Más razones para partir (Muerte Lenta).

El sol comenzaba a ocultarse en aquella región del extremo norte de Europa. Aunque realmente era poco lo que podía presenciarse aquel gran astro durante el día, para los habitantes de Asgard era suficiente como para notar su ausencia cuando se ocultara. No era muy acostumbrado salir de tan noche debido a que el grado de penumbra podía ser bastante elevado como para poder siquiera ver que hay un paso adelante. Pero para alguien que conocía el bosque y los caminos com ola palma de su mano, salir a esas horas no era ningún problema. Aunque de haber podido evitarlo, lo hubiera hecho.

- "Debería darme prisa antes de que oscurezca del todo. Mañana tengo que partir a Grecia con Saga a la Aldea de Rodorio y preferiría tener una buena noche de sueño antes de eso".. - Pensaba el Dios guerrero

Desde que inició su entrenamiento como guerrero al servicio de Odín, su tío le había ofrecido hospedarse en una humilde pero confortable cabaña que estaba no muy lejos de la entrada de Asgard. Aunque durante los meses que estuvo en el bosque jamás salió del mismo para poder aceptar la oferta de su tío, luego de su trágica partida, sintió que era un desperdicio no aprovecharla. Después de todo, dicen que las personas nunca mueren si se les recuerda, y ciertamente ese lugar le recordaba mucho a él.

No le faltaba mucho para llegar, pero de repente algo hizo que se detuviera. De haberse ya oscurecido el camino, seguramente no habría hecho esa parada, pero la tenue luz que aún provenía del cielo le permitió mirar algo poco usual. Sobre el piso nevado, un par de petalos de rosa despedazados. Aún para alguien oriundo del lugar, era un avistamiento bastante extraño ver una rosa en las planicies nevadas de Asgard. Aunque por lo visto esa en particular no había podido sobrevivir al inclemente clima del lugar. Lástima.

- "Me pregunto si no habrá más por aquí..."

La curiosidad de Edzard lo llevó a inclinarse y escarbar un poco en la nieve para ver si encontraba más de aquellas flores bajo la nieve. No obstante, hubo un instante en el que sintió que no era el único en aquel lugar. Se levantó de inmediato y miró a su alrededor esperando localizar aquella presencia que lo inquietaba, preparado por si se trataba de algún enemigo.

Una experiencia poco enriquecedora y gratificante, eso era lo que acababa de vivir, un compañero dorado, que se había marchado, dejándolo ahí, pues aunque su reacción se justificaba por el actuar del caballero de cáncer, no dijo su nombre, que fue lo único que solicito dicho caballero a piscis.

Procedió a tomar el lugar que antes tenía Albafica, y se sentó en la roca, aunque odiaba el frío del lugar, aún no quería marcharse, pues venía saliendo apenas, y quería pasar un rato más a las afueras de Asgard, aunque no gustaba del frío, el ver que el sol comenzaba a ocultarse, llamaba a que apareciera la luna, la hermosa luna que gustaba de ver, era entendible por la relación de sus signo zodiacal con esta, sin embargo, este satélite aún no se asomaba, mientras miraba el cielo, sintió  alguien acercarse.

Miró como el nuevo personaje, corría la nieve, cerca de donde había aplastado aquella rosa, al parecer buscaba algo, pero se notaba que sentía algo, pues se detuvo, y dejó de escarbar levantándose de ese lugar.

- ¿Tu también, eres amante de las rosas? podrían montar un club de fans entre ustedes - Decía en tono burlista parándose sobre aquella roca, mirando y observando la reacción que tendría, pues como era de esperarse, comenzaba con un diálogo tajante y odioso ante él.

- ¿Quién eres? - preguntó, esperando una reacción diferente a la que recibió en el pasado, aunque por su actitud esto no era nada seguro...

Por lo visto el destino había confabulado para que el caballero de Megrez Delta tuviera un encuentro con otro de los caballeros dorados que habían venido a "hospedarse" en Asgard, en lo que se organizaba un contraataque contra Poseidón. Sin embargo, éste se diferenciaba mucho de los otros dos que había conocido. No parecía tener dificultades para expresar lo primero que se le viniera a la mente y era más que obvio que la cortesía no era su carta de presentación. Pero lo que más denotaba de ese individuo era su mirada. ¿Qué le había pasado en los ojos?

-"Es una pena que aún no nos llevemos tan bien como para que sea prudente preguntarle algo como eso".

Aunque para el asgardiano la "charla" pudo haber acabado con sólo ignorar el comentario del santo de cáncer, este por lo visto sentía cierta curiosidad por saber de quien se estaba mofando. Aunque Edzard no tenía problemas en revelar su identidad, pensó que estaría fomentando esa clase de conducta negativa si solo respondía a una forma tan brusca de pedir las cosas.

-Hmp... -Voltea la mirada hacia aquel que le había preguntado por su nombre - Disculpe, pero por estos lares se acostumbra a decir el nombre de uno mismo antes de pedir el de alguien más.

Y fue así como el serio e indiferente rostro del Dios guerrero dibujó una pequeña sonrisa irónica luego de haber dicho esas palabras. Tal vez no era una buena idea retrasar su descanso aún más, pero aquel personaje le traía algo de curiosidad. Además, era mejor ir forjando una imagen de sus nuevos aliados para saber que tanta confianza podía tenerle a cada quien.

Al parecer el presente no quería marcharse, aunque evidentemente no le gustaría la manera de tratarlo del caballero de cáncer, quién siempre se comportaba de una manera poco amigable y muy despreciable, pero a pesar de esto, el sujeto seguí ahí parado, mirando a Muerte, mientras este hacía lo mismo, al parecer ambos estaban interesados en conocer mas del otro, aunque no era seguro que tuviesen suerte con esto.

Luego de su pregunta a Edzard, se acomodó un poco en la roca, esperando continuar con la conversación y esperando la respuesta de su interlocutor, quien, con un gesto, mostró su posición en el tema, y seguido de unas palabras, solo confirmó el no interés en contestar de buenas a primeras.

- Acaso no reconoces, la constelación a la cuál pertenece mi armadura, confórmate con saber eso - cerrando sus ojos y agachando su cabeza en señal de desapruebo, se dirigió con sus palabras, al otro caballero presente, moviendo levemente su cabeza de un lado a otro, como si dijese que no.

- Ya que no piensas contestar eso, entonces di, ¿Que te trae a las afueras de Asgard? - Preguntó abriendo sus ojos, con una mirada fría y penetrante dirigida directamente al caballero de Megrez Delta, quién no quiso responder la primer pregunta, pero esperando que contestase esta...

-Hmp...

Por un momento el Dios guerrero pensó que no le debía ninguna respuesta a alguien que ni siquiera tenía intención de presentarse. Pero a pesar de que la actitud del santo de cáncer no le representara mucha confianza, seguía siendo un aliado al que, por voluntad de la señorita Hilda, ahora estaba dispuesto a apoyar. Mínimo debía ponerle un poco al tanto de la situación actual. Lástima que la actitud de Edzard le impedía ser verdaderamente específico a menos que se le siguiera preguntando.

-Mañana parto a una misión importante... Esperaba descansar bajo techo para variar. Tal vez tu debas hacer lo mismo antes de que anochezca del todo. El clima nocturno puede ser muy duro para los forasteros.

Aunque dijo más palabras de las que suele acostumbrar, el caballero de Megrez no especificó ni de que se trataba su misión o donde era el lugar donde iba a refugiarse de la helada noche que le aguardaba. No era información que realmente tuviera que suministrar si no se la pedían. Si bien pudo haber partido en ese mismo momento, Edzard permaneció de pie un momento en caso que aquel individuo tuviera algo más que decir. Claro que de no ser así, solo se daría la vuelta y se marcharía sin tampoco dar detalles al respecto.

La primer reacción del interlocutor, fue un pequeño gesto, y un ruido de tono bajo, de su boca, se notaba, algo disgustado o bien, sin agrado por la actitud de "Muerte Lenta", quién agarró un poco de nieve con sus manos y se puso a jugar con esta.

La última pregunta que había realizado a Edzard, había sido respondida, al parecer, debía hacer algo importante al día siguiente, y se dirigía a descansar, quizá el caballero de cáncer, solo le atrasaba, o quizá Edzard, no tenía prisa en irse, lo cierto es, que ya se había dado un paso, pues la conversación y el tono de voz de este al hablar no era agresivo, o no lo parecía por lo menos.

- Odio el frío, empiezo a molestarme, ya que te ves débil, te serviría que yo te acompañe hasta tu destino, así no te verás en problemas - con una excusa barata, para que él le diera comida, y no estar más en la nieve y dejar de sentir tanto frío, se dirigía a su interlocutor, esperando una respuesta afirmativa, pues por alguna razón, no quería ir al lugar donde se había estado quedando los últimos días en Asgard.

Apretando sus dientes, con una expresión de frustración en su rostro, soltó con un movimiento agresivo la nieve, que había tomado antes, parecía algo molesto "Está muy fría, odio la nieve, prefiero las noches tranquilas bajo la luna, sobre una superficie normal, antes de estar sobre este manto de infierno blanco" sacudía sus manos, mientras por su mente pasaban ideas de odio, contra algo tan simple como la nieve...

-... Si gustas.

De todas las respuestas que le podía haber dado aquel individuo, lo último que esperaba es que quisiera acompañarlo. ¿Acaso esa apariencia de patán ocultaba a alguien empático y considerado? ¿O era solo una excusa para poder fastidiar a Edzard en el camino? Independientemente de la razón, hubiera sido grosero por parte del Dios guerrero decirle un rotundo no y pedirle que se marchara.

Sin decir ya nada más, Edzard continuó su recorrido hacia la casa que solía pertenecerle a su tío, mientras era seguido por el caballero de Cáncer, cuyo nombre aún desconocía. De hecho, comenzó a pensar que era desesperante estar siendo seguido por alguien cuyo nombre no conocía. Pero en vista que no parecía tener ganas de revelar esa información y que realmente él tampoco había tenido que divulgar su nombre, podía suponer que estaban a mano.
Fue entonces que repentinamente, el asgardiano notó que el santo dorado comenzaba a sacudir las manos y un gesto de incomodidad se formaba sutilmente en su semblante. ¿Frío tal vez?

-Es normal tardar en adaptarse a este clima. Tal vez un día de estos te muestre un lugar bastante "cálido" que puede resultarte mejor que esta planicie congelada.

En ese momento a Edzard le pasó por la cabeza el lugar donde era resguardada la armadura de Merak, la temida caverna ardiente. El había pasado por allí en algunas ocasiones para practicar con su espada de fuego, pero no era más de un par de horas lo que podía soportar en un lugar como ese. Estaba demasiado impuesto al frío. No obstante, aquel forastero quizás podría encontrarlo agradable. Y quien sabe, algo le decía que aquel caballero tenían un aspecto adecuado para vigilar aquella zona.

-"Ohh bueno, creo que estoy siendo prejuicioso".

Para no atrasar al caballero, decidió acompañarle, pues tenía hambre y no quería llegar a su hogar, sentía que si acompañaba a Edzard, este debería responder con el amable gesto de darle comida, además estaba harto del frío que había en el lugar y debía subir la temperatura de su cuerpo, pues el frío le causaba estrés en momentos como ese.

Caminaba un poco retrasado a Edzard, mirando los alrededores y conociendo un poco más el lugar, sus pisadas se hundían en la nieve, la suave brisa movía su cabello, y en su mente cosas extrañas sucedían como era lo normal en este tipo, nunca creyó en realidad, que en un recorrido como ese se pudiese correr peligro, pero el desorden en su hogar, y el poco interés en acomodar, y limpiar, le hizo salir, y ahora buscaba comida en otro lugar, pues los platos en los que comía estaban sucios y no quería asumir la responsabilidad de lidiar con eso, en ese preciso instante.

Mientras seguían el camino, y recorrido, hasta su destino, Edzard intentaba entablar conversación con el santo dorado, quién no entendía el porqué de las palabras de Edzard, como siempre, no le interesaba si este se enojaría o no por su respuesta, simplemente viró sus ojos hasta el punto donde se encontraba quien iba a su lado, cerró los ojos y manifestó una pequeña risa antes de contestar.

- ¿Mostrarme un lugar? ¿que ya te crees que somo amigos? - levantó su mano derecha, con un gesto de prepotencia, y aún con sus ojos cerrados, seguía caminando, su cabello se movía con forme caminaba y el viento rozaba su cara, el mechón que siempre llevaba al frente se movía de un lado a otro, mientras analizaba, la situación, y como podría meterse en la casa a la que iba, para recibir algo de comida.

"¿habrá un lugar cálido entre tanta nieve?, es extraño, ver que se comporta de manera amable a pesar de mi trato" miraba con intriga de arriba abajo a su interlocutor, pues le intrigaba su actuar, se podía decir que su actitud había calado un poco en "muerte lenta", algo que parecía imposible, pero al parecer Athenea había hecho algo más que salvarlo de la muerte...

-Hmp... No es necesario confundir amabilidad con amistad.

Fue la respuesta del Dios guerrero ante el tipo de trato recibido por su compañero ateniense. Después de todo, él tenía sus propias razones por las que actuaba como lo hacía, no tenía nada que ver con que quisiera entablar una amistad con aquel santo dorado, y no dudo en dejarlo claro. Después de todo ¿por que contenerse con alguien que desconoce el uso de la sutileza en las palabras? Aún así, nuevamente fue todo lo que dijo. No quiso entablar un conflicto con él o decirle que se había cansado de su presencia. Claro que si el caballero de Cáncer insistía en conseguirse problemas, muy seguramente los tendría.

-"Supongo que cada grupo requiere algún patán que ofrezca una forma diferente de ver las cosas. " - Pensó para si mismo.

Después de haber caminado durante algunos minutos más, ambos caballeros finalmente arribaron a su destino. Era una humilde cabaña que no se veía demasiado espaciosa, pero tenía una pinta acogedora al menos. El Dios guerrero sólo se aproximó hacia la puerta, estiró la mano para alcanzar una vieja teja y sacar una oxidada llave. La metió en la cerradura de la puerta y antes de girarla completamente con la intención de quitar el seguro, se dio cuenta...

-"Ohh....está abierta... Pero que idiota. " Bueno, gracias por acompañarme...Supongo que lo normal sería invitar al acompañante a pasar, pero...

El desánimo en las palabras de Edzard no era para menos. Los pocos muebles con los que estaba acondicionada dicha vivienda estaban llenas de ropa, pieles, platos de comida sin lavar, o uno que otro mapache que se había invitado solo a la casa (A los cuales el Dios guerrero no tardó en ahuyentar para que dejaran de invadir su hogar).

- Claro que si gustas quedarte, tengo algo de fruta y cacé a un cordero hace poco que creo debe seguir bueno. - Dijo esperando la respuesta de su acompañante, no mostrando ninguna pizca de vergüenza o preocupación por la condición de su vivienda.

El dios guerrero, parecía no quebrarse, y mantener una posición firme, y odiosa ante el santo dorado, quién miraba a Edzard cuando este contestó, por su mente, pasó un escenario de lucha contra el dios guerrero, sin embargo, no actuaba, pues sabía que de alguna manera, estos también apoyaban a Athenea, y no hasta que no los viese combatir, no sabría si serían un estorbo, o no, y sería entonces, cuando decidiría, acabar con ellos, o simplemente reconocerlos como compañeros.

"Le dejaría morado, como mis ojos"

Pensó, ante la reacción de él, sin embargo, decidió guardar silencio, y continuar hasta la casa a la cuál se dirigían. A los pocos metros, llegaron a una cabaña algo humilde, al parecer ese sería su destino, abrió la puerta y se notó el desorden del lugar, le dijo a "Muerte" que le gustaría invitarle a pasar, aunque puso un pero, el santo dorado, simplemente entró sin importar el desorden, y miraba como su acompañante espantaba algunos mapaches.

- Valla, no sé si está peor aquí o allá, supongo que dormiré aquí hoy, o saldré más con este frío -

Decía mientras se recostaba en una pequeña silla, sin importar si Edzard le aceptaba o no, ya había decidido quedarse en aquel lugar y dormir, sabía que había algo de comer, y el hambre le ganaba, por lo que esperó que Edzard entrase en la cabaña también.

- Apresúrate con ese cordero, antes de que te cocine a ti -

Se cruzó de brasos, cerró los ojos y esperó a que el dios guerrero le llevase algo de comer, y así acabar el hambre que le invadía...

Aunque sorprendido de que el caballero prosiguiera a adentrarse en la casa, Edzard sentía que la oportunidad para decirle que se marchara ya había pasado. Si el tipo estaba tan desesperado como para compartir el "refugio" del Dios guerrero, era que su única opción restante era quedarse a la intemperie dejando que la nieve fuera su colchón, una roca su almohada y la helada noche su cobijo. Viéndolo de esa forma, decidió atender a su huésped, aunque se tratase de un arrogante y molesto patán.

-Aquí tienes. - Dijo Edzard luego de entregarle al santo de Cáncer una pequeña charola con un racimo de uvas, algunas cerezas y una manzana en su interior. -Tardaré un rato en cocinar la carne. Puedes servirte de eso mientras.

Después de dejar a su "invitado" instalado en una de sus sillas, el Asgardiano prosiguió a echar algo de leña a una hornilla de piedra, a la cual prendió fuego con un fósforo. Si bien pudo haber usado su espada, le parecía ostentoso usar el aditamento único y legendario de la armadura de megrez delta como un vil utensilio de cocina. Mantendría las cosas sencillas.
Luego salió de la casa y regresó con 2 enormes piernas de cordero repletas de carne. Por lo visto debía tener algún almacén afuera que mantuviera la carne fresca gracias al frío que proveía la locación donde se encontraban.

-Hmp... Estará listo en unos minutos.  

Después de dejar la carne cocinándose, se sentó en una silla y se quedó allí quieto, en silencio, obviamente sin un tema de conversación. Dado que solo se le ocurrían cosas como ¿Por que sigues en mi casa? o ¿Cómo a alguien como tú lo hicieron caballero? prefirió quedarse callado mirando los pocos muebles de su casa o los detalles de la armadura del pelirrojo. Luego su mirada se quedó posada en la ventana hasta que algo lo distrajera o tuviera que levantarse a voltear la carne luego de un rato.

-Sería más divertido estar allá afuera haciendo hombres de nieve... pero algo me dice que no me resultará placentero con este tipo cerca ...Hmp. Ahora que lo pienso, de repente viajar lo más lejos posible de aquí suena casi algo agradable. .  

se internó en la casa, tomó asiento y recibió las frutas que ofreció él, algunas uvas, cerezas y una manzana, la cuál no era apetitosa para "Muerte" en ese momento, prefirió tomar únicamente las uvas, aunque se notaban muchas de ellas en mal estado, las cuales sin remordimiento ni apuro, escupía al suelo, en señal de disgusto con las uvas malas.

Puso atención al dios guerrero, mientras salía de la casa, al parecer iba por comida de verdad, comida que podría saciar el hambre del santo, quién no se movió, y sentado en aquella silla, refugiándose del frío viento, y el congelado suelo, de aquel blanco lugar, esperaba por comida, especialmente de un animal muerto lo que podría aumentar más su apetito, al saber que un ser que a su consideración sólo estaba para servir de alimento a los humanos.

Miró al dios guerrero entrar con dos piernas de cordero, era hora de que las cocinara mientras una duda importante, para "Muerte lenta" claro está, surgió al este recorrer toda la cabaña con su vista, y observar que no identificaba, donde dormiría, pues su intención era no salir de ese lugar, hasta que saliese el sol nuevamente.

- ¿Ya tienes mi cama lista? ¿o donde piensas que dormiré? -

Con su mano izquierda apoyada en la pequeña mesa del lugar, corría un poco el plato de frutas, abriendo espacio en la mesa para que colocara el cordero, y poder comer la carne de aquel cordero, quién había sufrido el destino, de ser asesinado a manos de Edzard, nombre que en realidad aún no conocía el santo dorado.

- ¿Ahora sí, dejarás tu niño de lado, y me dirás tu nombre? -

Preguntaba en forma directa a su acompañante, mientras recostaba su cuerpo en el respaldar, de la silla en la que se encontraba postrado, esperando por una respuesta que delatara el nombre de quién estaba con él en la mesa...

-Hmp...

Sabía que ese momento llegaría, aunque no en ese mismo día. La actitud del santo de Cáncer en ningún momento le pareció agradable, pero al menos la toleraba ya que no quería comenzar una riña por pequeñeces con aquellos que se supone iba a ayudar. Pero ya fuera que siguiera jugando o enserio fuera tan inconsciente como para seguir demandando atenciones por parte del Dios guerrero, era hora de ponerle un alto a todo. Pero al menos le concedería una última petición. Revelar su identidad.

-Edzard.

Dijo de forma directa y sin más rodeos. En vista que en algún momento tendría que responderle, prefirió que fuera de una vez. Aunque aún restaban muchas cosas por decirle, pero tendrían que esperar un momento al menos, ya que el dueño de la casa consideró que la carne ya estaba lista para servirse, por lo que la saco de la hornilla y la sirvió en los únicos 2 platos limpios que quedaban en la casa. Pasó un salero y un frasquito con pimienta para que se sirviera al gusto.

-Puedes dormir donde te apetezca siempre y cuando no sea en mi cama. Después de todo, te advertí que mañana tengo una misión importante y debo descansar bien para la misma, Pero si el suelo prueba ser muy incomodo para tus fines, con gusto puedes dormir sobre la nieve, por mi no hay ningún problema.

Terminó su sentencia dando un fuerte mordisco a su pierna de cordero, poniéndole un poco de sal luego de sentir que le faltaba algo de sazón a su comida, y siguió comiendo despreocupado de como pudiera reaccionar su invitado. Después de todo, sabotearle a este punto sería como impedir los objetivos de su misma Diosa, y no dudaría en restregárselo si se viera en la necesidad.

Después de tanto tiempo, interactuando entre sí, hasta ahora, el dios guerrero revelaba su nombre, Edzard, respondiendo ante la pregunta y curiosidad del dorado, quién se preguntaba el nombre de quién, de una forma u otra, sería su compañero en batalla, en la lucha por recuperar el santuario.

Estiró su manos izquierda, y tomó una cereza de aquel plato, tirándola con su dedo gordo, hacia su boca,  comiendo esta, justo en el momento que el dios guerrero decía su nombre, mientras una leve sonrisa inclinada a su derecha, se dibujaba en el rostro de muerte, quién complacido, con la respuesta, divagaría un poco mentalmente, mientras el caballero que lo acompañaba se levantó a recoger las piernas de cordero, y darle la correspondiente al caballero dorado de cáncer, quién la tomaría con euforia, y comenzaría a masticar y morder esta, saciando así, un poco del hambre que tenía, no sin antes tomar el salero, y echar un poco de sal a la pierna, para comérsela con mucho mayor ímpetu.

"En realidad el cordero está bueno, a pesar de solo haberme entregado una pierna, creo que quedaré satisfecho con eso"

Pensaba y se perdía en su interior, mientras el guerrero hablaba, y escuchaba solo algunas palabras que le decían, palabras como "misión", "descansar", "suelo", "incómodo", "dormir", "nieve". Con las cuales "Muerte lenta" formaría su propia hipotesis, de lo que Edzard le relataba, pensando así en que responderle.

"Su misión es descansar, en el suelo, aunque sea incómodo, pero prefiere eso que dormir en la nieve, valla tipo más raro."


- Bien, ¿y dónde tienes lista mi cama? -

Dijo esto último, con seguridad, de que el receptor de sus palabras, comenzaría a molestarse, haciendole así perder la paciencia, pues el santo dorado siempre ha pensado, que el aguante de una persona con su paciencia, ante la situación que se le presente le caracterizaría como alguien fuerte, y calculador en batalla, sin embargo, no había conocido a alguien así, hasta el momento, pero podía encontrarlo en Edzard, o eso pensaba él...

Era más que obvio que el caballero de Cáncer solo buscaba hacerlo enfadar, hasta parecía un infante que le lleva la contra a un adulto. Llegó un punto en que a Edzard le pareció tan infantil que rió un poco para sí mismo en sus pensamientos, aunque no pudo evitar que una sonrisa irónica se dibujara en su semblante. Aún así, no podía perder el tiempo o las energías enseñándole modales a aquel imprudente sujeto, por lo que allí lo dejaría por hoy. No se molestó en repetir su respuestas (de la cual estaba orgulloso) y siguió comiendo, no dudando en indicarle con la mirada el suelo si volvía a preguntar donde habría de dormir.

-En fin, estoy satisfecho. Creo que me retiraré a descansar.

El Dios guerrero caminó hasta un cuartito adyacente donde estaba solo una cama y una vieja foto de él con sus padres y su tío. A decir verdad, esa foto no era una pertenencia suya sino del anterior dueño de la casa. Aunque Roy nunca tuvo la oportunidad de hacer su propia familia, siempre se sintió agusto teniendo un espacio con la familia de su hermano, donde siempre fue bienvenido. Eso podría explicar por que Edzard en algunos momentos lo veía como un segundo padre.

-Buenas noches. - Finalizó Edzard no sin antes dejar en el piso una almohada y una gruesa frazada para que el caballero de Cáncer las aprovechara en caso que decidiera aceptar de buena gana la propuesta de su anfitrión.

Terminó de comer, y estaba satisfecho, el frío afuera era su enemigo, o eso sentía en el momento, sabía que no estaba en su hogar y que no era recibido como un rey tampoco, no estaba muy interesado en si su compañero debía partir temprano o no, pero no quería quedarse en ese lugar, pues ya había saciado su hambre, así que pensaba simplemente en caminar hasta su hogar de nuevo.

El dios guerrero se despedía ya, mientras caminaba, a su habitación, o el lugar donde dormiría, "Muerte Lenta" se levantó, mientras observaba a su compañero traer una almohada y una frazada, dejando ambas en el suelo, como si esperase que el santo de cáncer durmiese ahí.

- Bien la comida estaba bien, te felicito, creo que ya nos veremos luego, si no te matan antes -

Decía mientras acercaba sus pasos a la puerta principal de la cabaña en la que se encontraban, saliendo así de esta, dirigiéndose a su hogar, dejando atrás a Edzard, caminaba, y sus pisadas se hundían en la nieve, mientras su mirada se enfocaba al frente, y su dirección y destino, eran llegar a su hogar, el frío comenzaba a meterse por su piel, pero era algo que debía y podía aguantar, como santo dorado que era, mientras llegaba al lugar, donde al parecer pasaría el resto de sus noches en Asgard...

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