Tres caballeros y un arbol. || [Saga Y Delta]

Era una tarde como cualquier otra. La helada brisa de los fríos campos asgardianos soplaba delicadamente por los alrededores. El follaje de un grueso árbol cubría gran parte de los rayos del sol, provocando que estos se filtraran por los espacios abiertos que pudieran encontrar, creando un espectáculo natural digno de admirarse. O al menos para aquellos que fueran foráneos a dicho evento. Para alguien que hubiese vivido toda su vida testigo de un panorama como ese, se volvía algo cada vez menos sorprendente hasta convertirse en sólo una pequeña distracción de un ciclo rutinario.

- Hmp...

Un suspiro hizo un imperceptible eco en el bosque, posiblemente solo aquel que lo provocó se habría percatado del mismo. Acostado en una de las frondosas ramas de un enorme árbol, yacía un joven de cabello violeta reposando un momento, sin dejar de llevar a cabo la labor que se le había encomendado desde el día en que se volvió un caballero, un Dios guerrero de Asgard.
Vigilar los bosques era una de sus tantas responsabilidades por ser el portador del ropaje sagrado de Megrez Delta. Donde estaría dicho ropaje, aquel hombre lo sabía, pero al menos de momento, no estaba junto a él. Sin la presencia de una amenaza, no sentía la necesidad de llevarla puesta. Además, de suceder cualquier anomalía, se sentía protegido en aquel lugar. Los bosques ya lo han protegido antes y confiaba que volvieran a hacerlo.

-... "¿mmm?"

De repente, mientras veía desde su alta posición hacia el suelo, con la intención de vigilar aquellos escuadrones de redondos hombres de nieve que había colocado por distintos sectores del bosque, notó la presencia de un santo. Y no era para menos, se trataba de un santo dorado, una figura majestuosa digna del respeto de inclusive alguien nombrado como Dios guerrero.
Lo vio recargarse junto a un tronco cercano, por lo visto intrigado por las magnánimas fuerzas de la naturaleza que se manifestaban de una forma más directa en aquella área, repleta de flora y fauna que tal vez aquel joven no conociera en su lugar de origen. ¿O sí? Quien sabe. ¿A quien le importa?

Y si bien el Dios guerrero no estaba acostumbrado a las "visitas" en sus aposentos, estaba al tanto que los tiempos estaban cambiando.  Una gran batalla estaba a punto de desatarse y lo último que quería era mostrarse hostil con aquellos a quienes había decidido prestar una mano para alcanzar la paz en el mundo. No obstante, tampoco se sentía como para saludar al forastero e iniciar una amena charla con él. Siguió reposando sobre la copa de aquel árbol, dejando que su invitado se relajara y pensara en lo que sea que quisiera.

Ya había pasado un buen tiempo desde la llegada de Saga a Asgard, desde que se entero de lo que había pasado en el santuario ateniense y de la medida que se tomaría para recuperarlo. El santo dorado había emprendido una larga caminata desde el castillo Valhala hasta donde se encontraba ahora, se trataba de la entrada al bosque asgardiano, un lugar custodiado por el dios guerrero de megrez delta al cual no tenía el gusto de conocer aun.
El geminiano se adentro al bosque, sus botas de oro se hundían en el manto blanquecino tan característico de tierras frías como lo era Asgard, una capa blanca ondeaba dirigida por el frio aire que circulaba, aunque la temperatura parecía no ser problema para el santo quien parecía ir decidido en una dirección fija. El gran casco de la armadura de géminis impedía ver el rostro de Saga quien parecía andar sin preocuparse por lo que había a su alrededor, sin embargo este veía los detalles de aquel bosque como lo eran aquellos peculiares hombres de nieve que habían por todas partes.
Después de un momento de caminata se encontró en su objetivo, un gran árbol se erguía frente a él, tan imponente como majestuoso, pero estas eran cosas que a Saga no le interesaban, su objetivo yacía sentado frente al árbol, se trataba de su camarada el santo de leo a quien le dirigió unas palabras –Al fin te encuentro Regulus, siempre es bueno tomar un descanso, sin embargo, ahora enfrentamos una situación difícil y debemos estar alerta a la llegada de algún otro compañero o de algún enemigo, así como nuestro  aliado, el dios guerrero de megrez delta- Saga dijo esto sin mirar a ningún lado, había notado su presencia sin embargo no se había preocupado por encontrar su posición, después de todo era un aliado –sin embargo este parece un buen lugar para olvidarse de lo que pasa fuera de este bosque- le dio la espalda al santo de leo para dar un par de pasos mientras veía el lugar.

Pese a que las intenciones del Dios guerrero no eran la de intencionalmente ocultar su presencia, de igual manera estaba colocado en un punto donde no cualquiera podría notar su ubicación, debido a la frondosa copa del árbol sobre el cual reposaba. Además de eso, mantenía su cosmos oculto, a un nivel particularmente bajo. Definitivamente los caballeros dorados se trataban de sujetos perceptivos con muchas cualidades que aún le intrigaban al joven de cabello violeta.

Después de todo, las únicas personas que el conocía cercanas a su nivel de poder y habilidad eran otros dioses guerreros, con quienes por cierto tampoco había tenido la oportunidad de interactuar mucho. A lo más, devolverles una mirada de aprobación o saludo cuando los encontraba en el palacio del Valhalla en las ocasiones que se le citaba en ese lugar.  Ahora que conocía a los caballeros dorados, se preguntaba cual sería el verdadero alcance de sus habilidades. Ya había oído historias, pero sus ojos jamás habían visto nada concreto.

-"Especialmente ese enmascarado. Ese cosmos suyo tiene algo que me deja algo inquieto, aún cuando ni siquiera está combatiendo ni nada por el estilo.".

Posteriormente escuchó a ambos visitantes charlar un momento. Cuando el santo de la constelación de Leo preguntó a su compañero respecto noticias, la atención de Edzard se agudizó más, intrigado si acaso se enteraría de alguna novedad con respecto ya sea a la llegada de nuevos aliados, o en su defecto, aquellos que serían sus enemigos en el futuro. Cualquiera que fuera el caso, se notaba su interés en lo que tuviera que decir Saga. Su cuerpo se inclinó un poco más hacia adelante, aunque fue un movimiento bastante sutil que ni siquiera hizo crujir la rama sobre la que se hallaba; de todas formas, con el nivel de percepción de los atenienses, seguramente también se habían dado cuenta de eso.

Saga noto cierta emocion en la voz del joven Leon dorado, sin embargo no habia nada nuevo en relacion a el -El patriarca me ha dicho que la armadura de Aries ha despertado, ha escogido un usuario y este ya viene en camino hacia Asgard, son buenas noticias, sin embargo aun somos muy pocos como para ir al santuario- El santo de geminis llevo sus dos manos al casco y con calma y suavidad se retiro el yelmo de la cabeza, mientras se quitaba el casco, sus largos cabellos azulaceos se deslizaban hacia abajo callendo livianos, el rostro que antes estaba escondido entre las sombras del yelmo ahora era visible y mostraba una expresion un tanto preocupada y con un tinte de ira. Saga se volteo a mirar de nuevo a su joven camarada -Estoy harto de esperar aqui, necesitamos movernos ya, aunque no ataquemos el santuario, debemos hacer un poco de reconocimiento- Saga movio los ojos en varias direccion tratando de ver de reojo al dios guerrero de mizar. El santo de oro se giro dando algunos pasos en todas direcciones como leon enjaulado y de nuevo regresaria frente al santo de leo -Supongo que sere yo quien ponga la iniciativa para ir a estudiar el lugar de la pelea, ya que aun no tenemos una idea de en que condiciones este el santuario, ademas no me creo que todos los santos se hayan rendido a Poseidon y debemos ir a comprobarlo- la cara del geminiano cambio, mostrando una seguridad inquebrantable.

Las palabras del santo dorado de Geminis hicieron que Edzard sintiera algo de empatía por el sentimiento de frustración e impotencia que representaba estar esperando en incertidumbre mientras que las fuerzas del enemigo podrían estar incrementando justo mientras hablaban. Aún así, al no conocer bien las costumbres de los seguidores de Athena, ignoraba cual sería el nivel de prudencia que tendrían en una misión así. Después de todo, se trataba de sus hermanos caballeros quienes habían sido influenciados (o amenazados) por las promesas falsas del Dios de los mares. ¿Podrían mantener la calma en una situación como esa?

-Hmp...

En un parpadeo, aquel que vigilaba los bosques había descendido de su posición en aquella gruesa rama del enorme árbol, apareciendo justo al lado de Saga y Regulus, finalmente de pie y frente a ellos. Ahora que no estaba oculto tras el follaje de la copa de aquel árbol, finalmente podían ver la apariencia del Dios guerrero claramente. Un cabello púrpura algo enmarañado, una sudadera roja un tanto harapienta, unos gruesos pantalones negros y una raída capa hecha de piel de alguna enorme fiera, la cual se veía bastante suave y cómoda, pese a las distintas manchas de suciedad que la cubrían.

-Es una buena iniciativa.

Después de buen rato, finalmente el guerrero de Megrez Delta se había dignado a decir algo en voz alta enfrente de los caballeros dorados, optando más por el activo plan de Saga que por la prudente sugerencia del santo de Leo de abstenerse a dicho riesgo. Pese a que no lo dijo en ese momento, realmente estaba deseoso de participar en aquella misión de reconocimiento. Por lo que había oido, las fuerzas de Poseidón los superaban en número y no quería arriesgarse a que también los superaran en poder. Ante ese panorama, solo un instrumento quedaba para hacerle frente como es debido a las fuerzas del Dios de los mares. Información.
Los números y la fuerza son recursos invaluables, eso sin duda, pero muchas veces es la ventaja en el campo del conocimiento lo que lleva a la victoria al bando que tal vez no tenía ni la mayor cantidad de soldados o las mejores armas.

- Deberías comentarselo al patriarca. - Comentó a Saga con un tono serio, carente de emoción alguna.

Tras dar esa sugerencia, el Dios guerrero comenzó a marchar camino al palacio del Valhalla, pasando de lado a ambos caballeros, sin quedarse a ver la reacción del caballero de Leo por que su precavido consejo no fuera realmente considerado por el protector de los bosques. Como sea, a final de cuentas, era decisión de la señorita Hilda y del Patriarca aprobar o no aquel peligroso operativo. Claro que de tomarse en consideración, Edzard haría lo que estuviera dentro de sus capacidades para sugerir que se acepte dicha misión. Especialmente, que él pudiera participar en ella.

A gran velocidad, la figura del dios guerrero aparecio al lado del santo de leo y del de geminis, parecia como se se hubiese teletransportado ahi por la velocidad en la que se situo en el lugar, pero habia bajado de la copa del arbol a gran velocidad, por fin conocia a Edzard, el dios guerrero de Megrez Delta y guardian del bosque en donde se encontraban ahora.

El geminiano sintio molestia al oir la respuesta de Regulus, quien parecia estar demasiado cauteloso ante la situacion tan problematica en la que estaban, tal vez seria por su juventud que se mantenia conservador ante la solicitud de Saga, asi que este no diria nada ante la respuesta del santo de leo, por otra parte escucharia la respuesta del dios guerrero y esta le haria dibujar una media sonrisa en su rostro mientras se giraba para verlo alejarse del lugar donde estaban reunidos -Parece que no soy el unico que piensa de esa manera asi que debo apresurarme a ir con el patriarca para hablar de este plan- Saga llevo su mano derecha al hombro izquierdo del santo de leo -No seas tan precavido Regulus, recuerda que somos la fuerza mas grande que tiene Atenea y es por nuestra ausencia que Poseidon logro hacerse del santuario, asi que debe ser por nuestro puño, que el santuario regrese a Atenea- Saga le regalo un gesto calido a Regulus