Más allá de las costas (Tharja)

"Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza."

Le gustaba rondar por parajes verdes como lo era el amazonas, por su puesto andaba con cuidado para no alterar el equilibrio de la vida en tan hermoso paraíso, observaba el comportamiento animal, intentaba comprender más allá de cada criatura todas parecían tener una razón para estar aquí quizá con los caballeros y humanos pasase lo mismo, no es que Bijaksana tuviese dudas de su camino, sabía que debía proteger a Poseidón y punto, no le interesaba otra cosa  aunque si aprovechaba y disfrutaba al máximo su tiempo libre el Amazonas era un lugar perfecto para encontrarse a sí mismo, si bien no era su tierra natal el fluir de la naturaleza y la vida de los seres más inocentes en la faz de la tierra (animales y plantas) le hacían sentir de una manera única. No pensaba encontrar ningún enemigo en tierras tan lejanas, por ende portaba su vestimenta normal, no iba si quiera con su lanza se podría decir que estaba desprotegido...

Caminó por un gran tiempo, hasta que encontró un lugar acogedor, donde no se encontraría un animal feroz, y así no tener que arruinar ni un poco de aquel lugar, que si bien en algunos lugares se mostraba poco complaciente a la vista, no dejaba de ser parte de la naturaleza del gran territorio que comprendía el Amazonas...

"Naturaleza y humanidad, dos factores que deberían convivir juntos desde el inicio e los tiempos"

Afrodita y Cleopatra la querían de enemiga

¿Escapar? Ella se fue, una posible revolución iba a desatarse por su misma seguridad se tomó en cuenta salir del inframundo. Pandora estaba cazando las cabezas de aquellos que pudieran ser una traición ¿Ella era una? Tal vez, se conocía muy bien su reputación. No obedecía a la bruja del arpa ya que estaba absolutamente convencida que escuchaba voces en su cabeza. No tenía el menor pelo de cobarde podía quedarse a defenderse más la voz en su interior le susurró al oído “Vete”. Más que una sugerencia la considero mandato.

El primer punto sería el Amazona. Tierra salvaje sin domesticar, los humanos la consideran territorio resguardado. Tomaría un descanso para luego seguir a los aliados . No había alma que la siguiera esta la reserva natural. Entro al agua retirando sus vestimenta, había sido agotador el viaje el agua fresca y las áreas naturales a su alrededor. Es el paraíso en la tierra pero con un toque peligroso. Las bestias felinas, los animales por instintos desean comer y para su mala suerte ella estaba hecha de carne.

Cerró sus ojos flotando en la laguna que era suministrada por una cascada, cristalina y pura. No recuerda la última vez la sensación de paz. Antes de su recaída a las tinieblas solía ser una criatura hermosa tanto por dentro y por fuera. La castidad es lo único que ahora le queda.
Sus pies tocaron las rocas en la parte baja donde el agua llegó a su cintura. Las manos formaron un recipiente donde tomó agua para beber de esta, como si intentase limpiar su alma. Pero solo era un intento, el inframundo se encargó de pudrir hasta la última médula. Alzó su vista encontrarse con una fiera negra, comprada con la belleza egipcia, la pantera ganaría el juicio con penetrante ojos azules. Miro a la joven de tez pálida como su próxima comida. El animal tenía la altura para atacar, solo un salto y una mordida encajada en la zona correcta daría un fin al relato. Pero todo cambio con una palabra

-Valora mas tu nueva vida- Le dijo al animal de bello pelaje el cual los colmillos ya mostraba. El duelo de miradas se dio por unos segundo. El fiera retrocedió dando marcha a una nueva búsqueda, posiblemente comprendió quién ganará, tal vez en alguna momento de la historia se encontraron o simplemente las bestias se comprenden.

Regreso a sus actividades entrando al agua. Sin embargo antes debía hacer recibir a su espectador. -Deberías seguir el mismo camino de la pantera- No dio una observación hacia el presente por el alrededor. Era una loca, pero jamás una estupida. Permaneció en el agua entrando a la cortina de la cascada. El cosmos lo delata todo.

"La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos."

Camino entre árboles y arbustos, miro muchos animales al rededor del transcurso, ninguno deparaba en él, es como si fuese una parte más de la naturaleza, quizá las criaturas entendían que no era alguien capaz de hacerles daño, alguien no interesado en darle un desequilibrio a aquel verde paraje, todo era perfecto hasta que miró una pantera marchar algo alterada se dirigió al lugar del que vio salir aquella criatura de hermoso pelaje negro y entonces lo notó, algo que no creería ni esperaría otro humano en el lugar, al parecer era una chica quien dicho sea de paso no recibiría bien al general marino.

- Disculpa, mi intención nunca fue molestarte -

Se disculpó enseguida, no quería molestar a la dama, pero también debía averiguar que hacía una chica ahí sola, quien comenzó a adentrarse en la cortina que generaba la cascada en aquel paraíso.

- No quiero molestarte, pero tampoco puedo marcharme sin saber que puede hacer una chica aquí sola, lo siento, pero es algo que necesito saber, lo mejor sería que me comentaras si de verdad quieres que me marche, se que no eres cualquier persona, pues te enfrentaste a ese gran felino sin temor -

Su rostro era casi inexpresivo, pero por su mente pasaban un sin fin de ideas y pensamientos, algunos los plasmaba en palabras otros decidía mantenerlos en su cabeza, era alguien que al hablar solía decir muchas cosas, aunque prefiriese callar se le dificultaba, caminó en dirección a la chica y esperó por una respuesta, no era el más amistoso, ni el más carismático, sin embargo, tampoco era el más odioso por ende prefirió acercarse a ella antes de pre-juzgarla.

- Las personas no son islas, todos necesitamos contacto humano, quizá eso pueda hacer algo de falta en ti, y por eso tu manera de actuar ante un desconocido -