El ultimo cosmos
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Mensaje por Pavel Dom Oct 05, 2014 3:33 am

EL ÚLTIMO COSMOS

Comentario: La verdad es que desde hace un tiempo tenía ganas de hacer algo así, espero sea del agrado de todos los lectores, sugerencias serán bien recibidas pero por MP, me gustaría que este tema se quedase solo con los post del Fan Fic, pienso utilizar a muchos pj's del foro (en realidad creo que a todos) si a alguien le molesta o preferiría que su pj no salga me puede avisar, sin más que decir... Disfrútenlo.

Adelanto:

- No estoy seguro de que podamos salir de esta - Pese al tono de preocupación en su voz, sus ojos mostraban determinación, y su mirada estaba cargada de odio al estar ante el enemigo.
- Lo mejor que podemos hacer es intentarlo, ya llegamos hasta aquí, es imposible retroceder, han acabado con todos los nuestros, son pocos los que quedan, debemos detenerlo ya - su tono de voz era el característico de él, la batalla final estaba apunto de comenzar, ambos estaban en posición, el destino estaba ahora en manos de un dorado y un dios guerrero, los demás sobrevivientes se encargaban de otros asuntos, esta era la última oportunidad de salvar a la humanidad, la batalla sería difícil pero no se podían permitir el perder...
- El mundo será nuestro, acabaré con ustedes y reviviré a los otros dioses, ustedes llegan hasta aquí - El dios comenzó a destellar un brillo en su mano derecha apuntando a (...) y a (...) preparado para acabar con ellos.
- ¡NUEVO SOL! - Un rayo de luz con una temperatura cercana a los mil grados se dirigió a los héroes el momento había llegado y no había escapatoria...

Volúmen 1: El comienzo

Prólogo
Ceph corría de prisa por las calles de la aldea, su madre lo había llamado, era hora del almuerzo, el niño se encontraba jugando con sus amigos, todos rondaban su edad entre los siete y los diez años, el mayor de ellos solía ser quien los guiaba el que decidía a que jugarían y donde irían, Ceph siempre lo miró como un líder, pero la verdad era que abusaba de ellos por su contextura física debido a que era un niño algo grande para sus 10 años y sus amigos eran más pequeños de lo que deberían, si alguien intentaba oponerse lo arreglaba con un simple puñetazo en su cara y continuaba dando órdenes, a sus 10 años se podía decir que ya era todo un dictador, al igual que su padre el jefe de la aldea.
Ceph se acercaba a su hogar, su padre le esperaba en la puerta, estando a tan solo cincuenta metros de distancia, una implosión surcó el cielo, nadie pudo evitar dirigir su vista hacia arriba y mirar como una capa de luz se contraía en el cielo, el silencio reinó por unos segundos pero no lo haría más una onda oscura se expandía rápidamente tiñendo todo de gris y negro, tanto las nubes como el cielo; los aldeanos murmuraban se preguntaban que sucedía, el Jefe de la aldea llamó a la calma y dijo que averiguaría de que se trataba pero la respuesta les llegaría por si sola.
Una niebla se apoderó de la aldea,  entre tonos grises y negros rodeaba casas y calles, de repente los gritos se hicieron presentes al igual que el caos y la desesperación. Criaturas extrañas y muy veloces atacaban a todos sin compasión, matando de uno en uno los habitantes del lugar, el padre de Ceph corrió en su auxilio, pero antes de llegar había sido embestido, el niño se encontraba paralizado, observando la masacre y mirando como su padre era asesinado por aquellos demonios, o eso consideró Ceph que eran solo ellos podían ser capaces de algo así; la madre de Ceph salió lentamente de su hogar, y luego corrió a toda prisa por su hijo, le agarró por la mitad de su cuerpo y lo levantó abrazándolo fuertemente con ambos brazos, se devolvió rápidamente y llegó hasta su hogar, cerró la puerta y abrazó a su hijo con un lloriqueo incesante, el niño seguía paralizado por el miedo y por que sabía que si sobrevivía, llevaría ahora en su mente todos los recuerdos de lo que acababa de suceder, y no estaba seguro de ser capaz de soportarlo. El jefe de la aldea intentaba correr, pero iba sin un rumbo fijo, se topó con dos criaturas de espaldas, pero rápidamente ambas se volvieron, la de la derecha atacó sus extremidades inferiores, la otra fue directo a su cabeza, nadie sabía de donde provenían esas criaturas, pero muchos sentían como si el infierno se hubiese desatado en su hogar...

-----------~~~~~~~-----------

Rodorio era un lugar tranquilo la gente se saludaba, el sol brillaba acariciando sus rostros y su cuerpos, era un día como cualquier otro, el día a día cotidiano, cada quien con lo suyo, ya fuese trabajando o descansando, pero solo una persona notó que algo estaba fuera de lugar, el sol estaba muy céntrico para ser tan solo las 9 a.m y el brillo era cada vez más intenso, de repente un chirrido se apoderó del lugar, todos cayeron al suelo agarrando sus orejas, era simplemente insoportable, criaturas doradas bajaban del cielo y atacaban a los habitantes, no pasó mucho tiempo antes de que las calles fuesen bañadas de un rojo intenso y oscuro, quienes aún sobrevivían clamaban por la ayuda de los santos de Atenea los únicos que podrían ayudarlos en una situación así, pero nadie acudía a su llamada de auxilio.

-----------~~~~~~~-----------

En la profundidad los peces se comportaban de manera extraña, Bijaksana, un general marino, alguien capaz de estar en lo más profundo del océano, lo notó inmediatamente, sabía que algo sucedía en el exterior, se dirigió a la costa más cercana y quedó impactado por la imagen que estaba presenciando miles de cuerpos atravesados por lo que parecían ser lanzas de agua, el marino miraba a su alrededor buscando una explicación, no estaba seguro de lo que pasaba, así que debía informar a su dios lo que estaba sucediendo,quizá Poseidón si tenía una respuesta a tal masacre. Aunque bien podía ser algo que se escapaba hasta del entendimiento de un dios...


Última edición por Pavel el Lun Nov 03, 2014 10:21 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Pavel Lun Oct 06, 2014 1:14 am

EL ÚLTIMO COSMOS

Capítulo 1 - Reunión

Grimmjow lanzó un puñetazo con su derecha a la altura de la cabeza de Bud, con un leve movimiento hacia atrás el guerrero de Alcor Zeta esquivó el puño mientras lo agarraba con su brazo izquierdo, y tiraba una patada al dorso de Grimmjow quién recibiría el impacto, luego de un leve gemido se sacaría del agarre de Bud, y se alejaría un par de pasos.
- Eres bueno Bud, debo admitirlo -
Una sonrisa se dibujaba en su rostro, el guerrero de Alioth estaba complacido con su entrenamiento, Bud se comportaba a la altura y se tomaba el entrenamiento enserio.
-Eso no es nada Grimm, te sorprendes muy fácil -
El tono de voz burlesco que utilizaba Bud, tenía la única intención de molestar a su rival, para que luchara con mayor ímpetu.
Quería averiguar de que estaba hecho, pues a opinión del guerrero de Alcor Zeta así como de su gemelo de Milzar Zeta Grimmjow era el más débil entre ellos, Alioth Epsilon por el contrario siempre pensó que el guerrero Thor de Phecda Gama era el más vulnerable entre todos los dioses guerreros.
Grimmjow se abalanzó sobre Bud, pero algo lo detuvo antes de llegar, Syd le agarraba imposibilitando su movimiento
- Esto no parece justo chicos -
Decía entre risas esperando que Syd le soltara, ambos gemelos reían al igual que Grimmjow.
- Lamento molestarlos, veo que se divierten -
Una nueva presencia se adentró en el Palacio de Valhala donde los tres dioses guerreros entrenaban, de inmediato los tres se detuvieron, el respeto que le mantenían a quien acababa de entrar era sorprendente, pues sabían de lo que ella era capaz.
- Es un placer que nos honres con tu presencia, bella Astryd -
Con una leve reverencia se dirigió Syd a su compañera, quien les miraba seria y algo molesta.
- Hilda nos ha pedido que nos reunamos todos en la sala del trono, solo faltaban ustedes tres, así que pongámonos en marcha -
Sin esperar confirmación la diosa guerrera de Alfa se encaminó a la sala del trono los tres guerreros se miraron entre sí, y la siguieron sin objetar nada, pero todos sabían que algo sucedía, de no ser así Hilda no les convocaría a todos a una reunión, simplemente hubiese dado el comunicado a Astryd y ella se hubiese encargado de distribuirlo entre los demás, pero algo grave debía suceder si pensaba decírselos en persona.

Alfa, Beta, Gama, Delta, Epsilon, Eta y los gemelos de Zeta se encontraban de rodillas en frente de Hilda, quien descendía del trono lentamente acercándose a sus guerreros, hizo un leve gesto permitiéndoles ponerse en pie, mientras se preparaba para dar la charla.
- Guerreros, algo está sucediendo, algo que escapa de mi entendimiento, he hablado con el dios Odin y al parecer tampoco comprende de que se trata, nos llegó un aviso, miles de muertos al rededor de los pueblos de Asgard, algunos pueblos al parecer están intactos pero en otros ha perecido la totalidad de su población -
Los guerreros hicieron cara de asombro a excepción de Merak Beta, quien no estaba muy a gusto en el lugar pero no pudo oponerse a Astryd cuando esta le ordenó ir.
- ¿Y nadie tiene idea de que sucede? -
Preguntó Thor
- No, es algo extraño, Alexander, tú que sueles andar lejos de aquí, ¿no has notado algo? -
Preguntó Hilda a su "niño rebelde" quién negó con la cabeza, normalmente mentiría en una situación así, pero no esta vez, su sinceridad era completa, no tenía idea de que sucedía afuera.
- Bien, Edzard, tu y los gemelos irán a investigar a los pueblos en los que ha ocurrido algo, tengan cuidado, no sabemos a que nos enfrentamos, partan cuanto antes, van con mi bendición -
Hilda dio la orden y se devolvió a su trono, Edzard guerrero de Megrez Delta y los gemelos de Zeta asintieron, dieron media vuelta y comenzaron a marchar, para preparar lo que debían llevar.
- ¿Y nosotros? -
Preguntó Epsilon
- Ustedes esperaran a las noticias que traigan ellos, necesito gente cuidando el palacio, no se sabe si puedan atacar aquí también -
Contestó Hilda Grimmjow y los demás asintieron y se marcharon también del lugar, todos menos Astryd quien se quedó cuidando a Hilda de Polaris.

Luego de dos horas de haber marchado los guerreros a los que Hilda encomendó la misión, Thor se ubicaba a las afueras del palacio, rondando ansioso, necesitaba saber que ocurría en su hogar, no podía defender a los suyos de lo desconocido, y más importante aún quería impresionar a Hilda a quien siempre había amado en secreto, caminaba con su guardia alta no quería ser sorprendido por el enemigo, sin embargo habían quienes se ocultaban mejor de lo que Thor buscaba, Phecda Gama retrocedió un paso con un gesto de asombro en su rostro, ¿el enemigo se había infiltrado y no lo había notado? no podía permitirse algo así
- ¡¿Ustedes? debí imaginarlo! -
Gritó Thor al invasor quien se descubría el rostro
- Calma amigo, no vengo a luchar -
Comentó el aludido.

-----------~~~~~~~-----------

- Me agrada su decisión señor, creo que ha hecho lo correcto -
El respeto que tenía a su dios era increíble, su voz lo denotaba y su lenguaje corporal igual, Poseidón agradecía siempre su gesto y por eso era el Marino más cercano a él
- Gracias Bijaksana, tus palabras siempre son halagadoras -
Miraba con gratitud a su subdito, quién se postraba arrodillado ante él
- Mandar a Kevin a Asgard, alguien que siempre piensa antes de hablar, fue sin duda un acierto mi señor -
Se puso de pie, y asintió a su dios, mientras se daba media vuelta preparado para marchar
-Recuerda tener cuidado, no creo que seas bien recibido a donde vas -
Krisaor asintió y marchó del lugar, sabía que su dios tenía razón, debía ser cauteloso a donde iba, pero su sabiduría era suficiente para poder negociar con sus enemigos, o eso pensaron él y Poseidón. Sorrento y Kasa esperaban afuera del templo de Poseidón.
- Y bien Bijak, ¿que sucede?-
Preguntaba Sorrento intrigado
-Seguramente tenía una cita amorosa con nuestro dios -
La voz de Kasa era fea, un silbido molesto y la risa que manifestó después de su diálogo era peor, aunque pareciese increíble, Sorrento no dudó en dar un puñetazo en la cabeza de Kasa para que este se callara
- No pasa nada Sorren, déjalo ser, la verdad es que aún no sabemos que sucede, pero lo vamos a averiguar, Kevin ya está haciendo lo suyo y yo iré a encargarme de lo mío también -
La cara del general que portaba la escama de Sirena era de duda, no entendía del todo a que se refería su amigo - ¿Y que hay de nosotros dos? ¿y Tatenashi y Kanon? ¿no haremos nada? -
Kasa miró inmediatamente a Bijaksana, quería saber la respuesta a eso, pues se sentiría menospreciado de ser así
- De momento no chicos, cuando averigüemos que pasa, Poseidón actuará, tomara decisiones y nos dirá que hacer, por ahora solo les queda esperar, pero deberían entrenar, al parecer la amenaza a la que no enfrentaremos es muy grande-
Dijo Krisaor sin más mientras se marchaba del lugar, dejando atrás a sus compañeros, Kasa se quejaba y reprochaba la decisión, mientras que Sorrento intentaba calmarlo asegurándole que era lo mejor.

-----------~~~~~~~-----------

- ¿Y de que quieres hablar con nuestra diosa? -
Preguntó Tsunade furiosa, no entendía que podía hacer un Marino en ese lugar, Saga intentaba calmarla
- Entiendo que estés así, pero de verdad necesito hablar con ella, o bien con su patriarca, en las costas que visité había miles de muertos, cuando venía para acá varias ciudades estaban bañadas en sangre de los habitantes, si queremos detener esto ya, debemos saber a que nos enfrentamos, y mi dios quiere hablar con aquel que los guíe ya sea Atenea o su Patriarca como dije anteriormente -
Tsunade estalló en furia al escuchar eso ¿Habían muerto personas en las ciudades cercanas sin que los dorados se diesen cuenta? eso no era posible, cargó cosmos en su mano preparada para golpear a Bijaksana, sin embargo Saga la detuvo
- Te creo marino, pero iré con tigo, debo asegurarme que no harás ninguna locura -
Bijaksana afirmó con la cabeza y se dirigieron a la sala del Patriarca a pesar de los reproches de Tsunade la dorada de Tauro.
Bijaksana y Saga arribaron al salón donde se encontraba el patriarca, quién se sorprendió ante la presencia de un general en su sala.
- ¿A que obedece tu visita? -
La desconfianza era normal, luego del intento de invasión de los marinos, nadie ahí les quería.
- Disculpe mi intromisión, pero he venido por orden directa del rey de los mares -
-¡¿Poseidón?!-
- Así es, me ha enviado, quiere entablecer una reunión con usted, ha enviado a otro de los nuestros a hablar con la líder de los dioses guerreros, necesita hablar con ustedes, es urgente -
El patriarca asintió, Krisaor acordó lugar y fecha con él, las mismas que Poseidón le había ordenado dijera, el patriarca había aceptado, lo que convertía la misión del marino en un éxito, no robó más tiempo de los lugareños y se marchó para confirmar a su dios, iba con una sonrisa interna, había logrado su cometido.
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Kevin se encontraba al frente de Hilda, en las afueras del palacio Thor intentó detenerlo lanzando una arremetida de puñetazos al Marino quien los esquivaba sin problema, pero no atacó a Thor en ningún momento, Pavel se hizo presente y con una de sus rimas le pidió a Thor que se calmara, sabía que si Kevin el marino de Kraken hubiese querido acabar con él lo hubiese hecho, así que simplemente apartó a Thor y llevó al visitante con Hilda, gesto que el marino agradeció, la reunión fue corta pero efectiva, al parecer no solo en Asgard pasaban esas cosas, la líder de los guerreros estaba sorprendida, estaba de acuerdo con la reunión y asistiría sin pensarlo dos veces, Astryd se encontraba a su lado a la hora de la conversación, al parecer a los marinos no les molestaba que otros se enterasen.

Había llegado el momento, en un restaurante lujoso y maravilloso el dios de los mares esperaba a sus invitados, todos llegaron con ropa casual, no podía ser diferente, Hilda acompañada de Astryd, el Patriarca de Saga y Poseidón de Bijaksana, los seis se sentaron en una mesa para ocho, ¿sería posible que esperaran a alguien más?...
- Bien Poseidón, cuál es tu teoría -
Preguntó el patriarca.
- No lo sé aún, es algo extraño, sé que no son los titanes, de eso estoy seguro -
Sostenía su cabeza con sus dos manos, su mirada era pensativa, no miraba a ningún lugar en específico, simplemente se intentaba crear una idea en su cabeza de que sucedía.
- Mandé a algunos de los míos a investigar los alrededores de Asgard, sin embargo aún no han regresado, aunque eso es normal, han pasado tan solo 36 horas desde que marcharon -
Aclaraba la seguidora de Odín, quién también comenzaba a verse afectada por la situación, alguien estaba acabando con los humanos, pero no entendían el porqué, ni sabían quién era en realidad, los lugares afectados eran como un cementerio sin ataúdes, y no había rastro de que podía haber afectado o quién podría haber atacado el lugar...
- Yo sé que sucede -
Comentó una voz a lo lejos, ninguno de los seis pudo evitar sorprenderse, estaban ante la presencia de nada más y nada menos, que el dios del inframundo...
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Mensaje por Pavel Mar Oct 07, 2014 12:28 am

EL ÚLTIMO COSMOS



Capítulo 2 - Primer Encuentro

El lugar se encontraba tranquilo los habitantes caminaban por las calles y vías de Montenevado un pequeño pueblo a unos veinticinco kilómetros del palacio Valhala, un tipo de aspecto serio caminaba a paso lento, mirando a sus alrededores, como si estuviese buscando algo, de repente un hombre de aspecto joven con indumentaria blanca como la nieve que se postraba sobre su cuerpo se acercó a él.
- No parecen saber nada -
comentó, el tipo serio no se sorprendió de lo que escuchaba, por el contrario, era como si fuese eso lo que estaba esperando, se detuvo un momento a pensar en que podía ocurrir, ¿que seguía? ¿cuál sería el siguiente paso? no demoró mucho antes de saber que era lo siguiente que debía hacer.
- Llama a tu hermano, creo que aquí no tenemos más que hacer -
Dio la orden y su compañero la siguió, al parecer el guerrero de cabellos morados poseía ahora la batuta del equipo, es decir, era quien mandaba y tomaba las decisiones, por su puesto sus compañeros no tenían problema con eso, sabían que entre él y Astryd estaba el dios guerrero más poderoso, por ende no discutían con ellos en ningún momento, no querían acabar heridos por un amigo aunque también sabían que tanto Dubhe Alfa como Megrez Delta no harían algo como eso por un tontería. Rápidamente llegaron los hermanos Zeta, los tres comenzaron a caminar, debían ir al siguiente pueblo, y averiguar lo que pudiesen de los ataques y de lo que se había vivido en los lugares desafortunados, aquellos que habían llevado la peor parte.
Llegaron a un pueblo macabro, muchos cuerpos en el suelo, otros en medio de las ventanas, el rojo de repente se hizo el color más popular, comenzaba a apestar el lugar, se podía observar una que otra persona removiendo los cuerpos, intentando limpiar aunque pareciese un esfuerzo inútil, no reparaban en Edzard y los demás, como si no les preocupase que estuviesen ahí. Bud y Syd se sentían asqueados por el panorama, no creyeron que la brutalidad de los asesinatos hubiese sido tanta, ambos se veían reflexivos, ahora más que nunca deseaban saber que ocurría, Edzard por su lado observaba los cuerpos con atención, sabía que lo que hubiese asesinado a las personas tenía garras y dientes filosos, pero eso era algo fácil de notar, por las marcas y heridas en los cuerpos. A los pocos metros de Bud yacía el cuerpo de un hombre de entre unos 30 y 37 años, llevaba el pelo corto y negro, al parecer había sido golpeado en su costado, Bud no pudo verlo más así que se movilizó a unos cincuenta metros del lugar en el que estaba, entró a una casa aledaña, por alguna razón esta le atraía, quizá encontraría más pistas que en las calles, al abrir la puerta el panorama fue grotesco, una mujer tirada en el suelo, con el cuello partido y una gran herida en su espalda, había muerto mirando a algún punto, el cuál Bud siguió, debajo de la mesa se encontraba el cuerpo inerte de un niño, que rondaba los 7 años de edad, tenía un gran parecido al hombre que estaba afuera, supo de inmediato que se trataba de una familia...

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Regulus y Abaddon tomaron una iniciativa propia ante las noticias que había traído el general marino, se dispusieron a observar lo que había ocurrido en las ciudades cercanas, ya habían pasado por varias donde el panorama era el mismo, muchos muertos y poca explicación, parecía que habían sido heridos por garras enormes, las heridas se situaban comúnmente en las zonas superiores, como cabeza u hombros, algo extraño, parecía que los ataques habían venido directo del cielo.
- ¿Castigo Divino? -
- ¿A que te refieres Abaddon? -
- Vamos es solo una broma -
A Regulus no le parecía gracioso, estaban ante una situación cruda y dura para todos, solo esperaba que en la reunión que tendría el Patriarca en unas horas, llegasen a una conclusión de lo que ocurría, porque al parecer ellos en el lugar no podrían enterarse de nada ni una pista más allá de las marcas y heridas en los cuerpos de los asesinados. el dorado de leo, Regulus, se miraba extraño, su mirada perdida, muy preocupado, algo pasaba por su mente, apretaba fuerte los puños, Abaddon no sabía si interferir o dejarlo solo por un momento...
"Mi familia, debo saber si están bien, pero no puedo ir hasta allá, ¿que pasa si me encuentro con que todos han muerto? "
De repente una lagrima comenzó a salir del ojo derecho de Regulus, Abaddon la amazona dorada de escorpión no pudo evitar darse cuenta, suspiró profundamente y dedicó unas palabras a su compañero.
- Haz lo que tengas que hacer amigo, estaré a tu lado si me necesitas, iré con tigo si me lo pides, o te dejaré solo si lo deseas -
Abaddon y Regulus se llevaban bien desde que Regulus se convirtió en dorado, congeniaron desde el principio, era una de las relaciones entre dorados más fuerte que había aunque no la mayor, pues nadie superaría la de Maina y Denis, aunque habían otras relaciones de amistad fuertes entre los dorados esa era la mayor, la más extraña por otro lado sería la de los dorados de cáncer y de sagitario, quienes siempre parecían estar de acuerdo pero no se dirigían mucho la palabra, entre ellos y con los demás, pues sus pensamientos eran muy diferentes a los del resto. Leo lo asimiló por unos minutos y analizó pensando en que era lo que debía hacer, rápidamente, sugirió a su compañera del santuario, que lo acompañase hasta su hogar, debía saber como se encontraba su familia.

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Sorrento ayudaba a los rescatistas a remover los cuerpos, ponían muchos en un camión especializado, los ponían en varias camillas y se llevaban varios en un solo viaje, Sorrento no podía hacerse el desentendido ni ignorar lo que sucedía, no se lo podía permitir a si mismo. De repente un temblor azotó la costa, un fenómeno natural... No, este no era el caso, el temblor era provocado, pero ¿como podía ser posible? Sorrento intentó auxiliar a los presentes, ubicándolos en un lugar seguro, estaba solo y no llevaba su escama marina con él. Criaturas extrañas salieron poco a poco de entre la arena, parecían cangrejos gigantes, de aproximadamente metro y medio de altura, y unos 2 metros a lo ancho.
- Maldición, ¿porqué debía pasar justo en este momento? -
Eran alrededor de 15 cangrejos, las personas corrían asustadas, los cangrejos intentaban alcanzarles, pero Sorrento se interponía en su camino y evitaba accidentes similares para no presenciar un acto de asesinato masivo, como el que había ocurrido en muchos lugares al rededor del mundo.
- Vaya, no esperaba encontrarme con alguien así en este lugar -
Una voz potente resonó en la costa, Sorren buscaba en sus alrededores pero no podía encontrar nada, únicamente veía a los cangrejos.
- No pierdas tiempo, no me encontrarás, observaré como intentas sobrevivir a mis criaturas y luego acabaré con los humanos del lugar -
- ¿Quién eres tú, porqué no te muestras, porqué quieres acabar con los humanos? -
- Olvida eso, y concéntrate en sobrevivir -
Luego de sus últimas palabras se escucharon algunas risas, como si se estuviese burlando de Sorren, quien ahora tenía un grave problema en frente suyo, una gran familia de cangrejos...

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Los tres dioses guerreros llegaron al último Pueblo, ya habían pasado por los demás, era rápido considerando que habían pasado únicamente 36 horas desde que habían partido del palacio, la única noche la pasaron en una pequeña posada en uno de los pueblos que visitaron, Edzard los hacía ir rápido, quería entender lo que pasaba lo antes posible, los gemelos opinaban igual.
Al llegar al último pueblo los interrogaron antes de dejarlos pasar, sin embargo al escuchar sus nombres y poner atención en sus armaduras les abrieron paso sin pensarlo dos veces, se disculparon por el atraso, Edzard no le dio importancia y se caminaron hacia adentro del pueblo.No pasó mucho tiempo cuando todos fueron testigos del comportamiento irregular del cielo, un brillo extraño se contrajo en las alturas,  inmediatamente una oscuridad bicolor se expandió por todo el lugar.
- ¡Busquen un lugar seguro, el que esté más cerca, no hay tiempo para que vayan todos hasta sus hogares! -
El dios guerrero de Megrez Delta sabía que ocurría algo, no estaba seguro de que fuese lo mismo que pasó en los pueblos cercanos, pero presentía que lo era, la niebla se apoderó del lugar, Syd y Bud se pusieron espalda con espalda justo detrás de Edzard, quién sacó su espada y la hizo brillar de un rojo intenso, algo muy útil entre tanta oscuridad.
- Tengamos cuidado hermano, no sabemos a que nos enfrentamos -
Syd le hablaba a Bud, pero Alcor Zeta estaba invadido de una furia terrible, al recordar las imágenes que había visto en otros pueblos, su cosmos ardió de inmediato, las criaturas no tardaron en aparecer, parecían perros recubiertos de oscuridad, tenían un aspecto furioso y devastador. Bud los atacaba sin cesar con su técnica Garra del Tigre Vikingo de la Sombra, con la cuál quemaba a muchas de las bestias que los asediaban, Edzard se encargaba de muchas otras con su espada, Syd no estaba tan decidido como sus compañeros pero también atacaba a las criaturas extrañas.
De repente el asedio se detuvo, las criaturas dejaron de aparecer los dioses guerreros volvieron a su posición inicial, ambos gemelos de espaldas uno del otro, y atrás de Edzard.
- No creí que vinieran tan pronto, dioses guerreros -
¿Quién hablaba? ¿Como sabía quienes eran? ¿Les estaba esperando?, preguntas que pasaban por la cabeza de los dioses guerreros, quienes no entendían a que se enfrentaban aún, pero algo era seguro, no era nada que hubiesen visto antes...
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Mensaje por Pavel Sáb Oct 11, 2014 12:32 am

EL ÚLTIMO COSMOS



Capítulo 3 - Avance

Pavel corría a gran velocidad, se dirigía al palacio, aunque se encontraba bastante lejos, se notaba preocupación en su rostro, no llevaba su armadura lo que le hacía vulnerable comenzaban a bajar gotas de sudor por sus mejillas, sabía que debía llegar al palacio, sería más seguro en ese lugar, pues de esa manera algún compañero podría acudir en su ayuda, y no tendría que enfrentar por si solo al enemigo que le venía persiguiendo...

Sus compañeros aún no volvían y el guerrero de Benetnasch Eta entraba en desesperación, no podía dejar de imaginar cosas, ¿quiénes podían ser sus enemigos? ¿Hades, los titanes o acaso el mismo Zeus? un sin fin de ideas recorrían su imaginación, desde lo más absurdo hasta lo más terrorífico, pero él necesitaba averiguar algo por su cuenta, no podía continuar así, sabía que significaba desobedecer a Hilda pero debía hacerlo, en las afueras se topó con Thor quién le dio una reprimenda por lo que hacía, comenzando una discusión...
- Sabes que lo que haces está mal, no debes desobedecer a la señorita Hilda -
La voz fuerte del hombre de dos metros y un poco más de altura era pacífica nunca tuvo problemas con Pavel, por el contrario, de los guerreros era quizá el que más le agradaba, a pesar de ser caracterizado como alguien serio, el pelirrojo era capaz de hacerlo reír de diversas maneras.
- Vamos Thor no seas duro, sé que también sientes intriga -
Miraba a su amigo con malicia sabía que le dejaría marchar al final aunque no estaba seguro de como podría convencerlo...
- No losé esta vez no estoy seguro de dejarte ir -
Thor cambió su mirada, ahora esta se dirigía al cielo mientras volvía lentamente su cuerpo dándole la espalda a Pavel. El pelirrojo no desaprovechó ni un segundo, salió corriendo apenas pudo, a unos metros de su amigo le volvió a ver y le dirigió una rima.
- Gracias Thor por dejarme ir, se que mis rimas te hacen reir, no sé que puedes sentir, pero te aconsejo disfruta el vivir, pues en cualquier momento te puedes extinguir -
Pavel acompañó su frase de algunos movimientos con las manos, como si estuviese de DJ en una consola, Thor sonrió levemente y se devolvió un par de pasos, dejando marchar a Pavel a donde quiera que este fuese...

Estaba a dos horas de la entrada de Asgard, había caminado bastante, buscaba pistas o indicios que le sugiriesen que pudo haber pasado, o a que se enfrentaban en realidad pero el rapero de los dioses no se rendía, encontraría algo si o si, no se permitía otra opción, no vislumbraba en su mente el fracaso, de repente, mientras Pavel se encontraba agachado observando el suelo buscando algo en este, la voz de una chica se manifestó en el lugar.
- Estos dioses guerreros son una plaga -
La voz era fina, como la de una chica joven, Benetnasch supo de inmediato que se refería a él, pues no había otro de sus compañeros en el lugar, el joven se levantó y giró lentamente, para ver el rostro de quién le hablaba
- ¿Como sabes que soy un dios guerrero? además ¿a que te refieres con estos? ¿has conocido a mis amigos? -
Preguntó de manera constante, mientras veía a la chica, su rostro era algo feo, parecía lleno de acné, su boca estaba algo deforme, su voz no congeniaba con su rostro.
- No te diré nada niño -
¿niño? Lo llamaba a él niño, aunque ella también lo parecía, era increíble, Pavel dejó escapar una leve risa y miró a su interlocutora... De repente ocho árboles gigantescos crecieron al lado de Benetnasch Eta, este sabía que ella era quién había causado el acto que se manifestó, no entendió como pudo hacer algo así a esa velocidad, Pavel salió de entre los árboles mirando a la chica.
- Te felicito, es un gran truco -
decía en tono burlista aunque ciertamente estaba impresionado, pero no podía demostrar debilidad en ese momento
- Eso no es ni un poco de lo que puedo hacer -
Elevó levemente su mano a la altura de su hombro, en el cual recaía su cabello rojizo, aunque no tan claro como el del dios guerrero, miles de insectos entre gusanos, escarabajos, hormigas y demás salían de los árboles; Pavel se impresionaba más a cada segundo, analizó un poco su situación y comenzó a correr en dirección a Asgard, sabía que estaba en desventaja, su rival estaba a otro nivel, y debía aceptarlo...

-----------~~~~~~~-----------

Bijaksana caminaba junto a Poseidón, la charla en el restaurante había sido enriquecedora, ahora estaban más al tanto de a que se enfrentaban, aunque eso no cambiaba mucho el panorama de la desventaja, su enemigo aún contaba con el factor sorpresa, una alianza se había formado en aquella reunión, dioses guerreros, dorados, marinos e inclusive espectros deberían estar dispuestos a pelear uno al lado del otro con tal de acabar con el enemigo común que tenían todos ahora, sería difícil convencerlos a todos, como fue difícil convencer a el Patriarca y Saga en el restaurante, Hilda fue de las primeras en acceder, sabía que sus fuerzas eran las más vulnerables no por poder pero si en número, necesitaba aliados para cambiar su panorama, aliados fuertes, y los había encontrado, además era de las más conscientes sobre la destrucción que se llevaba a cabo pues Asgard era de las tierras que más había sufrido de los ataques enemigos.

- Señor, ¿cree que podrá convencer a los demás? -
Se encontraba dubitativo, nada fuera de lo normal ante la interrogante que formulaba, hasta el mismo Poseidón estaba inseguro de eso
- No lo sé con certeza mi querido Bijaksana, pero deberán aceptar solo así ganaremos esta guerra -
La mirada del dios era indecisa parecía preocupado, de alguna manera transmitía el sentimiento a su general marino, el perder la guerra parecía más cercano a ganarla, sus enemigos sabían más de ellos, y los provocaban atacando a los humanos, sabían que todos reaccionarían a excepción de Hades, quién lo hacía con otro fin, un interés personal por su puesto, pero no dejaba de ser una gran ayuda para los demás contar con el ejército del inframundo. La charla que había dado el dios de los espectros había surtido efecto a un final en los dorados, el Patriarca aceptó y Saga igual, aunque no confiaban en Hades ni Poseidón, pero los necesitaban, al parecer el enemigo al que enfrentarían, terminaba siendo más poderoso, que el deseo de muerte entre ellos...

- Tiene el don del habla, y eso hay que reconocérselo Saga -
Astryd hablaba con una sonrisa amable al dorado de géminis, ambos iban resagados, un poco atrás de Hilda y el Patriarca quienes mantenían una charla interesante sobre estrategias, no podían evitarlo y ambos hablaban de sus soldados pues ahora que lucharían al lado del otro, debían saber que dorado podría llevarse bien en batalla con algún dios guerrero.
- Todos los dorados son hábiles, pero no todos pelearán en compañía de otro guerrero, especialmente Cáncer y Sagitario -
El comandante de las fuerzas doradas hablaba en un tono de voz bajo pero audible, conocía bien a los 12 caballeros al igual que Hilda a sus soldados, a pesar de que eran ocho y los marinos siete, todos sabían la calidad de los generales, y todos consideraban al ejército de Asgard el más débil aunque en realidad tenía guerreros muy poderosos.
- Es increíble que halagues a alguien como él -
Respondió Saga a Astryd luego de un rato en silencio, la chica le miraba con un gesto algo extraño, como si el santo le pareciese un tipo raro, guardar silencio por un momento para contestar eso no tenía sentido, a menos que el chico estuviese pensando en algo más y hasta ese momento reaccionase de lo que ella le había comentado.
- Honor a quién honor merece amigo, si bien no es el más honorable de lo dioses, tienes sus cualidades y eso es de admirar -
Saga no respondió más prefirió dejar la conversación hasta ahí, su mente estaba divagando en otros pensamientos ajenos a la discusión, aún no se creía lo que había pasado hace unas pocas horas...

-----------~~~~~~~-----------

Hades arribó a la reunión, Saga se puso en posición ofensiva, preparado para atacar, el patriarca se quedó expectante, no detendría al geminiano en caso de que el dios del inframundo decidiese hacer un mal movimiento Astryd hizo lo propio por su lado, Hilda le miraba con furia, no comprendía que estaba pasando en ese lugar.
- Bajen los ánimos amigos, yo lo invité -
Poseidón hizo un intento por relajar el ambiente, todos estaban tensos y la situación no mejoraba con la aparición de su hermano.
- ¿Lo invitaste? ¿y a él porqué? -
Interrogó el Patriarca, le parecía increíble ver a Hades ahí, deseaba estrangularle con sus propias manos pero por respeto a los demás se mantenía tranquilo.
- No deja de ser mi hermano, además, parece saber algo que nosotros no -
Contestó Poseidón
- No puedo confiar en él, ni en ti realmente -
Ahora quién hacía uso de la palabra era Saga.
- Vamos será sólo una breve charla -
Aclaró Poseidón, intentando dejar que Hades prosiguiera, quién se sentó en uno de los campos vacíos.
- No se preocupen, vengo en son de paz, para muestra no traje a un escolta con migo, como si lo han hecho ustedes -
Todos se miraron entre sí, Hades había tocado un punto válido, sin embargo, siendo el más poderoso de los presentes tampoco era necesario que llevase un escolta.
- Dijiste que sabías lo que estaba sucediendo, habla -
Tan tajante como se caracterizaba en él el Pontífice se dirigió al recién llegado.
- Bien, pongan atención, no quiero pasar por la pena de repetir el diálogo -
La ira de Saga crecía más, lo que deseaba en ese momento era asestarle un puñetazo en la cara a Hades.
- Miles de muertes se han estado produciendo en su mundo, más que muertes son asesinatos, he sido testigo de como han matado, sin embargo no he logrado ver el rostro a ninguno de ellos, su poder supera el nuestro, ninguno de nosotros logrará nada por separado, pero podemos vencer si nos unimos -
En ese instante fue interrumpido...
- Jamás nos uniremos a ustedes -
Saga y el Patriarca hablaron al unisono al parecer rechazaban por completo la idea de unirse a Hades.
- Hermanito del mar, calma a tus invitados, diles que me dejen hablar -
Con un gesto arrogante y algo sofisticado, volteó su cara, evitando por completo conectar su vista con la de aquellos que habían osado interrumpirle...
- Por favor, escuchemos lo que tiene que decir, ya cuando él termine tendremos tiempo de dar nuestros puntos de vista -
Hades se colocó de nuevo en posición y continuó su explicación.
- Sé que hay varios porque atacan de diferentes maneras, tienen diferentes poderes, en cada uno de nuestros bandos hay quienes podrían acabar con ellos, pero como dije anteriormente, uno solo de nosotros no podrá con todo, aún si lo hacemos por separado no tendremos la fuerza y la inteligencia para acabar con el enemigo, si ideamos estrategias en conjunto podremos lograrlo, quiero escuchar sus opiniones -
Saga y el Patriarca se dispusieron a hablar, iban a refutar y a evitar unirse a Hades y Poseidón, estaban listos para iniciar un enfrentamiento si era necesario, pero antes de que nadie dijese nada Hilda habló.
- Estoy de acuerdo, debemos unirnos -
Su tono de voz era firme, estaba decidida, ni si quiera hacía falta preguntarle si estaba segura, ante la mirada de Géminis y del Pontífice tuvo que explicar el porqué.
- Asgard se ha visto sumamente afectada en esto, no puedo mandar a todos mis guerreros a vigilar, no sé a que nos enfrentamos y podrían acabar con todos, no quiero ver que mi pueblo cae, no sé si ustedes estén dispuestos a hacerlo, pero yo me uniré con cualquiera que esté dispuesto a ayudar, pronto no quedará nada en Asgard si no hago algo -
Saga y el Patriarca aún lo dudaban se miraban confundidos no sabían que decir.
- Caballeros, sin su ayuda esta reunión no servirá de mucho, su ejército es de los más poderosos, eso si no es el más poderoso, necesitamos de ustedes y ustedes de nosotros mírenlo como una ayuda mutua, sé que no es fácil, pero por el bien de todos deben aceptar -
Hades se rebajó un poco en su diálogo, sin embargo su principal fin era que los dorados aceptaran, necesitaba aliados, no quería perder esta guerra, ya que significaría perder todo lo que conoce.
- De acuerdo -
Terminó aceptando el patriarca, Poseidón asintió, acordaron que cuando alguien necesitase del otro enviaría un mensajero o bien se presentarían en persona, ahora marinos y espectros eran permitidos en Asgard y el santuario de igual manera los dorados en el inframundo y en la profundidad de los mares, todo había salido como Poseidón esperaba, aunque aún estaba preocupado por lo que la guerra pudiese dejar a su paso...

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Llevaba corriendo cerca de una hora, era increíble que aguantase tanto, ni si quiera estaba seguro de que le vinieran siguiendo pero no podía darse el lujo de averiguarlo, entendió que estaba en desventaja y solo deseaba cambiar la situación a su favor de repente un tronco salió del suelo, y Pavel tropezó con él, dio una voltereta para no caer, quedó con su pie izquierdo extendido y con el derecho como en posición de cuclillas mientras su mano derecha se apoyaba en el suelo.
- Así que es inútil intentarlo, creo que no hay de otra, es hora de pelear -
El dios rapero, se puso en pie, miró como la chica se acercaba, empezaba a liberar una gran cantidad de energía, sin embargo el pelirrojo no estaba seguro de que fuese cosmos lo que emanaba, era un tipo de energía diferente.
- Espero que estés listo niño -
Por segunda vez le llamaba así, ella aún no había respondido las preguntas de Pavel pero al parecer no estaba interesada en hacerlo, él debía acabar con ella y quedar con la intriga o bien morir en el intento de proteger su nación. Elevó su cosmos y llamó su armadura a él, poco a poco se fue adaptando a su cuerpo, ahora la armadura de Benetnasch Eta estaba sobre el cuerpo del dios guerrero, la batalla estaba apunto de comenzar, y sería una batalla de uno contra uno.

La chica hizo un movimiento con sus manos, apuntando hacia arriba con sus diez dedos, varias ramas con espinas salieron del suelo, parecían enredaderas, Pavel no mostró ningún tipo de emoción ante esto, aunque por dentro estaba ansioso, se mediría a una rival poderosa, y no estaba seguro de poder vencer.
Rápidamente el harpa comenzó a sonar, una melodía suave y armoniosa sonaba agradablemente, era fácil enamorarse de ella.
- Tienes talento con eso debo admitirlo -
Lo que ella no imaginaba, era que el chico estaba ejecutando una de sus técnicas, ella comenzó a ver como Pavel se multiplicaba y la rodeaba por completo, eran al rededor de 25, todos en diferente posición y al igual sus manos, se encontraba confundida, no entendía que estaba pasando, apretó sus puños y se contrajo en un rápido movimiento, en ese instante las espinas de las ramas salieron volando a todos los presentes, atravesándolos todos desaparecieron, ahora la chica no encontraba a su enemigo.
- Si vamos a luchar dama, deberías decir tu nombre, tranquila no te quiero en mi cama,  yo soy Pavel no le temo a ninguna rama, y se que me quieres matar para ganar algo de fama -
La chica no pudo reconocer de donde venía la voz de Pavel pero contestó a su rima.
- Mi nombre es Celit, portadora de la guardia de Bat -
Su respuesta llegó, pero no aclaró ninguna duda de Pavel, por el contrario le generó más, no obstante debería resolverlas en otro momento, por ahora solo debía acabar con ella, aprovechando su falta de ubicación se colocó a su espalda y la atacó, extendió su brazo izquierdo, y liberó una ráfaga de rayos, a gran velocidad, varios acertaron pero ella logró cubrirse, un árbol gigante apareció con un hueco en su base, en el que ella se escondía, la arremetida de Pavel se detuvo y ella salió lentamente.
- Atacar por la espalda, no creí que hicieras algo así -
- Dudas de mi honor para que yo exhale, pero mi estrategia entra mientras la tuya sale, recuerda que en el amor y en la guerra de todo se vale -
La lucha continuó, ella hizo salir una enredadera del suelo, la cual envolvió en su interior a Pavel, poco a poco salieron espinas de la misa, las cuales lastimaban a Benetnash Eta, causando hoyos en la armadura y provocando que la misma comenzara a romperse, el dios guerrero comenzaba a verse perdido, estaba inmovilizado, y las espinas romperían su armadura, para luego entrar en su piel y matarlo desangrado, el chico no sabía que hacer, pero debía intentar algo. Con la misma mano que portaba el harpa intentó tocarla consiguió dar con las cuerdas que necesitaba y una onda de sonido se creó alrededor de él, la enredadera se separó justo cuando comenzaba a atravesarle, él comenzaba a sangrar, ya estaba herido, pero debía acabar con su rival.

Utilizó su ataque una vez más, extendió uno de sus brazos y lanzó una ráfaga de rayos sobre la chica, quién hizo lo mismo del árbol, aprovechando la vista limitada que ella tendría ahí Pavel tocó su nota de nuevo, creando la ilusión de que se había multiplicado, ella salió rápidamente del árbol para atacar a su rival, pero todas las figuras de Pavel que la rodeaban comenzaron a lanzarle las cuerdas del harpa, atrapándola y desgarrando poco a poco su piel.
- Ahora sabrás lo que se siente -
Entre tanto dolor Celit explotó, miles de hiedras venenosas salieron por todos lados, las figuras desaparecieron liberándola, una hiedra había acertado en el verdadero Pavel, ella la hizo crecer, esta atravesaba por completo el pie derecho del joven el cuál sangraba, el dolor y la picazón eran insoportables la hiedra venenosa hacía efecto más rápido de lo esperado, con un grito de dolor Pavel removió su pie de la hiedra, luego cayó de rodillas, se sentía perdido, solo podía probar una cosa más, comenzó a tocar su melodía especial la cuál llegaba directamente a los oídos de Celit
- ¿No te cansas de lo mismo? -
Preguntó ella
- Solo un oído tan pobre como el tuyo, no diferenciaría una melodía de otra -
Contestó Pavel, mientras ella observaba como el harpa brillaba y comenzaba a disparar diversos rayos, la atravesaron por completo aunque no veía sangre sentía el dolor, Pavel arrancó la hiedra venenosa del suelo, y con un salto impulsado por su pie izquierdo fue en dirección a ella, con la ayuda de un gran destello de cosmos, atravesó el corazón de la chica con la planta que tenía en la mano, al parecer la odisea de Pavel había acabado, sin embargo se encontraba sin cosmos, y sin energía, luego de ver como ella se desplomaba, él haría lo mismo, con la esperanza de que un amigo encontrase su cuerpo antes que un enemigo...
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Mensaje por Pavel Jue Oct 16, 2014 11:55 pm

EL ÚLTIMO COSMOS



Capítulo 4 - Conocimiento

El cuerpo de un hombre que aparentaba unos 21 años de edad, su cabello era rojo y su piel blanca, se encontraba tirado en el suelo por alguna razón, pero seguía con vida, aunque su estado no era el mejor, a un par de metros de él yacía el cuerpo de una mujer, ya no respiraba y no tenía pulso, por lo menos así lo determinó quién examinaba los cuerpos, al parecer ella había muerto, era una mujer de rostro feo y algo extraña, lo que el chico de pelo azul, quién examinó los cuerpos no entendía, era el porqué su compañero habría batallado contra ella hasta ese momento no tenía sentido la escena que presenciaba, y el pelirrojo no estaba en condiciones de hablar, pues se encontraba exhausto y agotado además de inconsciente, por otro lado parecía que la herida en su pie le había afectado bastante...
- Estúpida, le dije que no se metiera aquí todavía, no tenía la habilidad para enfrentarlos ella sola -
La voz se escuchó, pero no parecía haber nadie más en el lugar el guerrero, quien portaba su armadura de Alioth Epsilon con sigo, no podía percibir ninguna presencia, con un destello rápido y sin que el joven que se encontraba de pie se diese cuenta, una chica apareció al lado del cuerpo de la difunta, era alta portaba un ropaje de estrellas negras, que cubría de sus pechos hacia abajo, pero no sus hombros, traía con sigo lo que parecía un báculo, y portaba algo similar a un casco en forma de serpiente; la chica se agachó y rodeó de agua a la difunta, quién se fue diluyendo hasta ver su cuerpo desaparecido, algo que sorprendió a Grimmjow.
. ¿Qué acabas de hacer? ¿Y quién eres? -
Preguntaba ferviente, su compañero estaba en mal estado y era por culpa de la chica que acababa de desaparecer, ahora él necesitaba respuestas, y no iba dejar que la recién aparecida se marchase sin decirle nada...
- Soy Kebta portadora de la guardia de Qebehut, te recomiendo retroceder niño, no sabes con quién te metes -
Su rostro serio y su tono de voz amenazante conseguían impactar en el guerrero, se sentía intimidado por dentro, pero no dejaría que la chica lo descubriese.
- Mi nombre es Grimmjow, dios guerrero de Alioth Epsilon, y lo mejor es que comiences a rezar, porque aquí perderás tu vida -
El cosmos del chico empezó a arder, mientras Kebta únicamente sonreía, esa última frase había sido algo curioso para ella...
- ¿y a quién debo rezar? ¿a tu dios? -
El tono burlesco se adueñó del diálogo, eso hacía enfadar cada vez más a Grimmjow y sus lobos comenzaban a aparecer...
- ¿y tú a que dios sirves? -
Preguntó mientras se acercaba a ella lentamente...
- Aún no lo saben, lo olvidaba, quién fue asesinada por tu amigo se llamaba Celit, servía a la diosa suprema Net, yo soy hija del dios supremo Anubis, pero pertenezco al ejercito del dios supremo Nun -
El dios guerrero no lo podía creer, su cara era de asombro, quedó paralizado unos segundos, sus rivales eran los dioses de la mitología egipcia, ¿que podían hacer ahí? ¿porqué atacaban en diferentes partes del mundo? y lo más importante ¿Que buscaban?
- ¡¡AAAARRRRGHH!! -
El grito de guerra alertó a los lobos, quienes se lanzaban poco a poco contra Kebta, los ojos de la diosa brillaron con un tono azul, y diversas gotas de agua comenzaron a salir de su cuerpo, pegando contra los lobos, quienes no se detenían por esto...
- ¿Eso es todo lo que tienes? Estás acabada -
Grimmjow se acercó con el puño en alto, pero no esperaba el siguiente movimiento de Qebehut el cuál lo tomaría por sorpresa y ya no lo podía evitar...

-----------~~~~~~~-----------


Sorrento había acabado con más de la mitad de los cangrejos, sin embargo comenzaba a sentirse exhausto, su verdadero enemigo aún no aparecía, pero sabía que estaba ahí, no sentía su presencia pero algo dentro de su ser le confirmaba su sospecha, el no portar su escama marina le hacía verse más débil, no porque su habilidad fuese menor, pero si su resistencia, la distancia que había entre él y su armadura era muy grande, no podía convocarla desde ahí, por lo que se encontraría desprotegido durante todo su combate estaba en clara desventaja, aún si lograba acabar con los cangrejos su enemigo le agarraría en mala condición y seguramente podría acabar con él fácilmente, sin embargo Sirena no se rendiría debía luchar hasta su último aliento, los humanos no tenían porqué sufrir las consecuencias de esta guerra, aunque aún el marino no estaba seguro de a que se enfrentaban.
Luego de diversos giros, con una de las patas de un cangrejo al que ya había asesinado, cortó parte de la coraza del otro, con dificultad pero la ayuda de su cosmos lo consiguió, si algo había aprendido de las frases de Bijaksana sabía que como bien había dicho su amigo, lo único tan fuerte para romper un material resistente, es este mismo, así que para acabar con los demás cangrejos sin gastar tanta energía, debía utilizar algo tan duro como el caparazón que tenían, y que más semejante que el mismo material, impulsado con un poco de cosmos sería capaz de atravesar la coraza de las criaturas lo cuál conseguía una a una con facilidad, había acabado con nueve de ellas, sin embargo al llegar a la décima algo sucedió, el pedazo que portaba se rompió, Sorrento ya había previsto que algo así sucediera, sin embargo con tan solo 6 de esos monstruos al frente suyo no se sentía tan preocupado y ya tenía un plan B para cuando eso sucediera, agarró a uno de los cangrejos que yacían en el suelo, lo levantó de las patas y cargado con una parte importante de su cosmos, lo lanzó a los demás, tres de los restantes se fueron arrastrados ante tal poder, ahora solo quedaban tres.

De repente Sorrento sintió como alguien se acercaba, miró directo al mar y pudo reconocer a su compañero, Lymnades, quién no solo venía preparado para la batalla, también traía en sus brazos la armadura de sirena, ahora el defensor del pilar del Atlántico Sur, veía su batalla ganada, rápidamente optó por vestir su armadura, además la flauta venía con esta, al parecer el panorama había cambiado por completo, pero en cuanto Sorrento liberó su poder, y su cosmos se desató, las tres bestias restantes desaparecieron sumiéndose entre la arena de la cuál habían salido.
- Bien hecho, no creí que llegases tan lejos, sirena -
La misma voz de antes, aquella que lo condenó a la batalla contra los cangrejos se hacía escuchar, Sorrento miró a su alrededor pero de nueva cuenta no encontró a nadie, de repente, por el mismo lugar que los cangrejos se habían escondido, aparecía la presencia de una dama, parecía portar una armadura extraña, la zona baja se veían como patas de cerdo, la que cubría su tórax era similar a un jaguar, mientras que su casco tenía la forma de una serpiente.
- Por fin te asomas -
Contestó Sorrento ansioso...
- Creo que mereces algunas respuestas por el esfuerzo que has hecho, mi nombre es Amam portadora de la protección de Ammyt, en cuanto a lo que preguntaste antes de tu batalla, es sencillo los humanos no merecen vivir más, están acabando con este mundo poco a poco, al igual que ustedes, por eso acabaremos con todos y crearemos una nueva raza perfecta, que aprenda a coexistir con la naturaleza -
Lymnades se encontraba expectante, la chica había dado un buen punto, pero no se podían permitir el darle la razón si terminaba siendo el enemigo, Sorrento por su parte reflexionó un poco, ahora estaba contra la espada y la pared y no estaba seguro de como rebatir lo dicho por Amam.
- ¿Crearemos? ¿A quienes te refieres? -
Preguntó, intentando desviar el tema, pues aún no daba con una respuesta adecuada...
- Los dioses por su puesto, todos a los que se enfrentan somos dioses, acabaría con tigo ahora, pero creo que mereces vivir un poco más, por ahora me marcho, pero ya nos veremos de nuevo, Sorrento -
Sin dejar que él dijese una palabra más desapareció entre la arena, al parecer dejaría el lugar en paz de momento, el marino de Sirena no pudo evitar sentirse confundido, esperaría con ansias su reencuentro con Amam de Ammyt.

-----------~~~~~~~-----------

Grimmjow se volteó y atacó con su técnica "Jauría de lobos del norte" arrasando con las tres bestias que habían surgido de la nieve, sabía que el agua que tiraba esa chica era peligrosa aún sufría la perdida de sus amigos, pero no podía dejarse vencer todavía, Kebta se sorprendió al ver el ataque de su adversario no creyó a Grimmjow poseedor de tal poder, ahora no se daría el lujo de darle la mínima ventaja, pues su orgullo estaba herido y su ira era incontrolable aunque tenía la capacidad de canalizarla bien y combatir mejor en ese estado, algo a lo que Kebta le ponía especial atención, no pensó que seria capaz de eso, luego del primer ataque que el chico había efectuado con su puño en alto, el cuál detuvo al ver sus lobos heridos tirados en el suelo, pues las gotas pequeñas de agua que había enviado y habían dado en los canes se incrustaron en el cuerpo de los mismos y Quebehut era capaz de transformar las pequeñas gotas en animales vivos, así que optó por darle vida a una cantidad impresionante de serpientes venenosas las cuales atravesaron desde adentro el cuerpo de los amigos de Alioth Epsilon, los mismos que cayeron destrozados en el frío suelo del bosque blanco de Asgard, Grimmjow sufrió su perdida sin embargo no podía descuidar a su amigo Pavel, al cuál fue a levantar y lo llevó unos cientos de metros de distancia atrás, subiéndolo a lo alto de una rama, ahora estaría más seguro.

El dios guerrero a paso lento volvía a su encuentro con la diosa hija de Anubis, ella había acabado con las serpientes, pensando que así emparejaría un poco más la situación y haría del encuentro algo entretenido, luego envió cuatro gotas justo detrás de Grimmjow quién ahora entendía como el suceso anterior había sido posible, rápidamente se volteó y miró a tres enormes osos que Qebehut había creado, a los tres los acabó con facilidad ahora era el turno de luchar con ella mano a mano.
- Bien, nuestro combate real empieza ahora -
Su mirada de odio penetrante era justificable, nunca alguien había acabado con tantos lobos tan rápidamente, era algo que difícilmente el dios guerrero podría superar.
- Adelante entonces, niño -
Nuevamente los ojos de la diosa brillaban del tono azul más puro que pudiese existir, ella flotaba en el aire, donde levantó su báculo esta vez las gotas de agua se dirigieron al cielo las mismas flotaron por unos segundos, hasta convertirse en grandes águilas las cuales descendieron atacando a Grimmjow pero otra manada de sus lobos apareció, todos se abalanzaron sobre las águilas antes de que tocasen al dios guerrero, miles de plumas se expandían ahora por el bosque varias teñidas por un tono rojizo, en el mismo instante que sus lobos atacaron Grimmjow había enviado su poderoso ataque "Jauría de lobos del norte" hacía su enemiga, a pesar del intento de esta por cubrirse varios golpes la impactaron, el poder del joven la había impresionado, no se había planteado la posibilidad de perder sin embargo ahora debía hacerlo, pues ella ya había sido golpeada y su rival no, únicamente sus lobos, ahora Grimmjow resplandecía de poder y muchos de sus lobos caminaban junto a él, la escena parecía mostrar al claro vencedor de la batalla sin embargo Kebta aún tenía un as bajo la manga.
- Si bien has logrado sorprenderme, debo admitir que yo también poseo una técnica más poderosa, al parecer te has vuelto merecedor de conocerla -
Una gran energía extraña comenzó a emanar del cuerpo de la diosa, un aura extraña de agua la rodeó y comenzó a lanzar potentes torrentes de agua provenientes de su cuerpo, su báculo estaba levantado, sostenido con su mano derecha, y sus ojos no solo brillaban, ahora eran completamente azules, imposibilitando distinguir entre su pupila y el resto de su globo ocular.
Muchos lobos eran golpeados, otros eran más ágiles y lograban esquivar, el dios guerrero corrió hacia su adversario esquivando sus ataques con una agilidad impresionante, como si fuese el mejor lobo entre todos, saltó y con toda su ira y su cosmos rompió la defensa de la diosa la golpeó en la cara y esta salió despedida hacia atrás, cayó a varios metros de distancia de él y parecía haber quedado inconsciente.
Grimmjow se acercaba lentamente preparado para dar el golpe final, sin embargo algo lo atacó por la espalda, era un lobo, el dios guerrero se volteó impresionado, de repente una gota de agua cayó en su frente, supo entonces que estaba perdido, la diosa se había reincorporado lentamente, herida y adolorida, con varias marcas y moretones en su cuerpo.
- ¿Recuerdas las gotas de antes?, justo cuando volviste... aproveché el momento justo en que llegaron tus lobos, y cree a un lobo similar a los tuyos, sabía que no lo detectarías, pues no te esperarías algo así, el ser atacado por la espalda por un lobo debe ser doloroso par alguien como tu, la gota que ha caído en tu frente no es como las demás, me gusta llamarla La perla de agua, no se transformará en algo, pero si acabará con tigo -
El dios guerrero estaba paralizado, intentaba pero no conseguía moverse no era producto de la perla que había caído en su frente, era producto del dolor interno que sentía por lo que había vivido pocos segundos atrás, en un par de minutos Grimmjow había muerto, el ataque de la diosa había sido efectivo, y se había cobrado la vida de uno de los dioses guerreros, quién había mostrado ser más poderoso de lo que todos pensaban...

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Se encontraba en las alturas del pueblo Sevgi, parecía como si estuviese volando, sin duda era un dios, sus ojos eran escalofriantes y parecía llevar un casco de escarabajo, sus ropas eran sumamente ligeras, en su mano derecha llevaba un cetro, en la izquierda un artefacto con símbolo de cruz, sus mirada penetrante y tenebrosa se dirigía hacía donde estaban ubicados los tres dioses guerreros, quienes habían caído en cuenta que tenían de frente a aquel que provocó tales masacres en los pueblos aledaños y en los adentros de Asgar. Syd y Bud liberaban su cosmos deseaban destrozarlo y hacerlo sufrir, Edzard parecía un poco más calmado e intentaba contener a sus compañeros.
- Aún no es el momento chicos -
Susurró, ellos pudieron escucharlo pero quién se encontraba en las alturas no,  el dios guerrero de Megrez Delta vigilaba a su enemigo, ambos se dirigían la mirada, aquel que había causado tal destrucción sabía que a quién observaba, era el líder entre esos tres.

Un largo silencio se prolongó en el lugar, los gemelos de Zeta apretaban sus puños y mandíbulas liberando cada vez más y más su cosmos, el dios liberó un poco de su energía, y un aura bicolor lo rodeo, era brillante y obscura a la vez.
- Edzard, Syd, Bud, deben entender que no tienen oportunidad, es mejor que se larguen si quieren vivir, soy el portador de la protección de Jepri, el más poderoso entre los míos -
El gesto de sorpresa de los tres era inevitable, no solo sabía qué eran, también quiénes eran, ¿como era posible? Edzard llevó su mano derecha al mango de su espada, estaba listo para al acción.
- ¡No se quien seas, pero no permitiré que acabes con la vida de la gente inocente! -
Gritó el dios guerrero, aquel que poseía el cabello de color morado, mientras comenzaba a liberar su cosmos al igual que sus compañeros lo habían hecho desde hace un par de minutos.
- ¿Inocentes? Destruyen poco a poco la maravilla de la creación, vamos Edzard sé que eres inteligente, analiza lo que digo y te darás cuenta que tengo razón, ellos no merecen vivir -
Su voz era apacible aunque siniestra, al parecer quería hacer pensar de manera diferente al guerrero.
- ¡No puedo pensar como tú, estoy aquí para proteger Asgard no para aprobar su destrucción! -
- ¡Te llegó la hora maldito! -
- ¡Muere! -
Los tres se prepararon para atacar, los gemelos apoyaron sus pies en las casas que tenían a la par y comenzaron a subir con ímpetu, saltaron hacia su enemigo y se prepararon para atacarlo, al mismo tiempo que todo estos sucedía Edzard se preparaba para el ataque, pero no pasaría nada, una onda de energía de Jepri repelería a los gemelos, quienes chocarían contra el suelo y perderían el aliento, Edzard disminuiría su cosmos al entender que su rival era más poderoso.
- Creo que con eso aprenderán la lección -
Dicho esto un destello cegador iluminó el cielo, Megrez se tapó los ojos con su antebrazo, para cuando los efectos del destello habían pasado el dios egipcio ya no estaba en el lugar, Edzard se acercó a sus compañeros y les ayudó a levantarse poco a poco.

- Es hora de irnos -
Mencionó el líder, ambos gemelos asintieron, debían llegar al palacio cuanto antes, se encaminaron a su nuevo destino por el camino más corto, prefirieron no hablar mucho durante el trayecto, los gemelos Zeta no se encontraban agusto con lo que había pasado, y Edzard analizaba todo lo sucedido.
Entre tanto caminar se adentraron en el bosque blanco, ya estaban cerca del Palacio, de repente Alcor Zeta notó algo arriba de un árbol reconocería esa armadura roja en cualquier lugar...
- ¡Pavel! -
Gritó asombrado, y subió hasta el árbol, observó el estado de su compañero, su armadura estaba algo dañada y su estado no era el mejor, Bud lo subió a sus hombros y bajó del árbol...
- ¿Que ha ocurrido? -
Preguntó Mizar Zeta.
- Al parecer tuvo una batalla, aún continúa con vida, por lo que debemos apresurarnos -
Edzard estaba preocupado por su amigo, aunque no lo mostrase, al parecer había tenido una batalla con alguien, solo esperaba que de alguna manera hubiese salido victorioso; los tres se encaminaron con Pavel sobre la espalda de Bud, pero no mucho después encontraron inerte el cuerpo de otro de sus compañeros, esta vez fue Syd quién se dirigió a este, sin pasar mucho tiempo confirmó la muerte de Grimmjow, todos callaron y miraron hacia el suelo, no sabían que había pasado en realidad, y eso los frustraba aún más, Syd cargó con el cuerpo de Grimmjow y se dirigieron al Palacio, debían dar la noticia a Hilda y afrontar lo que venía...

-----------~~~~~~~-----------

Regulus y Abaddon habían caminado ya mucho, era hora de un pequeño descanso antes de arribar en su destino, era de noche y las estrellas del firmamento brillaban con intensidad.
- Aquella es la constelación de escorpión, es hermosa -
Ambos miraban al cielo, pero Regulus pensaba en otras cosas, Abaddon hablaba intentando distraerlo, pero era un esfuerzo inútil todo el sentir y pensar de leo se concentraba en su familia, debía proteger a Atenea, pero no podía dejar sola a su familia ante acontecimientos como este. Decidieron dormir sobre el pasto, para no alertar a nadie, ya que llevaban puestas sus armaduras doradas.
Pasaron la noche ahí, calentándose con su propia energía, Regulus no pudo dormir la preocupación excedía el cansancio, Abaddon intento abrazarlo, pero el dorado de leo no se dejó, ella no iba con otra intención más que darle apoyo y él lo sabía, pero no se encontraba emocionalmente bien, para corresponder el abrazo consolador de su amiga...
El sol dio en el rostro de Escorpión, cuando se despertó notó que su compañero no estaba, se levantó preocupada y comenzó a buscarlo sin tener éxito, no tuvo otra opción que dirigirse ella sola al destino que se supone se habían fijado, esperaba encontrar a su compañero ahí.
Luego de un par de horas más caminando, y sin rastro del santo que la acompañaba Abaddon llegó al lugar, no pudo evitar mostrarse sorprendida ante lo que sus ojos le revelaban, no sabía como actuar ante tal panorama...
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Mensaje por Pavel Lun Nov 03, 2014 10:44 pm

El Ultimo Cosmos

Capítulo 5 – Preparación

La niebla rodeaba el terreno, el escándalo era absoluto, los espectros acomodados en hileras, adelante los más poderosos, las estrellas celestes, y en el último puesto los más decepcionantes aquellos que sin duda podrían ser utilizados como carne de cañon lo cuál era normal en ese grupo, pues si alguien moría no era difícil que o bien Hades le reemplazara, o bien apareciera alguien nuevo portando su sapuri...
Frente a ellos los tres jueces del inframundo, Korra, Aiacos y Kagaho, los tres junto a Pandora, a la derecha los dos primeros, y a su izquierda el tercero los cuatro parecían estar sobre un escenario hecho del mismo material que el suelo del hades, al rededor de 112 cuerpos se encontraban reunidos, la mano derecha de Hades, Pandora, se puso al frente y levantó su mano, como acto inmediato todos callaron ahora era el silencio el que reinaba el lugar...
- Sé que se preguntan porqué estamos aquí, así que callen y escuchen lo que ha acontecido en las últimas horas -
Hablaba con un tono de voz seguro y fuerte, todos podían escucharla y la respetaban, sabían que meterse con ella era hacerlo con Thanatos, Hypnos y Hades, y nadie sería tan tonto de levantar la furia de tres dioses, Pandora se erguiría y se prepararía para dar la noticia a los espectros, sabía que no iba a caer bien, pero esa era la mejor solución...
- Como sabrán otros dioses nos están atacando, son los dioses egipcios, quienes tienen un poder abrumador, para poder derrotarlos nuestro señor Hades a logrado entablar una alianza con Atenea, Poseidón y Odín, ahora deberemos unirnos a ellos para acabar la nueva amenaza -
Las palabras de la chica no dudaron en hacer efecto, el alboroto fue aún mayor del que existía antes de que comenzase la reunión todos se preguntaban el ¿porqué? Se suponía que ellos eran prácticamente inmortales no necesitaban ayuda, pero aún así Hades la pedía, Korra dio dos pasos al frente, hasta quedar incluso por delante de Pandora, llevaba en su boca un cigarro, y al detenerse lo hizo con una pose queriendo mostrar autoridad
- ¡¡Cállense!! ¡¡Las decisiones de Hades no se cuestionan!! -
Como acto inmediato todos callaron, Radamanthys el juez de Wyvern golpearía su cabeza con la palma de su mano, era normal que Korra actuase así, pero no le agradaba mucho su comportamiento, luego del silencio Pandora retomó la palabra y de nueva cuenta pronunció su discurso luego de agradecer a Korra el controlar a las estrellas
- Bien, serán divididos en tres grupos, uno irá a la tierra con Radamanthys, otro se quedará en el infierno con Korra y los aliados que sean enviados a ayudarnos, y el tercer grupo, el cuál será el más pequeño vigilará la entrada a los campos elíseos dirigidos por Aiacos, y se les advierte de una vez, quién ose traicionar a algun aliado será tomado como traidor por Hades así que les recomiendo comportarse y acatar órdenes, ¿Entendido? -
Como una gran voz en conjunto los seguidores de Hades respondieron afirmativamente, ahora serían divididos en tres grupos, personajes como Raimi de gusano, o Myu de Papillon eran seleccionados para ir a la tierra, Kaileena y otras estrellas celestes, junto con algunas terrestres se quedarían en el infierno, y únicamente Kagaho, Florence y Lyon acompañarían a Aiacos, todos consideraban que la estrella celeste de Troll debería haber viajado a la tierra, si bien era una estrella celeste no parecía mostrar grandes dotes de habilidad, pero al parecer Hades y Pandora tenían otro concepto de él, quizá conocían bien su verdadera capacidad. Sin esperar mucho más todos marcharon a sus puestos, los que se dirigieron a la tierra se dividieron en tres grupos más, algunos llegaron al santuario, otros a Asgard y el resto al océano guiados por algunos soldados de Poseidón...

-----------~~~~~~~-----------

El santuario, tierra de caballeros y amazonas, lugar de los defensores de la tierra y la vida humana, aquellos quienes eran considerados un ejército poderoso, sobre todo por los santos dorados, a quienes todos respetaban. El patriarca había reunido a los 88 caballeros de Atenea, aunque bien en ese momento eran solo 86, pues Leo y Escorpión habían desaparecido, el panorama no era muy diferente al del inframundo, mucho ruido acerca de especulaciones, pocas se acercaban a la situación real la mayoría de dorados preferían callar, otros hablaban entre si como era el caso de Maina de virgo y Denis de piscis, al igual que Dohko y Eridan dorados de Libra y Aries respectivamente, otros permanecían en silencio, Capricornio y Cáncer sentados divagando en su interior, Saga al lado del Patriarca y Tsunade algo cerca del dorado de Géminis, Dáskalos por su lado se encontraba muy aparte sentado en solitario algo a lo que acostumbraban a ver todos en Sagitario, era un dorado extraño, si bien a veces se comportaba de manera amable, en otras ocasiones era un completo patán muchos no le consideraban digno de ser un dorado, peor lo era y no había nada que hacer al respecto, el sumo Pontífice se acercó a dar el discurso fue entonces que todos callaron, las palabras resbalaban por su boca, daba rodeos antes de decir la razón principal de esa reunión, lo hacía para amainar los ánimos y que la noticia no se resultase tan pesada, todos parecían prestar atención a excepción del dorado de Cáncer, quién no estaba interesado en realidad en escucharlo, pero no podía faltar tampoco, pues quería averiguar todo lo que pudiese sobre esta nueva guerra, el guía de los santos terminó de hablar, nadie podía creer lo que escuchaba, todos se miraban entre sí pues no estaban seguros de si era una broma o era enserio, en ese instante Atenea apareció del lado atrás del patriarca.
- Espero que entiendan caballeros y amazonas, que esta batalla no puede ser librada de otro manera espero que continúen buscando el bien para los humanos y salvarlos de esta masácre en la que nunca debieron estar involucrados, espero que apoyen mi decisión y la de su Patriarca y además den todos lo necesario por derrotar al enemigo, confío en ustedes y así como ustedes darán su vida por esta lucha yo estaré dispuesta a dar la mía también -
Las palabras de la diosa no tardaron en hacer efecto, aquellos que dudaban se sintieron seguros y afirmaron, todos apretaron sus puños y los elevaron al cielo con un grito de guerra, santos de bronce, plata y dorados, todos los 86 por igual el respeto y el cariño a Atenea corría por la sangre de cada uno de los presentes sin excepción alguna.
- La estrategia ya fue diseñada entre Saga y el Patriarca, ellos les darán las órdenes a todos de lo que deberán hacer para salir victoriosos de esta guerra entreguémonos al máximo y defendamos nuestra tierra -
Por su puesto el disgusto se manifestó sobre todo en aquellos dorados que poco de acuerdo estaban con recibir órdenes de Saga, pero no existía alternativa la reunión llegó a su final, todos marcharon a excepción de “Muerte” Saruhiko y Dégel, quienes a petición del pontífice debían permanecer en ese lugar, pues debían hablar con ellos...

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Rostros cabizbajos miradas de tristeza y hasta lágrimas en algunos, no era para menos no solo debían atender a aquel que se encontraba inconsciente, además debían dar sepultura digna a su compañero aquel héroe que murió en batalla, ya todos conocían el plan y nadie se oponía sabían que era lo mejor para esta guerra, Syd y Bud lloraban a su amigo perdido, Thor Astryd e Hilda permanecían callados y con un gran semblante de tristeza Edzard también se sentía mal por lo sucedido pero no era común que mostrase sus sentimientos, Alexander como era de costumbre no se encontraba con ellos, el cuerpo de Grimmjow descansaba en otra habitación, aún pensaban en como iban a sepultarlo, por otro lado Thor colocaba el cuerpo herido e inconsciente de Pavel con cuidado en un sector elevado del suelo, mientras Astryd se acercaba a este lentamente
- Es extraño -
Inspeccionó el cuerpo del dios guerrero pero al parecer había algo que no encajaba, Syd y Bud ya se habían marchado a despejarse un poco, Thor se quedó a un lado de Pavel repitiéndose que era culpa suya, Edzard un poco más alejado como si estuviese analizando algo, Hilda al costado contrario al que se encontraba Thor y Astryd permanecía sentada al lado de su compañero herido.
- ¿Que es lo extraño Astryd? -
Preguntó Thor intrigado, quería saber todo acerca del estado de su amigo
- Sus heridas y la marca en su pie, no son en nada similares a las de Grimmjow, parecen ser hechas por plantas, son plantas básicas de las que hay que cuidarse, pero estoy segura que en el bosque blanco no hay de este tipo -
Ante la explicación Thor apretó sus puños y mandíbula sentía furia si, pero con sigo mismo, no podía obviar el hecho de que había sido su culpa
- Todo esto es culpa mía, yo lo dejé marchar -
- ¡Ya basta Thor! -
Hilda le calló, sabía que el gigantón se sentía culpable, pero nadie le había reprochado nada ni dicho algo en absoluto al respecto, sabían como era Pavel, aunque lo hubiesen intentado entre varios no hubiese podido hacerlo desistir de su idea de buscar pistas...
- No importa lo que hubieses hecho Thor, Pavel igual se marcharía, ya sabes como es -
Hilda le habló claro, no quería volver a escucharlo echarse las culpas, debía seguir adelante y olvidar eso, no era culpa de él en absoluto, y nadie nunca le recriminaría eso...
- Tienes razón, creo que no existe manera de persuadirlo para que no intente algo estúpido -
Todos los presentes asintieron con una leve sonrisa en su rostro, incluido el dios guerrero de Megrez Delta, también era amigo de Pavel y reconocía que era alguien terco y obstinado cuando se lo proponía, luego se acercó a los demás y brindó su participación respecto al tema de las heridas.
- Donde encontramos a Pavel no parecía haber rastros de batalla, sin embargo el lugar donde estaba el cuerpo de Grimmjow estaba marcado por la batalla, debo recalcar las plantas no comunes de estos sectores, además había otro hecho, a pesar de no sentir la lluvia en el bosque durante tanto tiempo en el lugar de la batalla de Alioth varias gotas de agua descansaban sobre el terreno, inclusive sobre las enredaderas y hierbas venenosas -
Astryd sonrió, entendía el punto de Edzard y lo que quería decir, Thor parecía no entender bien, Hilda no prestó la suficiente atención para comprender que quería dar a entender así que Astryd pasaría a concluir la idea de Ed
- Entonces hay dos posibilidades, o Pavel se enfrentó a alguien capaz de controlar el crecimiento de las plantas y luego en el mismo sitio Grimmjow se enfrentó a alguien que de alguna manera tiene control sobre el agua o ambos enfrentaron al mismo oponente quién es capaz de hacer ambas cosas, lo que aún no entiendo es ¿porqué estaba el cuerpo de Pavel tan aparte a la zona de batalla? -
La intriga se planteó en todos, los cuatro analizaban la duda planteada por Astryd, pero entonces Hilda encontró la solución más viable
- Lo mejor será esperar a que Pavel despierte, ya podremos preguntarle, por ahora encárgate de curarlo Astryd, lo necesitamos con nosotros -
Dubhe Alpha asintió y se marchó a su habitación, volvió pasados los minutos y trajo con sigo un par de plantas medicinales, con las cuales comenzó a atender al herido
- ¿Cuándo llegarán los refuerzos? -
Preguntó Ed a Hilda
- Pronto, por ahora debemos preparar todo para cuando ya estén aquí -
mencionó ella, Astryd dijo que su compañero estaría recuperado en un par de horas, todos comenzaron a preparar las cosas para los aleados y a esperar la recuperación de su amigo...

-----------~~~~~~~-----------

- ¿De que hablas? ¿Vendrán aquí? -
- Sí, ¿no crees que es lo mejor? -
- No estoy del todo seguro, me parecería raro que nos atacasen aquí, no sé para que vendrían ellos -
- Creo que él tiene razón amigo, no veo la razón por la cual admitirlos aquí -
- Yo creo que concuerdo, no hacen falta, nosotros somos autosuficientes -
- Es normal que piensen así, pero si ya atacaron las costas debemos estar preparados, tu que te enfrentaste a uno Sorrento, deberías saber que su ayuda no estará de más -
La discusión entre marinos comenzó, unos de acuerdo otros declinaban la oferta, Siren y Bijaksana comenzaron el diálogo, Crisaor intentaba convencerlos, pero Sorrento no creía que fuesen capaces o tuviesen intención de atacar el fondo del océano, Lymnades estaba de acuerdo con Siren, Tatenashi por su lado consideraba que en caso de un ataque con ellos sería suficiente, Kevin y Kanon permanecían callados, Azula por su parte analizaba, quería idear una buena estrategia para la guerra después de todo vivía para eso, Poseidón apareció, dijo cuál era su visión y el porqué la necesidad de luchar junto a los demás, entonces todos los comprendieron y confirmaron su apoyo para con el dios de los mares, sin embargo debían dividirse, Kevin partiría hacia Asgard, Azula al inframundo y Kanon al santuario, los demás defenderían junto a los aliados que enviasen, todos los movimientos eran según el plan de estrategia, sin embargo no dudarían en cambiar algunas cosas de ser necesario, solo había algo bien claro, aquel que fallase y mate a alguno de los aleados se consideraría como traidor por todos los bandos y se le ejecutaría luego de una dolorosa tortura.
Todos estaban ahora donde les correspondía, los preparativos estaban listos, solo faltaba aquel ataque que alertase a todos, sin duda el enemigo era poderoso, pero todos estaban listos para defender lo suyo y morirían en el campo de batalla si era necesario...

Epílogo:
Los dioses Egipcios se habían preparado, estaban divididos en tres rangos, los guardianes, o portadores de la guardia de algún jeroglífico, los Protectores o portadores de la protección bajo la tutela de un dios supremo, y los dioses supremos, llamados así, pues todos lo combatientes del bando egipcio eran dioses en realidad, los primeros enviados serían los guardianes y algunos protectores, el sobre-aviso ya estaba dado, ahora solo debían atacar y acabar con cuanto enemigo se cruzase con ellos.
Varios guardianes y algunos protectores fueron enviados, la guerra daba sus primeros avisos, los dioses guerreros con el deseo de protección y venganza, los dorados con la duda de lo que pudo suceder con Regulus y Abaddon, los marinos contra la destrucción total, a menos por el momento; y los espectros con el deseo de mantener su territorio en el inframundo serían capaces de aliarze a sus mayores enemigos siempre en busca de un bien común, aquello que ahora los ataba.

Naori caminaba al lado de Dohko, era un gran instructor después de todo, la amazona del Fénix al lado del dorado de Libra, compartían algunos ideales y solían tener conversaciones interesantes, al frente iba el juez del inframundo Radamanthys de Wyvern, y un poco más rezagado Dáskalos, eran los envíados a la misión, al parecer un pronto ataque sucedería en una ciudad cercana al santuario, Eridan también había sido encomendado a esa misión, sin embargo llegaría más tarde, los ya presentes no hablaban mucho entre sí, pero cumplirían con su misión y arriesgarían la vida por el otro de ser necesario después de todo, ahora eran compañeros...


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Mensaje por "Muerte lenta" Dom Nov 23, 2014 10:09 am

El Último Cosmos


Volúmen 2: Extinción


Prólogo:

Cubierto por su ropaje caminaba por el desierto, su rostro no podía observarse, únicamente su ojo izquierdo, intentaba taparse de la arena con esta indumentaria, no quería que los finos granos de arena obstruyesen su vista por lo que avanzaba a paso lento pero seguro, buscaba adentrarse en aquellas famosas pirámides egipcias, conocía la leyenda, y quería hacerla valer pues era alguien obsesionado con los dioses de su pueblo, quería un mundo nuevo, diferente y más pacífico, para eso supuso que la mejor opción sería reavivar o bien traer de vuelta a la vida a aquellos mitológicos seres, pero no podría hacerlo tan fácilmente, según las escrituras de aquel papiro que llevaba en su mano el cuál había descifrado con el tiempo.
“La muerte no existe para aquellos seres que han creado y manejado la vida, su descanso puede no ser eterno si se desea y el mundo como lo conocemos podrá cambiar, únicamente si los grandes despiertan una vez más, tres picos, tres cimas, tres poderes, pueden ser manifestados en nuestro mundo si los instrumentos adecuados son colocados de la manera correcta...
...La piedra roja como el fuego, capaz de incendiar naciones enteras, la piedra de la creación aquella que modifica el alma de quien la toque, y la piedra del tormento, capaz de traer de vuelta tus peores pesadillas...”
Luego de años de estudio Atem consiguió encontrar los tres artefactos, el “Piedra destructora de Slifer”, “Piedra eterna de Osiris” y “Piedra del caos de Obelisko” las tres piedras las cuales colocadas cada una en la cima de una pirámide en el orden y de la manera correcta, serían las responsables de regresar al mundo a Ra, Anubis y Nun, el egipcio había ya intentado por mucho tiempo diferentes combinaciones, fracasando una vez tras otra, si bien las combinaciones eran limitadas, por la gran cantidad de maneras de colocar las piedras el número de opciones era extenso, pero al analizarlo y vivir por y para lograr su cometido, consiguió dar con el orden correcto para llevar a cabo tal situación, al colocar la última piedra las tres pirámides parecieron caer ante un fuerte terremoto como si se derrumbasen hacia abajo, debido al sismo que se situó en el lugar, el hombre que había liberado tal acontecimiento cayó al suelo herido y sin aliento mirando hacia el cielo, un brillo indescriptible apareció en las alturas, mientras a su alrededor el agua se apoderaba del territorio, entre tanto brillo un destello negro apareció dando vida y forma así al gran dios Anubis, a su lado se situó Ra, y dejando al dios creador en medio, Nun se situó al costado opuesto de Anubis, los tres descendieron lentamente hasta quedar frente a Atem, aquel humano, que había cometido el error de librarles de su sueño...
- Así que ha sido un simple mortal quien nos ha traído de vuelta -
Su voz era imponente, al igual que su postura y su figura, era normal, después de todo era el dios creador de Egipto y quien dio vida a los otros dioses de su región, el gran Amón-Ra
- S... Señores Ra, Anubis, Nun, es un placer haberlos traído de vuelta, lo hice con la razón de decirles que deben salvar a este mundo, una tierra corrupta y sin esperanza, acaben con el sufrimiento y el dolor, se que tienen la capacidad de hacerlo, confío en ustedes y por eso les traje de regreso -
Algo ansioso, con un tono de voz inseguro como si supiese que acababa de cometer el mayor error de su vida se dirigió a los dioses, Anubis parecía ignorarle, Nun le miraba pero no abría su boca, Ra por su lado estaba preparado para responder...
- Malditos humanos, haciendo todo a su antojo, si bien debería matarte por tu osadía, te perdonaré la vida por el momento, hasta que dejes de ser necesario -
El dios Ra elevó su energía y en un gran destello elevó a Atem otorgándole un gran poder, pero nada comparable con el de ellos, luego el dios Ra dirigió su mirada a los dioses que le acompañaban.
- Bien, es hora de cambiar las cosas, revivir a los dioses que han perecido y crear nuestro ejército, me tomará al rededor de 23 años hacerlo,  durante ese tiempo, nos ocultaremos, y esperaremos el momento adecuado para actuar.-
Tanto el dios de los muertos como el de los mares estuvieron de acuerdo, y ambos fueron a descansar mientras Ra se encargaba de restablecer la vida de los seres más importantes para lograr su acometido: “Cambiar y reestructurar el mundo”

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En la tierra de Essen, Alemania, el reino parece desmoronarse, el pueblo ha dejado de creer en los reyes y comienzan a rebelarse poco a poco, diversos grupos de rebeldes se preparan para actuar y manifestarse, mientras en el castillo se vivía una alegría incomparable, el primogénito Eridan llegaba a la tierra, su madre había dado a luz a su heredero, pero no heredaría más que responsabilidades y problemas, sin embargo ocurría una situación de la cual nadie estaba enterado, Hasel, la madre de Eridan continuaba en labor de parto al parecer faltaba un niño más, la complejidad de la situación puso en riesgo la vida del segundo hijo, quien al final consiguió salir vivo del vientre de su madre, no obstante una tragedia ocurrió, Hasel falleció al quedar débil luego de traer a Crous a la vida. Al pasar dos años la situación empeoraba, los muros exteriores del castillo estaban marcados por diversos grafitis que demarcaban el odio del pueblo para con la familia real, Laurence, aquel que portaba la corono y daba sus mandatos desde el trono parecía confuso y desesperado, ya no estaba seguro de como podría resolver los problemas, aquellos que él había provocado al gastar de manera errónea los recursos de Essen, Eridan y Crous eran unos niños de 2 años, Eridan parecía destacarse en inteligencia y destreza, Crous por su lado iba un poco más lento pero de igual manera era un niño avanzado para la edad que tenía. Laurence había hecho de una de sus mucamas su desahogo, la había convertido en su mujer y ella era ahora la reina de Essen y la madre adoptiva de Eridan y Crous, el ambiente a las afueras era hostil, día a día se observaban manifestaciones y actos en contra del castillo, del rey y de la familia Zort, se escuchaban rumores de querer derrocar al rey sin embargo era un acto que aún parecía lejos de ser efectuado...
Pasaron otros 2 años desde que las manifestaciones comenzaron, ahora Eridan y Crous tenían 4 años, y una pequeña hermana llamada Kaileena, una niña de cabello blanco al igual que el de Eridan, Crous siempre lucía su look sin cabello por lo cual no era importante el color que pudiese tener, Eridan protegía a su pequeña hermana situación completamente diferente sucedía con el gemelo menor, quien a la menor oportunidad buscaba como molestar a su hermana haciéndola llorar y enfadando tanto a la madre de Kaileena como a Eridan por sus actos de inmadurez y sin sentido; las manifestaciones no dejaron de hacerse presentes a lo largo de este tiempo, en ocasiones el rey conseguía llegar a un acuerdo con los rebeldes y les dejaban en paz, pero otras veces era imposible y su castillo era atacado, quedando así con varias ventanas rotas y paredes con roturas. Al cumplir Kaileena 8 años y sus hermanos 12 se podía notar como la niña era infeliz, ninguno de los tres podía salir del castillo, no lo habían echo en toda su vida realmente, Crous siguió con su odio hacia su hermana menor, en ocasiones la golpeaba hasta hacerla sangrar, nadie se enteraba pues el gemelo menor la tenía ya amenazada, sus moretones eran por jugar si le preguntaban y cuando daba gritos y su madre llegaba a auxiliarla ya Crous había desaparecido y la niña inventaba alguna excusa para encubrir a su hermano quien le había asegurado la mataría si hablaba, ella sentía un odio incomparable hacia Crous pero no sentía tener la fortaleza para enfrentarlo y sentía temor de acusarlo y que él cumpliese su promesa; una noche un destello rojo asomaba por las ventanas del castillo, Eridan se acerco a una para saber que ocurría fue cuando observó la gran cantidad de extremistas, adentrándose en el castillo con antorchas, pistolas y otro tipo de armamentos, destrozando el castillo, el joven de cabellos blancos bajó rápidamente a la primera planta, donde se encontraba la guardia personal del rey intentando detener a los rebeldes, y aunque lograban tumbar a algunos, por la gran cantidad que poseían la guardia del rey se vio amenazada hasta perder a su último hombre, el rey tomó una pistola dispuesto a enfrentarlos, pero antes de poder hacer algo una bala se interpuso en su camino acabando con él, el chico miró como mataban a su padre y de su cuerpo sin vida hacían una piñata le daban patadas sin cesar y lo golpeaban con bates y picos, otros incendiaban el castillo con sus antorchas, los tres hermanos se reunieron en un rincón, Crous y Kaileen atrás de Eridan, las personas eufóricas y furiosas pensaban acabar con la vida de los niños también la madre de la niña se interpuso en el camino y acabaron con ella rápidamente, la niña elevó un grito de llanto y dolor, no podía creer lo que estaba viviendo, el llanto en su rostro se manifestaba constante, la gente se acercaba a los niños sin darles mucho espacio para moverse, Eridan comenzó a brillar en un destello dorado, con su instinto protector, y de alguna manera creó un muro entre ellos y los extremistas.
- Váyanse, huyan no se cuanto tiempo pueda resistir -
Gritó Eridan a sus hermanos
- No lo haré, no te dejaré solo -
Kaileena no pretendía dejar a su hermano solo, Crous por su parte ya se había marchado por un pasadillo secreto que se ocultaba atrás de ellos, Eridan se volteó y abofeteó a su hermana, luego de eso le dijo algunas palabras hiriente, sobre su madre y que no eran hermanos, que si se quería quedar no le importaba, pues ella no era nadie para él, estos actos hicieron a la niña marcharse llorando, Eridan no pensaba en absoluto de esa manera, pero tuvo la necesidad de hacerlo para que ella pudiese irse, el muro que el chico había generado no pudo romperse, y algunos rebeldes terminaban heridos, desistieron y se marcharon del lugar, el cual estaba completamente destrozado y del que Eridan tuvo que huir también.
Pasaron los años, Eridan encontró su lugar en Grecia, en el santuario como un caballero dorado, el santo de Aries, quien ahora era un sabio e inteligente soldado en las filas de la diosa Atenea, aquella que le había dado el poder de defender a sus hermanos, de los cuales no había vuelto a saber nada durante los 9 años que habían pasado desde aquel acontecimiento, junto con el santo de Andrómeda, un joven de cabello verde que admiraba a Eridan, se rumoreaba que los espectros habían aparecido así que debían patrullar por la zona, las cadenas del joven santo de bronce comenzaron a reaccionar, dos espectros de encontraban frente a ellos, el dorado estaba paralizado, no podía creer lo que observaba, su hermana se encontraba frente a él vistiendo una sapuri, el joven andrómeda por su lado atacó sin pensarlo, sin embargo el espectro con algunos saltos extraños y movimientos divertidos esquivó cada arremetida de las cadenas, Kaileena las agarró con su látigo impidiéndoles el movimiento, mientras el espectro que la acompañaba atacó y acabó por completo con el santo de bronce.
- No sé si ya te había mencionado, que no hay nada más inútil que un dorado, pues yo he atacado y el tipo ni se ha percatado -
con movimientos aleatorios y saltos ridículos se acercó a Aries y poniendo una mano en su barbilla sosteniéndose ese brazo con el otro, observaba a Eridan desde todos los ángulos, al parecer el compañero de Kaileena era alguien poco común, la chica miraba fijamente a su hermano, quién reaccionaba poco a poco
- Kaileena, ¿Que se supone que haces? -
El espectro Florence, quien iba con Kaileena, hizo su cuerpo hacia atrás fingiendo sorpresa
- No me habías dicho que tenías un romance, ¿es que acaso he causado algún percance? -
Se acercaba a Kaileena con saltos en un pie, la chica apretó sus puños y dio un grito
- ¡Detente Florence! -
El tipo se detuvo como si estuviese completamente congelado apoyado únicamente en su pie izquierdo, no parpadeaba, únicamente se limitaba a respirar
- Dijiste que yo no soy nada para ti, así que no te diré nada, y te mataré aquí mismo -
- No lo harás -
Un nuevo personaje se hacía presente, era alto, su cabello y sus ojos morados, parecía carecer de emociones en ese momento, se presentó a si mismo como el Juez del inframundo Aiacos, quién se acercó a Kaileena con una mirada perdida.
- Vámonos, no entiendo como Korra no controla a los suyos, lamento lo sucedido dorado, esto no ha sido orden de Hades, lamentamos cualquier inconveniente, aseguro que no volverá a suceder -
Eridan al entender su posición de desventaja asintió y dejó a todos marchar, a pesar del sentimiento que tenía al ver a su hermana no pudo hacer nada, Florence segúia sin moverse pero ya comenzaba a temblar por la posición que mantenía.
- ¿Será que ya podré moverme?, pues la pierna empieza a dolerme -
Los tres se marcharon sin decir más al dorado, pero la chica cuestionaba a Aiacos el marcharse pues pensaba que pudieron acabar con un dorado, sin embargo el juez mantuvo el silencio...
El tiempo pasó Eridan ahora tenía 23 años, y se veía amenazado por un gran peligro, dioses, los mismo que despertaron 23 años atrás ahora comenzaba su ataque el dorado escuchó la alianza con los espectros y pensó en esto como una manera de volver a ver a su hermana lo cuál le hacía ir al frente de la batalla con ansias...
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Mensaje por "Muerte lenta" Vie Dic 05, 2014 3:25 pm

El Último Cosmos


Volúmen 2: Extinción

Capitulo 1: Invasión

El sol brillaba en el firmamento, las nubes pintaban con extrañas figuras el cielo de Rodorio, aves surcaban el mismo sitio con sus cantos y alas extendidas sin duda hacían del paisaje algo hermoso y único, aunque esa belleza era únicamente en las alturas, los pocos sobrevivientes del ataque de hace un tiempo lloraban y sufrían aún las pérdidas e intentaban reconstruir lo posible, Radamanthys ignoraba a las personas y se concentraba en buscar, deseoso de encontrar algo que le pudiese ayudar a entender que había ocurrido exactamente ahí, seguido de Dáskalos quien parecía pensativo, con un rostro algo intranquilo y sus ojos perdidos entre los hogares y locales destruidos por el ataque a Rodorio, en otra calle algo aparte se encontraban Dohko y Naori, quienes charlaban y observaban cada escena trágica entre llantos y rostros tristes anduvieron por el lugar sin darse cuenta de como transcurría el tiempo y como se alejaban de Radamathys y Dáskalos, llegaron al límite del pueblo y se detuvieron, pero algo llamó la atención de ambos, una montaña  lo lejos, parecía estar sufriendo cambios extraños, pues estaba cubierta de nieve aún siendo verano, así que sin esperar ni solicitar permiso de el juez del inframundo el dorado y la bronce se dirigieron a aquel lugar, para averiguar que ocurría exactamente, si algo habían entendido es que se enfrentaban a un ejercito de dioses, por lo que cualquier actividad era posible y debían investigar a fondo.

- Naori, sé que estás preparada para combatir, pero quiero que entiendas que no nos enfrentamos a cualquier cosa -
- lo entiendo Dohko, y créeme que estaré atenta -

El sol pegaba directo en el rostro de ambos santos seguidores de Atenea quienes buscaban a sus enemigos para acabar con ellos y detener la destrucción total de la raza humana, como se había estado dando hasta ese momento, sin embargo los egipcios no pretendían esconderse, solo decidían el momento preciso para atacar, de repente una lluvia intensa se precipitó sobre los santos, quienes activando sus sentidos miraban a su alrededor buscando a quien causaba tal acto, pues al no haber ninguna nube en el cielo tan solo un minuto atrás, no había otra explicación más que fuese algún dios egipcio, entonce un acto inesperado ocurrió y un rayo de veinte mil amperios de voltaje caería directo sobre el cuerpo de Naori, El rostro de Dohko y su expresión de sorpresa le paralizarían al mirar como su compañera era impactada de una manera tan violenta y agresiva, al pasar un minuto el rayo desapareció y el cuerpo de Naori cayó rostizado en el suelo, dejando una nueva víctima de  los dioses egipcios en el mundo...

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Orfeo tocaba su lira en la entrada del templo de aries, al estar tantos dorados ausentes ahora los santos de plata debían defender los templos, sobretodo aquellos soldados superiores al resto caso que se presentaba en Orfeo, catalogado como el más poderoso de los plateados, el encargado de proteger la primer casa mientras Aries no estuviese presente dictado así por ordenes del Patriarca, la melodía hermosa y tenue que generaban los dedos de aquel chico de cabellos azules al rozar las cuerdas de ese instrumento que poseía en su mano sin duda algo que encantaría a cualquiera.

- Hermoso sonido el que produces -
- Me preguntaba cuando te dignarías a presentarte -
- Así que sabías que me encontraba aquí -
- En efecto, decidí luchar afuera, tendré más espacio para hacer lo que quiero con tigo -

Las palabras de Orfeo eran directas, sin importar que estuviese frente a la diosa de la danza y del arte musical de Egipto, ella admiró la melodía del santo de Lira, al parecer podía un simple mortal agradar la percepción musical de una diosa, la tez de su piel era blanca, no parecía llevar armadura, por el contrario su ropaje parecía ser de algún tipo de danza, y en su cabeza portaba un casco redondo con forma de tambor o algo similar, sonreía de manera extraña, como si estuviese complacida de escuchar a Orfeo pero a la vez se veía el deseo de asesinarlo en el semblante de su rostro, el sagrado caballero de plata entendía que la hora del combate para él había llegado y debía enfrentarlo estaba listo y seguramente sería un combate sumamente complicado pero por sus habilidades esperaba salir victorioso.
De repente a pesar de no estar siendo ejecutado ningún instrumento, en la cabeza de Orfeo resonaba una melodía y su cuerpo se movía involuntariamente al ritmo de la música, los pasos con los que su cuerpo danzaba eran de vals, estaba sorprendido no creía que un dios egipcio tuviese tanto poder ahora estaba siendo manipulado, pero en un segundo se detuvo y sonrió.

- Admito que no esperaba eso, pero me tomaste desprevenido solo debo elevar mi cosmos y podré evitarlo, he entrenado lo suficiente mi sentido auditivo para evitar algo como esto -

La diosa sonrió nuevamente, se encontraba con un oponente formidable delante suyo entonces comenzó a elevarse en el cielo, Orfeo por su parte preparó su lira para comenzar con su ataque, si bien estaba ante una diosa experta en el arte de la música, su gran capacidad al tocar el instrumento podía ser suficiente, aunque no sería fácil, pero ningún combate lo sería, no si se enfrentaban a algo desconocido como lo eran los egipcios quienes deseaban purificar la tierra acabando con la raza humano y con los caballeros que provocaban guerra y destrucción entre ellos, el sagrado caballero de Lira comenzó a armonizar un compás hermoso que guardaba en su repertorio, agradable ante los oídos de Astoret protectora de la guardia de Hathor, no obstante Orfeo lo que en realidad organizaba era su estrategia de ataque, inesperadamente rayos de cosmos comenzaron a azotar el cuerpo de Astoret quien se quejaba, pero no era afectada en sobremanera, una ráfaga de onda sonora salió expulsada de su boca repeliendo el sonido de la lira de Orfeo, elevando a este por los aires dejando que su cuerpo cayese unos metros atrás, el santo se levantó algo golpeado, pero estaba completamente listo para continuar el combate, y sin un solo rasguño en su armadura, elevó su cosmos un tanto más, sin llegar al punto máximo que se conocía de él.

- Eres poderoso, y tocas bien tu lira, me agrada haber escogido el templo de Aries yo -
- Como supuse ¿Hay un dios en cada casa no? -
- No en todas, pero si en varias, solo vinimos 6 aquí -
- Creen que será uno para cada dos templos, me agrada saber que están equivocados, pues tú no avanzarás de aquí -

Orfeo comenzó a utilizar su “Death Trip Serenade” creía poder hacer que la diosa se durmiese, pero esta había creado un escudo sonoro a su alrededor, por lo que la música de la lira ya no le haría daño, o eso supuso, pero mientras tocaba el joven plateado elevaba su cosmos paulatinamente hasta llegar al punto máximo en el que despertaba su séptimo sentido, haciendo explotar su cosmos y provocando un sonido más potente, el cuál desestabilizaría la defensa de la diosa, creando una explosión sónica Lira se cubrió sus oídos a tiempo, pero Astoret al estar tan cerca recibió el impacto completo, ahora sus ropas estaban desgarradas y sus oídos carecían de escucha, por lo que tendría que luchar completamente sorda, aunque enfrentar a alguien como Orfeo así podía dar una ventaja, el joven disminuyó su cosmos nuevamente, la chica se levantaba herida del suelo notando que no es capaz de escuchar, sonrieía ante esto, tenía la idea de poder ganar de esta manera, pero hay algo que no esperaba, alguien la pateó desde atrás tirándola al suelo.

“Creyó que tenía ventaja, no tiene idea que el sonido viaja por el cuerpo, cayó en mi “Ilusión” y fue atacada por la espalda, eso pasa si te confías, pero es hora de acabar este combate”

Orfeo deshizo su técnica y caminó hasta quedar frente a la diosa, quien se ponía de pie y se elevaba hasta los cielos, con su mirada de furia elevando su energía al máximo, piedras y escombros se levantaban de la tierra, mientras leves temblores recorrían todo el Templo de Aries por dentro y por fuera, pero antes de que pudiese reaccionar Orfeo había atrapado el cuerpo de la chcia con sus cuerdas, ella se movía incesantemente con furia y fuerza esperando romper las cuerdas, pero eso solo empeoraba la situación ya que estas la apretaban cada vez más, el plateado de Lira tocó una cuerda específica y dio la espalda a su enemiga, mientras se adentraba en el templo que le tocaba defender.

- La música es sinónimo de libertad, y he liberado al mundo de ti -

Al terminar su oración el cuerpo de la diosa cayó inmóvil y sin vida en el piso, tiñendo poco a poco de sangre el mismo, Orfeo se convertía en el primer santo en acabar a un dios egipcio, y sin recibir un rasguño en su armadura, tampoco una herida real, aquel Plateado se convertía en una leyenda de la guerra entre el Olimpo y las pirámides.

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El templo de libra, se sentía algo tranquilo escaso de ruido y pacífico, pasos pesados y lentos se escuchaban por los pasillos, haciendo eco en un lugar tan vacío, parecía ir con un rumbo y un destino fijo, pero lo hacía con una lentitud exagerada, su cuerpo parecía sumamente pesado, medía aproximadamente tres metros y era sumamente ancho, portaba un mazo en su mano derecha y un latigo en la izquierda, la parte superior de su cuerpo iba completamente desnuda, la parte inferior solo llevaba unos pantalonsillos que llegaban hasta la mitad de sus piernas, su pesado cuerpo se veía sumamente resistente, entonces otro gigante se interpuso en el camino, un chico de dos metros veinte, portaba una cloth de plata, aquella que lo representaba como Escudo, el santo protector de la séptima casa en cuanto Dohko estuviera ausente, se colocó frente al dios portador de la guardia de Bes, conocido como el dios protector de la mitología egipcia, aquel que servía como la mejor defensa, se enfrentaría ahora a la gran defensa del santuario, sin duda un enfrentamiento pesado se llevaría a cabo en el templo de Libra.

- Espera, ¿a donde te diriges y quien eres? -
- Ahaaa, haaaa haaa -
“¿N... No sabe hablar?”

Al parecer el enfocar todo su cerebro en resistir el peso de su cuerpo y en luchar, carecía de cualidades como el articular palabras o el escuchar bien a alguien, era el claro ejemplo de la fuerza bruta en un cuerpo egipcio, Gardna no sabía como actuar, no estaba acostumbrado a empezar él el combate, prefería contraatacar, pero para su infortunio el egipcio parecía solo tener a Athenea en mente, Gardna no podía dejarlo llegar hasta allá, debía detenerlo aunque parecía no prestarle atención, un aura azul comenzó a rodear al santo de Escudo, quien antepuso su escudo a su cuerpo, y con una velocidad impresionante se dirigió al enemigo, el portador de la guardia de Bes elevó su mazo y esperó el momento adecuado para golpear a Gardna de frente, si bien golpeó el escudo causó que el cuerpo del santo saliera volando varios metros y con gran fuerza atravesando varios pilares e incluso la pared del final del templo, quedando enterrado en las gradas que conectaban el séptimo templo con el de Escorpión, quedó al rededor de diez minutos inconsciente en ese lugar, estaba rodeado por un látigo el cual lo atrajo con fuerza hacia su adversario, quién solo había avanzado cuatro pasos en eso diez minutos mientras analizaba el movimiento que debía hacer y su cerebro intentaba procesar lo ocurrido, cuando tuvo a Gardna de frente, dejó caer su mazo para golpearlo, el santo interpuso su escudo el cual recibió el impacto, por el peso del soldado de plata y de el impacto del mazo un gran hueco se produjo en el punto donde estaba el seguidor de Atenea, su escudo parecía resquebrajarse.

“Este es mi momento, ahora es cuando debo aprovechar”

El cosmos de Gardna ardió y estiró su mano agarrando el cuello de Bes, pues al ser tan grande no podía tomar su cabeza, Gardna comenzó a caminar para salir del hueco elevando su brazo haciendo que su adversario se despegase un poco del suelo y dio u brinco, no muy elevado por el peso que llevaba con sigo, entonces dejó caer el cuerpo de su oponente, con el suyo encima para aumentar el impacto del golpe, todo sucedió rápido y no permitió que el egipcio reaccionase, el hueco que este impacto produciría, era 5 veces más grande que el anterior, el santo de Plata se apartó mirando desde afuera de aquella marca que dejó el golpe a su rival, quien aunque lento, se levantaba del punto en el que estaba como si no le hubiese pasado nada.

“Será más difícil de lo que pensé”

Nuevamente elevó su cosmos y rápidamente llegó a su adversario, este intentó golpearlo con el mazo, pero Gardna fue capaz de esquivarlo, tomándolo por el cuello nuevamente y arrojándolo con dificultad pero gran fuerza a uno de los pilares del templo, el gigante golpeo y causó una gran grieta en el lugar, pero continuaba levantándose como si no le ocurriese nada algo que comenzaba a preocupar a Gardna, quien no entendía como podía hacer un daño real a ese tipo, sin duda debía idear una estrategia efectiva, para poder combatir fuerza con fuerza, a pesar de la increíble resistencia que poseía aquel ser, el látigo rodeó a Gardna de nuevo y lo atrajo hacia Bes, momento preciso que el plateado aprovechó elevando su cosmos envuelto en un su cosmos aumentó la velocidad con la que se dirigía a su rival y puso su escudo por delante, dio un pequeño salto segundos antes de llegar y alcanzó a golpear la cabeza del egipcio quien lo soltó y parecía mareado, no logró mantenerse en pie y cayo sentado.

“Encontré su punto débil, ahora es cuando”

Gardna de escudo dio un salto increíble quedando a varios metros por encima de Bes, comenzó a girar sobre su eje y dejó caer su cuerpo en dirección a la cabeza del dios al cuál impactaría con gran fuerza siendo su escudo el que lo golpease, por la magnitud del ataque el cuello se dislocó y como acto reflejo el cuerpo del gigante se levantó y comenzó a irse sobre su costado izquierdo hasta caer en el hueco anteriormente dejado por Gardna, la mirada del dios no se dirigía ningún lugar en concreto, y ya no podía mover su cuerpo, continuaba vivo, pero no tenía la capacidad de levantarse, sencillamente el cuerpo de Gardna había acabado con él...

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- Na... Naori -

El dorado no lo podía creer su compañera estaba acabada en el suelo, completamente muerta, ahora se encontraba solo y el enemigo comenzaba a aparecer, su armadura era de un tono opaco, color similar al acero oxidado, parecía que los pies representaban cabezas de león, el resto era normal, el casco tenía una extraña figura redonda que salía de el por arriba, y portaba en su mano derecha algo similar a un abanico, Dohko dejó a Naori en el suelo y lleno de furia se acercó a Rasap, portador de la guardia de Reshef.

- Tu lo hiciste, ahora pagarás por esto -
- Espera, si yo la maté, pero tu también estás muriendo, no te has dado cuenta pero estás enfermo en este momento, pronto morirás si no buscas una cura efectiva, te recomiendo marcharte -

Dohko se mantenía serio, parecía no escuchar lo que Rasap decía, se concentraba únicamente en el momento en que se descuidase para atacarlo, entonces movió su abanico hacia atrás y el sol comenzó a brillar cada vez más fuerte, Dohko comenzó a sentir un calor atormentador, y empezaba a sudar, parecía no soportarlo.

- El calor acelera tu enfermedad, soy conocido como el dios del clima y de la peste, has sido contagiado con la lluvia que recibiste hace un momento, agradece que a ella la asesiné rápido y no esperé a que muriera lentamente como lo estoy haciendo con tigo-

Dohko hizo arder su cosmos y lanzó su técnica del ascenso del dragón, pero el dios se movió rápidamente el calor estaba alerdeando a Dohko, al mismo tiempo que su nueva enfermedad se encargaba de debilitarlo lentamente, el dorado hizo arder su cosmos preparado para que la batalla comenzase, entonces una flecha dorada voló hasta el dios egipcio, quien movió su abanico hacia el frente y un gran tornado se creo en medio de él y la flecha, evitando así que esta lo golpease.

- ¡Dáskalos!-

Exclamó Dohko, ahora su compañero llegaba a acompañarlo, y el combate se nivelaría un poco, ambos veían a su próximo rival listos para acabarlo, pero este parecía sumamente confiado en lograr la victoria, clavó su abanico en la tierra un huracán comenzó a azotar esas tierras, Dáskalos lanzó nuevamente una flecha a su enemigo, pero fue detenida por los fuertes vientos contra los que ahora debían enfrentarse los santos de Libra y Sagitario.
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"Muerte lenta"
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Mensaje por "Muerte lenta" Mar Dic 23, 2014 10:23 pm

El Último Cosmos

Volúmen 2: Extinción

Capitulo 2: Asgard en llamas


El frío viento soplaba a las afueras del palacio, la brisa congelaba y la noche acariciaba los cielos de Asgard, los pies de cualquier caminante se hundían en la gruesa capa de nieve, la piel expuesta se congelaría al instante, lo mejor era permanecer en los adentros de un hogar o del palacio protegido por las paredes que contrarrestaban el ímpetu del clima en causar una gélida experiencia en cualquier ser humano, o por lo menos en uno cualquiera.
El bosque blanco era un lugar tenebroso y escalofriante cuando el momento de la oscuridad nocturna gustaba en manifestarse, entre tantos árboles y bestias feroces se encontraba un pequeño hogar, una casa acogedora, Edzard, dios guerrero de Megrez Delta vivía entre esas 4 paredes, situado ahí por preferencia de él, ubicándose así en un lugar en el que podría vigilar mejor lo que sucediera en el bosque, era conocido por cualquier habitante de aquellas frías tierras que el sujeto que habitaba en ese sitio protegería la inmensidad completa de aquella blanca selva que adornaba con la mayor cantidad de flora y fauna a Asgard. Los sucesos recientes de los combates que se libraron entre los troncos y los fríos suelos del bosque mantenían pensante al dios guerrero, tanto el fallecimiento de Grimmjow, como el estado en el que encontraron a Pavel, quien poco a poco se recuperaba en el palacio gracias a la ayuda de Astryd, no quería ver a sus compañeros sufrir y seguir cayendo en batalla y haría lo que estuviese a su alcance para evitarlo, lo que no imaginaba es que ya habían invadido el santuario, y que poco a poco harían lo mismo con los demás lugares donde se encontraban aquellos que pudiesen amenazar su objetivo final; algo inusual comenzó a ocurrir en el bosque, Edzard sentía como si la superficie se estuviesen moviendo bajo sus pies, percibía una extraña energía que le hizo recordar al extraño sujeto con el que se encontraron en uno de los pueblos aledaños al palacio, salió de inmediato y fue entonces cuando pudo observar a una cantidad impresionante de animales corriendo, huyendo de algo en específico, ese algo aparecería en tan solo instantes sobre la rama de uno de los árboles, una chica con un arco en su mano derecha y flechas sobre su espalda, portando en su mano izquierda una extraña espada amenazante...

-¿Que crees que haces al ahuyentarlos así? -
- … -
- Te pido amablemente que me des una explicación, o esto se puede poner peor -

Al ser ignorado el dios guerreo se enfureció un poco, sabía que ella pertenecía a los egipcios, pues no llevaba casi ropa y eso era imposible en una noche tan helada como la de ese momento, ambos fijaron miradas, pero ninguno pronunciaba otra palabra, no hasta que ella quitó su mirada y levantó su arco, guardó su espada y colocó una flecha en su mano izquierda al parecer apuntaba a un animal, Megrez Delta elevó su cosmos de inmediato y subió hasta donde se encontraba la diosa egipcia.

- Será mejor que te detengas ahora,  o tendré que hacerlo de otra manera -
- Hazlo si te crees capaz, pero debes pensar en que morirá el guardián de este bosque, y nadie más va a cuidarlo -
- Ya veremos que sucede, y no importa si caigo en batalla, hay otros guerreros preparados para luchar con tigo -
- Pronto todos estarán muertos, y ya no hay nada que puedas hacer -
- ¿A que te refieres? -
- No fui la única en venir, mis hermanos están atacando también -
- Ngh... ¡Maldición! Te detendré ahora y ayudaré a mis amigos -


La chica volteó su cuerpo hacia Edzard apuntándole directo a la cabeza, sonrió de lado y preguntó a él si estaba listo para morir respondiendo con otra sonrisa el dios guerrero elevó su cosmos y utilizó su técnica “Espectro amatista” dirigiendo una cantidad de golpes acelerados directo al cuerpo de la chica, específicamente a sus brazos, necesitaba separarla de sus armas y ese sería un buen intento, pero hay algo que el Guerrero no consideró, la velocidad de la diosa, quien rápidamente al ver el primer movimiento de su oponente dio una extraña voltereta y cayó de pie en el suelo, observando a Edzard, estiró la cuerda de su arco y la soltó en un instante para enviar su flecha a su adversario, quién con un salto hacia atrás la evitaría, pero se dirigiría al suelo también, en el cual tan solo al caer puso sus manos sobre el mismo y utilizó otra de su técnicas “Tempestad amatista” Nati, portadora de la guardia de Neit no esperaba que eso fuese un ataque, y sin darse cuenta su cuerpo había sido dañado por las amatistas antes de poder reaccionar y esquivar algunas, ahora gran parte de su cuerpo sufría de heridas y aún tenía esas extrañas piedras incrustadas en su piel.

- ¡Sorprendente! Eso no lo esperaba -

Exclamó Nati, quien con un salto hacia atrás se colocó en posición para luego correr con una velocidad impresionante hacia Edzard, apareció por detrás del mismo, y en un movimiento tan rápido como la luz sacó su espada y atinó una estocada en el cuerpo de su oponente, específicamente en su costilla derecha, impresionado por la velocidad de la chica entendió que no podía darse el lujo de perder, y aunque le parecía arriesgado debía usar sus habilidades, su espada era algo peligrosa al ser de fuego, por razones obvias era algo que descartaba, su unión con la naturaleza y sobretodo con la naturaleza de su hogar sería su siguiente arma, con la intención de proteger a todos los animales, pobladores, compañeros y amigos de Asgard elevó su cosmos al máximo, era impresionante para cualquiera que pudiese sentirlo, nunca un habitante de esas tierras había estado tan cerca del poder de los dioses, Nati reaccionó de inmediato y elevó su energía ancestral al límite, ahora su velocidad doblaba la anterior, era entonces capaz de viajar en el tiempo al ser más rápida que la luz, se dirigió a Edzard y este no pudo observarla, se plantó tras de él nuevamente e intentó otra estocada, en esta ocasión una más letal, directo al corazón del asgardiano, pero la nieve se levantó del suelo y creó un escudo espeso y de una capa gruesa que protegía a Edzard, ahora la naturaleza estaba de su lado y no había manera en que pudiese perder, aunque la velocidad de Nati era tan peligrosa como desconocida para el pelimorado era algo que debía contrarrestar de la mejor manera y evitar una destrucción en el basto paraje blanco que se convertía en la arena de combate entre la diosa egipcia y el dios guerrero ambos mostrando sus armas y sus capacidades y cualidades de combate.
La chica lanzó una cuchilla la cual desapareció al instante mientras ella corría hacia Edzard quien movió su mano izquierda y una ola de un tamaño considerable, alcanzando aproximadamente los 3 metros, la misma se dirigió a la diosa quién rápidamente se sumergió entre la gruesa capa de nieve para evitar así el colosal impacto de la ola, saliendo tan solo un segundo después detrás de el joven guerrero lanzando una nueva estocada a este, pero la misma gruesa capa de nieve que lo había protegido anteriormente hacía lo mismo en esta ocasión.
Un charco de sangre espeso comenzó a expandirse por el suelo del bosque, una cuchilla que apareció de repente por delante de Edzard consiguió penetrarle el abdomen, ahora la sangre del guardián se unía con su templo.

- Al parecer si es posible herirte después de todo, supongo que ni alguien como tú puede con mi velocidad, y con los viajes en el tiempo, envié la cuchilla al futuro unos segundos después y por eso apareció así, puedo hacer lo mismo con cualquier objeto, y no solo te enfrentas a un destino incierto, también debo admitir que soy de las más inteligentes entre los dioses -
- Hablas mucho, deberías poner más atención al entorno que te rodea-

Las palabras de Edzard iban con un sentido especial, pues con la ayuda de las raíces de los árboles consiguió atrapar los pies de Nati ahora ella estaba estancada en ese punto y a pesar de la herida del dios guerrero, se podía decir que ahora tenía la ventaja.
Los suelos comenzaron a abrirse, la diosa se hundía poco a poco entre la nieve de Asgard, atrapada por el mar banco de las tierras nórdicas, intentaba safarse pero se le hacía imposible por la presión que ejercía la nieve en cada sector de su cuerpo, únicamente su cabeza quedó libre, el dios guerrero sacó su espada e hizo arder el fuego con intensidad mientras se ponía de frente a su enemiga.

-Eres peligrosa pero solo si puedes moverte, en este estado no eres realmente ninguna amenaza -
-¡Maldito! ¡Malditooooooo! -

Sin esperar más el dios guerrero pasó su espada por la cabeza de la diosa de forma vertical, partiendo su cabeza en dos, con brutalidad sacó la cuchilla de su cuerpo, y se dirigío hacia otro sitio, preocupado por sus amigos...

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Si bien el estar dentro de un hogar, o del palacio era la mejor alternativa para una noche tan fría, el lugar donde se encontraba él no necesitaba de eso, por más extraño que pareciese algo ardía en ese sitio con la suficiente intensidad para dejar nulo el gélido toque del viento proveniente desde fuera, a pesar de la bipolaridad que dominaba la famosa cueva ardiente el calor que podía brindar era acogedor y maravilloso, aunque poseía su grado de peligrosidad también por el fuego ardiente que poseía en sus adentros. El joven guerrero Alexander de Merak Beta comenzó a percibir un olor extrañamente agradable el cual se propagaba por la cueva, no necesitó pensar mucho antes de darse cuenta y entender que de alguna manera el enemigo estaba ocasionando aquel olor, poco a poco el calor fue aumentando y el olor se intensificaba al parecer el dios guerrero comenzaba a sentirse algo débil.

-Pronto el incienso del castigo te debilitará por completo y lo único que deberé hacer sera acercarme y darte el golpe de gracia, me presento ante ti como el dios egipcio del fuego y el incienso soy Dante portador de la guardia de Dedun, he de presentarme rápido antes de que el incienso te consuma por completo -
- Era evidente que ese olor traería efectos secundarios, así como es evidente tu falta de intelecto al creer que caeré tan fácil en un truco tan sencillo como ese -

El semblante de aquel dios cambió de inmediato, sus ropas rojas y su casco en forma de incienso, además de su rostro que asemejaba un hombre maduro y algo envejecido, resaltaban cualquier expresión que manifestase, ahora parecía confundido, ¿porqué sonaba tan confiado si debía estar debilitándose?

-¿Como te mantienes en pie, aún con el poder del incienso del castigo?-
-El problema con tigo, es que tu técnica funciona contra el olfato de tu enemigo, anulando la respiración nasal y comenzando a inhalar por la boca escapas de algo tan sencillo como eso -

Las manos del dios comenzaron a arder en fuego y lo lanzó contra Alexander, quién se envolvió en llamas y lo que parecía un enorme pilar de fuego lo rodeó y evitó que las llamas que se dirigían a él le dañasen, terminó su técnica y tenía dos esferas en sus manos, la primera la lanzó a su enemigo, quién la repelió con un gran muro de fuego, la segunda en el mismo instante la chocó contra el suelo, pareciendo así que la misma penetraba la corteza de la cueva, el suelo del lugar se congeló gracias a al gran cantidad de cosmos que utilizó el dios guerrero, el egipcio rió con fuerza intentando mostrar a su oponente autoridad.

-Crees que algo como esto puede detener al dios del fuego, entonces la falta de intelecto la tienes tú, y no yo -
-Si crees que ahí terminó todo debo entonces confirmar mi suposición, creo que me tocó enfrentar a uno de los dioses más tontos-
- ¡Aaaaaa! Muere imbécil -

El dios egipcio lanzaba varias bolas de fuego, las cuales Merak Beta evitó con su pilar de fuego, e hizo lo mismo al terminar, con dos esferas en sus manos, una lanzándola a Dante, la otra incrustandola en el piso.

-¿Solo ese truco tienes, rubio?-
-Yo no soy el que únicamente ha usado fuego, lo cual deberías haber entendido ya, es inútil-

De repente el fuego que se encontraba en la cueva rodeó a Dante quien lo proyectó en un gran rayo que se dirigía con fuerza e ímpetu a Alexander el mismo que intentó protegerse pero parecía no iba a ser suficiente y recibiría el impacto, hasta que el fuego se detuvo antes de llegar.

-¿P... Pero que es esto? Porque no ataca -
-Lo siento Alexander, entiendo que preferirías que no me entrometa, pero no podía dejarlo pasar -
-Edzard ve al palacio, nose si también lo sentiste, pero al parecer...-
-Entiendo, no digas más-
-Tu fuiste capaz de controlar  mi fuego... Maldición -

Entonces Edzard se marchó aún con la herida en su abdomen pero parecía no prestar atención, por su parte aprovechando la distracción el dios guerrero de Merak incrustó otras dos esferas en el suelo, produciendo el frío suficiente y levantando una capa de hielo, que atrapó los pies al egipcio, rápidamente comenzó a hacer una serie de extraños movimientos y su cosmos comenzó a arder con gran intensidad preparaba uno de sus ataques esperaba acabar con el combate de una vez y ocuparse de proteger a los ciudadanos en Asgard sin duda había gastado gran cantidad de su cosmos, pero aún tenía un par de trucos que mostrar. Al terminar sus movimientos una cantidad impresionante de rayos comenzaron a caer aleatoriamente al rededor del campo de batalla, dando su mayor esfuerzo el dios guerrero canalizó su energía y centró los rayos directo en el cuerpo del dios egipcio, al terminar el ataque Alexander cayó de rodillas y dirigió su mirada a Dante, quien se encontraba tirado sobre la superficie del suelo al parecer completamente inmóvil, el dios guerrero se acercó lentamente hasta la ubicación de Dante, quien aún respiraba a pesar del estado crítico en el que estaba.

-M... Maldición (Tose) supongo que si soy un idiota (tose) -
-Intentaste derretir el hielo para escapar, pero el agua es conductor de la electricidad, hiciste más poderoso mi ataque -
-Mata... matame -

Su voz era suave, tan solo lo que sus fuerzas le permitían en ese momento, Alexander pensó en dejarlo sufrir pensando en un castigo digno, que mejor tortura que muriese lentamente, pero no sería sensato ante una eventual recuperación, ya que era un dios al que se enfrentaba, como último acto creo una esfera nuevamente en su mano derecha, impactó en el pecho del egipcio y este se fue congelando lentamente desde adentro sus huesos, músculos y órganos, acabando así por completo con el dios del fuego y el incienso, quizá corrió con el infortunio de enfrentarse a un rival preparado e inteligente, capaz de leer sus movimientos y el mismo que consiguió inutilizar las técnicas aromáticas de Dante, Alexander más poderoso que nunca y con más conocimiento se retiró dejando el cadáver de su adversario en el fuego para deshacerse por completo de él.

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La invasión a Asgard no había terminado, Jon, portador de la guardia de Jonsu se decía era uno de los más poderosos entre los guardianes, arribó abriendo un portal frente al palacio, fue el primero en llegar y de que manera, miles de destellos se producían a su alrededor portaba un casco en forma de luna y en su mano derecha un báculo algo extraño pues solo poseía un gancho doble en su punta, al poner sus pies en tierra firme fue recibido con dos ataques veloces y certeros, uno iba con la intención de quemarlo y el otro de congelarlo, ambos lo golpearon causándole heridas a lo largo de su cuerpo entonces aparecieron, Syd por la derecha y Bud por la izquierda ambos portaban sus mantos sagrados el cosmos de los gemelos era muy similar y estaban listos para acabar con Jon más aún luego de ver que fue fácil herirlo, pero el dios egipcio comenzó a reír como si nada hubiese pasado y entonces su heridas se regeneraron a una velocidad impresionante ante el asombro de los gemelos de Zeta, quienes retrocedieron un par de pasos al ver lo que podía hacer su enemigo.

-Vaya parece que se han asustado, ¿temen al poder de un simple dios guardián como yo? Soy Jon, portador de la guardia de Jonsu, dios de la medicina, la misma que he implementado y he implantado en mi cuerpo para no sufrir ningún daño en batalla -
- Demonios, si eso puede hacer un simple guardián ¿cuál será el poder de los protectores? -

Mizar Zeta se encontraba preocupado y no era para menos, el rival que tenía en frente ahora era poseedor de un poder más allá de lo que hubiese visto nunca o contra el que hubiese combatido nunca, era capaz de regenerarse en un instante sin importar el daño, ¿como podían derrotarlo entonces? Quizá sería imposible, quizá con esa carta los egipcios ya tuviesen su victoria asegurada, aunque ni Milzar ni Alcor se rendirían ni entregarían el palacio fácilmente, continuaron atacando incesantemente con sus técnicas “Garra del tigre vikingo” y “Garra del tigre vikingo de la sombra” siendo esta última la técnica de Bud, el mismo que corría al rededor de Jon buscando un punto débil en el cual no pudiese regenerarse mientras Syd intentaba distraerlo de otras maneras, pero parecía inútil hasta el momento cada punto golpeado se regeneraba en un instante, los gemelos se quedaban sin ideas pero sin necesidad de hablar entendían la idea que quería plasmar el otro, el de armamento blanco se lanzó por detrás de Jon su hermano lo hizo por el frente buscando impactarlo directamente y con gran fulgor y euforia además de todo su cosmos concentrado en esos ataques esperando así dañar al dios que buscaba destruirles con la única esperanza de que diese resultado. Ambos cayeron al suelo, el egipcio había desaparecido y reapareció en un instante.

-Creo que subestiman la velocidad de un dios -

Al terminar de hablar sus ojos se iluminaron y liberó su energía ancestral preparado para atacar a los gemelos, ambos comenzaron a sentirse cansado, sus cuerpos no respondían igual y ahora les dolía gran parte de sus músculos, dirigieron sus miradas el uno al otro y lo que vieron causó una reacción de pavor y de desesperación en ambos al ver como envejecían rápidamente y ahora aparentaban tener la edad de un hombre de setenta y cinco años, Jon aprovechó el momento y atacó, tomó con ambas manos la cabeza de Alcor y lo desnucó en cuestión de milésimas, Mizar se desmoronó y cayó de rodillas, con su báculo el egipcio atravesó el cuello de Syd quien se tumbó en el suelo y lo llenó de su sangre, ambos gemelos perdieron la vida y la energía de su cosmos desapareció...

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En los adentros del Palacio Valhalla sin duda se vivía un infierno, la intención de proteger a Hilda no permitía a Astryd abandonar el lugar, sin embargo había alguien más por quién preocuparse, el dios guerrero pelirrojo que descansaba en una de las habitaciones adentro del palacio luego de un combate contra uno de los dioses, Astryd intentaba hacer que Hilda le obedeciera y se resguardara en la camara de Odín, pero la terquedad parecía dar vueltas por el lugar.

-No, no dejaré a Pavel aquí solo -
-Yo me quedaré aquí con él, tu solo vete por favor -
-No, ya te dije que no, me quedaré aquí y te ayudaré si algo sucede -
-Syd y Bud están luchando allá afuera para protegerte, si dejo que algo te pase no me lo perdonaré, vamos vete -
-Ya te dije que... -

Las palabras de Hilda fueron interrumpidas con el descenso inmediato del cosmos de los gemelos de Zeta, al parecer Astryd también lo había notado y su rostro manifestaba un gesto indescriptible, entre sorpresa, duda, incredibilidad, temor, un sin fin de sensaciones y sentimientos recorrían el cuerpo de la diosa guerrera de Dubhe Alpha, no sabía como reaccionar si ir y atacar al dios que había provocado las bajas de Syd y Bud o preocuparse primero de proteger a Hilda, entonces comenzó a correr y tomó a la líder de la mano y la llevó hasta la sala del trono donde se encontraba la estatua de Odín, la encerró ahí y se fue a la habitación de Pavel, no podía creer lo que veía su compañero estaba en pie completamente recuperado, pero eso no era lo que había causado impacto en Dubhe Alpha, el ver a Pavel combatiendo era quizá lo que había sido atemorizante para ella, un dios egipcio de adentró en el templo y no se habían enterado, el dios guerrero de Benetnash Eta portaba ya su armadura junto con su harpa pero el rival no parecía ser como los demás, su rostro siempre se mostraba inexpresivo, su tamaño era colosal comparado al de Jonsu o al de otros guardianes, y la energía que parecía irradiar era tenebrosa y mucho mas grande que la de otros dioses egipcios.

-No sé cuál es la razón que tienen para odiarme, acaso es que los mato rápido y no dejan de preocuparse, o es que acaso estoy mostrando mi poder y ya no quieren subestimarme, aunque no quieras inútil vas a respetarme, piensas que soy uno más y que no tengo agallas, deberías ver cuando entro en acción en las batallas, ya maté a uno tu serás el dos y el siguiente el tres o los mato en grupo, tengo tantas alternativas que un equipo yo no ocupo, las rimas que escupo, son como balazos, y mis técnicas inmortales matan miles de payasos, son solo wanabis que quieren impedir mis pasos y a la hora de la hora son como un bebé en mis brazos -
-Cállate, o cortaré tu garganta -
-No pretendas decirme lo que tengo que hacer, nada de lo que digas cambia mi parecer, mi forma de pensar ni mi forma de ser, y te mataré así como acabé con esa mujer -
-Esa mujer... así que fuiste tú quién mató a Celit, ¿y te sientes confiado por eso? Ella era una simple diosa guardiana, yo soy un dios protector, mi nombre es Jnum cargo con migo la protección de Deuden, sirvo al dios Nun, soy dios de la materia y creador de aguas, soy la mano derecha de mi dios -
-Interesante, gracias por tanta información, Pavel no debes descuidarte parece ser poderoso -
-Astryd... un placer tenerte por acá, supongo que no podemos perder si somos nosotros dos -
La chica asintió y ambos comenzaron a elevar su cosmos, Pavel lanzó sus cuerdas de luz, pero antes de alcanzar a Jnum comenzaron a deformarse hasta deshacerse por completo.

-E... ¿Eso que fue? Astryd, creo que será más difícil de lo que esperaba -
-Supongo que tendremos que luchar con todo Pavel, acabar con él es nuestra única opción -
-Entonces, adelante -

Ambos se abalanzaron contra el dios de Deuden, la batalla entre dioses era más peligrosa de lo que se podía creer...

----------~~~~~~~-----------

-¡Hércules titánico! -

El ataque se dirigió a un desprevenido Jon, creando un hoyo enorme en su costado el cuál se regeneró al instante con la magia y el poder del dios, Thor lanzó sus hachas contra el egipcio pero creando algo similar a un campo de fuerza con su báculo repelió ambas armas las cuales regresaron a las manos del gigantesco dios guerrero cargado de furia y enojo pues deseaba acabar con aquel que había matado a dos de sus compañeros. Todos se preguntaban en que momento llegarían los refuerzos, aunque era un largo camino a recorrer para llegar hasta Asgard, ya deberían haber arribado, pero hasta ese momento debían enfrentar a los dioses por si solos.

-Así que otro más que morirá fácilmente en mis manos -
-Syd y Bud eran nuestros amigos, ahora morirás por tu osadía -

El cosmos de Thor ardía como nunca, no solo parecía furioso, tenía en su mirada la convicción de matar y destrozar a quien había hecho eso a sus amigos, lanzó de nuevo una de sus hachas pero no dio en el blanco, el dios de Jonsu rió observando la mala puntería de Thor, entonces se acercó a él a gran velocidad con su báculo al frente, intentaría acabarlo de un golpe para poder entrar al palacio y acabar de una vez con todas con los dioses guerreros y su estatua de Odín mostrando el poderío de los egipcios por encima de los nórdicos, al estar a unos metros de Phecda Gama el hacha impactó en su hombro Thor lo tomó del cuello con su mano izquierda y lo estrelló en el suelo, para luego levantarlo de nuevo con la misma mano y tirarlo al aire, utilizó de nuevo su técnica “Hécules Titánico” dando de lleno en el cuerpo de su adversario, se impulsó directo hacia él con sus hachas de frente, comenzó a alternar entre una y otra golpeando el cuerpo de Jon, creaba graves cortes y no se detenía, la arremetida era impresionante, con ambas manos tiró el cuerpo contra el que arremetía con furia el mismo reboto y lo recibió de un pisotón, colocó de nuevo sus hachas en posición con una cortó una parte de su cuerpo casi desprendiendo su tórax de sus piernas, con la otra atacó el cuello dejando un gran charco de sangre mezclada entre la de Syd y la del dios, Thor elevó un grito de furia al cielo, pero sería el último, el báculo de Jon voló con una velocidad impresionante y atravesó el casco y la cabeza de Phecda Gama, quien dando un par de pasos hacia atrás cayó al suelo, Jon se levantó y llamó su báculo de nuevo con sigo, estaba deteriorado y no se había recuperado por completo, para caminar necesitaba apoyarse de su arma lo hacía mientras se acercó al recién muerto dios guerrero, entonces una bola de hielo detuvo su paso, antes de averiguar de que se trataba abrió un portal y se marchó por el mismo volteando lentamente observando a un tipo de armadura dorada con cabellos verdes en la escena.

-Maldición no llegué a tiempo, tres dioses guerreros han fallecido a causa del arribo tardío de mi persona, debo apresurarme antes de que el número de muertes incremente -
-No eres el único dorado, creo que me faltó fuerza para llegar antes de que asesinaran a mis amigos, soy Edzard dios guerrero de Megrez Delta, supongo que eres el dorado al que enviaron -
-Soy Dégel de acuario, honraremos la muerte de tus compañeros acabando con todos los destructores egipcios, es una promesa -

Y así se sumaron tres dioses guerreros más a la lista de fallecidos, Dégel arribó un poco tarde y Edzard se encontraba herido, pero aún debían impedir que Astryd y Pavel corriesen el mismo destino dentro del palacio, Alexander recién acababa con Dante pero pudo percibir el cosmos de sus tres compañeros desaparecer por completo, ahora debía ayudar a Edzard a evitar la extinción de todos los servidores de Odín aunque no quisiera ese era su destino y debía aceptarlo, Kevin de Kraken, dios marino enviado a ayudar a los Asgardianos aún no llegaba al parecer se había encontrado con un contratiempo en el camino...
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