y al parecer sin vegetación alguna, rodeado por montañas y amplias praderas cubiertas por la blanca nieve, un hermoso paisaje blanquecino tranquilo y pacifico tal y como le gustaban al santo de Piscis ya que su personalidad solo se reflejaba de esa misma manera. Se encontraba allí en absoluto silencio como era común en el mientras se sentaba sobre una roca cruzando sus piernas apoyando su diestra a un lado de la roca y la zurda sobre su rodilla portando ene se momento su armadura. Podía sentir las frías corrientes de aire las cuales hacían de su cabello moverse al ritmo de estas cubriendo en ocasiones su rostro.

El santo dorado respiró profundamente mientras una lasciva sonrisa se marcó en su rostro cuando por su mente un vago recuerdo pasó:- "Estás condenado Albafica! tu destino es vivir solo, no te has dado cuenta de lo que has provocado? " -Aquella escena en la que su padre le había regañado a gritos al ver que su hijo se había convertido en una bomba venenosa capaz de asesinar a todas las personas que se encontraran cerca de el, aquello en ese momento resultó ser un duro momento para el al recibir el rechazo de su padre, sin embargo ahora solo le causaba gracia pues este estaba equivocado, cualquiera no hubiese soportado tal veneno correr por sus venas, pero Albafica no solo lo llevaba en su interior sino que también había logrado controlarlo-

Estabas equivocado padre -Murmuró para si mismo en un tono de gracia sin borrar su pequeña y ladina sonrisa- No solo he llegado a soportar este poder, sino que lo manejo a voluntad. Observa padre, observa todo lo que tu hijo ahora es capaz de hacer.. -Mencionó riendo muy bajo para si mismo mientras miraba como a unos metros frente a el entre la nieve una pequeña rosa roja nacía.

Salía continuamente de donde vivía, a veces a por comida, otras ocasiones solo a "dar un paseo", pero solía caminar en los alrededores del reino de Asgard,no gustaba de la temperatura tan baja del lugar, pero no había opción, aún esperaba el llamado de Athenea, y a pesar de que en sus años en Asgard no hubiese cruzado palabras con prácticamente nadie, si había visto ya varias personas rondar aquellas tierras, en fin salió del lugar, a las afueras de Asgard, quería observar el paisaje, y despejarse un poco mientras esperaba que algo sucediera y tuviese que entrar en acción.

Miró sus alrededores, y entonces observó, otro caballero dorado, portaba su armadura, al igual que lo hacia el caballero de cáncer, la intriga le invitó a acercarse, y se dio cuenta que el peliazul, miraba una rosa que crecía recién en aquel lugar, se fue caminando por el lado en el que se encontraba esta rosa, caminando entre la nieve, aplastó la rosa, mientras miraba fijamente a aquel caballero.

- Que haces aquí solo, rarito - preguntaba con una voz poco amistosa una mirada penetrante, fría y una voz tajante dirigiéndose al presente, quién parecía algo distraído en un principio, antes de que "muerte lenta" se acercase, pero aún esperaba ver como sería su reacción al haber aplastado la rosa, pues parecía interesado en esta.

-Aquella paz y tranquilidad se vio arruinada cuando otra persona se acercó, desde un principio percibió cierta molestia contra este la cual quedó aclarada cuando pisó aquella rosa que el mismo había sembrado en tan frío clima, escuchó las cortas palabras ajenas a lo que solo respondió con un muy leve gesto frunciendo el ceño- Notó que este portaba una armadura dorada al igual que el, extraño tratándose de un aliado tener que comportarse de aquella manera, sin embargo le restó importancia pues si lo que trataba era de hacerle molestar perdía su tiempo, allí donde había florecido esa flor crecerían miles mas con el tiempo, mas bien debería agradecer que aquella que había aplastado solo era un prototipo en busca de la fertilidad de la tierra asgardiana, de tratarse de una de sus rosas venenosas en estos momentos estaría lamentandolo.

Albafica se levantó de aquella roca mirando fijamente a aquel caballero mas sin embargo no mencionó una sola palabra, porqué responderle a alguien que evidentemente no llegaba de buena manera? Aún así aunque pensaba retirarse decidió no dejar al contrario con la palabra en la boca-
Lo que yo haga o no haga aquí creo que no es de tu incumbencia -Respondió dandole la espalda mientras se alejaba en busca de un nuevo lugar pacifico ya que aquella persona acababa de arruinar su momento- Por cierto, allí donde aplastaste esa rosa nacerán cientos mas, por favor no dejes una sola en pie, necesito el terreno para plantar unas mas efectivas que sigan atrayendo idiotas a pisarlas

Luego de pisar aquella rosa, y acercarse al dorado que se encontraba en el lugar, miró la reacción de este, y su disgusto ante muerte, este al ver la reacción de Albafica soltó una leve sonrisa. Miró al caballero de piscis levantarse, y mirar fijamente a Muerte, quién reconocía el valor de este, al mirarle sin estremecerse ni mostrar preocupación en su rostro, a pesar de la expresión fría y de los ojos siniestros que posee el caballero de cáncer. Le respondió, dándose vuelta y con palabras duras, empezó a caminar, como si quisiera marcharse, mientras aún le decía algunas cosas al caballero de Cáncer.

El frío del lugar comenzaba a molestar a "muerte lenta" pero aún no pensaba en irse, cerró sus ojos y soltó una pequeña risa, pues no esperaba esa reacción de piscis, agarró un poco de nieve e hizo una bola, pensó en tirársela a su interlocutor, sin embargo la mantuvo en su mano por alguna razón.

- Valla ¿te molestó? lo siento, no sabía que querías la rosa para dársela a algún amigo - con un tono burlista y algo pasado, jugando con la bola de nieve en su mano, hablaba - Te recomiendo cuidar tus palabras o puedes cometer un error - finalizó su frase, abriendo sus ojos con una mirada cínica, y manteniendo una leve sonrisa en su rostro, dejando su mano derecha, en la cuál tenía la bola de nieve, quieta, y de alguna manera amenazante.

- ¿Ya te vas? pensé que podíamos divertirnos - frunciendo de manera que casi ni se notaba sus cejas, y aumentando un poco más su sonrisa, pareciendo hasta cierto punto diabólica, pues se preguntaba si Albafica se marcharía de igual manera, o estaría por un rato más en el lugar.

-Sus pasos se detuvieron al escuchar nuevamente a aquel caballero redirigirse la palabra, sonrió ladino cerrando sus ojos y bajando un tanto la cabeza para luego respirar profundamente girándose y volviendo así su mirada al contrario- Cuidar de mis palabras? -Una pequeña risa irónica escapó de el- Debo tomar eso como una amenaza acaso? -Sonrió ladino- Deberás esforzarte un poco mas si tu intención es molestarme caballero de cancer, después de todo lo único que estás logrando es mostrarme una imagen prepotente y a la vez inmadura lo cual creo que no combina con esa armadura que portas -Mencionó señalando la armadura que portaba su compañero y luego su rostro- Piensas arrojar aquella bola de nieve? -Preguntó al notar la que tenía en manos- Tu significado de diversión es muy distinto al mio, no creo que sepas como entretenerme, bufón~
-Dicho esto volvió a sonreír de forma un poco burlona mientras lo miraba fijamente. El caballero de piscis se conocía por ser una persona completamente distante y poco conversadora, sin embargo su compañero había logrado sacarle mas de un par de palabras, no era el tipo de personas a las cuales el le dirigiría la palabra pero sin embargo ene se momento se sentía en la necesidad de hacerlo luego de que este se acercara fuese o no con ánimos de entablar una conversación o solo por molestarlo, lo único cierto es que Albafica solo lo estaba viendo como un intento de llamar la atención, aquello simplemente le generaba indiferencia pues si para el había una forma de llamar la atención de alguien era por medio de sus valores y virtudes, cosas de las cuales aparentemente el caballero de Cancer carecía desde el punto de vista del santo de Piscis.-

Bueno, te he dejado una tarea, solo espera a que las demás rosas florezcan, recuerda no dejar una sola en pie -Dicho esto volvió a darle la espalda para disponerse a caminar en sentido contrario a donde se encontraba su compañero-

Se detuvo, quería decir que escuchaba bien las palabras de cáncer, quien se acercaba lentamente jugando con la bola de nieve que portaba en su mano derecha, escuchando cada palabra, y la risa de Albafica, sentía ganas de atravesar la bola de nieve en la boca a su compañero dorado, si no lo hacía era para no caer en provocaciones tan fácilmente.

- ¿Amenaza? nunca amenazo, de querer hacerte algo ya lo hubiese echo - dijo al estripar la bola de nieve y deshacerla en su mano, sacudiendo esta un poco para quitarse los residuos de nieve que aún se mantenían en su mano, - ¿Esforzarme más? creo que te he molestado lo suficiente, pues hasta has pensado en irte de aquí - colocándose de perfil izquierdo, con respecto al punto de vista que se obtendría desde donde se encontraba piscis, se dirigió a él, alzando su mirada al cielo.

Ignoró las otras palabras que dijo en ese momento su interlocutor, parecía que su mente se perdía en donde tenía su mirada, la sonrisa en su rostro, aunque pequeña, no desaparecía, miraba con atención el cielo, como si esperase algo de ahí, algo que le cambiara aún más la vida, pues en su interior aún estaba esperanzado en conocer a Athenea y luchar para ella, por lo que esta diosa había hecho por él, pues luego de lo que sucedió en la universidad, se puso a investigar, y estaba seguro de que era ella quién le había hablado, y le había rescatado.

- ¿Me hablabas? - mirando a Albafica le preguntaba, al voltear su cabeza con su sonrisa imborrable, luego de la consulta bajó su cabeza, y cerró sus ojos, al parecer pensando en algo, - Si piensas quedarte contéstame, ¿cómo te llamas niña? - aún burlándose, y de manera algo grosera miraba a piscis y le consultaba, pues si iban a continuar en el lugar sin comenzar una lucha, por lo menos le interesaba conocer el nombre del caballero de piscis...

-Aquel caballero si empezaba a ser irritante cada vez mas con sus palabras, si antes no se había ido era por simple educación y cortesía, pero ahora realmente tenía claramente hacerlo ya que si bien era un chico solitario incluso con las personas agradables, lo sería aun con mucha mas razón que alguien molesto como aquel, como habían terminado siendo compañeros como santos dorados? al menos esperaba que no todos fuesen así o simplemente terminaría laborando solo pues se negaba a trabajar y confiar en un camarada así. Podía notar el intento del contrario por solo parecer desinteresado cuando miró al cielo, sin embargo no le objetaría nada y mejor se retiraría ya que si le seguía el juego no terminaría en nada bueno aquel momento que minutos antes tan agradable le había resultado.-

Bueno ya que no pienso quedarme tal y como has mencionado, no tengo necesidad de darte mi nombre, así que si no tiene nada mas que balbucear me retiro, le encargo mis rosas caballero de cancer -Realmente lo había intentado, quizás no de la mejor manera pero es que aquel compañero tampoco había puesto de su parte el mas mínimo intento por conocerse de una buena manera así que para no alargar el momento que obviamente iba en picada a medida que se cruzaban palabras, el caballero de Piscis decidió retirarse de allí, sabía que volvería a encontrarlo pues eran compañeros desgraciadamente para el, pero evitaría lo mas posible tener que toparselo, preferiría a su fiel compañera "soledad"

Estaba un día tranquilo y pacífico. Diana de Tauro como no tenía mucho que hacer en este bello día decidió ir a visitar a Albafica imaginando donde podría estar. Fue entonces que su instinto la llevó hasta Albafica que se encontraba sentado en una roca en aquél instante, bastante silencioso y siempre con el mismo semblante serio y misterioso. Cuando me iba a acercar para saludarlo siento el cosmos y la presencia del caballero de cáncer y por eso me oculto detrás de uno de los pilares ocultando mi cosmos para que ninguno de los dos se diese cuenta que me encontraba en la entrada de Asgard.
Sabía que para cáncer estar en la entrada de Asgard es porque iba a volver a hacer de las suyas como por ejemplo molestar a su próxima víctima y ese era nada más nada menos que Albafica. Diana odiaba a ese tipo y no se detenía de insultarlo de la misma forma cuando este la cabreaba. Por suerte Albafica sabia como cambiarle las vueltas por eso sería divertido asistir a la escena un poco.
Escuchándolos de lejos, Diana rió y sonrió para sus adentros divirtiéndose bastante con la situación, hasta que cuando vio a Albafica alejarse del santo de Cáncer ella rápidamente hizo sentir su presencia y su cosmos, apareciendo apoyada en uno de los pilares de la entrada de Asgard con los brazos cruzados y una sonrisa ladina.
-Oh ya han encerrado la fiesta y no me invitaron? –dijo ella soltando una risa pero al mismo tiempo fulminando con la mirada el santo de cáncer – Caballero Dorado de Cáncer, usted debería saber cuál es su lugar… porque si usted sigue con esas actitudes, tampoco es digno de usar la armadura dorada que posee…usted es una desilusión para todos nosotros incluso para nuestra propia diosa Athenea…-dicho esto, Diana sale detrás de Albafica y se pone a su lado caminando- Hola Albafica…! –lo saluda con una leve sonrisa en su rostro- Que haces aquí tan solo? –Preguntó para después detenerse y mirar una hermosa rosa- Sabes? No hagas caso al caballero de Cáncer, él no hace más nada si no fastidiar a los demás y nosotros como buenos caballeros dorados que somos debemos guardar nuestras energias y canalizarlas en asuntos más importantes…-comentó y lo aconsejó al mismo tiempo que contemplaba la rosa.