Pensamientos Encontrados ㅡLibre

Maina no era particularmente una persona agresiva, mucho menos de pensamientos que hicieran relación a ese mismo sentimiento, pero aquel encuentro con los espectros, había dejado una espinita de sosobra dentro del cuerpo de la amazona de Virgo. Si, estaba molesta, porque había tenido un pensamiento débil durante todo el confrotamiento, esperando que la batalla no se diera, sitiéndose patéticamente tranquila cuando aquellos espectros habían dado vuelta y marcha atrás, simplemente debía odiarse por ello.

Se había alejado lo suficiente del palacio y alrededores de Asgard, suponiendo que a donde estaba, por aquellos pilares a punto del colapso, y aquellos arcos en las mismas condiciones, recordaba era la entrada hacia el gélido lugar del invierno eterno, donde hace ya unas semanas había arribado, vaya como pueden suceder demasiadas cosas en cada segundo que pasaba. Y no estaba allí porque deseara huir, no se permitirá ser nuevamente tan cobarde, ¿que diría su maestro si le viese en esas condiciones tan deplorables? Nuevamente se detesto por ser mujer vulnerable.
Era razón justa que desde ese entonces Buda había dejado de hablar con ella, era parte de su castigo y una lección que debía aprender; había sido elegida para ese camino y las dudas no estaban permitidas, mucho menos el evitar las batallas, era consciente de lo que podía hacer, lo había demostrado y ese no era ni siquiera la cuarta parte de su verdadero poder, ¿entonces porque estaba tan inconforme? Por su meró comportamiento, prefiriendo la paz y no la guerra ante tiempos donde "paz" ni siquiera tenía cabida en el léxico de un caballero.

ㅡNi siquiera debería cargar conmigo esto...ㅡ Murmuro quedamente, apretando el puño y entre este aquel Rosario que le había sido encomendado. Aunque pareciese lejano, había una remota gota de satisfacción para la amazona de Virgo, cualquiera que fuese la batalla contra un espectro, no les permitiría el que volvieran a revivir, sellaría sus almas en una de cada de las ciento ocho cuentas del rosario.

Tal vez ese lugar no era el mejor para meditar, ni era tampoco su intención, pero no sabía de que otra manera descargar toda esa contienda de emociones y no deseaba volver con los demás por no mostrar una faceta que no quería conociesen de ella, no lo permitiría. Aquello era mejor que nada. Sorprendentemente era tranquilo y demasiado silencioso, sospechaba que nadie se acercaría por allí, al menos no por el momento, y eso podría darle unos breves minutos de estar consigo misma y volver a ser la misma dama de tranquilidad y calma infinita, sin dudas ni cavilaciones.
Sólo podría reconocer los sonidos a su alrededor que el clima le proveía y ese frío que sin duda jamás disminuiría y por el contrario iría en aumento conforme las estaciones cambiarán.
ㅡHmp...ㅡ Agudizando su sentido del oído, se centró totalmente en sus alrededores, permitiendo que su mente fuera la que dibujara todo y no su vista, sellando así sus ojos, algo o alguien estaba cerca, y por mucho que tratará de ocultar sus cosmos, Maina lo había detectado, ¿amigo o enemigo? Era lo único que ella no podría definir.

ㅡNo soy su enemiga, joven.ㅡ

Probablemente con aquellas palabras no serian suficientes para que el joven Dios descartara su desconfianza hacia la amazona. De cierta forma lo comprendía, a todos aquellos que aun no se habían “presentado” formalmente, era por muy normal que se dieran los malos entendidos y ese tipo de reacciones, más aún con todo lo que pasaba a sus alrededores. Lo que antes se podía ver como una guerra lejana, estaba mas claro que no era así, los tiempos habían cambiado, y lo único que rodeaba tanto a la amazona como al Dios acompañante y al resto de sus camaradas, eran días de lucha, por buscar y hacer prevalecer la justicia; y aquello muy en el fondo de la amazona, le perturbaba, porque siempre había estado idealizada a la idea de que encontrando el modo adecuado, las palabras adecuadas, las cosas se resolverían sin tener que recurrir a la violencia, pero por algo estaba en las filas de la Diosa Athena y por algo portaba aquella armadura de Virgo, y aun sabiendo que esa ideología tan “débil” suya era consciente de que debía pelear; y aun así, no era suficiente convencimiento para la fémina.

ㅡMaina, ese es mi nombre. Amazona dorada de Virgo, estoy aquí por los mismos motivos que mis demás compañeros; devolver los tiempos de paz a la tierra y erradicar el mal que le amenaza día a día.ㅡ Su serenidad era palpable, en rostro como en su misma aura, más su cosmos decía lo contrario, y ella sabía perfectamente que estaba faltando a aquella coraza de eterno pacifismo, más su mente le traicionaba como muchas veces, dándole a dar mas de kilos pensamientos sobre escenarios futuros a todo lo que acontecía; muertes, sacrificios, desolación, perdidas, traiciones. Un amargo sabor de boca, era como podría describir el que todo aquello le abordará, sin embargo, por su propio bien y el de sus compañeros de armas, no tentarse el corazón y ver todo de una manera neutra, seria lo mejor para aquella que podía hablar con Buda. ㅡPuede usted estar tranquilo, joven Dios, no hay amenaza alguna que nos rodee, puedo asegurarlo, y en lo que a mi concierne, no atrevería a levantar mi puño contra quien nos ha proporcionado ayuda.ㅡ Aseguró nuevamente, pues aunque el cosmos del Dios Guerrero no se hubiese alzado de manera notoria, entre líneas, Maina podía detectar ese atisbo de desconfianza, preparado para hacerse explotar en caso de la fémina rubia ser alguien del “bando” contrario.

ㅡPrimero, he de disculparme por nuestras fallas, por aprovecharnos de la tan calidad hospitalidad y no ser, como usted bien a mencionado, recíproco en ello. Y sin embargo, siempre se puede rechazar una petición de ayuda, cuando como pueblo, aun se ayudan mutuamente, ¿porque aceptar una ajena aun sabiendo que acaerria problemas aún mayores? Me disculpo si soy osada en exponer ese pensamiento en voz alta.ㅡ

En sus palabras del Dios Guerrero, no había más que razón, pues nada había logrado desde su llegada, la primera guerra había sido un total fracaso y había conllevado perdidas, y ahora en pos de una segunda, no había mayor cambio, por el contrario, invasiones de espectros, de mas enemigos y todo por causa de ellos, mas por otro lado, no había porque culpar del todo a los dorados, al menos Maina no lo consideraba justo, pero en encuentros y choques de pensamientos, seria una charla de nunca acabar, y lo que menos quería en ese momento, era añadir algo mas que pensar a su mente temblorosa y perturbada en esos momentos.

ㅡEs muy respetable su pensamiento, joven, no tenga sentimiento alguno de hacerme afectar, no será así. Entiendo su posición y sus puntos de vista, y solo me aventuro a decir que, lo que se avecina, no se compara con los criminales que amenazan Asgard, con lo que a usted le preocupa por cuidar, porque no es Poseidón de que temer, si no de algo aún más grande, que ni con todo el cuidado o preocupación que usted se esmera en dar en este cálido y al mismo tiempo gélido lugar, valdrá. Pues cuando aquello se desate, no habrá nada que proteger. Ni nuestra incompetencia o imprudencia de abuso a su hospitalidad, será preocupación para poner en peligro a los pueblerinos. No es nuestro fin hacerlos dejar sus responsabilidades con este lugar, pero hasta el mas fuerte, a veces necesita ayuda para un camino duro. ¿No usted recurriría a alguien que considere aliado o amigo si alguien hubiese usurpado su hogar y no fuese lo suficientemente fuerte para reclamarlo? ¿No dejarían esas personas por un momento de lado sus responsabilidades por tenderle la mano en ayuda? Porque situaciones así, no suceden a diario, no es algo que día a día se susciten, ¿solo por un breve momento que dar la mano al desvalido, todo se vendrá abajo? Lamento mi comentario continuo, pero entonces, ¿qué clase de instinto de protección poseen que por unas semanas de ayuda al prójimo, quebranten todo un Estado y sucumba ante el crimen. Nosotros admitimos ser débiles, ¿por algo pedimos ayuda, no es así?ㅡ Maina no mostraba ningún atisbo de cambio en su expresión, pareciendo aquello dicho tan solo como unas palabras sin sentimiento o sentido alguno, mas era todo lo contrario, contenían de todo tipo de emociones, que alguien como Virgo, jamás dejaba de mostrar, no podía mentir ni mucho menos ocultar sus pensamientos, y allí en lo dicho, quedaba mas que claro.

ㅡ«Es fácil ver las faltas de los demás, pero ¡qué difícil es ver las nuestras propias! Exhibimos las faltas de los demás como el viento esparce la paja, mientras ocultamos las nuestras como el jugador tramposo esconde sus dados.»ㅡMusitó una de las enseñanzas de Buda, como un pensamiento en voz alta.

Maina escuchaba con claridad las palabras del guerrero enmascarado, podría atreverse a decir que era la primera vez que tenía una plática de esa índole, donde un sin fin de puntos de vista eran expuestos, sin razón a exaltarse o molestar y acabar mal, simples personas con distintos pensares, llegando a un mismo punto.

Por un breve momento, la calma que rodeaba a la amazona de Virgo flaqueo, porque los puntos expresados por el guerrero tenían cierta verdad, o más que admitir una total y completa verdad, una que probablemente solo ella era consciente, pues no lograba ver cambio alguno en sus compañeros, asumiendo que estos viesen lo problemático que su estadía causaba a quienes les habían dado un techo cuando lo habían perdido todo.

ㅡSin duda, no hemos cumplido las expectativas que se han puesto en nosotros, es lamentable que conforme pase el tiempo, haya más fallos y quebrantemos a aquellos que nos han tendido la mano. ¿Cómo puedo excusarme junto a mis caballeros, que solo reconociendo nuestro mayor error? Uno que debe ser enmendado sin dejar pasar más tiempo.ㅡ

Hizo una breve pausa, bajando por un momento el rostro, como modo de esclarecer sus pensamientos. ㅡEs válido que piense así, pues es cierto que, es algo que desconocían, que al menos no saben si es seguro y por ende no es prioritario, en ello le doy toda la razón joven guerrero.ㅡ

Devolvió su postura, mostrando una seriedad que hasta entonces no había surgido, probablemente era una de las novatas en la orden dorada, pero tampoco era ciega para no notar lo que estaban pasando, y que ello no era benéfico para la orden, más ilógico era y que le causaba cierta molestia y tristeza, es que ni ellos se daban cuenta y los Dioses Guerreros si, creándose una imagen errónea de ellos.

ㅡEs cierto, hemos sido desagradecidos con todos ustedes, centrándonos solamente en nuestra desgracia y en nuestros problemas, dejando que batallas se liberen en este lugar y no hacer nada a cambio para componerlo, ¿qué clase de seres somos que hacemos algo así? Temo que, no hay ni habrá mejora hasta que nosotros mismo no pongamos las cosas como son, porque aunque sea lamentable, es cierto que nuestra unión no es la mejor, y si no estamos unidos, no podemos trabajar para los demás, ser de ayuda, si ni siquiera con nosotros podemos ser útiles. No es miedo, porque pese a todo, confío en nuestros compañeros, Santos de Athena y Guerrero de Odín, así como confío plenamente en mi Diosa, pero es cierto.ㅡ Sonrío con cierta melancolía, siendo descubierta en lo que ocultaba a los demás, quien el guerrero enmascarado había sido hábil en descubrir. ㅡEs cierto que poseo una preocupación, porque al ser consciente de nuestra situación, temo por la vida de mis compañeros; ¿mi vida? No es importante, porque así como usted tiene sus objetivos muy claros, he de confesarle que así yo también, y si mi vida la doy en el campo de batalla por proteger a los inocentes, que sea así, pero no cuando somos débiles, cuando no hay entendimiento entre nosotros. Me disculpo por tener ser usted quien escuché mis aflicciones.ㅡ Y aún a ello, la calma envuelta a la amazona de Virgo no cambio en un solo momento, por el contrario, al menos ella podría sentirse un tanto más liberada por dejar sus pensamientos fuera, porque realmente sufría lo que pasaba con sus compañeros y la situación en la que estaban atravesando, ya había perdido a muchas personas importantes como para seguir sacrificando a más.

ㅡHe de admitir que me parece muy interesante su manera de pensar y expresar las cosas, es agradable cuando se dice lo que se siente y no se calla, dejando el 'temor' de lo que piense la otra persona; creo que eso lleva a una amena charla como esta que se ha dado. Puedo asegurarle que no es la duda, simplemente, como he dicho, mi preocupación por mis compañeros, puede ser infantil, algo no digo de un guerrero, pero mi entrenamiento me enseño a preocuparme por los demás, no quiero seguir viendo a gente morir; coincido que no necesitamos más pérdidas, mucho menos nosotros los santos de Athena, que suficientes hemos perdido, y sin embargo, es solo usted quien ha escuchado mis pensamientos, porque aún cuando he mostrado mi sentir hacia los demás, solo soy un ser sin escuchar.ㅡ Un pequeño suspiro salió de su boca, retomando esa seguridad que por un momento había perdido entre eses pensamientos melancólicos. ㅡEs cierto que me falta mucho por aprender, y por ello aun soy débil, pero por el bien de todos, no es algo que dejaré a la deriva. Y lamento nuevamente la mala imagen que se ha llevado de nosotros los caballeros dorados, solo hemos sido una piedra en el zapato de Asgard, más puedo asegurar, que eso cambiará dentro de muy poco.ㅡ Aquel ceño fruncido se volvió a relajar, volviéndose a esa expresión cálida y sonriente que desde un principio jamás debió haber cambiado, porque después de todo, Maina era consciente de sus debilidades y virtudes, así como lo que acontecía con sus compañeros y el problema en Asgard, uno que aunque fuese ella misma, se encargaría de resolver; y al menos esclarecer la mala imagen que tenían los Dioses Guerreros de ellos.