La Odisea de Perseo -Personal-

Caminaba con pesadez, la plateada caja de pandora era sostenida por la correa que sujetaba firmemente sobre su hombro. Su faz se muestra cansada, su pantalón lleno de barro y manchones verdes del pasto y demás lugares por donde tuvo que abrirse paso.

¿Hacia cuánto se encontraba desde esa manera? en el bosque y durante su viaje los días parecían semanas, todo ha sido bastante difícil desde aquella noche en la que los malditos espectros atacaron el pueblo. Suspira con pesadez, un poco más, seguiría la caminata y después descansaría un poco, los arboles eran altos y las copas de los mismos apenas si dejaban que se colase alguno que otro rayo de sol.

Agradecía enormemente que no fuera invierno, no tendría idea de qué hacer con respecto al frio y seguramente la herida de su brazo se complicaría con el calador frio. Tuvo que aprender muy a la mala que hierbas podían servirle y cuáles no. Una gruesa gota de sudor desvelo desde su sien hasta su barbilla para perderse en el suelo después, necesita tomar agua, mas no tenía una cantimplora o algo y seguramente no habría algún rio cerca, o un lago. Maldita sea su suerte.

-"Debe haber un pueblo cerca"- Se menciona mentalmente, dándose ánimos, si tan solo tuviese un mapa con el camino al santuario. Seguramente no puede preguntar por el mismo sin levantar sospechas, y tras la pelea que le costó un brazo roto con algunos espectros que intentaron darle alcance, lo mejor era no levantar sospechas, tampoco quiere llamar la atención y mucho menos ha hablado con personas que se ha topado en el bosque, la mayoría comerciantes que iban de paso al pueblo vecino, otros leñadores, otros más cazadores. No va a negar que solamente preguntó una vez por el camino hacía el pueblo sin tantos desvios o similares.

-Oye... -

Y el santo de Perseo arqueó una ceja, inclusive miró hacia los lados para ver si esa voz se dirigía hacia alguien más, pero no... Ahí estaba, una anciana mirándole fijamente. -¿Qué crees que haces?- Aquello desconcertó al albino. -Em...- Sí, el idiota no supo que responder... O bueno al menos en un inicio -Me dirigía hacia el pueblo, más cercano. ¿Sabe dónde está, abuela? -

La anciana que se encontraba arrancando unas cuantas hierbas afiló la mirada, como si estuviese juzgando al joven.  –Sígueme, no puedes andar por ahí como si nada, llamando la atención de un posible enemigo-

Las palabras de la anciana sí que desconcertaban al joven. –No sé con quién me confunde anciana pero… - -¿Quieres andar perdido por la vida siempre, caballero de Perseo?- Nero frunció el cejo ¿cómo diantres es que sabía que era un santo de Athena? O más bien ¿Cuál constelación era su representante?  -Se nota que no sabes nada… - La sonrisa victoriosa se dibujó en las facciones de la mujer. Nero apartó la mirada de mala gana. –Descuida, una vieja como yo no podría ser enemigo, anda, ven conmigo, te explicare todo en el camino-  Bueno, si la mujer sabia más información con respecto al santuario de Athena  (o en este caso, Asgard, como Saga le había mencionado días atrás) nada perdía, incluso lo mejor era saber cuál era el camino correcto a seguir para que sus dudas se aclarasen con mucha mayor seguridad.

-Mi nombre es Hervidera, supongo el tuyo no es santo de Perseo- Agh, a Nero jamás le ha agradado mucho el socializar y ahora hele ahí, acompañando a una anciana en medio del bosque como si se tratase de su guardia, o algo por el estilo -No.. No lo es-  Miró el suelo mientras ambos caminaban. Suspiró con pesadez antes de torcer los labios, aquello era como un "tic" en su persona cuando algo no le parecía bien, o no estaba de acuerdo, aunque en una ocasión como esa, sinceramente no tenía mucho de donde elegir. Ya preguntaría llegando a donde quiera que la mujer le dirigiera ¿cómo diantres es que sabía de los caballeros de Athena y similares? Al menos podría obtener algo de información en vez de solamente vagar por ahí como un idiota sin rumbo fijo.