Los 4 jinetes del mar (Ahri, Kevin y Miliana)

El tipo hindú, conocía el fondo del mar a la perfección, sobre todo su pilar, y alrededores, había pasado tanto tiempo en ese lugar, que había puesto nombre a los peces que veía normalmente por ahí, a pesar, de no reconocerlos, pues todos se veían iguales, jugaba a saber cuál era cuál, y ese era su terrible pasatiempo, pero no tenía más que hacer en aquel solitario lugar, recordaba cómo se apoderaron los marinos del santuario hace un tiempo, y la inteligencia de Poseidón, de atacar en el momento justo. Guiado por la constelación bajo la cuál había nacido, y aburrido en la soledad de las profundidades, salió del mar, y se dirigió a Grecia, a dar una vuelta en el santuario, y verificar que todo estuviese bien, caminó por las afueras y los alrededores, hasta que oscureció, e ingresó en la casa de Aries, admiraba la estructura de ese lugar, sabía que por esos lugares rondaban los santos de plata, y parecía tener el deseo de entablar conversación con alguno, y preguntar sobre la situación, que se vivía arriba, y las últimas noticias recibidas, además, esperaba noticias, sobre Athenea, y los santos dorados, quienes serían sus principales rivales, cuando ataquen e intenten recuperar lo que antes era de ellos, pero que ahora pertenecía al dios de todos los mares, aquél que inundaba el alma y espíritu de ese general marino.

Luego de dar un par de vueltas observando el templo del carnero, se postró en la puerta, mirando hacia afuera, observando el cielo y las estrellas, esperando, encontrarse con alguien, algún compañero, o alguien con información, llevaba tanto en las profundidades, que las posibilidades de que la arena y los minerales salinos, se metieran en su cabeza, son muy altas, él sólo esperaba, comportarse como alguien normal, y demostrar la sabiduría, que su dios le había otorgado.

Me encontraba regresando de una ida al bar, aunque por el hecho de no haber tomado mucho, estaba en todos mis sentidos. Me dirigí al santuario para ver si todo estaba en orden, tiende a haber alguno que otro intruso de vez en cuando, pero siempre son fácilmente brutalizados por nuestra milicia. A veces me sentía mal por ello, sólo eran caballeros que buscaban el templo de la Diosa en la que creían tan firmemente.

Eran esos momentos donde me cuestionaba ¿Por qué tiene que pasar esto? ¿Es imposible un mundo donde 2 creencias pueden vivir en paz? Una parte de mí quisiera ayudar a los caballeros que puedan retomar lo que les es tan importante, su santuario, o al menos sacar a los que son prisioneros que solo son culpables de creer.

Pero eso sería traición al Dios al que le debo la vida, al que me salvó de mi mar de tinieblas, y eso es algo que nunca haría. Además, Athena es una Diosa sin corazón que deja a sus caballeros morir como herramientas, ¿Como pueden seguir creyendo en ella? ¿Será que Poseidón solo los castiga por su ignorancia más que por su fé? No lo sabía, pero en todo caso, me seguía pareciendo algo no muy justo, que por creer en tonterías sean atrapados, aun así, ¿Quién soy yo para cuestionar los planes de mi señor?

Seguí con mi camino por el santuario aún algo pensativo, pero pude sentir 2 cosmos en la casa de Aries que me sacaron de mi concentración. Eso no era muy común a decir verdad, casi siempre las casas se encontraban deshabitadas, así que me dirigí rápidamente a ver que sucedía en el lugar. Sorpresa para mí, se encontraba otro general marino y una caballera de plata.

-¿interrumpo algo?

Fue lo único que dije antes de quedarme expectante a la respuesta de los otros miembros de la conversación.

Mientras estaba en el marco de la puerta, mirando las estrellas, podía sentir levemente un cosmos acercarse, la expresión en su cara cambió, de observador, a alguien atento, y serio, viró su cabeza, y vio una chica, una guerrera de plata, portaba su máscara como se supone, debían hacerlo todas las mujeres que quisiesen luchar por un dios, le miró de arriba hacia abajo, intentando identificarla, quería saber, si a simple vista se distinguiría, a que dios, seguía ella en realidad, sin embargo, por su máscara era difícil notar esto, ya que no podía ver sus ojos, y estos eran realmente la ventana del alma, pero sin poder verlos, no podía distinguir, por lo que debía conversar con ella para averiguarlo.

- Hola guerrera, ¿que haces por aquí? -
Preguntó con su voz gruesa e imponente, sin tratar de intimidar, simplemente, con la intriga de conocer un poco más a la que ahora era un discípulo más de poseidón, al realizar la pregunta alguien más se acercó, era algo raro, su cosmos era poderoso, pero familiar, su cabello largo, y gris era llamativo, su rostro era el de un chico serio, pero en los ojos de Bijaksana se notaba que lo conocía desde antes o creía que era así.

"¿alguien más? interesante" pensó - No interrumpes nada, por cierto, ¿nos hemos visto antes? -
Preguntó mirándole a los ojos, para aclarar sus dudas y saber, porqué sentía conocerlo de antes.

El santuario de Aries, parecía convertirse en un punto de reunión, pues las personas no dejaban de llegar, en este caso sería otra guerrera de plata, sus cabellos no eran muy diferentes en color sin embargo, si se diferenciaba en apariencia, ella hizo algo que ningún otro en el lugar había hecho, saludó cordial y respetuosamente al General de Krisaor, quien respondió con una reverencia.

- Un placer saludarle, al parecer se convirtió en un punto de reunión este lugar, me gustaría saber sus nombres antes de continuar, si no es molestia, me llamo Bijaksana, General marino de Krisaor, defiendo el pilar índico de Poseidón - con una leve pausa miró a los tres presentes, para continuar - Ya saben lo que dicen, debes mostrar lo que eres, antes de pedirle a alguien que lo haga -
Concluyó, llevando su mano derecha a su pecho, y con sus ojos cerrados, hizo una reverencia para mostrar respeto a todos, y esperar sus respuestas.

Ciertamente no esperaba hallar a alguien en la casa de Aries, pero la presencia de ese hombre me sorprendió, tenía un gran aire familiar y emanaba un poderoso cosmo, sé que lo había visto antes, pero nunca había hablado con él formalmente., aunque al parecer él tenía el mismo presentimiento cuando me preguntó si nos habíamos visto antes

-Muy probablemente, “lo más lógico es que él sea otro general marino, lo más correcto entonces será presentarme” quizás deba introduci….

Pero antes de poder terminar mi oración, otra caballera de plata llegó a la “fiesta”, se veía muy joven y tenía un largo cabello rubio, aunque no podía ver su rostro, pues al igual que la otra caballera vestía su respectiva máscara, al menos era bueno ver que seguían las reglas del santuario.

Ciertamente la casa de Aries era un bonito lugar, pero nunca lo vi como un punto de reunión donde 2 generales marinos y 2 santos de plata que según servían a Poseidón nos encontraríamos.

El hombre decidió presentarse, Bijaksana era su nombre, y era el general marino de Krisaor. Mi rostro dejó salir algo de sorpresa, ya sospechaba que era un marino como yo y eso explicaría ese aire conocido que emanaba, pero de entre los generales era uno de los que más respeto y sabiduría mostraba, incluso algunos lo conocen como la mano derecha de Poseidón, no estaba seguro si eso era verdad o solo un rumor, pero ciertamente era uno de los más fuertes entre nosotros los generales.

Prosiguió a presentarse la caballera de plata cuyo nombre era Ahri, Ahri de grulla para ser específicos. Su máscara ocultaba su rostro, pero podía sentir un aire de incomodidad de su parte, y más con su tono de voz tan serio con él que habló, ¿se sentiría intimidada quizás? No lo sabía, pero por ahora decidí no tomarle tanta importancia.

-Entonces es mi turno. Mi nombre es Kevin, y soy el general marino de Kraken quien defiende el pilar del océano ártico, supongo que por eso sentimos que nos habíamos visto antes Bijaksana, pero me es un gusto hablar con usted personalmente esta vez, he oído grandes cosas sobre usted.

Me quedé pensativo un rato, no buscaba matar la conversación ni nada por él estilo, así que decidí hacer una pregunta que realmente me intrigaba.

-¿Y que los trae por aquí a la casa de Aries? Aunque…¿donde están mis modales? *voltea a ver a Miliana* Creo que lo más apropiado será que te presentes primero antes de empezar a conversar

"Debo ser cuidadoso"
Pensó el General, quien luego de presentarse, escuchaba como los demás lo hacían, Ahri de Grulla, Kevin de Kraken, y Miliana de Pavoreal, eran los compañeros que se encontraban en el lugar, sin embargo, la poca confianza que mostraba Grulla al responder, le hacía generar dudas al marino, intentaba no mostrarlo, por suerte la presentación del otro General presente, desvió la atención, dirigió algunas palabras hacia Bijaksana.

- El placer es mío Kevin, me gustaría comentar contigo ciertas cosas, pero creo que eso puede esperar -
Dijo luego de una reverencia ante la presentación de su compañero, quién le generaba cierto aire de confianza, y le hacía pensar, que sería de gran ayuda un Marino como él, que parecía si era fiel a Poseidón, lo mismo que consideraba de otro compañero que ya había conocido un tiempo atrás, las presentaciones continuaron y al parecer era el turno ahora de Pavoreal, quién parecía algo amenazante por un momento, y contestaba la pregunta de Kevin al parecer en tono de burla o algo similar, a menos así lo notaba el General de Kriasor, quién comenzaba a dudar de ella también, miró a Kevin, y se dispuso a contestar su pregunta.

- A diferencia de Miliana, la noche me invitó a salir, y al parecer algo me llamó a este santuario, simplemente vine, y aquí me tienen, por cierto, se rumorea que un espectro ha matado a un santo de plata a las afueras del santuario, así que deben tener cuidado, y apenas vean a uno, será mejor que le ataquen, y si ustedes los santos de plata piden nuestra ayuda, se las ofreceremos, el compañerismo es un valor muy importante que no debemos olvidar, y debemos fomentarlo, por nuestro Dios Poseidón -

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